sábado, 25 de enero de 2020

RUTA POR PINTO


Estepas cerealistas de Pinto. La estepa acorralada.

Si hay un ecosistema muy castigado, y que muchas veces no se le da la importancia que posee, ese es sin duda la estepa.
Si hiciésemos una encuesta sobre los paisajes naturales preferidos por la gente, los primeros puestos los coparían espacios naturales tan famosos como Ordesa y Monte Perdido, Picos de Europa, Doñana o Monfragüe.
Casi nadie votaría por espacios esteparios tan interesantes como La Serena, Los Monegros, o las Estepas de Belchite.
Como he comentado en otras ocasiones en este blog, tenemos en mente el estereotipo de que las estepas son lugares inhóspitos, yermos y carentes de vida. Nada más lejos de la realidad.
Las estepas ibéricas dan cobijo a especies de aves amenazadas, algunas a nivel mundial, como la avutarda común, sisón común, aguilucho cenizo o cernícalo primilla.
En el Sur de la Comunidad de Madrid, tenemos el privilegio de contar con una muestra representativa de este ecosistema extraordinario: las estepas cerealistas de Pinto.
Esta estepa, o mejor dicho pseudoestepa, es el resultado de la degradación durante siglos del primigenio monte mediterráneo. Antiguas extensiones de encinar manchego fueron roturadas para la agricultura, convirtiendo estos parajes en olivares, almendros y cultivos cerealistas.

(Olivar en las estepas cerealistas de Pinto).

En este ambiente estepario, la vegetación arbórea es escasa. Aparecen algunas repoblaciones de pino carrasco, árboles del paraíso dispersos, y algunas formaciones de almendros.
En un ambiente tan seco y caluroso, con unos suelos muy pobres compuestos por yesos, abundan las especies arbustivas.
Es el reino de especies gipsícolas, algunas de ellas endémicas como tomillo salsero y sapero, romero, jabuna, esparto. Y otras de porte más grande como la gayomba o la retama de bolas.
En suelos un poco más desarrollados, podemos encontrar pequeñas formaciones de coscojares.
En los Arroyos de los Prados y el Arroyo Culebro podemos encontrar una banda de bosque galería compuesta fundamentalmente por carrizo y juncos.
Pero sin duda el tesoro natural de este espacio estepario son las aves.
En las estepas de Pinto podemos encontrar el último bando de avutardas comunes del Parque del Sureste. Cada vez más escaso, también podemos tener la suerte de ver algún sisón común. Es un buen refugio para una población de aguilucho cenizo cada vez más menguante. Y también podremos observar algún ejemplar de cernícalo primilla.
En el ambiente estepario podemos observar otras especies tan interesantes como críalo, collalba gris, calandria, o avefría europea.
En los carrizales de los Arroyos del Prado y Culebro se avistan especies tan sugestivas como ruiseñor pechiazul, agachadiza chica, o escribano palustre.
Toda esta riqueza natural genera que parte de la estepa cerealista esté zonificada como reserva natural “zona B” dentro del propio Parque Regional del Sureste.
A este riqueza natural hay que sumarle la arqueológica e histórica.
Durante la ruta podremos visitar el yacimiento de búnkeres de la Guerra Civil de los Yesares, y la cueva Cuniebles, de la época paleolítica.

(Búnker de la Guerra Civil en el Yacimiento de los Yesares).

