martes, 9 de febrero de 2016

RUTA POR EL DISTRITO DE VICALVARO

RUTA POR EL DISTRITO DE VICALVARO. EL CERRO ALMODOVAR.

Cerro Almodóvar. El cerro de la arena  de los gatos.
Si eres amante de los gatos, quizás no sepas qué la arena qué le pones a tu minino para su higiene íntima, está compuesta por sepiolita, ese material qué en clase de química siempre nos decían qué no lo chupásemos porque se nos podía pegar a la lengua. Y este material proviene de una de las minas más importantes del mundo qué se encuentra a sólo 11 kilómetros de la Puerta de Sol. Concrétamente en el Cerro Almodóvar en el distrito de Vicálvaro.

(las minas de sepiolita del Cerro Almodóvar son una de las más importantes del mundo contando con el 80% de las reservas mundiales).

Este cerro testigo con una altura en su vértice de 726 metros de altura, se encuentra geográficamente muy próximo al barrio de Santa Eugenia (distrito de Villa de Vallecas), pero pertenece administrativamente al distrito de Vicálvaro. En su cúspide encontramos un repetidor y un vértice geodésico desde donde podemos contemplar magníficas vistas del sur metropolitano madrileño, el corredor del Henares, y las alineaciones montañosas del Sistema Central y las estribaciones del Sistema Ibérico. También podremos observar sus cerros homónimos del Telégrafo en Rivas-Vaciamadrid, y el de los Ángeles en Getafe.
Su formación geológica data de la era terciaria, y la evaporación de numerosas lagunas hizo qué se precipitaran sales como yesos, margas y calizas. Las partes más altas del cerro resistieron a la erosión, ya que están formadas por sílex, un material de gran dureza.
En la vertiente sur del cerro se encuentra una de las minas de sepiolita más importante del mundo, poseyendo el 80% de las reservas mundiales, y qué actualmente es explotada por la empresa Tolsa.
La sepiolita aparte de para arena de los gatos, se emplea en otros usos como aislante, o para la eliminación de vertidos de hidrocarburos, por su gran poder de absorción. Antiguamente se utilizaba también para las pipas de fumar y las boquillas.
Todo el conjunto del cerro está declarado “área de protección geológica” porque aparte de su riqueza geológica y geomorfológica, se ha encontrado un yacimiento muy importante de sílex de la etapa paleolítica. También, existe en su cumbre un búnker de la Guerra Civil.

(El cerro Almodóvar está declarado como área de protección geológica).

Al visitarlo por primera vez nos podemos llevar una decepción al contemplar el cerro como una zona desarbolada, inhóspita, yerma y seca. Falso espejismo. Pues su riqueza botánica es digna de ser protegida. En un estudio reciente se han catalogado hasta 200 especies de flora, alguna de ellas de interés europeo. Destaca la riqueza y variedad de especies arbustivas, como la ontina, la jabuna, retama de bolas, gordolobo, gayomba, o importantes formaciones de avena loca.
Incluso nos puede llegar a sorprender en un entorno tan desarbolado y seco la presencia de orquídeas.
La vegetación clímax del cerro era un antiguo coscojar. La cobertura arbolada es escasa, con pequeños bosquetes de olmos de Siberia de repoblación, pequeñas manchas de almendros y algarrobos.

En su cara norte, en la falda, junto a las vías del tren a Guadalajara existe un importante bosque de repoblación de pino carrasco. 

(Pinar de repoblación de pino carrasco junto a las vías del tren a Guadalajara).

La iniciativa “Cerro Verde” de los vecinos del barrio de Santa Eugenia, ha comenzado una magnífica labor de repoblación forestal para convertir al cerro en un importante pulmón verde, y para ello han repoblado parte de él con especies como encinas, coscojas, quejigos, olmos de Siberia y retamas de bolas.

(Olmos de Siberia de repoblación).

