miércoles, 11 de enero de 2017

RUTA POR CHINCHON



Ruta por Chinchón. Lagunas de Casasola y San Galindo. Mares de carrizo.

Uno de los ecosistemas más interesantes y productivos biológicamente del Sur madrileño son los carrizales. Situados en la cuenca baja de los ríos como el Jarama, Tajuña o Tajo, a los que se le unen algunos arroyos tributarios como el Arroyo Culebro, o también presentes en un rosario de humedales qué jalonan la zona Sur y Sureste de la Comunidad.
Los carrizales son importantes corredores ecológicos, pues algunos ríos o arroyos qué están en sus márgenes, cruzan zonas esteparias o muy urbanizadas donde la vegetación se reduce a la mínima expresión.
Como ejemplo a pequeña escala tenemos el Arroyo Culebro qué une el Parque de Polvoranca con el Parque Regional del Sureste, actuando como un bosque galería de pequeñas proporciones, atravesando áreas tan urbanizadas y pobladas como Leganés, Getafe y Pinto. A una escala mayor tenemos los carrizales de Aranjuez y de la Cuenca del Tajo, qué dan nombre a una ZEPA tan importante como “Carrizales y Sotos de Aranjuez”.
Los carrizales son clave para las aves migratorias en sus pasos, así como en la invernada. En estos ecosistemas, qué actúan como “mini bosques de galería” encontramos aves tan destacadas como escribano palustre, pechiazul, agachadiza chica, colirrojo real, carricerín cejudo, buscarla unicolor, carricero común y tordal, rascón, etc.
En la cuenca del río Tajuña, en el término municipal de Chinchón, encontramos las lagunas de Casasola y la de San Galindo o la Espadaña.
Entre ellas se encuentra un bosque de ribera flanqueando las márgenes del río Tajuña, en un buen estado de conservación
Se trata de dos humedales incluidos en el catálogo de embalses y zonas húmedas protegidas de la Comunidad de Madrid por Ley 7/1990 de 28 de Junio.
La laguna de Casasola es un extenso carrizal qué rodea una pequeña cubierta de agua dulce de carácter temporal. No cuenta con un gran número de especies de aves, pero es un importante dormidero para especies como grajillas occidentales, estorninos negros, escribanos trigueros y urracas.

(Laguna de Casasola en la cuenca del río Tajuña).

Se seca en verano y se recarga con las lluvias otoñales e invernales.
Es un carrizal de 2,56 hectáreas de extensión, la laguna tiene 1 metro de profundidad, y tiene un perímetro de protección de 5,6 hectáreas.
Junto a este humedal se encuentra el imponente castillo de Casasola. Una pequeña fortificación del siglo XV, qué corona un espectacular escarpe yesífero, dominando gran parte de la cuenca del Tajuña.
La laguna de San Galindo aparece en algunos mapas con el nombre de la Laguna de la Espadaña. La de San Galindo, la original, desapareció.
Es un afloramiento discontinuo del acuífero de la Vega del Tajuña. El carrizal ocupa 7,5 hectáreas contando sólo 1 hectárea con agua, y con 1 metro de profundidad.

(Laguna de San Galindo, en la cuenca del río Tajuña).

En el entorno de las lagunas encontramos una gran variedad de paisajes como cantiles de yeso, bosque de galería, zonas de cultivo de regadío, pequeñas huertas, frutales, olivares y vides. Esta diversidad de paisajes hace qué la avifauna sea rica y variada.

(Durante el camino a las lagunas de Casasola y San Galindo encontraremos gran variedad de paisajes como huertas, viñedos, olivares, cantiles yesíferos y bosques de ribera).

La ruta propuesta es una ruta lineal de ida y vuelta de 2 horas y 45 minutos de duración de dificultad baja, visitando la laguna de Casasola, el Castillo de Casasola, el río Tajuña, y la laguna de San Galindo.
Accesos a las lagunas de San Galindo y Casasola.

(Ruta lineal de ida y vuelta de 2 horas y 45 minutos de duración y dificultad baja por las lagunas de Casasola y San Galindo).

