miércoles, 10 de mayo de 2017

RUTA POR TOLEDO

RUTA POR TOLEDO

Senda ecológica del Tajo. De pajareo por la ciudad imperial.

Me vais a permitir qué haga una excepción. Este blog nació para dar a conocer la riqueza natural, y especialmente la ornitológica, del Sur de la Comunidad de Madrid, desde del Sur de la Puerta del Sol, hasta el término municipal de Aranjuez, ya lindando con tierras toledanas. Pero creo que era necesaria hacer una incursión a tierras castellano-manchegas, aguas abajo del río Tajo desde Aranjuez.
El Camino Natural del Tajo, que coincide con la Senda Ecológica del Tajo por Toledo, es la continuación natural de la ZEPA de los Carrizales y Sotos de Aranjuez. Un gran conjunto natural y biogeográfico donde se mezclan ecosistemas tan diversos como zonas de carrizal, sotos ribereños, humedales, zonas de cultivo de regadío y secano o núcleos urbanos.

(Camino Natural del Tajo en la ciudad de Toledo).

En este gran corredor ecológico podemos encontrar especies de aves tan escasas e interesantes como el avetorillo común, martinete común, garza imperial, búho real, garcilla cangrejera, o avutarda.
La Senda Ecológica del Tajo coincide con parte del Camino Natural del Tajo, concretamente el tramo entre Villamejor (Aranjuez) y Albarreal de Tajo (Toledo), que también es parte de la Ruta de Don Quijote.

(Senda Ecológica del Tajo en la ciudad de Toledo).

La Senda comienza en el Puente de Alcántara y finaliza en el Puente de San Martín. Gran parte del recorrido es por pasarelas, y en algunos tramos nos internaremos en entramadas callejuelas del casco histórico de Toledo, lo que hace un poco más atractiva esta ruta, que combina patrimonio natural y patrimonio histórico-artístico.

(Un pequeño tramo de la Senda Ecológica del Tajo transcurre por casco urbano).

Al igual que en Madrid con el río Manzanares con Madrid-Río, el Tajo a su paso por Toledo, conforma un auténtico corredor ecológico, donde se han llegado a censar hasta 70 especies de aves diferentes.
Es destacable la colonia de ardeidas entre el Puente de San Martín y la Pasarela Colgante de Polvorines, donde en un soto bien conservado se pueden contemplar un magnífico dormidero de garcillas bueyeras, y otras especies como garzas reales, martinetes, garcetas comunes o cormoranes grandes.
La ruta propuesta es un poco más larga que la clásica, que transcurre desde el Puente de Alcántara al de San Martín. Sugiero llegar hasta la pasarela y así visitar el Puente de Alcántara, Cerro del Bú, Puente de San Martín, Pasarela Colgante de Polvorines y la colonia de garcillas bueyeras.
La ruta es circular y tiene una duración aproximada de 3 horas. Es de dificultad media por la distancia, aunque cabe la posibilidad de hacerla del Puente de Alcántara hasta el de San Martín que se tardaría entre 1 hora y media y 2 horas y es de dificultad baja.

(Ruta circular por la ciudad de Toledo de 3 horas de duración y dificultad media).

Recomendaciones para la ruta.
-Aunque hay un parking al lado de la estación de autobuses, muy cerca de donde comienza la ruta, se aconseja ir en transporte público, ya que en época estival, puentes y días festivos suele estar completo.
-Ruta ideal para hacerla en cualquier época del año, aunque en verano tendremos que madrugar ya que hay zonas donde hay poca sombra.
-En verano atención a los mosquitos. En algunas zonas del río son abundantes. Se recomienda llevar repelente o ropa adecuada.
-Aunque es poco común, puede haber zonas donde haya desprendimientos de roca. Estaremos atentos a las zonas de pendiente.
-La ruta está señalizada y tiene paneles informativos, aunque hay un pequeño tramo que transcurre por casco urbano. Estaremos atentos para no desorientarnos.
Accesos a Toledo.
-En coche. Autovía A-42 Madrid-Toledo. 45 minutos.
-En autobús. Línea VAC023 Madrid (Plaza Elíptica)-Toledo. 50 minutos. Hay un servicio exprés directo qué no para en ningún pueblo.
-En tren. AVE Madrid-Toledo. 33 minutos.
-En bicicleta. Camino natural del Tajo entre Aranjuez y Toledo. 2 horas y 30 minutos. La ruta en Toledo no es recomendable hacerla en bici porque hay tramos que discurren por casco urbano, y hay zonas donde las pasarelas son estrechas y podemos entorpecer el paso de los peatones.
Este es el relato de una ruta qué realicé en Marzo de 2017.
Una vez mi compañera Jus me comentó que conocía una colonia de martinetes muy interesante cerca del Puente de San Martín en Toledo. Había estado muchas veces antes en Toledo, una ciudad en la que me encanta perderme por sus calles rebosantes de historia, pero a la que nunca curiosamente había ido a pajarear. Esto, y el aliciente de ver los martinetes en este año qué aún no los tenía para mi “Big Year”, me convencieron para acercarme una tarde y hacer esta ruta tan peculiar.
El trayecto en autobús desde Madrid a Toledo se me pasó volando. Cuando quise darme cuenta ya tenía junto a la ventanilla la icónica imagen del Alcázar coronando la capital de Castilla La Mancha.
Tan sólo faltaban 4 días para que entrase la primavera y esta se respiraba por los cuatro costados. Toledo me recibió con un magnífico día soleado y una temperatura muy agradable, que cualquiera diría que aún estábamos en invierno.
La tarde tan apacible había animado a cantidad de turistas a visitar la ciudad. Como pude, fui alejándome del bullicio para comenzar a anotar las primeras aves de la lista. Las tempraneras golondrinas comunes y aviones comunes aprovechaban la gran estructura de la estación de autobuses para comenzar a construir sus nidos.
Tras bajar por la Avenida de Castilla La Mancha llegué al parque fluvial.
Allí en una atractiva arboleda compuesta por olmos apunté gorrión común, mosquitero común, serín verdecillo y un elegante jilguero que amenizaba la tarde con su melodioso canto.

