viernes, 30 de agosto de 2019

RUTA POR BREA DE TAJO


EL robledal de Brea de Tajo. Testigo de un pasado mejor.

Las similitudes que presentan muchos pueblos del sur y sureste de la Comunidad de Madrid con sus homólogos manchegos de las provincias de Toledo, Cuenca o Ciudad Real, denotan su pasado no tan remoto, de cuando Madrid pertenecía a la antigua “Castilla la Nueva”, actual Castilla-La Mancha.
Hasta que Madrid se constituyó como comunidad autónoma provincial allá por el año 1983, aún continuábamos ligados a nuestra comunidad vecina del sur. Tantos años ligados a ella se notan en muchos aspectos de pueblos de la zona de la Comarca de las Vegas.
Compartimos arquitectura, como las casas encaladas de pueblos como Brea de Tajo, Valdilecha o Carabaña, que tienen su espejo en pueblos manchegos como El Toboso, o Pedro Muñoz.

(Las casas de pueblo que podemos encontrar en Brea de Tajo son similares a numerosos pueblos de la Mancha Conquense y Toledana).

Las plazas mayores con sus soportales como las de Chinchón o Ciempozuelos, tienen similitud con la Tembleque en Toledo.
Un elemento que presentan muchos pueblos madrileños y manchegos, ligados a su economía agrícola de cereal, son los silos donde se guardaba el grano en tiempos de carestía. Estas construcciones que podemos encontrar en pueblos como Villarejo de Salvanés (Madrid) y Tarancón (Cuenca), son aprovechados actualmente para colocar primillares, y ayudar a exigua población de cernícalo primilla.
Aparte de este legado arquitectónico y cultural, compartimos un legado natural con ecosistemas y especies de aves a un lado y otro de la línea del río Tajo.
Avutardas, sisones, cernícalos primillas, perdices, o liebres, campean en las amplias llanuras cerealistas de Estremera, Brea de Tajo, y Aranjuez en Madrid, o en pueblos como Santa Cruz de la Zarza, La Guardia o Tembleque en Toledo.
Dentro de este patrimonio biológico compartido nos encontramos con un ecosistema de la más singular, el encinar manchego.

(El quejigar de del paraje del Robledal en Brea de Tajo es una formación mixta de quejigo y encinar manchego, que antaño poblaba grandes extensiones de sureste madrileño).

El bosque potencial del sureste madrileño lo constituía un extenso encinar mezclado con quejigos, que cubría gran parte de este cuadrante de la Comunidad de Madrid. La intensificación de agricultura, para convertir estas tierras en cultivos cerealistas, de vid y olivo, hizo qué este magnífico y rico bosque se volviera más raro.
Paradójicamente el sureste madrileño acusó menos el azote de la agricultura, por su orografía más quebrado, con pequeñas elevaciones de cerros y valles, cosa que no se dio en La Mancha, que son su gran horizontalidad, se perdieron infinitas hectáreas de este valioso bosque.
En Madrid han quedado pequeñas manchas de bosque primigenio, algunas por ser cotos de caza, y otras por su difícil orografía con pendientes no aptas para la agricultura.
Uno de los ejemplos de este bosque climax es el Robledal de Brea de Tajo.
Una formación mixta de encina y quejigo en buen estado de conservación con sotobosque compuesto por arbustos adaptados a estos ambientes calizos y yesíferos como el esparto, el tomillo, o la jabuna.

(Cerros yesíferos en los alrededores de Brea de Tajo).

Brea de Tajo, un pequeño municipio de apenas 500 habitantes de la Comarca de las Vegas, aún conserva su esencia agrícola. En sus alrededores encontramos pequeñas huertas, viñedos y olivares.
Su pasado pastoril ha dejado huella en la Cañada Real Soriana Oriental, un gran corredor ecológico, donde antaño los rebaños trashumantes bajaban de de la Rioja a los angostaderos de tierras de Badajoz.
La ruta propuesta es una ruta circular de 3 horas de duración y dificultad media, en parte por la vía pecuaria que une Brea de Tajo (Madrid), con Mondéjar (Guadalajara), y parte del recorrido por la ruta del Robledal. Por este recorrido avistaremos distintos ecosistemas como monte mediterráneo, cerros, olivares, viñedos, o zonas de huerta, lo que permite ver una buena variedad de aves.
Ficha técnica de la ruta.
-Tipo de ruta: circular.