A pesar de toda esta riqueza botánica, zoológica, arqueológica e histórica, esta zona esteparia está sometida a numerosos impactos ambientales, que repercuten negativamente en su conservación.
En el entorno de este espacio protegido se encuentra las instalaciones del Centro Penitenciario Madrid III. El complejo militar de la Marañosa. El polígono industrial Aymar y el Vertedero de Pinto.
Existen focos dispersos de vertederos ilegales, y vertidos de lodos de depuradoras. A esto habría que añadir molestias a la fauna, y caza furtiva.
La agricultura intensiva ha transformado el tradicional paisaje agrario, suprimiendo lindes y barbechos, y utilizando fertilizantes químicos y pesticidas, lo que ha incido en muchas especies esteparias, como el caso del sisón común, y otras especies comunes como mochuelos, codornices, trigueros, calandrias, han visto disminuir en caída libre sus poblaciones.
Este descenso alarmante de especies esteparias debe ser una señal de alerta y nos debe hacer reflexionar sobre las medidas que tenemos que adoptar para proteger estos espacios naturales tan singulares y a la vez tan frágiles.
La ruta propuesta es una ruta lineal por todo el complejo estepario, de 3 horas y 30 minutos de duración y de dificultad moderada. Desde el polígono industrial Aymar, al polígono industrial de las Arenas de Pinto.

(Ruta lineal de dificultad moderada y de 3 horas y 30 minutos de duración por las estepas cerealistas de Pinto).

Visitando la estepa cerealista de Pinto, los alrededores del Cerro Cabeza Fuerte, el yacimiento de los Yesares, y los arroyos Culebro de y de los Prados.
Ficha técnica de la ruta.
-Tipo de ruta: lineal.
-Punto inicial y final de la ruta: parada autobús 412 polígono industrial Aymar. Parada autobús 421 calle Sierra Nevada.
-Distancia: 13 kilómetros.
-Desnivel: punto más alto 629 metros. Punto más bajo 595 metros.
-Dificultad: moderada. Hay que recorrer una distancia muy larga andando, y si no estamos acostumbrados, nos puede costar un poco.
-Duración: 3 horas y 30 minutos, con paradas para ver aves.
-Patrimonio natural: estepas cerealistas de Pinto. Cerro Cabeza Fuerte. Arroyos del Prado y Culebro.
-Patrimonio histórico y arqueológico: yacimiento de Yesares. Cueva Cuniebles.
-Accesos a Pinto.
-En coche. A-4. Tomar la salida 20 y luego coger la M-841 hasta el polígono industrial Aymar.40 minutos desde Madrid.
-En autobús. Para la ida coger el autobús 412 Madrid (Villaverde Bajo-Cruce)-San Martín de la Vega, y bajarse en la parada del polígono Aymar.
20 minutos desde Madrid.
Para la vuelta. Coger el autobús 421 Madrid (Legazpi)-Pinto, en la parada de la calle Sierra Nevada. 25 minutos a Madrid.
-En bicicleta. Desde la estación de cercanías de Pinto a la carretera de la Marañosa hay unos 18 minutos. La ruta descrita es ideal para hacerla entera en bicicleta de montaña.

-Recomendaciones para la ruta.
La ruta es ideal para hacerla en Primavera. Evitar el Verano ya que hay zonas en las que apenas hay sombra.
Si la vamos a hacer en Invierno, calcular bien las horas de luz.
No hay agua en todo el recorrido, así que mejor aprovisionarnos con bastante líquido.
En época de rueda de la avutarda en los meses de Marzo y Abril, extremar las precauciones, no nos acercaremos a ellas, y o bien, no visitar la zona en estas fechas, u observarlas con telescopio a una distancia más que prudencial.
Respetar el patrimonio del yacimiento de los Yesares y la Cueva Cuniebles.
Hay buenas pistas para transitar por ellas andando o en bici. No salirse de los caminos, y evitar en la medida los vehículos a motor.
Pasaremos por algún coto de caza. Tomar precauciones en época de caza.
Este es el relato de una ruta que realicé la segunda semana de Enero de 2020.
Llevábamos un par de semanas de Invierno, y el primer temporal de frío azotó la Península, con un frío gélido en la Comunidad de Madrid.
Decidí hacer la visita por la tarde para tener algo más de calor. Era una ruta que tenía  en mente hacerla hace mucho tiempo, ya que sólo había hecho parte de ella, y con el aliciente de que hace días atrás habían citado una lechuza campestre por allí, especie que  no había visto, pero que sería todo un reto buscarla una zona esteparia tan grande.
En poco más de 20 minutos el autobús procedente de Madrid me dejó en la puerta del polígono industrial Aymar de Pinto. Una gran explanada a la entrada el polígono era el punto de partida de mi ruta ornitológica.
En un cable eléctrico estaban posadas dos palomas torcaces y una urraca, las primeras especies de la lista.
El día era muy claro, radiante, con buena visibilidad, y a esas horas de la tarde incluso el sol “picaba” en la espalda.
Comencé a barrer con los prismáticos la zona de cultivos cerealistas, y para mi sorpresa pude ver volar al ras del cultivo, un bello ejemplar de aguilucho pálido, que finalmente cruzó la carretera.
Comencé a andar por la pista de tierra conocida como “camino de Oreja”, que bordea la valla del polígono industrial, y donde hay una plantación lineal de almendros.
Comenzó un desfile incesante de pequeños pajarillos. Primero la tocó el turno a unos cuantos serines verdecillos. Poco después gorriones comunes, posteriormente pinzones vulgares, y al final pillé posados dentro del polígono unos cuantos pardillos comunes.

