martes, 30 de septiembre de 2014

RUTA POR EL PARQUE FORESTAL DE VALDEBERNARDO. DISTRITO DE VICALVARO (MADRID).

RUTA POR EL DISTRITO DE VICALVARO. EL PARQUE FORESTAL DE VALDEBERNARDO.
RUTA POR EL PARQUE FORESTAL DE VALDEBERNARDO.
Ruta por el Parque Foestal de Valdebernardo. A la sombra de Faunia.

Últimamente no es extraño ver por Madrid y sus alrededores ejemplares de aves exóticas. Las citas de especies alóctonas de aves no paran de crecer año tras año.
Algunas especies se han asilvestrado procedentes de colecciones privadas, zoológicos o parques temáticos. Madrid cuenta con el Zoológico de la Casa de Campo y Faunia. Algunos ejemplares de los aviarios de estos recintos se escapan y pueden asilvestrarse, e incluso llegar a criar y formar colonias estables.
Las citas son innumerables, y aunque resulte anecdótico, no resulta extraño ver volar un ibis sagrado en pleno Perales del Río (Getafe), o ver nadar un  joyuyo en el Parque de Polvoranca (Leganés), entre otras sorpresas.
Madrid Río se encuentra en la influencia del Zoológico de la Casa de Campo, y ya es muy habitual ver tarros canelos o gansos del Nilo por el cauce del río Manzanares.
A estas especies de escapes de zoos y safaris, habría qué añadir las de escapes de particulares qué las tienen como animal de compañía.
Un claro ejemplo conocidos por todos, son las cotorras grises o argentinas. Aves qué se pusieron de moda en la década del los 90, y qué ahora han colonizado hasta espacios protegidos madrileños como el Parque Regional del Sureste, llegando a formar colonias muy numerosas.
Otros ejemplos son los bengalíes rojos de San Martín de la Vega, el pico de coral en Aranjuez, una pequeña población de periquitos en Alcalá de Henares, o las cotorras de Kramer del Parque del Oeste.
Un exponente muy ilustrativo sobre especies alóctonas es el Parque de Valdebernardo.
Se sitúa a escasos metros de Faunia, y aparte de las especies típicas qué podemos encontrar en cualquier parque madrileño, hay qué añadir unas cuantas especies qué procedentes del vecino recinto, se han asilvestrado en él y han conseguido criar y crear colonias estables.
El Parque Forestal de Valdebernardo se sitúa al Sureste de Madrid Capital en pleno distrito de Vicálvaro.
Se creó en el 2007 y se inaguró en el 2010. Es uno de los tres parques periurbanos con los qué cuenta la Comunidad de Madrid, junto a Polvoranca y Bosque Sur.

Cuenta con 103 hectáreas de extensión, y se extiende por los aledaños de Faunia, y las laderas forestales de la Autovía A-3 Madrid-Valencia.
Compuesto por praderas de césped, una montaña artificial a modo de mirador, zona arbustiva, arboleda, y un pequeño lago artificial.


(Entrada al Parque Forestal de Valdebernardo).

La zona arbustiva está compuesta por especies como romero, cantueso, adelfa, lavanda, retama y jara. La zona de arboleda posee especies como encinas, madroños, chopos, tilos, cipreses y olmos. En la laguna artificial hay zonas de carrizal, esparto y saucedas.
Accesos al Parque Forestal de Valdebernardo:
-En coche. Autovía A-3. Madrid-Valencia. 15 minutos desde el centro de Madrid.
-En autobús. Línea 71 de la EMT. Manuel Becerra-Puente de Arganda. Tiene parada justo enfrente del Parque. Bajarse en la parada de Faunia.
-En metro. Dos opciones. Primera: bajarse en el metro de Vicálvaro y luego coger la Calle Camino Viejo de Vicálvaro, y seguir por la Avenida de la Democracia para acabar en la Avenida Comunidades. 20 minutos andando.
Segunda opción. Bajarse en la para de Valdebernardo de la misma línea. Salir por el Bulevar Indalecio Prieto. Calle Cordel de Pavones, continuar por el Bulevar José Prat y acabar de nuevo en la Avenida de Comunidades. 15 minutos andando.
-En bicicleta. El anillo Ciclista pasa por la Calle Hacienda de Pavones. Luego tomar la Bulevar José Prat hasta la Avenida Comunidades.
La ruta propuesta es circular de 1 hora y 30 minutos de duración aproximada, y de dificultad fácil, sin apenas pendientes. Apta para todos los públicos.


(Ruta circular por el Parque Forestal de Valdebernardo).

