jueves, 22 de mayo de 2025

RUTA POR NAVALCARNERO

 

Dehesa de Marinartín. Avatares de un bosque domado.

No soy muy fan de pajarear por pinares de repoblación. Suelen ser masas de coníferas artificiales, con escasa biodiversidad, a veces consideradas como “desiertos biológicos”.

Su uniformidad, la escasa presencia de sotobosque, y la acidez de sus suelos provocado por las acículas de los pinos, no invitan a ver mucha variedad de aves.

Hay contadas excepciones de estas masas forestales sintéticas. Como los bosques de pinos carrascos que se plantaron en el Parque del Sureste durante la década de los años 60 y 70 del siglo pasado.

Se plantaron en suelos muy pobres, salinos y yesíferos, para fijar el suelo, y ayudar a crecer a otras especies como la coscoja o “carrasca”, de ahí el nombre pino carrasco.

Otro ejemplo, son las importantes masas de pino piñonero de la ZEPA “Encinares del Alberche y río Cofio” en el Suroeste de la Comunidad de Madrid. Repoblaciones en mismas fechas, y que forman un plantel arbóreo refugio de aves tan emblemáticas de nuestra fauna como el águila imperial, águila perdicera, buitre negro o cigüeña negra.

La Dehesa de Marimartín, se encuentra situada en el término municipal de Navalcarnero, en las inmediaciones del Parque Regional del Curso Medio del Guadarrama. Sus primeras referencias datan del siglo XIV.


(Cartel informativo en la Dehesa de Marimartín, Navalcarnero).

Hasta el siglo XVIII existían disputas entre Segovia y Madrid por la pertenencia de la villa de Navalcarnero, que posteriormente sería incorporada a la Comunidad de Madrid, y también su dehesa.

Durante el siglo XIX llegó a albergar alrededor de 50.000 árboles, pero con la Guerra Civil sufrió un gran impacto. Ya que la posterior hambruna provocó que los habitantes de Navalcarnero tuviesen que roturar y talar gran parte de la dehesa.

En la década de los años 50 del siglo pasado, comenzaron la repoblación de la dehesa con tres especies de pinos: pino resinero, (Pinus pinaster), pino piñonero, (Pinus pinea), y pino salgareño o negral, (Pinus nigra).

Aún se conservan pequeños retazos del antiguo encinar, que era la vegetación clímax de la zona.

(Restos del antiguo encinar, bosque clímax, de la Dehesa de Marimartín).

La dehesa y el pinar, está compuesto también por un sotobosque compuesto por arbustos como jaras, cantuesos, retamas, majuelos, zarzamoras, rosales silvestres o torviscos.

La variedad de ecosistemas como pinar, dehesa, zonas de cultivo, bosquetes de riberas, y arroyos, unido a que la dehesa está perimetrada con una valla metálica para protegerla, hace de este lugar una isla de biodiversidad en una zona muy antropizada.

La variedad de aves es muy interesante, destacando las rapaces como águila calzada, busardo ratonero, milano negro, gavilán común, o buitre leonado.

También es el hábitat de paseriformes y pequeños pajarillos como jilguero europeo, serín verdecillo, pinzón vulgar, pardillo común, gorrión moruno, carbonero común, ruiseñor común, e incluso herrerillo capuchino.

El resto de fauna se contempla con varias especies de mariposas como la maculada o atalanta, mamíferos como el zorro común, liebre, conejo, jabalí, y reptiles como la lagartija ibérica, y culebra de escalera.

La ruta propuesta  es una ruta semicircular, de 2 horas y 30 minutos de duración y de dificultad baja.


(Ruta semicircular, de 2 horas y 30 minutos de duración, por la Dehesa de Marimartín de Navalcarnero).

Ficha técnica de la ruta.

-Tipo de ruta: semicircular.

-Dificultad: baja.

-Desnivel: 20 metros. Casi nulo.

-Duración: 2 horas y 30 minutos, con paradas para ver aves.