(Pinzón vulgar. Fringilla coelebs).

A mi izquierda disfruta de unas magníficas vistas de la estepa, y en ella había una pequeña vaguada donde se levantó una gran rapaz. Al principio con la luz no la distinguía, hasta remontó más el vuelo y pude comprobar que se trataba de un aguilucho lagunero occidental
En otro gran almendro, esta vez la concentración era de gorriones morunos, que al detectar mi presencia, volaron en bandada hacia dentro del polígono.

(Gorriones morunos. Passer hispaniolensis).

Comencé a oír un ruido intenso por encima de mi cabeza, como el motor de un avión. Cuando el sol me dejó ver, me quedé sorprendido al ver la gran concentración de cigüeñas blancas que sobrevolaban mi cabeza.

(Cigüeñas blancas. Ciconia ciconia).

El bando comenzó a hacer círculos para luego tomar dirección norte, hacia el vertedero. Poco después le tocó el turno a las gaviotas. Primero, una gran bandada de gaviotas reidoras, y entre tantas de estas, se coló algunas gaviotas sombrías.
Después aquel desfile gaviotero, le tocó el turno a los milanos reales.
En el rato que pasé parado pude contar hasta siete sobrevolando el polígono, y no serían los únicos que vería durante el camino.

(Milano real. Milvus milvus).

Poco a poco iba dejando atrás el polígono y llegando a la pista del camino de Valdeciervos, que es donde habían citado la lechuza campestre.
El camino comenzaba a descender, y de frente me encontré un gran almendro, de donde salieron volando un grupo de estorninos negros como si huyeran de algún depredador. Poco después se despejaron las dudas, pues muy cerca había posado un milano real, que alzó al vuelo cuando me vio.
Cuando este se fue volando a la zona del olivar, el almendro fue rápidamente ocupado por un pequeño grupo de escribanos trigueros.
El trasiego de conejos por el camino era constante, y en algunos tramos del camino se veían sus madrigueras.
Llegué a la intersección de los caminos de Oreja y Valdeciervos, y en un lado del camino otro almendro de gran porte, esta vez ocupado por un grupo de estorninos pintos.

(Estorninos pintos. Sturnus vulgaris).