Este es el relato de una ruta qué hice el primer día de Otoño del 2014.
Aprovechando qué estábamos en Septiembre mes de paso para muchas especies de aves, y qué el Parque está relativamente cerca de mi casa, me propuse realizar esta ruta para volver a ver los patos colorados, tarros canelos y gansos del Nilo qué ya ví el año pasado, y qué tanto me sorprendió observarlos en este parque tan singular.
El 71 me dejó justo en la puerta de entrada al parque. A la derecha se veía el cartel de bienvenida de Faunia. Hacía calor, pero a lo lejos, con la Sierra de Guadarrama de telón de fondo, se estaba formando la típica tormenta de principios de Otoño, con nubarrones muy oscuros, qué auguraban mucha lluvia.
Me paré en unas mesas habilitadas en la pradera de césped para que coma la gente y preparé mis prismáticos y cámara de fotos, para empezar este “safari urbano”.
La primera en caer de la lista fué una paloma torcaz. Tras ella, las especies más urbanitas como gorrión común y mirlo común qué buscaban alimento en el césped.
En un amplio paseo apareció la primera sorpresa. Un colirrojo real qué se dejó ver poco rato, pues se refugió a toda velocidad en un madroño.
La tormenta seguía avanzando e iba tapando la mitad de parque.
Llegué a un pequeño estanque donde intenté fotografiar una lavandera blanca, qué con su característico balanceo de cola, voló hacia la montaña artificial.


(Montaña artificial en el Parque Forestal de Valdebernardo).

Tres hembras de ánade real recién salidas del agua, estaban secándose las plumas con el pico.
Aproveché qué estaban ocupadas en el aseo, para poder hacerlas unas cuantas fotos, sin necesidad de utilizar el zoom de la cámara.


(Anades reales hembra, anas platyrhynchos).

Continué mi camino hacia una zona de repoblación con numerosos claros. Allí decidí hacer una espera a ver qué pajarillos empezaban a posarse.
La espera dio pocos frutos y aparte de una esquiva urraca, a lo lejos un pequeño grupo de jilgueros se abalanzaron sobre unos cardos en busca de sus nutrientes semillas.
Seguí caminando hacia la puerta norte del parque y aquí giré a la altura del campo de fútbol. A mi derecha quedaba una zona de barbecho donde empezaba a notarse actividad. Primero apareció volando una cogujada común con su inconfundible cresta. Justo enfrente de ella, un pequeño verdecillo luchaba incansable tirando de su pico para coger las semillas de un pequeño arbusto.
Otro bando de jilgueros exploraban sin cesar todo el barbecho en busca de semillas, y al irse estos apareció la segunda sorpresa del día. Un ejemplar de collalba gris. Al principio estaba muy confundido pues no me cuadraba verla en este lugar. Tuve qué mirar varias veces con los prismáticos y con la guía de qué efectivamente se trataba de esta especie. Luego dándole vueltas llegué a la conclusión de qué la única manera de qué estuviese allí es qué fuese un ejemplar procedente del cercano Parque del Sureste y de sus zonas esteparias.
Comenzaba a tener los nubarrones justo encima, así que decidí acelerar el paso hasta la laguna artificial.
Llegué a una zona donde han plantado un gran adelfar, y allí jugueteaban varios ejemplares de papamoscas cerrojillos, especie tan frecuente por esta época de paso.
Al instante, otra sorpresa más. Pasó volando hacia la laguna una golondrina dáurica. Pensé qué ya habían emigrado todas, pero por lo qué se veía, aún queda alguna rezagada.
En un claro de un retamal volví a hacer una espera.
Allí estaba revoloteando un colirrojo real tras unas palomas torcaces. Un grupo chillonas cotorras grises consiguió desplazar a las palomas.
Mientras, seguía con mi cámara al colirrojo, hasta qué hubo un momento en el qué se paró un buen rato y pude sacarle una foto. Justo detrás de él, sin darme cuenta, apareció un petirrojo, qué también sale retratado en la foto.


(Petirrojo, erithacus rubecula y colirrojo real, phoenicurus phoenicurus).

La cosa ya se ponía muy oscura, y curiosamente en la única zona qué había sol en el parque era en la laguna artificial, así qué decidí no perder más tiempo y dirigirme a ella.
La laguna estaba en frenética actividad. Grandes bandos de ánades reales, mezclados con gallinetas, patos colorados y gansos del Nilo.


(Laguna artificial en el Parque Forestal de Valdebernardo).

Al bajar junto a la orilla acudieron en tromba muchos ánades reales para pedirme algo de comida, con el mismo comportamiento qué los patos del Retiro.
Al ver qué no les daba nada, se fueron a nadar a la laguna con cara de indiferencia patuna.
A escasos metros tenía una pareja de gansos del Nilo, muy acostumbrados a la presencia de gente. Se dejaron fotografiar durante un buen rato.


(Ganso del Nilo, alopochen aegyptiaca).

Decidí hacer una buena sesión de fotos a los patos colorados. Desde mi humilde opinión, es una de las especies de anátidas más bellas qué podemos contemplar en la Península.
Se veía muy bien el dimorfismo sexual entre machos y hembras. La hembra con tonos más apagados y los machos con ese copete rojo tan llamativo.


(Patos colorados, netta rufina. A la izquierda machos, a la derecha hembras).

Llama la atención tener esta población de pato colorado en plena ciudad de Madrid.
Luego le llegó el turno a las gallinetas. Era sorprendente la cantidad de gallinetas qué se pueden llegar a ver. Llegué a contar hasta 25. ¡Parecían qué salían de todas partes!. De la pradera de césped, del carrizal, del espartal y hasta cruzaban el camino sorteando a los ciclistas. Se veían muchos juveniles y algunas crías también.


(Gallineta, gallinula chloropus).