-Punto e inicio fin de la ruta: parada del autobús 538 (Avenida Arroyo Juncal-Río Silvestre), parada del autobús 538, (Víctimas del Terrorismo-Colegio).

Como llegar.

-En coche: 36 minutos desde Madrid. Coger la A-5 y tomar la salida 27. Luego ir por la Avenida Casa Roque, posteriormente Calle Pino Marítimo y acabar otra vez en Avenida de Casa Roque, donde está una de las entradas de la dehesa.

-En autobús: 45 minutos desde Madrid. Coger el bus 538 Madrid (Cuatro Vientos)-Navalcarnero-La Dehesa. Bajarse en Avenida Arroyo Juncal-Pino Silvestre.

-En bicicleta: desde la estación de cercanías Móstoles El Soto, coger la Vía Verde del río Guadarrama. 33 minutos desde Móstoles.

Este es el relato de una ruta que realicé en Abril de 2025.

Era un día soleado de primavera. Aquel día tuvimos una tregua con las abundantes lluvias de una primavera histórica en cuanto a precipitaciones.

Tras algo menos de una hora de viaje en bus desde Cuatro Vientos llegué a las afueras de Navalcarnero.

El sol azotaba con ganas aquella tarde, y las pocas nubes que cubrían el cielo apenas daban algo de sombra.

Tras atravesar una gran avenida y dos rotondas, llegué a una de las entradas de la dehesa por su parte Sur.

En una pista de tierra, donde estaban haciendo obras se arremolinaban decenas de aviones comunes occidentales, en busca de barro para hacer sus nidos. Detrás de estos, pasaban volando a ras de suelo, varias golondrinas comunes en busca de mosquitos con los que llenar su buche.

Comencé a internarme por la dehesa subiendo una pequeña cuesta, aunque de dehesa sólo tenía el nombre ya que estaba rodeado literalmente de pinos.

Las jaras estaban en todo su esplendor, y sus flores blancas, le daban un toque de color muy sugestivo a todo el pinar. También se entremezclaban con algunas matas de cantuesos, lo que hacía el paisaje aún más atractivo.

(Jaras pringosas en pinar en Dehesa de Marimartín).

En la pista que me conducía a una pequeña loma, me topé con dos cogujadas comunes, que como estaban jugando a perseguirse, apenas se dieron cuenta de mi presencia.

Tomé una pista forestal muy amplia que cruzaba el pinar. En una cable de tendido eléctrico de desgañitaba a canta una alondra totovía. Y mientras le sacaba una foto, muy por encima de ella, varios vencejos comunes volaban raudos y veloces haciendo juegos acrobáticos.


(Alondra totovía. Lullula arborea).

Tras un rato andando, me di cuenta que la pista acababa en la zona norte de la dehesa, pero yo quería ir a la zona oeste, para recorrer la dehesa transversalmente.

Así que tiré de gps en el móvil, volví unos metros sobre mis pasos y tomé una pequeña vereda que se internaba en el pinar.

El bosque era muy cerrado y tras varios minutos caminando me costó sumar nuevas especies de aves. Por este orden primero vi dos mirlos comunes, y luego cuatro pinzones vulgares que primero los reconocí por su característico canto.

Más adelante, pillé infraganti a dos gorriones morunos, posados en una retama.

Era tan denso el pinar, que me di cuenta de que me había perdido. Así que opté por la famosa táctica de orientación cuando estás perdido, y es seguir un curso de agua. Me encontré un arroyo seco y decidí seguir para ver si me conducía u otro arroyo a algún puente que cruzara una pista.

Tras una ardua caminada por la arena del arroyo, acabé en una pista muy ancha que cruzaba un arroyo que esta vez sí, llevaba agua.

Desde el arroyo se oían croar varias ranas, y me tentó la idea de fotografiar alguna.

Parte del arroyo estaba atravesado por una valla metálica, y allí estaba posado un alcaudón común esperando su turno para cazar.


(Alcaudón común. Lanius senator).

Pude fotografiarlo, y después detecta mi presencia, salió volando, y se internó en medio de pinar.