De un pequeño majano salió una rapaz muy clara, que me puso en alerta por si podía tratarse de la lechuza campestre. Cayó detrás de una loma, y me dirigí a ella. Cuando la subí había una zona de cultivo de cereal muy alto, y aunque estuve rastreando varios minutos, no encontré recompensa.
A unos cuantos metros de distancia, había posada una rapaz en un majano. Con los prismáticos pude identificarla como un busardo ratonero.
Comencé a bajar la loma para ir a la zona de olivar del punto de la lechuza campestre. En una zona de barbecho pegada al camino, aparecieron corriendo varias perdices rojas, asustadas ante la presencia en el cielo de varios ejemplares de milano real.
Volví a coger el camino de Valdeciervos, atravesando una zona de cultivo de cereal. Por encima de este comenzaron a aparecer varias bisbitas pratenses que fueron a refugiarse a una zona de olivar.
Después de varios metros de camino, donde algunas zonas tenía bastante escarcha en zonas de umbría, llegué al punto que me envío mi compañero Gabriel para buscar a la campestre. Estuve un buen rato rastreando toda la zona de olivar a conciencia, y sólo pude ver varios estorninos negros posados en un olivo.
Asumiendo la derrota de no ver otro bimbo, proseguí mi camino en dirección a la carretera de la Marañosa.
Volvía atravesar otro olivar, pero esto con un aspecto más natural. Con zonas de barbecho, y tapizado en algunos sitios con las denominadas “malas hierbas”, tan ideales para pequeños pajarillos.
Me detuve un buen rato en este olivar tan interesante, y fue muy grata la espera porque primero vi un carbonero común, después un cistícola buitrón, y para terminar varios mosquiteros comunes.

(Mosquiteros comunes. Phylloscopus collybita).

El sol comenzaba a ponerse por el Oeste y me comenzaba a molestar la luz.
Llegué a una especie de cerro con buenas vistas, donde había una serie de puestos de caza para las perdices. Por encima de ellos pasó volando muy rápida una abubilla.
En un prado cercano al camino, había una gran concentración de lavanderas blancas qué estaban tan ensimismadas picoteando el suelo, que no se dieron cuenta de mi presencia.
Al fondo se podía ver la imponente mole del vertedero de Pinto. Una gran concentración de gaviotas, milanos, y cigüeñas blancas lo sobrevolaban.
Más adelante, pude fotografiar una buena concentración de jilgueros europeos posados en un árbol.

(Jilgueros europeos. Carduelis carduelis).

Justo antes de cruzar la carretera al vertedero, oí el canto lastimero del avefría europea, que me pasó volando a escasos metros.
Otra vez volví a sorprender un importante bando de pardillos comunes,  que estaban posados en un olmo pegado a la carretera.

(Pardillos comunes. Carduelis cannabina).

Tomé el camino de Getafe a Gózquez que me llevaría al Cerro Cabeza Fuerte por donde suelen moverse las avutardas. Crucé varios prados de bella composición paisajística, que con la luz de la tarde parecían la típica foto de fondo de pantalla de un ordenador. En un majano en una de ellos, pillé posado un macho de colirrojo tizón.

(En Pinto podemos contemplar estepas de gran belleza paisajística).

Ya podía ver la parte de atrás del Cerro Cabeza Fuerte. Había calculado mal la duración de la ruta. Me estaba quedando sin luz, así que tuve que optar por no subir al cerro si quería volver a coger el autobús con algo de luz.
Desde la falda del cerro había unas buenas vistas de Madrid capital, empañadas por la enorme “boina” de contaminación que la cubría.
La última especie que pude que ver con luz fue un grupo de grajillas occidentales que volaban en dirección a lo alto del cerro.
Tuve que acelerar el paso, y ya apenas me quedaban 15 minutos de luz, así que también tuve que dejar la visita al arroyo Culebro para otra ocasión.
Sólo me dio tiempo a ver un rato los búnkeres de la Guerra Civil del yacimiento de Yesares.
Prácticamente ya sin luz, pasé cerca del Culebro y oí una gran concentración de aves, pero con la luz tan escasa, me quedé con las ganas de saber que eran.
Crucé el tramo que me queda de la Cañada Real Galiana, para atravesar el polígono de las Arenas, y coger en sus cercanías el autobús de vuelta a Madrid, con el sabor agridulce de no haber visto la lechuza campestre, pero contento por haber disfrutado de una jornada pajarera tan productiva.

¡A qué esperáis para calzaros las botas y colgaros los prismáticos y disfrutar de este espacio tan interesante!
¡Felices avistamientos! Rafa Almena.
Concluyo el relato con las especies avistadas durante la ruta.