(Jilguero europeo, carduelis carduelis).

Un nutrido grupo de grajillas occidentales voló desde los taludes del río en dirección a la parte más alta de la ciudad.
Me asomé para ver la orilla del río, y en un chopo del talud del río había posada una paloma torcaz.

(Paloma torcaz, columba palumbus).

Desde aquella atalaya había una magnífica perspectiva del río. En una zona de carrizal pude observar una gallineta común y posteriormente una focha común.

(Gallineta común, gallinula chloropus).

Continué con mi camino y llegué al imponente Puente de Alcántara, una obra de ingeniería del siglo III de origen romano. Había mucha gente apoyada en los muros del puente admirando las magníficas vistas qué se veían desde de él. En una parte del muro un curioso colirrojo tizón macho, parecía ajeno a tanta algarabía.

(Puente de Alcántara de origen romano).

Tras cruzar el puente bajé por la margen izquierda del río para pegarme más a sus orillas. En un pequeño azud, con un poco de vegetación vi la primera garza real camuflada entre el carrizo, atenta a cualquier incauto pececillo.
Había una gran construcción abandonada qué debía ser alguna antigua presa o mini central eléctrica. Sus ruinas eran aprovechadas como morada para un nutrido grupo de estorninos negros y golondrinas comunes.
Crucé el puente de la Ronda de Juanelo para volver a coger la senda ecológica, pero esta vez por la margen derecha del río.
La senda se estrechaba en una gran pared de granito. Gané bastante altura lo qué me permitió volver a tener unas magníficas vistas del río. Allí abajo volví a ver dos garzas reales qué casi pasaban desapercibidas pues estaban completamente inmóviles.

(Garza real, ardea cinerea).

Junto a ellas, en unas piedras, avisté dos cormoranes grandes, uno de ellos haciendo la típica “pose del Cristo”, para secarse las alas al sol.

(Cormoranes grandes, phalacrocorax carbo).

Retomando la senda llegué a un imponente peñón, qué se asemejaba mucho al Salto del Gitano, aguas más abajo del Tajo, ya en el Parque Nacional de Monfragüe. Se trataba del mítico Cerro del Bú, el emplazamiento primigenio de la ciudad de Toledo, con restos de una antigua fortaleza árabe, y escenario de leyendas paranormales.

(Cerro del Bú).

En una zona del peñón vi una silueta negra qué asemejaba a un mirlo común. Cuando enfoqué bien mis prismáticos, me llevé la primera sorpresa del día al darme cuenta qué se trataba de un roquero solitario.

(Roquero solitario, monticola solitarius).

Más adelante la senda se internaba en casco urbano. Me puse a callejear por unas bonitas callejuelas hasta qué pude dar con el Paseo del Barco. Alcancé un embarcadero desde donde salían las antiguas barcas qué cruzaban la otra orilla del río.
La zona del embarcadero estaba llena de ánades reales qué esperaban qué alguien les diese algo de comida.

(Ánades reales, anas platyrhynchos).

Atravesé un atractivo soto ribereño con olmos y chopos, y agradecí un poco de sombra, pues el sol ya comenzaba a hacer mella.
A escasos metros, en otra zona de pequeñas presas abandonadas el río salvaba un pequeño azud. En la otra orilla había una interesante zona de carrizo qué comencé a rastrear con los prismáticos.
Primero vi un bello ejemplar de somormujo lavanco. Poco después vi qué algo se movía entre el carrizo. Al principio le di por un gato pardo, era muy rechoncho, y con la reverberación no identificaba qué era. Cuando me puse en el ángulo correcto me llevé una gran sorpresa al darme cuenta qué se trataba de un ¡avetorillo común! Una especie de garza en miniatura muy escurridiza, y qué hacía años que no veía.