Poco después le tocó el turno a un macho de colirrojo tizón, que se posó muy cerca de donde estaba el alcaudón. Pero en esta ocasión no me dio tiempo a sacarle una foto.

Escrudiñé bien el arroyo y pesar de oír muy cerca las ranas, pero no pude ver ninguna. A veces sin duda, son campeonas del camuflaje.

Comencé a subir una cuesta muy pronunciada, y tras un buen rato de subida, echaba en falta haber visto ya alguna rapaz. Y justo cuando lo estaba pensado, apareció la primera especie de la lista, un milano negro, al que posteriormente se le unió otro.

Volví a consultar el gps del móvil, y me salía una pista muy recta, como si se hubiese trazado con cartabón, que volvía a cruzar el pinar. Decidí cogerla para acortar un poco el camino.

Pasado un buen rato, con un sol de justicia, y viendo que esa pista no deparaba nuevas especies, volví a girar hacia la derecha por una vereda me introduje de nuevo en el pinar.

Poco tardaron en aparecer nuevas especies. Primero las omnipresentes urracas comunes, y posteriormente los estorninos negros.

Según iba cayendo la tarde, pequeños bandos de palomas torcaces comenzaban a entrar al pinar, en busca de sus dormideros habituales.

Justo antes de abandonar el pinar, y coger la pista definitiva que llevaría a la parte norte del pinar, donde están los restos de la antigua dehesa, vi la sorpresa del día. Un vistoso herrerillo capuchino que con sus ajetreados movimientos, no se dejó fotografiar. Y justo detrás de su avistamiento, una familia de mitos comunes,  me deleitaron con sus finos cantos.

La pista me conducía a la valla metálica que delimitaba el pinar. Tras cruzarla me encontré con una gran charca, consecuencia de las abundantes lluvias.

Decidí hacer una espera haber que aves bajaban a beber. El botín no fue muy lustroso, un par de gorriones comunes, y una abubilla común.

Crucé la valla que delimitaba en pinar y por fin vi los restos de la antigua dehesa, mezclada con zonas de cultivo y algunas huertas.

Volvía a encontrar una gran pista tierra que rodeaba la valla metálica y que me llevaría a otra de las salidas del pinar.


(Una gran valla metálica, delimita la Dehesa de Marimartín).

Opté por echar un último vistazo al cielo y pude ver la segunda rapaza de la jornada, dos busardos ratoneros que aprovechaban las térmicas y planeaban a placer.

Ya comenzaba a ver las primeras construcciones, y ya me quedaba poco para acabar a ruta. Casi en el descuento me pasó volando por encima de mi cabeza, como un rayo, un bonito ejemplar de pico picapinos.

En lo alto de un poste de madera de la valla, estaba posado un rabilargo ibérico, que me aguantó un buen rato, para hacerle una foto.


(Rabilargo ibérico. Cyanopica cooki).

Justo antes de cruzar el último tramo de valla, para salir del pinar y coger la calle hacia el autobús de vuelta, había posado un precioso macho de pardillo común, con el pecho rojo carmesí, que cerraba la lista de esta jornada tan interesante.


(Pardillo común. Linaria cannabina).

¡A qué esperáis para calzaros las botas y colgaros los prismáticos, y disfrutar de este espacio tan interesante!

¡Felices avistamientos!

© Rafael Almena.

Como es habitual, añado lista de especies avistadas durante la ruta.

FAUNA DE LA DEHESA MARI MARTÍN

AVES

Abubilla común

Alcaudón común

Alondra totovía

Avión común occidental

Busardo ratonero

Cogujada común

Colirrojo tizón

Estornino negro

Golondrina común

Gorrión común

Gorrión moruno

Herrerillo capuchino

Milano negro

Mirlo común

Mito común

Paloma torcaz

Pardillo común

Pico picapinos

Pinzón vulgar

Rabilargo ibérico

Urraca común

Vencejo común

Mapa. Fuente Google Maps.

jueves, 31 de octubre de 2024

RUTA POR PINTO

 

Parque Juan Carlos I. Pulmón verde de Pinto.