FAUNA DE LAS ESTEPAS CEREALISTAS DE PINTO
AVES
MAMÍFEROS
Abubilla
Conejo
Aguilucho lagunero occidental
Aguilucho pálido
Avefría europea
Bisbita pratense
Busardo ratonero
Carbonero común
Cigüeña blanca
Cistícola buitrón
Colirrojo tizón
Escribano triguero
Estornino negro
Estornino pinto
Gaviota reidora
Gaviota sombría
Gorrión común
Gorrión moruno
Grajilla occidental
Jilguero europeo
Lavandera blanca
Milano real
Mosquitero común
Paloma torcaz
Pardillo común
Perdiz roja
Pinzón vulgar
Serín verdecillo
Urraca
Fuentes consultadas.
-Google maps.
-www.parqueregionaldelsureste.org

miércoles, 1 de enero de 2020

RUTA POR PARLA


Arroyo de Humanejos. La importancia de un insecto.

Muchas veces la protección de especies en peligro no es muy equitativa. Se suele dar más importancia a especies más vistosas y que despiertan más simpatías entre el público en general como son las aves, mamíferos y algunos reptiles.
Como botón de muestra podemos citar especies tan famosos como el águila imperial, lince ibérico o el camaleón.
Aunque estas tres especies se encuentran en peligro de extinción y se trata de especies bandera para los ecosistemas a proteger donde habitan, así como el resto de especies con las que comparten nicho ecológico, muchas veces no se le da la importancia que se merece a otras especies animales menos llamativas o más desconocidas. Este es el caso de los insectos.
En este blog he hecho referencias al emblemático y escaso escarabajo avispa. Un endemismo ibérico descubierto en la década de los 90 del siglo pasado y que en la Comunidad de Madrid, podemos encontrar pequeñas poblaciones dispersas en el Sur y Sureste, en municipios como Rivas-Vaciamadrid, Valdemoro o Aranjuez.
En el año 2008 se descubrió una pequeña población de este insecto en las inmediaciones del Arroyo de Humanejos, en el término municipal de Parla.

(Escarabajo avispa. Plagionotus marcorum. En el entorno del Arroyo de Humanejos de Parla, existía una pequeña población de este escaso insecto).

Una muestra más de la riqueza medioambiental que posee este arroyo, a pesar de estar sometido a una gran presión medioambiental.
El Arroyo de Humanejos nace en Humanes de Madrid. En su inicio lo componen dos arroyos: el de Mascatelares y el de  Valdehondilla.
A la altura del Hospital Infanta Cristina de Parla, se unen ambos formando el propio Arroyo de Humanejos. Aguas abajo atraviesa el Parque de las Comunidades de Parla, y cuando llega al municipio de Torrejón de Velasco, se le conoce con el nombre de Arroyo Guatén. Tras recorrer varios kilómetros por tierras madrileñas y toledanas, desembocará en el río Tajo en las cercanías de Villaseca de la Sagra.
En su cauce, en la zona de Parla, aún conserva a duras penas un pequeño reducto de bosque galería compuesto por especies como álamos, chopos, sauces, fresnos, tarayes, majuelos, zarzas y juncos. En sus inmediaciones hay formaciones de retamares, y antiguas plantaciones de almendros.
El Arroyo es un auténtico corredor ecológico que une la IBA “Secanos de Valdemoro-Torrejón de Velasco” con las estepas de la Sagra, y el valle del Tajo.
Este pequeño oasis de biodiversidad, es un foco de atracción para las aves en un ambiente estepario y tan humanizado. Así, en nuestros paseos por el entorno del arroyo, nos encontraremos con especies tan interesantes como perdiz roja, pito real, colirrojo real, oropéndola, mito, o papamoscas cerrojillo. La abundancia de conejos y otras pequeñas presas, hace que sea una zona de campeo para numerosas rapaces como milano real, busardo ratonero, y otras carroñeras como incluso ejemplares divagantes de buitre negro. En el arroyo y su entorno se han llegado a contabilizar hasta 105 especies de aves.
A esta riqueza natural, hay que sumarle la riqueza arqueológica, ya que la zona norte del arroyo se encuentra el yacimiento funerario de Humanejos, con restos del Calcolítico y Edad del Bronce.
A pesar de estos valores naturales e históricos este espacio natural, que es la zona de ocio y esparcimiento de Parla, se encuentra en una situación de gran degradación.
A los vertidos de aguas residuales del hospital y de las numerosas urbanizaciones que lo rodean, hay que añadirle una presión urbanizadora constante, tanto en Parla, como con el nuevo plan urbanístico aprobado en Torrejón de Velasco.
Una importante zona de bosque de ribera ha sido destruida al construir unas escolleras para canalizar su cauce.