La fauna es escasa aunque su posición geográfica, muy cercano al Parque Regional del Sureste, hace qué incremente su biodiversidad.
En el cerro en sus zonas más abiertas y desarboladas encontramos fauna asociada a la estepa, como conejos, liebres, lagartijas ibéricas, cogujadas comunes, cernícalos vulgares, o perdices.
En la zona del pinar de repoblación especies forestales como pito reales, pinzones comunes, palomas torcaces o carboneros garrapinos.
El cerro es un magnífico balcón natural donde podemos observar el tránsito de las gaviotas reidoras y sombrías qué desde el cercano vertedero de Valdemingómez se trasladan a Madrid- Río, al embalse del Pardo y Santillana, o la cercana laguna del Campillo. También es una magnífica atalaya natural para contemplar los pasos migratorios de las grullas, en otoño de camino a tierras meridionales, y finales de invierno en su vuelta a tierras del Norte.
La ruta propuesta es una ruta circular con principio y fin en el barrio de Santa Eugenia visitando la mina de sepiolita, subiendo a la cima del cerro, y terminando en el pinar de repoblación.
Su duración es de 2 horas aproximadas, y de dificultad fácil, aunque contamos con algunas pendientes un poco pronunciadas para subir a la cima del cerro.

(Ruta circular de 2 horas de duración por el cerro Almodóvar).

Accesos al cerro Almodóvar.
-En coche. Autovía A-3 Madrid-Valencia. Salida 9. 11 kilómetros. 18 minutos desde el centro de Madrid.
-En autobús. Línea 58 (Puente de Vallecas-Barrio de Santa Eugenia) y línea 63 (Avenida Felipe II-Barrio de Santa Eugenia). Parada en el cruce Avenida del Mediterráneo-Virgen de las Viñas.
-En tren de cercanías. Líneas C2 y C7, qué van a Alcalá de Henares o Guadalajara. 11 minutos desde la estación de Atocha.
-En bici. Desde el carril bici qué pasa por Valdebernardo. 2,5 kilómetros, 10 minutos.
Esta es la crónica de una ruta qué realicé una mañana del mes de Febrero de 2016.
Llegué al barrio de Santa Eugenia en el autobús 63 de la EMT, qué me dejó en la margen derecha de la Autovía de Valencia. Sus flancos están ocupados por grandes jardines con árboles de gran porte qué fueron plantados hace años por los vecinos del barrio, y sirven para amortiguar el impacto sonoro y visual de la vía rápida. Años atrás hubo una importante protesta vecinal, así como movilizaciones para paralizar la ampliación de la autovía, con la consiguiente desaparición de estas islas de biodiversidad urbana. Afortunadamente, gracias a la tenacidad de los vecinos, se abandonó el proyecto.
Crucé la pasarela qué salva la autovía y llegué al IES Santa Eugenia, situado junto a los jardines de la carretera. Allí comencé a anotar las primeras aves de carácter más urbano, urraca, estornino negro, gorrión común y lavandera blanca.
Tomé el camino qué se adentra al pinar de repoblación de pino carrasco para desviarme y comenzar a subir a la cima del cerro. En un gran barranco ya se comenzaban a ver las primeras repoblaciones de árboles qué habían hecho los vecinos. Tras llegar a lo alto del barranco me sorprendió un fuerte viento racheado, qué apenas dejaba volar ningún ave. Alcancé una zona llana con una importante formación arbustiva de avena loca. Allí decidí plantar una retama de bolas, para contribuir un poco a la regeneración natural del cerro. Tras unos momentos donde el viento casi no me dejaba poner el plantón, decidí continuar el camino y aprovechar las magníficas vistas del pinar. Allí en lo alto de sus copas había una gran concentración de urracas, buscando protección de las fuertes rachas de viento.

(Urracas, pica pica).

Volví sobre mis pasos pasando por una pequeña repoblación de olmos de Siberia. En el fondo del cerro, protegidos en una antigua construcción abandonada dos intrépidos conejos, agazapados, aguantaban a duras penas el vigoroso viento.
Comencé a rodear la falda del cerro, buscando un poco de protección, pero el viento no cejaba en su fuerza. A duras penas pude oír el canto de unas aves qué provenían del fondo de un pequeño valle. Con los prismáticos puede ver qué era un pequeño grupo de jilgueros.
Tenía unas magníficas vistas del Sistema Central y el barrio de Vicálvaro. A lo lejos un solitario cormorán grande volaba en dirección al Parque Forestal de Valdebernardo, en busca del lago donde tienen su posadero y dormidero.
Ya empezaba a ver la cima del cerro coronado por un repetidor. En lo alto aparecieron las primeras rapaces, qué se trataban de dos cernícalos vulgares.
Nuevamente apareció un pequeño bosquete de olmos de Siberia, y me introduje en él, haciendo una pequeña espera para ver si algún pequeño pajarillo hacía acto de presencia. La espera tuvo su recompensa, pues apareció una hembra de colirrojo tizón.
Poco después el firme del camino mejoró. Comenzaron a aparecer, mesas, bancos y papeleras, en una zona donde las vistas eran muy buenas. Y al momento el impacto visual de la mina a cielo abierto cambia radicalmente el paisaje. La imagen es impactante. La mina ha horadado la mitad de la montaña. El ruido de la maquinaria, y el polvo qué se levanta con las excavadoras, no son una imagen muy bucólica. Escapando de este ajetreo un bisbita pratense huía de una inmensa nube de polvo, y fue a refugiarse en la copa de un algarrobo.
Tomé una pequeña vereda para llegar a la cima del cerro. Subiendo por la pendiente vi pequeñas formaciones de retamas de bolas, especie fundamental para fijar el suelo y evitar la erosión del cerro. 