Crucé el puente qué pasa por encima de la laguna. Debajo de un gran sauce llorón, descansaban varios azulones, cuando al instante se movió algo. Un conejo, apareció dando pequeños saltos e hizo levantar a los azulones.
La verdad es qué me extrañó bastante ver un conejo allí, en la orilla de la laguna. Me chocaba de donde podría venir. Pero según iba avanzando por la pasarela apareció, otro y otro, hasta contar 5 ejemplares.


(Conejo de monte, oryctolagus cuniculus).

El año pasado no ví ninguno. Cierto es qué en las afueras del parque, en una zona de descampados se ha visto alguno. Es curioso como el conejo ha colonizado muchas zonas de la misma ciudad de Madrid, y este parque es un buen ejemplo.
Me paré en lo más alto de la pasarela pare ver unos tarros canelos qué estaban muy lejos para fotografiarlos. Y en ese instante aparecieron unos 10 ejemplares con su ruidoso trompeteo, para aterrizar en la lámina de agua, dándola un tono anaranjado, al qué se sumaba el color rojo de los patos colorados.


(Tarro canelo, tardona ferruginea).

Justo en ese instante comenzó a descargar una fina película de agua, así qué decidí dar por terminada la ruta por el parque.
Según me dirigía a la parada del autobús, desde la valla en el exterior del parque, ví posarse en la pradera de césped un pito real qué se delató con su típico relincho.
Justo cuando ya estaba sentado en la parada del autobús, una garza real procedente de la zona de Rivas-Vaciamadrid, fué a ocultarse a la laguna de Faunia.
Algunas aves de Faunia se escapan del recinto y crían fuera como los tarros canelos. Otras del exterior aprovechan las zonas húmedas de Faunia a modo de refugio, como era el caso de esta garza real. Por más qué le pongamos puertas al campo, al final la vida se abre camino, como decían en una famosa película de ciencia ficción de los Noventa.
¡A qué esperais para coger vuestra mochila y prismáticos y disfrutar de este parque tan interesante!.
¡Felices avistamientos!.
© Rafita Almenilla.
Para terminar, adjunto el listado de especies avistadas en la ruta.

FAUNA DEL PARQUE DE VALDEBERNARDO


AVES
MAMIFEROS


Anade real
Conejo
Cogujada común

Colirrojo real

Collalba gris

Cotorra gris

Gallineta

Ganso del Nilo

Garza real

Golondrina dáurica

Gorrión común

Jilguero

Mirlo común

Paloma torcaz

Papamoscas cerrojillo

Pato colorado

Petirrojo

Pito real

Tarro canelo

Urraca

Verdecillo





lunes, 29 de septiembre de 2014

RUTA POR ALCORCON. EL PARQUE DE LAS PRESILLAS.

RUTA POR EL PARQUE DE LAS PRESILLAS, ALCORCON.
RUTA POR ALCORCON. EL PARQUE DE LAS PRESILLAS.
Ruta por el Parque de las Presillas. Cada mochuelo a su almendro.
La Comunidad de Madrid cuenta con una serie de parques periurbanos qué sirven para disfrutar de un reducto de naturaleza a modo de ocio y esparcimiento, a los habitantes de los municipios más poblados de la corona sur metropolitana.
Suelen ser parques situados a las fueras de poblaciones tan populosas como Móstoles, Fuenlabrada, Alcorcón o Leganés. Así, tenemos ejemplos, como el Parque de Polvoranca situado entre Leganés, Fuenlabrada y Alcorcón, el Parque del Soto en Móstoles, o Bosque Sur entre Fuenlabrada y Leganés.
Antiguamente todos estos parques eran zonas de cultivo de secano y olivar, antiguas dehesas o zonas de pastoreo.
La importante explosión demográfica qué se produjo en los años 60 en España hizo qué mucha gente de zonas rurales de otras regiones, emigraran a estos municipios del sur metropolitano madrileño. Lo qué antes eran pequeños pueblos rurales dedicados a la agricultura y ganadería, se convirtieron en pocas décadas en ciudades qué sobrepasaban los 100.000 habitantes. Buen ejemplo lo tenemos con Móstoles, qué paso de contar con 2800 habitantes en 1960 a 206.000 en la actualidad.
Está presión demográfica tuvo sus consecuencias en estos espacios naturales, algunos de ellos rodeados por importantes infraestructuras de transportes como autopistas, trenes de cercanías, o polígonos industriales y desarrollos urbanísticos.
El parque quedó relegado como zona de esparcimiento y disfrute para sus vecinos y en algunos de ellos aún se celebran típicas romerías campestres, qué recuerdan su pasado más agrícola y ganadero. Un ejemplo es Fuenlabrada, donde aún se celebra el famoso día de la tortilla en el parque del Arroyo de Valdeserranos. El topónimo de Fuenlabrada hace referencia a una fuente en una zona labrada de este mismo lugar.
Uno de estos parques periurbanos muy recomendable para los amantes de las aves, es el Parque de las Presillas, situado entre el municipio de Alcorcón y el Barrio de la Fortuna de Leganés, a 14 kms de Madrid capital. Rodeado por la autopista M-40 al Norte, la Radial R-5 al Sur, y la carretera comarcal M-406 al Suroeste.