(Arroyo de Humanejos canalizado a la entrada del Parque de las Comunidades de Parla).

También existen focos de vertidos incontrolados por algunos puntos de los caminos que rodean el arroyo.
El Ayuntamiento ha tratado de paliar la situación, realizando numerosas plantaciones en los últimos años, pero la dejadez continúa siendo patente por parte de las administraciones y ha sido denunciado por asociaciones ecologistas como ARBA.
La ruta propuesta es una ruta lineal de 7 kilómetros de recorrido y 2 horas y media de duración, desde el Hospital Infanta Cristina, a las lagunas de las vías del AVE, pasando por el Parque de las Comunidades.

(Ruta lineal de dificultad media de 2 horas y media de duración por el Arroyo Humanejos).

Fichas técnica de la ruta.
-Tipo de ruta: lineal.
-Punto inicial y final de la ruta: parada de autobuses del Hospital Infanta Cristina a Avenida de las Galaxias en Parla-Este.
-Distancia: 7 kilómetros.
-Desnivel: prácticamente llano.
-Dificultad media: por la distancia a recorrer.
-Duración: 2 horas y media, con paradas para ver aves.
-Patrimonio natural: Arroyo Humanejos, Parque periurbano “Las Comunidades”, y lagunas del Arroyo Guatén.
-Patrimonio histórico y arqueológico: Yacimiento de Humanejos.
-Accesos a Parla.
-En coche. Coger la A-42 Madrid-Toledo hasta la salida 24. 30 minutos desde Madrid.
-En autobús. Línea 463 Madrid (Plaza Elíptica)-Torrejón de Velasco. Bajarse en la parada del hospital Infanta Cristina. Para la vuelta coger el autobús de la línea 469 Madrid (Plaza Elíptica)-Parla Este, en la parada del a Avenida de las Galaxias. 35 minutos desde Parla.
-En bicicleta. Desde la estación de Cercanías Parla Centro al hospital son 15 minutos en bici. El resto del recorrido se puede hacer en bici por un camino paralelo al arroyo.
Recomendaciones para la ruta.
-La ruta es ideal para hacerla en primavera y otoño, en los pasos migratorios de aves. El resto del año también nos puede deparar sorpresas.
-En días de lluvia el camino suele estar muy embarrado, por lo que es recomendable llevar botas.
-El horario de apertura y cierre del Parque de las Comunidades es de 10.00 a 20.00. Consultar previamente en la página del ayuntamiento, por si este horario puede variar.
-En los alrededores del arroyo existen numerosas zonas de cultivo. No salirse de los caminos y respetar las propiedades privadas.
-En la zona del estanque de tormentas y las lagunas en época estival suele haber mosquitos. Llevar protección.
Este es el relato de una ruta que realicé la penúltima semana del mes de Diciembre de 2019.
Penúltima semana del mes de Diciembre de 2019. Tras unas semanas de intensas lluvias provocadas por el sucesivo paso de un tren de borrascas, el anticiclón se instaló de manera apabullante, propiciando un tiempo de lo más primaveral, para los primeros días de invierno.
La parada del autobús del Hospital Infanta Cristina de Parla se encontraba muy cerca del cauce del Arroyo Humanejos.
La tarde era muy soleada, con un poco de fresco, pero con una temperatura muy suave, para la época del año en la que nos encontrábamos.
No tarde mucho en colgarme los prismáticos al cuello y observar la primera especie de la lista. Un inquieto gorrión común, que trataba de ocultarse tras las ramas de un olmo.
Por encima de los chalets de una urbanización cercana, pasó volando la silueta de una rapaz. Cuando pude enfocar bien con los prismáticos pude comprobar que se trataba de un milano real, tan frecuente en zonas llanas, en la época invernal, aunque de invernales tuviesen poco.