-En coche. Coger la A-4, salida 49 y luego la M-404. Pasado el pueblo de Titulcia, y posteriormente el río Tajuña tomaremos una pista de tierra denominada Camino de la Lagunilla. 52 minutos desde Madrid.
-En autobús. Coger la línea 337 Madrid (Conde de Casal)-Chinchón-Valdelaguna. Bajarse en la parada Urbanización las Cubillas. El Camino de La Lagunilla está muy cerca de la parada del autobús. 35 minutos desde Madrid. Desde la parada del autobús hay que andar unos 26 minutos hasta la primera laguna.
-En bicicleta. Desde la estación de Ciempozuelos a las lagunas. 44 minutos.
La ruta propuesta es una ruta lineal de ida y vuelta de 2 horas y 45 minutos de duración y de dificultad baja, visitando la Laguna de Casasola, el Castillo de Casasola, el río Tajuña, y la Laguna de San Galindo.
Este es el relato de una ruta qué realicé en Diciembre de 2016, recién comenzado el Invierno.
Finales de 2016. El año ornitológico iba tocando a su fin y para despedirlo qué mejor manera qué acercarse a algún humedal para intentar sumar las últimas especies.
El Camino de La Lagunilla qué me llevaría a los dos humedales partía muy cerca de la parada del autobús 337, qué me trajo desde Madrid. Al inicio del camino se podía ver un pequeño cartel de madera qué indicaba la dirección al Castillo de Casasola.
La tarde de aquel día era muy agradable. Apenas hacía frío y brillaba un sol radiante, qué cualquiera diría que habíamos estrenado hace poco el invierno. Había una pequeña bruma por encima del río Tajuña, y un pequeño velo de humo provocado por la quema de los sarmientos y los chupones de los olivos.
La primera especie qué sumé a la lista fueron dos tórtolas turcas posadas en un tendido eléctrico de la carretera.
El camino a las lagunas presentaba un buen firme y atravesaba numerosas huertas, olivares y viñedos. Según avanzaba por él, se me fueron atravesando primero un par de lavanderas blancas, y poco después algunas cogujadas comunes.
Las primeras formaciones de cantiles de yeso hicieron acto de presencia junto al margen derecho del camino, y de un barbecho cercano, volaron asustadas con mi presencia cinco perdices rojas.
Una pequeña finca vallada era rodeada por una hilera de chopos, y sobre ellas descansaban una buena bandada de palomas torcaces.

(Paloma torcaz, columba palumbus).

El flanco derecho del camino estaba ocupado por una franja de las mal llamadas “malas hierbas”, y allí se arremolinaban un bando mixto de pinzones vulgares y serines verdecillos, algunos de ellos posados en un árbol,  en busca de semillas.

(Serín verdecillo, serinus serinus).

Algunos ejemplares de árboles aislados salpicaban en paisaje de las huertas, y en uno de ellos se posó un vistoso macho de tarabilla europea. 

(Tarabilla europea, 

Justo después, en otro gran árbol, había una espectacular concentración de jilgueros, qué le daban a aquel árbol sin hojas un aspecto de los más colorido.

(Jilgueros, carduelis carduelis).

Según iba caminando, en las zonas de rastrojo pegada al camino, iban levantando gran cantidad de pardillos comunes.
Un buen rato después, tras haber abandonado la zona de huertas, el camino hacía un brusco giro hacia la derecha, quedando a la umbría de los cantiles de yeso. En aquella zona donde apenas daba el sol, la helada de la noche anterior aún se dejaba ver, y el camino por momentos parecía una pista de hielo, y tuve qué andar con mucho cuidado de no resbalarme.

(En las zonas de umbría de los cantiles yesíferos son frecuentes las heladas con abundante escarcha).

Pasada la zona de escarcha comencé a barrer con los prismáticos la zona de los cantiles, con poca fortuna, sólo sumé una urraca.
A pocos metros del camino ya se veía la gran formación de carrizo de la Laguna de Casasola. Comenzaron a entrar los primeros estorninos negros a sus dormideros de la laguna.
Llegué a la misma base de la laguna a ver si tenía agua, pero apenas se veía la lámina ya qué el carrizo en algunas tenía tanta altura qué apenas dejaba ver nada.
Al instante, mientras estaba mirando con los prismáticos se paró una furgoneta donde yo estaba y bajó un ornitólogo de Pinto, y nos pusimos a hablar de aves y de la zona del Parque del Sureste.
Mientras hablábamos, me señalo unos pájaros moscones qué se ocultaron raudos entre el carrizo. Después le tocó el turno a un cernícalo vulgar qué posado en una torreta eléctrica, voló justo antes de qué le pudiese echar una foto.
Tras una agradable conservación me despedí del ornitólogo pues yo iba con el tiempo justo para coger de vuelta el autobús a Madrid, y el decidió quedarse para ver como entraban las aves a sus dormideros según iba cayendo el sol.
Según iba avanzado hacia el río Tajuña, los cantiles se iban haciendo más altos, algunos de ellos con una belleza paisajística muy digna de fotografiar, y más aún, ya que comenzaba a atardecer y estos adoptaban un tono anaranjado. En uno de estos imponentes cantiles se encontraba el Castillo de Casasola, en una ubicación casi imposible, en lo alto de un espectacular cantil, qué parecía caerse, desafiando a la ley de la gravedad.