En este parque nace el Arroyo de la Canaleja, qué en su descenso hacia Leganés forma una pequeña laguna, donde el arroyo empieza a denominarse Arroyo Butarque, y posteriormente desembocará en el río Manzanares a modo de colector.
En la vaguada del Arroyo, en su nacimiento, existe una pequeña población relíctica de alcornoques qué poblaban zonas más extensas del sur madrileño. Son unos 32 ejemplares centenarios de gran tamaño qué aportan, si cabe, más belleza natural a este parque periurbano. A parte, existe un extenso pinar de repoblación de pino piñonero.


(Alcornocal en el Parque de las Presillas, Alcorcón).

En el exterior de la verja del parque nos encontramos con una plantación de almendros, en una zona de barbecho. El mosaico de ecosistemas lo completan dos lagunas artificiales, y un pequeño bosquete de ribera entorno al arroyo, compuesto por sauces llorones, chopos, fresnos, zonas de carrizo y pequeños arbustos.
Esta combinación de ecosistemas, y la situación geográfica del parque qué actúa a modo de “oasis natural” en un entorno tan urbanizado, hace qué sea un buen reclamo para numerosas especies de aves.
Así, en el alcornocal, podemos encontrar pitos reales o abubillas, en el pinar herrerillos capuchinos o carboneros garrapinos, en la zona de barbecho perdices rojas, en el arroyo lavanderas cascadeñas, y en las lagunas zampullines chicos o gaviotas reidoras.
Pero la atracción más importante del parque para los pajareros más consumados, es una pequeña población de mochuelo europeo qué existe en la zona de los almendros, qué hará las delicias de cuantos ornitólogos se acerquen a este parque.
Accesos al Parque de las Presillas:
-En coche. Autovía de Extremadura A-5. Salida 11. A 20 minutos de Madrid.
-En autobús. 511. Príncipe Pío-Alcorcón. 20 minutos. Bajarse en Avenida de Lisboa y desde allí continuar andando hasta la Avenida de las Flores para acabar en el puente qué cruza la M-406. Unos 20 minutos más.
Desde el Barrio de la Fortuna (Leganés). Línea 486. Madrid (Oporto)- Valdepelayo. Bajarse en la calle San Pedro. Coger la Calle Oporto y en 10 minutos entrada al parque.
-En tren de Cercanías. Línea C5. Bajarse en la estación de San José de Valderas. 20 minutos. Avenida de Lisboa, hasta Avenida de las Flores, donde cruza un puente sobre la M-406. 20 minutos andando.
-En Metro. Línea 11. Plaza Elíptica-Barrio de la Fortuna. 17 minutos. Salir por la calle San Valentín y luego coger la calle Oporto. 12 minutos andando.
Línea 10. Bajarse en la estación Joaquín Vilumbrales de Alcorcón. Desde aquí coger la calle Viñagrande y luego la calle Petróleo qué acaba en una rotonda de la M-406. De ahí sale una senda qué conecta con el parque. Unos 20 minutos andando.
La ruta propuesta es lineal. Partiendo desde el nacimiento de la Fuente del Arroyo del Sapo conocido como Arroyo de la Canaleja también, en el Parque de las Presillas en Alcorcón, hasta la Laguna del Arroyo Butarque en Leganés.
La duración aproximada es de 3 horas, de dificultad media debido a su distancia, pero con una pendiente con tendencia descendente.


(Ruta lineal entre el Parque de las Presillas Alcorcón y Arroyo Butarque, Leganés).

Este es el relato de una ruta qué realicé con mi compañero de rutas pajareras Gabriel, el día 25 de Septiembre de 2014, recién estrenado el Otoño.
Quedé con mi compañero Gabi por la tarde, en la estación de Cercanías de San José de Valderas. Me había marcado como objetivo por lo menos ver 20 especies distintas de aves, y sobre todo qué pudiésemos ver al mochuelo europeo, y repetir la suerte qué tuve el año anterior, llegando a fotografiarlo.
Tras 20 minutos de camino llegamos al puente qué cruza la M-406, una de las entradas al parque por su zona sur.
Estábamos en Septiembre en mes de paso para aves como papamoscas cerrojillos, mosquiteros musicales y colirrojos reales, y Gabi cantó la primera para la lista. Un joven ejemplar de colirrojo real. Después apareció un papamoscas cerrojillo, de los qué a lo largo de la tarde veríamos multitud de ejemplares en pleno paso migratorio.
A lo lejos del alcornocal salió volando un ruidoso bando de cotorras grises.
Bajamos del puente, y nos dirigimos al estanque de aguas residuales del Arroyo de la Canaleja. En su valla había unos cuantos ejemplares de mosquiteros musicales alguno de ellos columpiándose de una forma muy graciosa. Otra especie qué se deja ver mucho por los parques en el paso migratorio de Septiembre.
Tras la valla del estanque había unos cuantos ánades reales echando una cabezadita.
En una zona de carrizal, se ocultaba de nuestra presencia una focha común.
Tras ella buscaban también cobijo algunos ejemplares de zampullín chico y una gallineta.


(Gallineta común, Gallinula chloropus).