Qué los parques urbanos son islas de biodiversidad, queda fuera de toda duda. Son refugios para la fauna urbana, donde encuentran recursos como agua, alimento, protección contra los depredadores, o contra la huella sonora de las ciudades.

Tenemos muchos ejemplos en todo el mundo como Hyde Park en Londres, Central Park en Nueva York, Parque de Monsanto en Lisboa o Tierganten en Berlín.

Muchos de ellos son lugares de descanso para aves en sus pasos migratorios, donde pueden reponer fuerzas, para continuar con energías renovadas en su retorno a sus lugares de origen.

Tanto en la migración prenupcial como en la post-nupcial, si nos acercamos a algún parque que tengamos cerca de casa, podremos observar el trasiego migratorio de especies tan interesantes como papamoscas grises, papamoscas cerrojillos, colirrojos reales, mosquiteros musicales, o torcecuellos euroasiáticos.

Unos de los parques urbanos donde podremos disfrutar de ambos pasos migratorios en el Parque Juan Carlos I, de Pinto.

Abierto en 1997 e inaugurado el año siguiente, cuenta con 55 hectáreas de extensión. Dentro de este encontramos un lago de 2000 metros cuadrados, y diferentes instalaciones como un área de educación vial, columpios, una pajarera con pavos reales y otras especies ornamentales, restaurante, terraza, área canina, y el Centro Hípico de Pinto.

En cuanto a la vegetación del parque, diremos que existen 4800 árboles de 177 especies distintas como arce, pino piñonero, chopo, ciprés, sauce llorón, ciruelo, árbol del paraíso, olmo de Siberia u olivo.

A las especies residentes típicas de todo parque urbano como urracas, palomas torcaces, mirlos comunes, gorriones molineros, o estorninos negros, podemos encontrar con algunas especies presentes en el aledaño Parque del Sureste. Alguna de ellas son cogujada común, abejaruco europeo, o milanos reales y negros en vuelo.


(Ruta circular de 2 horas de duración por el Parque Juan Carlos I).

Ficha técnica de la ruta

-Tipo de ruta: circular.

-Dificultad: baja. Ideal para hacerla con niños.

-Desnivel: prácticamente nulo. Sin pendiente.

-Duración: 2 horas. Con paradas para ver aves.

-Punto de inicio y final de la ruta: estación de cercanías de Pinto.

Como llegar.

-En coche: coger la Nacional IV hasta la salida 20. Luego la calle Alpujarras, y posteriormente la calle Pablo Picasso.

-En tren: línea C3. 23 minutos desde Atocha. Desde la estación, hasta la entrada al parque, 15 minutos andando.

-En autobús: línea 421 Madrid (Legapzi)- Pinto. Bajarse en la intersección de las calles Cañada Real de Toledo-Méjico. 45 minutos desde Madrid.

-En bicicleta: 10 minutos desde la estación de cercanías.

Este es el relato de una ruta que realicé a mediados del mes de Septiembre de 2024.

Ya es una tradición que después de mis vacaciones veraniegas en mi pueblo, Cabeza del Buey (Badajoz), me acerque a algún parque urbano a observar la migración post-nupcial. Además, quería quitarme en sinsabor, de la mala experiencia que tuve el día anterior en las Lagunas de Velilla de San Antonio.

Fui a este humedal a observar un grupo de cercetas carretonas precisamente en migración, y fue imposible debido a que estaban cazando justo a la otra orilla del río Jarama.

Pensé que pajarear tranquilamente en un parque urbano me quitaría el estrés del día anterior, pero esa mañana no podía imaginar lo que iba a oír dentro del parque.

Llegué a Pinto en el tren de cercanías, y tardé unos 15 minutos andando en llegar a la puerta del parque.

Sólo quedaba una semana para la entrada del otoño, y Septiembre continuaba con su tónica calurosa.

Accedí al parque por una puerta secundaria cercana al pabellón deportivo y allí había un cartel con la vegetación del parque, e itinerarios para visitarlo.


(Cartel informativo con la vegetación del Parque Juan Carlos I de Pinto).