(Milano real. Milvus milvus).

Caminé por el puente que cruzaba la rotonda por encima del cauce del arroyo. Pude comprobar in situ, lo degradado que estaba el arroyo. Canalizado parte de su cauce con una gran escollera, vertidos sólidos, y la calidad del agua dejaba mucho que desear.
Irónicamente, a la izquierda del cauce había un cartel informativo que resaltaba la riqueza natural del arroyo y abogaba por su protección.

(A pesar de su riqueza medioambiental, el Arroyo de Humanejos sufre importantes impactos medioambientales).

Me pegué al camino de tierra de la margen derecha del arroyo. Allí pude contemplar una buena línea de vegetación de ribera, qué aún aguantaba a duras penas. El trasiego de pequeños pajarillos comenzó a ser constante.
Primero avisté a un grupito de jilguero europeos en las ramas de un álamo.
Poco después le tocó el turno a una nutrida bandada de pardillos comunes. Los machos con el plumaje más apagado que en época de celo.
En la zona derecha del camino, la vegetación era de carácter estepario, con retamas, romero y algún almendro disperso, y una pequeña plantación de pinos y otras especies arbóreas.
En un plantón, en lo más alto de sus ramas, se posó un bello ejemplar de colirrojo tizón macho, que colaboró para dejarse fotografiar.

(Colirrojo tizón. Phoenicurus ochruros).

Las bandadas de paseriformes volvieron con fuerza, con un gran bando de serines verdecillos. Al poco rato, se le unieron una bandada mixta de pinzones vulgares  y pardillos comunes.

(Serines verdecillos. Serinus serinus).

El bosque galería del arroyo era un foco de atracción para las aves, y no paraban de entrar en él, de los campos de cultivos cercanos.
Tras ver a una pareja de mirlos comunes, en un junco cercano, jugaban a perseguirse tres traviesos mosquiteros comunes.
De vez en cuando echaba un ojo a la zona esteparia que se extendía hasta el pueblo de Torrejón de Velasco, a ver si veía alguna rapaz, pero no hubo suerte. Lo que si vi, fue una bisbita pratense, que estaba posada en un cable de una torreta eléctrica, y la detecté por su canto.

(Bisbita pratense. Anthus pratensis).

Había varios tramos donde el arroyo llevaba poco caudal, y se podía atravesar de orilla a orilla. Decidí cambiar de orilla y hacer una espera a ver que bajaba a beber. Y allí vi a un verderón común saciando su sed en el cauce del arroyo.
Volví subir a la pista de tierra, y otra vez me pegué a la vegetación de ribera. Mientras observaba un algarrobo donde había un pequeño bando de serines verdecillos, no me percaté que estaba posado un pito real ibérico, que cuando detectó mi presencia salió volando, dando su característico reclamo en forma de relincho.
Mientras me encaminaba a la entrada del Parque de las Comunidades, me deleitaba con las pequeñas charcas que se habían formada por las pasadas lluvias, y eran muy atractivas para anfibios.
Justo a la entrada del parque, había un pinar con pinos de un porte muy alto, y en sus copas estaban posadas varias palomas torcaces y estorninos negros.
Un pequeño puente volvía a cruzar el arroyo, y en un zarzal había posado un petirrojo europeo. Eché un vistazo al cauce del arroyo y allí había posada una lavandera cascadeña, que por muy poco no se dejó fotografiar.
Al final del puente había en una valla, una plantación de arizónicas, y muy cerca de estas, había tres tórtolas turcas picoteando el suelo.