(Retama de bolas. Especie arbustiva qué favorece la fijación del nitrógeno y evita la erosión).
En lo alto del cielo vi una cigüeña blanca procedente de la cercana colonia qué se ha formado hace poco tiempo en el pueblo de Vallecas.
La cima del cerro es completamente llana. El viento seguía arreciando con fuerza. Intenté encontrar el búnker de la Guerra Civil, pero tuve que darme prisa en buscar refugio en el repetidor. En sus cercanías hay una interesante formación arbustiva de ontina. Mi primer pensamiento es qué era un magnífico hábitat para las currucas, y poco tardo en aparecer una, pero como tenía el sol de cara, a contraluz, no pude identificar de qué especie se trataba.
Decidí descansar un poco y deleitarme con las magníficas vistas qué ofrece el cerro: todo el corredor del Henares (incluso se veía la ciudad de Guadalajara), el Parque del Sureste, el Sistema Central, o puntos tan alejados como el municipio de Pinto.

(Vistas del Sistema Central, desde el cerro Almodóvar).

Comencé a bajar por una pequeña vereda qué llevaría al camino donde planté la retama de bolas. Descendiendo, comenzaron a volar en lo alto del cielo, las primeras formaciones de gaviotas sombrías, qué desde su comedero del Vertedero de Valdemingómez, se dirigían a Madrid-Río.

(Gaviota sombría, larus fuscus).

Tras ellas, apareció la silueta de una gran rapaz planeadora, qué luchaba contra los envites del vigoroso viento. Tras unos minutos tratando de identificarla con los prismáticos, pude comprobar qué se trataba de un milano real.
El llegar al pinar de repoblación me produjo un gran alivio, porque ya se acabaron las ráfagas de viento. Allí decidí ocultarme tras el tronco de un gran pino carrasco, y esperar a ver qué especies comenzaban a aparecer. Las primeras fueron una gran bandada de palomas torcaces. Tras estas, unos juguetones pinzones vulgares, y poco después las omnipresentes urracas.

(Paloma torcaz, columba palumbus).

Comencé a oír un popular “toc-toc” onomatopéyico. Primero pensé qué se trataba de un pito real, o un pico picapinos, así qué puse mis prismáticos en posición sobre la copa un pino.
No veía ningún pícido. Mi sorpresa fue cuando al ver una gran piña, pude observar qué se trataba de un tenaz carbonero garrapinos intentado perforar la piña en busca de los golosos piñones.

(Carbonero garrapinos, parus ater).

Tras deleitarme un rato con el juguetón pajarillo seguí el camino en dirección a la parada del autobús. La última especie para el cuaderno de campo fue un pequeño bando de verdecillos qué se fueron a refugiar en lo más denso del pinar.
¡A qué estáis esperando para acercaros a este lugar tan interesante! Quién sabe si sois tan afortunados, qué sois capaces de encontrar alguna orquídea.
¡Felices avistamientos!
 © Rafa Al.
Acabo el relato añadiendo la lista de especies avistadas durante la ruta.

©
FAUNA DEL CERRO ALMODOVAR
  AVES
MAMÍFEROS
  Bisbita pratense
Conejo
  Carbonero garrapinos
  Cernícalo vulgar
  Cigüeña blanca
  Colirrojo tizón
  Cormorán grande
  Estornino negro
  Gaviota sombría
  Gorrión común
Jilguero
Lavandera blanca
Milano real
Paloma torcaz
Pinzón vulgar
Urraca
Verdecillo