Decidimos echar un vistazo al alcornocal y otra vez nos vimos envueltos por pequeñas nubes de papamoscas cerrojillos qué estaban muy activos.
Tras barrer el alcornocal y sólo ver una urraca y una tórtola turca decidimos volver al estanque.
Allí Gabi avistó una lavandera cascadeña. Tras esto, cruzamos un pequeño puente para tener mejor perspectiva del estanque. Debajo de este, cruzó de manera veloz un ruiseñor bastardo para ocultarse tras unos juncos.
Posteriormente seguimos bordeando la laguna por su margen izquierda y al momento se nos acercó una focha común de lo más amigable, como lo hacen los patos del Retiro cuando te reclaman algo de pan para comer.


(Focha común, Filuca atra).

En la otra laguna, con los prismáticos avisé a Gabi de la presencia de una gaviota sombría. Ya comenzaban a aparecer las gaviotas con los primeros fríos otoñales.


(Gaviota sombría, Larus fuscus).

Subimos una loma, para tantear un poco la zona de barbecho exterior al parque.
En un arbusto cercano nos llevamos la primera sorpresa de la tarde. Gabi localizó una curruca zarcera, para mí el primer avistamiento de esta especie. Estuvo un par de minutos jugueteando dentro del arbusto lo qué nos permitió poder observarla un rato con los prismáticos.
Llevé a Gabi al lugar donde el año pasado ví el mochuelo, y decidimos hacer una espera de unos minutos.
En un claro cercano al arroyo se posaron pequeños pajarillos. Primero fue el turno de un grupo de verdecillos, y después tomaron su turno unos cuantos jilgueros.
Estuvimos haciendo un barrido con los prismáticos entre los chopos, los olmos y la zona del arroyo, pero no hubo suerte. En ese compás, sólo pasó volando un mirlo común qué bajó a beber al arroyo.
Tras esta pequeña decepción, cruzamos el arroyo y fuimos a la zona del pinar de repoblación a volver a probar fortuna.


(Pinar de repoblación en el Parque de las Presillas, Alcorcón).

Era una buena zona para una espera, pues en ese momento en el pinar no había nadie.
A lo lejos Gabi oyó el reclamo del pito real, y tras unos instantes, nos cruzó volando a escasos metros.
De nuevo volvimos a hacer un barrido con los prismáticos por todo el pinar. Primero aparecieron dos carboneros comunes, y poco después un herrerillo común.
Gabi me hizo señas para qué viese un agateador común qué subía con sus movimientos tan característicos por el tronco de un pino.
Tras un buen rato, optamos por hacer otro intento al mochuelo en la zona de los almendros.
Gabi oyó el reclamo del pico picapinos y al poco rato pudimos verlo subir por las ramas de un pino cercano.
Justo antes de retomar la senda del arroyo una liebre común se asustó de nuestra presencia y escapó de manera veloz hacia la zona del arroyo. Me llamó la atención ver una liebre dentro del parque, pues siempre estaba acostumbrado a ver multitud de conejos.
Volvimos a cruzar el arroyo y subimos a la verja donde en la parte exterior del parque, en la zona de barbecho, se encuentra la plantación de almendros.
Por encima de las copas del pinar pasó un cernícalo vulgar qué con su silueta hizo qué levantaran el vuelo multitud de pequeños pajarillos.
En un tendido eléctrico de la zona de los almendros un numeroso bando de palomas torcaces descansaba todas en fila india.
Paramos junto a la verja y empezamos la espera al mochuelo europeo.
Pasaban los minutos y calor empezaba a hacer mella. Los dos explorábamos hasta el último almendro qué estaba a nuestro alcance, con la esperanza de ver al mochuelo.
Aún había mucha luz y la tentativa era difícil. Cuando ya casi lo dábamos por perdido, de repente se oyó una especie de maullido. ¡Los pelos se nos pusieron como escarpias!. El maullido cada vez era más nítido, y venía de un almendro qué estaba a escasos metros de donde nos encontrábamos. Al instante Gabí gritó, ¡lo tengo!. ¡Encima de la copa!. Y efectivamente allí estaba esa bolita de plumas tan bonita. Encaramado en el almendro, ¡qué imagen tan hermosa!. Estuvimos un buen rato recreándonos con los prismáticos, y pude sacarle unas cuantas fotos, qué ilustran este relato.


(Mochuelo europeo, Athene noctua).