(Somormujo lavanco, podiceps cristatus).

Seguí peinando el bosquete de ribera para ver si veía algo nuevo y allí cayeron dos urracas y otros dos herrerillos comunes.
En un meandro del río había otro talud enorme lleno de puntos negros, y la luz del sol no me dejaba saber de qué aves se trataban. Cuando el sol se ocultó detrás del talud los puntos negros se convirtieron en palomas domésticas, una concentración espectacular qué le daba una curiosa nota de color.
Antes de llegar al Puente de San Martín sumé otras dos especies, curruca cabecinegra y carbonero común.

(Carbonero común, parus major).

Al rato ya me encontraba debajo del espectacular Puente de Alcántara, una obra monumental del siglo XIII de estilo mudéjar.

(Puente de San Martín de estilo mudéjar).

Bajo su formidable arco se podían ver una gran aglomeración de nidos de golondrina dáurica, casi pegados los unos a los otros, y qué en pocos días estarían ocupados por estas aves tan elegantes.
Me llevé una pequeña decepción al no ver la colonia de martinetes.
Intuí qué la colonia debería encontrarse un poco más abajo del puente, así que como aún tenía un buen margen de luz solar decidí caminar aguas abajo, hasta intentar dar con el dormidero.
Pasé por debajo del puente de la Avenida de la Cava, y por allí apareció una gaviota sombría que era premonitoria para qué llegase a la zona del dormidero. Y no me equivoqué, a pocos metros otro azud, y en su desembocadura una gran isla de vegetación compuesta por tarayes y otras especies de árboles y comencé a ver las primeras garcillas bueyeras.
Y aunque la vegetación era muy tupida, pude ver los primeros martinetes comunes. ¡Misión cumplida! ¡Qué satisfacción! Había dado con el dormidero. Aunque no me conforma con poco y quería ver mejor los martinetes y sacar buenas fotos de ellos.
Comencé a rodear las instalaciones de la Universidad de Castilla La Mancha por unas pasarelas de hierro, qué en algunos sitios daban un poco de miedo, por la fuerza con qué bajaba el Tajo. Quería cruzar a la otra orilla y subirme a lo alto del talud para tener una mejor perspectiva del dormidero.
Llegué a la llamativa Pasarela de los Polvorines, y en su alto tenía unas espléndidas vistas de la zona Oeste de Toledo.

(Vistas de Toledo desde la Pasarela de los Polvorines).

Por encima de la pasarela comenzaron a volar varias cigüeñas blancas acompañadas de un pequeño grupo de gaviotas sombrías.
Volví a remontar la orilla del río en dirección a las islas de vegetación internándome por un bosque de ribera muy cerrado. Primero se me cruzó una hembra de mirlo común y luego en taray cercano aparecieron unos inquietos mitos.
En lo alto del talud encontré una casa abandonada qué era un magnífico mirador para ver el dormidero sin molestar las aves.
El bullicio era enorme. Cientos de garcillas bueyeras entrando al dormidero se unían a garcetas comunes, cormoranes grandes y martinetes llegué a perder la cuenta.
El espectáculo era digno de contemplación. Me entretuve un buen rato fotografiando a los martinetes y cuando ya iba bien surtido de fotos, decidí retomar el camino de vuelta.

(Martinete común, nycticorax nycticorax).

El último vistazo al dormidero me reportó la última especie para la lista, dos ánades frisos.
Poco a poco el sol se iba poniendo al Oeste del Tajo, dando un espléndido color rojizo al casco urbano, con un atardecer qué hacía más bella de por si a esta ciudad tan atractiva.
¡A qué esperáis para coger vuestros prismáticos y cámara de fotos y disfrutar de esta senda tan interesante!
¡Felices avistamientos!
© Rafa Ac.
Concluyo mi relato con las especies vistas durante la ruta.

FAUNA DE LA SENDA ECOLÓGICA DEL TAJO
AVES
Ánade friso
Ánade real
Avetorillo común
Avión común
Carbonero común
Cigüeña blanca
Colirrojo tizón
Cormorán grande
Curruca cabecinegra
Estornino negro
Focha común
Gallineta común
Garceta común
Garcilla bueyera
Garza real
Gaviota sombría
Golondrina común
Gorrión común
Grajilla occidental
Herrerillo común
Jilguero europeo
Martinete común
Mirlo común
Mito
Mosquitero común
Paloma torcaz
Roquero solitario
Serín verdecillo
Somormujo lavanco
Urraca