Nada más entrar en el parque, me sorprendió la cantidad de conejos que había dentro de él. En un talud, había multitud de conejeras, y poco se asustaban de mi presencia.


(Conejo. Oryctolagus cuniculus).

Llegué a la puerta principal, donde cerca de ella, había un pequeño canal que llevaba agua. A pocos metros de ese canal, había una zona abierta, debajo de unos algarrobos donde vi la primera especie migratoria. Un papamoscas cerrojillo tan abundantes en aquellas fechas.


(Papamoscas cerrojillo. Ficedula hypoleuca).

Y casi sin darme cuenta, cerca de este, subido en una rama del algarrobo una hembra de colirrojo real otra especie típica de la migración post-nupcial. De hecho era el primero que veía en el año, ya que en la pre-nupcial no pude ver ningún ejemplar.

Muy cerca del algarrobo, dos urracas comunes juveniles picoteaban el suelo, intentando llevarse algo al pico.


(Urraca común. Pica pica).

Poco después llegué al lago, y los estragos del calor se hacían notar en él. Había bajado de capacidad, y en un rincón se había formado una sucesión de charcos con barro, muy interesantes para ver si se avistaba algún limícola. Estuve un buen rato barriendo con los prismáticos la zona, y me tuve que conformar con dos lavanderas blancas.


(Lago en el Parque Juan Carlos I de Pinto).

Desde la terraza del restaurante, tenía una buena visión del estanque, y justo en el centro de este, vi un pequeño grupo de ánades reales.

Casi al instante, vi pasar dos golondrinas comunes, de las últimas, listas para la migración, que seguro que estaban cogiendo fuerzas a base de atiborrarse de mosquitos del lago.

En una farola pegada al lago, había posada una gaviota sombría, seguramente procedente del cercano vertedero de Pinto.


(Gaviota sombría. Larus fuscus).

Giré a la izquierda y comencé a ascender por una riachuelo seco que desembocaba en el lago. Allí vi un aláudido, que no distinguía por tener el sol de frente. Cuando pude colocarme en un sitio de sombra, puede comprobar que se trataba de una cogujada común.

Me paré un rato a mirar el cielo a ver si veía volar alguna rapaz, ya que comentaba a calentar y estábamos como siempre digo en la “hora de las rapaces” a eso de las 12 solares. Y fui sorprendido por una ráfaga de ruido de disparos que sonaban muy cercanos. La consecuencia fue ver como un grupo de cientos de palomas torcaces se refugiaban dentro del parque.

No me podía creer que estuviesen cazando dentro del parque ya que los disparos cada vez se oían más cerca.

La explicación la encontré un poco más arriba. La nacional IV, limitaba con el parque, y detrás ella, estaban cazando. Así que decidí despegarme de la autovía e internarme el olivar de parque.

Antes de llegar a él, vi unas grandes pajareras donde tenían pavos reales, y donde unas cuantas tórtolas turcas, aprovechaban para comerse parte de su pienso.

Tras un recorrido poco provechoso por el olivar, al alzar la vista, por fin pude ver una rapaz. Se trataba de un milano real, que sería de los primeros aventureros a empezar a bajar del norte de Europa, o bien de los pocos que se quedan todo el año.

La lista era muy escasa, así que decidí volver al lago para tratar de sumar nuevas especies. Decidí hacer una espera en una zona de arbustos, a ver si animaban los pequeños pajarillos.

Primero hicieron acto de presencia dos petirrojos europeos. Luego le tocó el turno a cuatro jilgueros europeos. Después un grupo de pardillos comunes que iban beber a unos charcos cercanos, que se mezclaron con otro grupo numeroso de gorriones comunes que ya estaban bañándose.

El día no estaba siendo propicio para alcanzar las 20 especies mínimas que siempre me exijo cuando hago una ruta, así que decidí hacer un último intento en el canal del agua.

Allí haciendo una espera sólo pude sumar tres especies más: mirlo común, curruca cabecinegra  y verderón común.