Tras unos minutos sintiéndose observado, voló sin hacer apenas ruido y se posó en un tocón de un almendro de gran porte.
A lo lejos un alcaudón común estaba encaramado en la rama de un almendro descansando tranquilamente, cuando al instante una urraca  hizo un vuelo en picado qué le pilló desprevenido, y voló asustado a refugiarse en la espesura de otro almendro.
Tras la sombra de un almendro, vimos un ave qué levantaba la cabeza. Al principio pensamos qué se trataba de un pito real, pero cuando no nos molestaba la luz pudimos comprobar qué se trataba de una perdiz roja.
Gabi me volvió a hacer señales de qué tras mi espalda, se movía una abubilla a pocos metros.
Estuve sacándola unas fotos hasta qué se perdió en la vaguada del arroyo.
Gabi se alertó porque creyó ver un torcecuello posado sobre un almendro. Tras comprobarlo minuciosamente con los prismáticos, fue una falsa alarma, pues se trataba de un ejemplar joven de pito real, qué con el reflejo de la luz, producía esta confusión.
Tras el buen sabor de boca qué nos dejó el encuentro con el mochuelo decidimos volver a bajar al arroyo para ver si sumábamos más aves para la lista.
Después de un buen rato de camino, y con las fuerzas flaqueando, decidimos parar en una zona de arbustos para observar pequeños pajarillos.
Primero apareció un pequeño grupo de gorriones molineros y al poco rato, un ejemplar de curruca capirotada jugaba con nosotros al escondite. Tras esta, se posó otro fringílido, pero con la luz de frente no podíamos identificarlo. Al cambiar de perspectiva confirmamos qué se trataba de un bonito ejemplar de verderón común.
En ese talud de tierra donde los arbustos, había una importante colonia de conejos, en el que se podía ver los agujeros de la entrada a sus galerías.


(Conejo de monte, Oryctolagus cuniculus).

En las ramas de un chopo cercano, un pajarillo de tonalidades amarillas se dejaba ver a ratos. Tras mucha paciencia Gabi lo identificó como zarcero común.
Tras recuperar fuerzas continuamos con la caminata. En una loma un grupo de estorninos negros picoteaban el suelo. Entre todos ellos se nos coló un estornino pinto, el primero de los fríos otoñales.
En una pradera de césped apareció la segunda sorpresa de la tarde. Ví moverse un ave blanca con el cuello curvado. Al principio con el reflejo del sol no la pude distinguir pero cuando ya me situé en la dirección acertada, avisé a Gabi al instante. ¡Una garcilla bueyera en medio del césped!. Allí estaba buscando insectos y lombrices. Justo a su izquierda apareció otra. Era chocante verla en un sitio tan concurrido con gente paseando y ciclistas con su bici.


(Garcilla bueyera, Bubulcus ibis).

Tras esta sorpresa intentamos ver una colonia de pájaro moscón una zona de sauces llorones qué pude observar hace tres años.
No tuvimos suerte, y nos tuvimos qué conformar con gallinetas y mirlos comunes.
Cruzamos la pasarela qué atraviesa la R-5 por debajo y llegamos al término municipal de Leganés. En una chopera decidimos hacer una pequeña espera para intentar ver el picogordo qué ví en esta zona el año pasado. Tras un buen rato, no hubo la misma suerte así qué decidimos echar un vistazo a la laguna del Arroyo Butarque.
La laguna no tenía mucho atractivo pues es una zona muy concurrida por gente qué va a pasar el día con la comida, y mucho pescador, así qué nos tuvimos qué conformar con gallinetas y ánades reales.


(Laguna del Arroyo Butarque, Leganés).

Probamos fortuna en una zona de barbecho y allí Gabi me hizo indicaciones de qué sobre un cardo había posada una tarabilla norteña. La última de las sorpresas de la jornada.
En lo alto de las ramas secas de un árbol se posó un pajarillo de tonos oscuros. Al principio pensamos qué se trataba de un papamoscas cerrojillo, pero tras un buen rato de observación y cuando se puso de frente nos dimos cuenta de qué se trataba de un papamoscas gris.


(Papamoscas gris, Muscicapa striata).

El sol ya se estaba poniendo así qué decidimos tomar el camino de vuelta a la estación de Metro de la Fortuna.
En una pradera de césped un grupo de gorriones comunes se agolpaban en busca de algo con qué calmar su apetito.
Ya llegando a la salida del parque, y echando un cálculo por encima de especies vistas, contábamos qué llevábamos 39. 37 de aves y dos de mamíferos con los conejos y la liebre, así qué queríamos tentar a la suerte para redondear la cifra de las 40 especies en una tarde.
Y en ese momento decidimos mirar otra vez a las nubes y apareció un pequeño bando de aviones comunes, qué dejaba la cifra definitiva en  40 especies en un recorrido de unas 3 horas de duración.
Objetivo cumplido en la ruta. Se superaron con creces las 20 especies qué había estimado, y pudimos ver y fotografiar el mochuelo europeo.
¡A qué esperáis para coger vuestra mochila y los prismáticos y disfrutar de este parque tan interesante!.
© Rafita Almenilla.
Agradecer a mi compañero Gabi su compañía y su inestimable ayuda para realizar esta ruta tan interesante.
Como viene siendo habitual para terminar, adjunto la lista de especies vistas en la ruta.

FAUNA DEL PARQUE DE LAS PRESILLAS Y ARROYO BUTARQUE


  AVES
MAMIFEROS


  Abubilla
Conejo
  Agateador común
Liebre
  Alcaudón común

  Anade real

  Carbonero común

  Cernícalo vulgar

  Colirrojo real

  Cotorra gris

  Curruca capirotada

  Curruca zarcera

  Estornino negro

  Estornino pinto

  Focha común

  Gallineta

  Garcila bueyera

  Gaviota sombría

  Gorrión común

  Gorrión molinero

  Herrerillo común

  Jilguero

  Lavandera cascadeña
Mirlo común
Mochuelo europeo
Mosquitero musical
Paloma torcaz
Papamoscas cerrojillo
Papamoscas gris
Perdiz roja
Pico picapinos
Pito real
Ruiseñor bastardo
Tarabilla norteña
Tórtola turca
Urraca
Verdecillo
Verderón común
Zampullín chico
Zarcero común

lunes, 8 de septiembre de 2014

RUTA POR EL FORESTAL DE VILLAVICIOSA DE ODON

RUTA POR VILLAVICIOSA DE ODON.