(Ruta circular y de dificultad media, por Brea de Tajo).

-Dificultad: media.
-Punto de inicio y final de la ruta: ayuntamiento de Brea de Tajo.
-Distancia: 12 kilómetros.
-Desnivel: punto más alto 763 metros. Punto más bajo 721 metros.
-Duración: 3 horas, con paradas para ver aves.

(Cartel informativo de la ruta del Robledal en Brea de Tajo).

-Patrimonio histórico cultural: iglesia de la Asunción siglo XVIII, ermita de San Roque sigo XIX, ermita de San Isidro del siglo XIX, edificio del Bar de los Escudos, escudo de la Inquisición, la Custodia del siglo XVII, y el Museo Oléico La Almazara.

(Iglesia de la Asunción, siglo XVIII).

-Patrimonio natural: monte del Robledal. Cañada Real Soriana Oriental.
Accesos a Brea de Tajo
-En coche. Coger la A-3 Madrid-Valencia, hasta la salida 41. Después tomar la M-204 hasta el pueblo de Carabaña. Y por último tomar la M-221.
46 minutos desde Madrid.
-En autobús. Línea 351. Madrid (Ronda de Atocha)-Estremera-Barajas de Melo. 1 hora y 25 minutos desde Madrid.
-En bicicleta. Desde Arganda del Rey podemos hacer parte de la Vía Verde Tajuña hasta Carabaña y luego parte de la Vía Verde de los 40 días. 2 horas y 20 minutos desde Arganda del Rey.
Recomendaciones para la ruta.
-Evitar hacer la ruta en los meses de invierno y verano.
-Es ideal hacerla en otoño, para ver la floración del zumaque.
-Llevar agua, pues no hay fuentes en todo el recorrido.
-Gran parte de la ruta transcurre por una vía pecuaria, así que evitaremos salirnos de los caminos.
Este es el relato de una ruta que realicé en Enero de 2019.
Para aquella mañana de Enero habían anunciado una ola de frío, que prometía dejar los termómetros tirando. Y la Comarca de las Vegas no se iba a quedar atrás.
Tras un viaje en bus a plena oscuridad, llegué todavía de noche a la plaza del ayuntamiento. El pueblo me recibió con una temperatura gélida de 3 grados bajo cero. Había elegido un día poco propicio para ver aves.
Iba de capas como una cebolla, y aun así, el frío se me colaba hasta los huesos.
Dejé a mis espaldas la Iglesia de la Asuncíón para dirigirme al parque municipal y la Calle del Búho, para tomar la vía pecuaria. Aún con poca luz, pude distinguir en el parque las primeras especies de la lista, varios estorninos pintos y mirlo común.
A pocos metros del parque se veía un cartel explicativo con las características de la ruta, y unas magníficas vistas del valle del arroyo de Brea o de Vilillas.

(Vía pecuaria en las afueras del pueblo de Brea de Tajo).

Comencé  a descender hacia el arroyo. A mi izquierda una zona de cultivo en barbecho, y a mi derecha se veía unos cerros con vegetación mediterránea.
El frío era extremo, al punto de que, a pesar de llevar unos guantes muy gruesos, el frío se colaba a través de ellos, llegando a dolerme las manos.
Poco a poco el día iba clareando, y esperaba con impaciencia que el sol asomara por encima de los cerros.
La zona de barbecho, estaba cubierto por una implacable capa de escarcha. A pesar del frío comenzaba a haber movimiento de aves. Primero unas valientes cogujadas comunes, y después un zorzal charlo.
Después le tocó el turno a una bandada de córvidos, que hasta que no tuve buena luz, no pude ver que se trataban de cornejas.

(Corneja común. Corvus corone).

En la zona del arroyo había un pequeño bosque de galería compuesto por chopos y arbustos como escaramujos.
Varios bandos de palomas torcaces bajaron de la zona de los cerros hacia el arrroyo.
A pesar de acelerar el paso para intentar calentarme, el frío seguía haciendo mella, y ahora eran los pies los que apenas sentía.
Seguí por la orilla del arroyo, y pesar de no tener buena luz, pude intuir con su silueta, que un chopo cercano habían posados varios piquituertos comunes.

(Piquituerto común. Loxia curvirostra).