Decidí concluir la ruta, ya que el calor de mediodía apretaba con fuerza. Y me volví a coger en tren de vuelta con el sabor amargo de no haber llegado a esas veinte especies.

Así que el año que viene repetiré, pero en la migración prenupcial, que seguro que se dará mejor, que aquel día de Septiembre.

¡A qué estáis esperando para visitar este parque!

¡Felices avistamientos!

@ Rafael Almena.

Como es tradición, acabo con el listado de especies vistas en la ruta.

FAUNA DEL PARQUE JUAN CARLOS I DE PINTO

AVES

MAMÍFEROS

Ánade real

Conejo

Colirrojo real

Curruca cabecinegra

Gaviota sombría

Golondrina común

Gorrión común

Jilguero europeo

Lavandera blanca

Milano real

Mirlo común

Paloma torcaz

Papamoscas cerrojillo

Pardillo común

Petirrojo europeo

Tórtola turca

Urraca común

Verderón común

viernes, 31 de mayo de 2024

RUTA POR EL DISTRITO DE VILLA DE VALLECAS

 

Parque de la Gavia. Enterrando el sueño olímpico.

Había una vez, una ciudad que se presentó, y ya he perdido la cuenta, varias veces, como candidata a ser sede de los Juegos Olímpicos.

Y una de las zonas agraciadas con tan magnánimo acontecimiento deportivo sería el Parque de la Gavia, donde se deberían celebrar las pruebas de la disciplina de piragüismo.

Para tal faraónica proyecto se le encomendó la tarea al prestigio arquitecto japonés Toyo Ito, que debía convertir el Arroyo de la Gavia, un arroyo estacional, en un canal de aguas bravas.

(Arroyo de la Gavia, en el Parque de la Gavia, Villa de Vallecas).

Tras el fiasco de la no designación como sede, y la falta de financiación el proyecto se suspendió el 2012, y comenzó una larga espera donde el parque quedó en el más absoluto olvido y abandono, incluso usado como zona de vertedero.

En 2016 la Asociación Vecinal del PAU de Vallecas inició un proceso participativo junto al ayuntamiento para su diseño definitivo. Se valló todo el parque y se reforestó en 2019. Este aislamiento le vino bien a la fauna, que encontró una zona tranquila sin interacción con los visitantes, y desde la valla no era raro ver liebres, conejos, perdices, y hasta lagartos ocelados y culebras bastardas.

Tras un periodo de transición, a finales de 2021 se volvió a inagurar, con el aspecto que podemos contemplar a día de hoy.

El Parque de la Gavia situado al Sur del Pau de Vallecas. Con casi 50 hectáreas de extensión, cuenta con el  Arroyo de la Gavia canalizado, varios estanques, un estanque de tormentas, y zonas de esparcimiento y deportivas como una zona de escalada, zona de parkour, pistas de baloncesto, toboganes, y varias miradores en sus cinco colinas que lo rodean.

En entorno del parque es una zona arqueológica de relevancia dentro de la Comunidad de Madrid. Se han encontrado restos de sílex, y en el cercano Polígono de la Atalayuela, restos de elefantes que datan de 14 millones de años.

En cuanto a la vegetación que podemos encontrar dentro del parque, en las colinas encontramos repoblaciones de pinos piñoneros, encinas y coscojas.

Hay un bosquete de ribera muy interesante junto al Arroyo de la Gavia compuesto por álamos, chopos negros, alisos y sauces. Y arbustos como rosal silvestre o mimbreras.

Este mosaico de ecosistemas, unido a que el parque está en la confluencia del espacio protegido del Parque Regional del Sureste, lo convierten en un parque periurbano, muy atractivo para numerosas especies de aves.

La lista de aves avistadas es variopinta y podemos ver desde perdices rojas, milanos negros, águilas calzadas, a cogujadas comunes, currucas capirotadas, palomas zuritas o zorzales comunes.

(Ruta circular por al Parque de la Gavia, de dificultad fácil y 2 horas de duración).

Ficha técnica de la ruta

-Tipo de ruta: circular.

-Dificultad: baja. Ideal para hacerla con niños.