RUTA POR VILLAVICIOSA DE ODON. EL FORESTAL.

Ruta por Villaviciosa de Odón. El Forestal de Villaviciosa, bosque con conciencia ecológica.

El municipio de Villaviciosa de Odón se encuentra situado geográficamente al suroeste de Madrid capital, a una distancia de 15 kilómetros aproximadamente.
Villaviciosa de Odón es uno de los 19 municipios qué componen el Parque Regional del Curso medio del Guadarrama. Aporta el 20% de superficie del parque, contribuyendo con unas 3.700 hectáreas.
Dentro de Villaviciosa nos encontramos con la grata de sorpresa de un rincón con un encanto especial. Es el parque del Forestal. Un entorno natural poblado por cedros, robles, arces y chopos. Con sotobosque, bosques de galería, encinares y varios arroyos qué en época de lluvias, pueden formar curiosas y bellas cascadas.


(Vista del Forestal de Villaviciosa con castillo al fondo del siglo XV).

El parque se vertebra en torno al Arroyo de la Madre, qué posteriormente se unirá al Arroyo de la Vega y qué finalmente desembocará en el río Guadarrama.
Es tal la importancia histórica y medioambiental de este espacio, qué ya en 1739 obtuvo el título honorífico de bosque real por medio de Felipe V.
Muy cerca del Forestal nació en 1847 la primera Escuela de Montes en España, y actualmente se levanta en él la Escuela de Capacitación Agraria.
En una olmeda de 20 hectáreas, los pioneros de la conservación forestal comenzaron a plantar otras especies como cipreses de Monterrey y cedros del Himalaya, dándole más valor a este espacio tan privilegiado. Construyeron un ingenioso sistema hidráulico, para regar las especies del entorno, a modo de autoabastecimiento, y crear un auténtico vergel, con especies autóctonas y otras de diversas partes del mundo.
El Forestal es un imán para numerosas especies ornitológicas, destacando los paseriformes, aves forestales y rapaces. Con paciencia podremos observar especies tan interesantes como oropéndolas, mochuelos o cárabos.


(Pinares del Forestal de Villaviciosa de Odón).

El atractivo para los pajareros más consumados es la existencia de una pequeña población de pico menor (dendrocopos minor) qué se encuentra en expansión en toda la cuenca del río Guadarrama.

Accesos al Forestal de Villaviciosa: 
-En coche. Por la A-5 Autovía de Extremadura. Desvío M-50 y posteriormente M-506. 25 minutos aproximadamente.
-En autobús. Numerosos autobuses pasan por el municipio. 510, 510A, 518, y 567. Tienen su salida desde Príncipe Pío, Alcorcón y Majadahonda y tardan entorno a 25 minutos y 1 hora.
La ruta propuesta es una ruta semicircular, qué comenzando en la Escuela de Capacitación Agraria termina en las cercanías del castillo. Su duración aproximada son 3 horas y el nivel de dificultad es fácil.


(Ruta semicircular por el Forestal de Villaviciosa de Odón).

Este es el relato de una excursión qué realicé el 18 de Junio de 2014, a finales de primavera y muy cerca del inicio del verano.
El autobús procedente de Alcorcón me dejó muy cerca del edificio de la Escuela de Capacitación Agraria.
Eran las 3 de la tarde pasadas, hora de la siesta, y el sol calentaba con justicia. Las aves estaban aún perezosas y las primeras qué se dejaban ver eran las especies urbanas.
Por encima de mi cabeza comenzaron aparecer estorninos negros, palomas torcaces, gorriones comunes, golondrinas comunes y urracas.
Siguiendo la valla de la Escuela, y al final de esta, encontré una pista de tierra donde los primeros carteles ya me anunciaban qué llegaba al Forestal. Me dió la bienvenida un pequeño bando de verdecillos.
Grandes pinos de porte muy alto, adornaban el camino y poco resistí la tentación de hacer un barrido a sus copas con los prismáticos. Cuando dirigí mi mirada a uno de ellos, por encima pasó un bello ejemplar de milano real inconfundible por su cola ahorquillada y sus manchas en las alas.


(Milano real, milvus milvus).

Tras esta bonita estampa, proseguí mi camino por el pinar, y justo momentos después, una avispada abubilla buscaba comida entre las acículas del suelo.


(Abubilla, upupa epops).