El sol comenzaba a levantarse poco a poco, lo que contribuyó a templar el ambiente.
El paisaje iba cambiando de zona de cultivo a una dehesa de encina de ejemplares de gran porte. Este era el reino de pequeños pajarillos, donde puede observar un carbonero común, y varios pinzones comunes.
El camino iba ganando altura, lo que permitía tener una buena perspectiva del valle. El mosaico de paisajes era de los más atractivo, con mezcla de encinar, cerros yesíferos, y zonas de cultivo.
Dentro del encinar se entremezclaban pequeñas huertas, y allí hice un alto para hacer una espera a ver que veía. Se dejaron ver una curruca cabecinegra, un petirrojo, y varios jilgueros.
Y en un chopo, comencé a oír repiqueo de un pícido, que con mucha paciencia ya que estaba muy lejos, pude comprobar que se trataba de un pico picapinos.
Tras una larga caminata cuesta arriba, el camino llegaba a un gran llano, y justo ahí el camino se bifurcaba. El camino de enfrente llevaba al pueblo de Mondéjar en Guadalajara. Y el de la izquierda me volvería a llevar a Brea.
El camino volvía a ascender, y el paisaje volvía a cambiar, esta vez compuesto por campos de almendros.  En uno de ellos, pude pillar infraganti, a dos juguetones herrerillos comunes.

(Herrerillo común. Cyanistes caeruleus).

El camino estaba flanqueado por una buena formación de zumaque, un arbusto que en otoño tiene un bonito colorido, y que en invierno, tiene un aspecto poco atractivo.
En un zumaque cercano, había posados varios verdecillos.
El paisaje volvía a cambiar, y le tocaba el turno al olivar.

(Los olivares de las afueras de Brea de Tajo, son una buena despensa para las aves invernantes).

Nos encontrábamos en plena recolección de la aceituna, y me crucé con varios agricultores recogiendo la aceituna con los típicos fardos, y vareando las ramas.
Un poco más delante del camino, salieron volando varias urracas, como si algo las hubiese asustado. Poco me duró la duda, al contemplar planeando un majestuoso busardo ratonero. Y un poco más adelante, en lo alto de un árbol, había otro posado.

(Busardo ratonero. Buteo buteo).

A mi derecha había un pequeño bosque de pino carrasco de repoblación.
Decidí echarle un ojo a ver si podía ver alguna especie nueva. Allí me topé con varios mosquiteros comunes, y a lo lejos vi un rapaz posada en otro pino que no distinguía bien. Cuando pude enfocar bien con los prismáticos me llevé la grata sorpresa al comprobar que se trataba de un gavilán común.

(Gavilán común. Accipiter nisus).

Poco a poco el camino iba descendiendo, y a su vez el olivar se iba transformando en una dehesa, pero estaba vez de quejigo.
Ya me había internado en el bosque del Robledal, una magnífica muestra de quejigo manchego, con ejemplares de buen porte, y en buen estado de conservación.
En rato que atravesé en bosque, no vi ninguna especie de aves, pero fue un paseo muy agradable por una de las últimas formaciones de este bosque, antaño tan común en la zona sureste madrileña.
Cuando el camino se bifurcaba hacia la entrada de una finca privada, pude darme cuenta que ya veía el camino que había cogido por la mañana, en dirección al arroyo de Brea.
En pocos minutos volví al mismo barbecho que vi por la mañana a las cogujadas comunes, esta vez frecuentado por varias lavanderas blancas.

(Lavandera blanca. Motacilla alba).

De nuevo subida hasta el mirador del valle, deleitándome con las últimas vistas panorámicas antes de ver las primeras casas del pueblo.
Hice un pequeño alto en el parque municipal, para reponer fuerzas y allí añadí las últimas especies de aves para la lista: gorrión común, y tórtola turca.
¡A qué esperáis para echar los prismáticos y la cámara a la mochila, y visitar este espacio tan interesante!.
¡Felices avistamientos!.
Almenilla.
Para terminar, añado la lista de especies avistadas durante la ruta.
FAUNA DEL ROBLEDAL Y BREA DE TAJO
AVES
Busardo ratonero
Carbonero común
Cogujada común
Corneja común
Curruca cabecinegra
Estornino negro
Gavilán común
Herrerillo común
Jilguero europeo
Lavandera blanca
Mirlo común
Mosquitero común
Paloma torcaz
Petirrojo europeo
Pico picapinos
Pinzón vulgar
Piquituerto común
Serín verdecillo
Tórtola turca
Zorzal charlo