-Duración: 2 horas. Con paradas para ver aves.

-Punto de inicio y fin de la ruta: parada del autobús 103, en la Calle de la Granja de San Ildefonso.

-Desnivel: altura máxima 630, mínima 610.

-Época de visita: todo el año.

Como llegar

-En coche: tomar la autopista A-3 y en el kilómetro 10, coger el desvío a la M-45. Posteriormente buscar la salida a la Avenida del Mayoral. 13 minutos desde Madrid.

-En Metro: coger la línea 1 hasta la parada de Congosto, desde allí andar 16 minutos a la Avenida del Mayoral. 45 minutos desde el centro.

-En autobús: tomar la línea 103 (Estación del Pozo-Ecobulevar), hasta la calle La Granja de San Ildefonso. 42 minutos.

-En bicicleta: anillo ciclista. Desviarnos a la Calle Cocherón de la Villa. Después a la Calle González Dávila y acabar en la Avenida del Mayorazgo.

Recomendaciones

-Aunque se puede visitar en cualquier estación del año, si lo vamos a visitar en verano es mejor madrugar y estar a la vuelta al medio día, ya que hay zonas sin arbolado.

-Muy recomendable subirse a alguna de sus colinas, y mirando en dirección al Sureste, que es la zona de paso de rapaces y otro tipo de aves.

Este es el relato de una ruta que realicé en Marzo de 2024.

Quedaban pocas semanas para estrenar la Primavera, y el Invierno se iba a despedir con sus últimos coletazos. Tras varios días seguidos de lluvias, que por otra parte venían muy bien para paliar a acuciante sequía, aquella mañana de Domingo, el tiempo nos dio una pequeña tregua.

Era un día nublado, con un molesto viento racheado, aunque no amenazaba lluvia. Así que aproveché para escaparme al Parque de la Gavia, para pajarear un rato y no tener que desplazarme muy lejos.

La última vez que lo visité estaba en obras, y quería ver con mis propios ojos como había quedado el resultado final de las mismas.

Tras un breve paseo desde la última parada de autobús 103, llegué a la puerta del parque.

Tras pasar la valla, me recibió un llamativo cartel con información del parque y su zonificación.

(Cartel informativo a la entrada del Parque de la Gavia).

Puedo comprobar el cambio radical del cauce del Arroyo de la Gavia. La última vez que lo vi, era un arroyo estacional con zonas donde no había agua. Ahora era un arroyo encajonado en un canal, con partes rodeado de vegetación de repoblación.

Las primeras aves de la lista, fueron una nutrida bandada de gaviotas sombrías que sobrevolaban el parque.

Ya no les quedaba nada, para comenzar su migración hacia las zonas de costa. Habían pasado el invierno en la ciudad, aprovechando los recursos que les ofrecía el cercano vertedero de Valdemíngomez.

Comencé a pegarme al cauce del arroyo, que es la zona del parque que más me gusta para ver aves, ya que muchas de ellas bajan a beber a su cauce.

Y allí añadí dos especies más. Un petirrojo europeo, y un colirrojo tizón.

Crucé el pequeño puente que salva el arroyo en dirección a la otra orilla, donde hay un pequeño bosquete de ribera. Allí se refugiaban pequeños pajarillos del molesto viento racheado.

Haciendo equilibrio en las ramas, soportando los balanceos de las ramas, estaban posadas una pareja de currucas capirotadas, y una curruca cabecinegra.

Un poco más abajo del cauce, antes de llegar al estanque de tormentas, unos graznidos llamaron mi atención.

Cuando pasé una zona de arbustos, puede ver en el estanque una pareja de gansos del Nilo, acompañados de otra pareja de ánades reales.

(Gansos el Nilo. Alopochen aegyptiaca).

Desde la zona del estanque se podían ver las obras del nuevo centro logístico de bomberos del ayuntamiento. Es una imagen que me impactó bastante. Toda una zona de tierras removidas, donde apenas se apreciaba el camino de Vallecas a Perales del Río.