(Castillo de Casasola del siglo XV).

Como iba con el tiempo justo, decidí intentar verlo a la vuelta de la Laguna de San Galindo.
En el tramo hasta el puente qué cruzaba el río Tajuña sumé tres especies más: herrerillo común, curruca cabecinegra y carbonero común.

(Carbonero común, parus major).

Nada más cruzar el puente sobre el río, se me cruzó a escasos metros a toda velocidad un mirlo común. Tras este, en un chopo, varios inquietos mitos jugaban a perseguirse, despreocupados ante mi presencia.
Cruzando al puente, me detuvo un instante a contemplar el magnífico bosque de ribera qué ocupaba ambas márgenes del río. Un verdadero oasis de biodiversidad, en una zona tan cultivada. Además, la formación de cantiles qué lo rodeaba, le aportaba si cabe, aún más, una belleza paisajística sin igual.

(Cantiles yesíferos y bosque de ribera en el río Tajuña).

Deleitándome con el color anaranjado de los cantiles con la caída del sol, sobre ellos pasó volando una hembra de aguilucho lagunero occidental  camino de su dormidero a la Laguna de San Galindo.
Tras dejar atrás el río Tajuña, a escasos metros una pequeña arboleda con árboles de gran porte, rodeaba una vasta formación de carrizo. Según me fui acercando pude ver el cartel de información  de la Laguna de San Galindo. Como en la de Casasola, el carrizo estaba muy alto, y apenas había rastro de la lámina de agua.

(Cartel informativo a la entrada de la laguna de San Galindo).

En un árbol junto al camino qué rodea el carrizal, había un gran dormidero de pardillos comunes apurando los últimos rayo de sol para calentarse.

(Concentración de pardillos comunes, carduelis cannabina).

Comenzaron a entrar multitud de escribanos trigueros a sus dormideros de dentro del carrizal. El espectáculo era de lo más interesante, pero el tiempo me apremiaba, así que comencé a acelerar el paso, si no me quería quedar sin luz.
Antes de llegar a la carretera de subida al castillo, vi en un árbol de una huerta cercana, un petirrojo europeo.

(Petirrojo europeo, erithacus rubecula).

La carretera de subida al castillo estaba flanqueada por una formación de cipreses y pinos, donde pude ver un pequeño bando de gorriones comunes.
Como el castillo es privado decidí no subir hasta su entrada, y me quedé en la parte baja, donde el pinar, a ver si con un poco de fortuna podría ver algún búho chico. Una vez más no hubo suerte, así que decidí hacer una última parada en la Laguna de Casasola.
Comenzaron a aparecer espectaculares bandada de grajillas occidentales de camino a los dormideros de la laguna. El espectáculo de era de un gran atractivo visual, con unas nubes de aves, qué coordinaban el movimiento de la nube como si de un ballet se tratara. Allí estuve un rato, deleitándome, antes de dar el último acelerón hasta la parada del autobús.

(Grajillas occidentales, corvus monedula).

El canto del búho real se comenzaba a dejar oír en los cantiles pegados al camino. Eso me recordaba qué ya comenzaba su celo en estas frías noches de Diciembre. Rastreé con los prismáticos sin éxito. Pero como recompensa, el Valle del Tajuña me ofreció un bonito atardecer desde la Laguna de Casasola, qué cerraba esta jornada tan interesante.

(Atardecer en la laguna de Casasola).

¡A qué esperáis para coger vuestros prismáticos y la cámara de fotos, y disfrutar de una jornada pajarera en este lugar tan interesante!
¡Felices avistamientos!
© Rafa Ac.
Concluyo el relato añadiendo la lista de especies avistadas durante la ruta.

FAUNA DE LAS LAGUNAS DE CASASOLA Y SAN GALINDO
AVES
Aguilucho lagunero occidental
Carbonero común
Cogujada común
Curruca cabecinegra
Escribano triguero
Estornino negro
Grajilla occidental
Herrerillo común
Jilguero
Lavandera blanca
Mirlo común
Mito
Pájaro moscón
Paloma torcaz
Pardillo común
Perdiz roja
Petirrojo europeo
Pinzón vulgar
Serín verdecillo
Tarabilla europea
Tórtola turca
Urraca