Estaba tan embelesada en su menester, qué no se dio cuenta de mi presencia, lo qué me facilitó el qué le pudiese sacar algunas fotos.
Proseguí mi camino, y tras cruzar una puerta de madera bajé al Arroyo de las Madre.
Allí pasó un pájaro carpintero a toda velocidad. Rápidamente cogí los prismáticos para ver si se trataba del pico menor, una especie a la qué llevaba mucho tiempo detrás de ella, y tenía muchas ganas de observar.
Tras un buen rato con los prismáticos me llevé una pequeña decepción al ver qué se trataba de un pico picapinos. Otra especie más de la lista.
Pero al instante oí un ruido qué me resulto familiar. Antes de la ruta, me había empapado con el CD de los cantos de aves para saber como era el canto del pico menor, y junto a un pino cercano oí ese mismo canto.
Me acerqué un poco más a su base, y ahora lo oía con más intensidad.
Allí estaba de espaldas, haciendo un agujero en el tronco.
Tenía mis dudas, y tuve qué mirar varias veces la guía de identificación de aves.
Y al tercer intento con los prismáticos, tuve una visión más clara del ave. ¡Eureka, bimbazo!. Se trataba de una hembra de pico menor.


(Hembra de pico menor, dendrocopos minor)

La espera había merecido la pena. Estuve deleitándome con su tamborileo en el tronco más de 15 minutos.
Tras este golpe de fortuna continué con el paseo y paré un rato en un pinar con mucha sombra pues el calor ya empezaba a pasarme factura.
En lo alto del cielo, comenzaban a volar aviones comunes y vencejos comunes en busca de los molestos mosquitos. Después de pasar estos, 3 buitres leonados hicieron acto de presencia aprovechando las térmicas para planear en busca de carroña.
Decidí tomar el Sendero de los Conejos, donde la vegetación era más cerrada, y hacer una espera en el sotobosque a los paseriformes.


(Sendero de los Conejos)

El Arroyo de la Madre llevaba muy poca agua por el estío, y en algunas zonas era una sucesión de charcos. Decidí hacer una espera en uno de ellos pues era un foco de atracción para los pequeños pajarillos.
En pocos minutos un desfile de estas simpáticas aves comenzó a desfilar. Primero acudieron a beber los jilgueros, posteriormente los mitos. Luego dos herrerillos comunes y por último un carbonero común y una curruca capirotada.
Tras esta pausa seguí subiendo el sendero, y en lo alto de un talud, junto a una valla metálica había una zona de olivar. Hice una pequeña parada y a lo lejos pude ver un pequeño grupo de perdices rojas.
Volvía a bajar al arroyo buscando la sombra de los árboles. Agazapado entre un arbusto, un petirrojo se delató con sus típicos cánticos en forma de chasquido.
Tanto me agaché para verlo qué cuando me levanté me metí un buen coscorrón con una rama. En ese momento puedo decir qué ví más pajarillos qué todo lo qué llevaba de ruta.
Continué por el sendero de los Conejos, qué haciendo honor a su nombre, no paraban de cruzarse en mi camino.


(Conejo de monte, oryctolagus cuniculus)

Bajando otra vez por el arroyo seco, en sus taludes se veían volar a los abejarucos comunes, qué usaban estas formaciones de arcilla para hacer sus nidos.


(Abejaruco europeo, merops apiaster)

Tras más de media hora subiendo el arroyo, decidí volver a bajar para hacer otra espera en la zona de los charcos.
Allí llegaría la segunda sorpresa del día. 
Tras contemplar como saciaban su sed una pareja de tórtolas turcas, en el tronco de un chopo cercano se posó un trepador azul. Es una delicia contemplar un ave con ese azul tan vistoso, y a eso hay qué sumarle sus típicos movimientos cuando baja por el tronco de un árbol.
Aguanté unos minutos más agazapado tras un gran arbusto, y lo último qué ví fue una paloma zurita qué también bajó a refrescarse al pico en el charco.
Seguí el arroyo aguas abajo, y en un claro del pinar un pito real reclamó su presencia con su canto a modo de relincho.


(Pito real, picus viridis)

Bajo las copas de los pinos, una ardilla común al percatarse de mi presencia, salió escopetada, y en cuestión de segundos ya estaba en lo más alto del tronco de un pino.
Tras traspasar la valla llegué a una cañada real, qué acababa en el camino de los Testerales, qué me llevaría a las puertas del Castillo de Villaviciosa.
Los abejarucos volvieron a hacer acto de presencia, y las golondrinas comunes estaban descansando en un árbol seco, lo qué me facilitó el poderlas fotografiar.


(Golondrinas comunes, hirundo rustica)

A pocos metros ya veía el Castillo de Villaviciosa, y como telón de fondo un nido de cigüeñas blancas ponía el colofón a esta ruta tan interesante.
¡A qué esperáis para coger vuestra mochila y prismáticos, y disfrutar de este bosque tan interesante!.
© Rafita Almenilla.
Para terminar, adjunto la lista de especies avistada en la ruta.

FAUNA DEL FORESTAL DE VILLAVICIOSA


AVES
MAMIFEROS


Abejaruco europeo
Conejo
Abubilla
Ardilla común
Avión común

Buitre leonado

Carbonero común

Curruca capirotada

Estornino negro

Gorrión común

Herrerillo común

Jilguero

Milano real

Mito

Paloma torcaz

Paloma zurita

Perdiz roja

Petirrojo

Pico menor
Pico picapinos
Tórtola turca
Trepador azul
Urraca
Vencejo común
Verdecillo