Era una zona que me gustaba mucho explorar, ya que allí en esa zona esteparia, seguramente, de las últimas que le quedaba a la ciudad, había visto especies tan interesantes, como tarabilla norteña, calandria común, alcaudón real, o abejaruco europeo.

Ahora esa zona de obras estaba vallada, sin oportunidad de acceder a ella, y toda una zona removida de tierra, donde iría el futuro polígono industrial.

No me opongo a que se haga esa infraestructura, que seguro es muy necesaria para el distrito y el resto de la ciudad, pero que seguramente se podía haber hecho en otro lugar. Ya que donde irá el polígono, era de las últimas zonas esteparias que le quedaban la ciudad, y una zona de transición entre el Parque de la Gavia, las estepas entre la M-45 y M-50 y el Parque del Sureste.

Después de esta decepción, decidí hacer un giro de 180 grados en el camino y subir una de las lomas.

El viento apenas daba una tregua, y resguardé en una zona de pinos que me hacían de pantalla. Allí puede sumar mirlo común, y un zorzal común alimentándose de una lombriz.

Volví a bajar a cauce del Arroyo de la Gavia, y crucé de nuevo el puente. En la otra orilla, en un bordillo, una tenaz lavandera blanca, aguantaba estoicamente los envites del viento racheado. Parecía mentira el valor y la templanza que le echa el pequeño pajarillo, que parecía que en cualquier momento se lo llevaría el viento.

(Lavandera blanca. Motacilla alba).

Muy cerca de esta, una paloma zurita rastreaba el césped en busca de alguna nutritiva semilla.

(Paloma zurita. Columba oenas).

Comencé a subir La Colina del Mirador Estelar por un lateral.

Había movimiento de pequeños pajarillos que me pusieron en alerta. Primero una bandada de jilgueros europeos, y después otra de pardillos comunes.

Sospechaba que huían de una rapaz, y no tuve que esperar mucho tiempo para ver de qué huían, de un cernícalo vulgar.

(Cernícalo vulgar. Falco tinnunculus).

El cernícalo hizo un picado en seco y estuvo a punto de llevarse un pardillo entre sus garras, que se libró en fracción de segundos.

Según iba subiendo a la loma, por mi cabeza pasaban planeando y haciendo acrobacias por el viento, varios milanos reales y milanos negros procedentes del cercano vertedero de Valdemíngomez.

(Milano negro. Milvus migrans).

Poco pude disfrutar de las magníficas vistas desde lo alto de la colina, ya que le viento allí arriba era insoportable. Sólo me dio tiempo a ver una valiente cogujada común y comencé a descender rápidamente por la colina.

Entre los claros del pinar había una formación mixta de urracas comunes, palomas torcaces y estorninos negros rastreando el suelo, para llevarse algo al buche.

Antes de llegar de nuevo al cauce del arroyo me pasó volando por encima una grajilla occidental, que pasó como un bólido por delante de mis prismáticos.

Últimos vistazo a los márgenes del arroyo antes de salir del parque con desfile de pequeños pajarillos como gorriones comunes, gorriones molineros, pinzón vulgar, verderón común y serines verdecillos.

Y justo antes de cruzar la puerta de salida del parque un vistoso pito ibérico con su inconfundible relincho cerraba la lista de aves, de aquella jornada tan interesante.

¡A que esperáis para colgaros los prismáticos y calzaros las botas, y disfrutar de este parque tan interesante!

¡Felices avistamientos!

©Rafael Almena.

Para terminar, adjunto la lista de especies avistadas en la ruta.

AVES

Ánade real

Cernícalo vulgar

Cogujada común

Colirrojo tizón

Curruca cabecinegra

Curruca capirotada

Estornino negro

Ganso del Nilo

Gaviota sombría

Gorrión común

Gorrión molinero

Grajilla occidental

Jilguero europeo

Lavandera blanca

Milano negro

Milano real

Mirlo común

Paloma torcaz

Paloma zurita.

Pardillo común

Petirrojo europeo

Pinzón vulgar

Pito ibérico

Serín verdecillo

Urraca común

Verderón común

Zorzal común