(Tórtolas turcas. Streptopelia decaocto).

Justo al entrar al parque, me topé con una pista de atletismo. Junto al césped tomaba el sol plácidamente una lavandera blanca.
A la izquierda de la pista había otro pinar, y empecé a rastrearlo en busca de páridos. Y dentro de él pude sumar dos especies nuevas: carbonero común, y herrerillo común.
A la entrada al parque el cauce del arroyo cambiaba completamente, y perdía su fisonomía salvaje. Se encontraba completamente canalizado, sin apenas vegetación en sus bordes.
El parque estaba muy concurrido, por la buena tarde que hacía.
Al acercarme a la orilla del lago, me vi invadido literalmente por una horda de ánades reales. Junto a ellos, muchos gorriones comunes llevándose al pico la comida que le daba la gente.
En la otra orilla del lago, vi que unos niños estaban dando de comer a los patos  y tardé un poco en percatarme que entre ellos había varios ejemplares de gansos del Nilo, y fui a fotografiarlos.

(Gansos del Nilo. Alopochen aegyptiaca).

Comencé a rodear el lago para ir a observar una isleta de vegetación dentro de él, donde había una buena concentración de aves. Mientras llegaba a ella, me pasaron volando por la cabeza varias cotorras grises.
Cuando estaba justo enfrente de la isleta vi a varios cormoranes grandes, que secaban su plumaje al sol. Entre ellos, una gaviota sombría que también disfrutaba de un buen baño de sol.

(Cormoranes grandes. Phalacrocorax carbo. Y gaviota sombría. Larus fuscus).

Entre tanto azulón vi unos patos que al principio no me cuadraban. Observé a uno que esta con la cabeza dada la vuelta, y arreglándose el plumaje. Le vi el pecho blanco y me hizo sospechar que se trataba de una hembra de silbón europeo, pero con esa postura no era fácil identificarla. Cuando ya dejó de acicalarse, ya tenía pocas dudas, aunque se me despejaron completamente, cuando detrás de ella vi al macho, con su característica frente naranja.

(Silbones europeos. Anas penelope).

Los gansos del Nilo se mostraban muy activos. Uno voló desde el lago, y se posó en una pasarela, y desde ella, podía vigilar a sus crías, que pastaban en el césped.
El arroyo abandonaba el parque por una valla donde no podía pasar, así que salí del parque por la Avenida de la Galaxia, para continuar por su cauce y acercarme a las lagunas que había visto que se habían formado junto a las vías del AVE.
Tras una pronunciada bajada, me encontré de frente con un estanque de tormentas, que recoge las aguas del arroyo. No tenía mucha agua, pero esa mínima lámina de agua era aprovechada por varias gallinetas comunes, y lavanderas blancas, para buscar alimento.

(Gallinetas comunes.Gallinula chloropus).

El sol poco a poco se iba poniendo por el Oeste, y me tenía que dar prisa para llegar a las lagunas antes de que anocheciese.
A la izquierda del camino, en una zona de cultivo de cereal, sorprendí a varias perdices rojas.
A mi derecha apareció la primera laguna que se había formado con las intensas lluvias de semanas anteriores, y que había visto desde las vías del AVE días atrás. La laguna era una pequeña depresión en una zona de cultivo, que aunque no tenía ninguna especie de ave, era de lo más atractiva si podría aguantar hasta primavera, para aves de paso, e incluso para anfibios.
Proseguí el camino hasta pegarme a la valla que separaba las vías el tren de alta velocidad. A la derecha del camino estaba la segunda laguna, igual que la anterior. Era tal la cantidad de lluvia que había caído días atrás, que el camino que cruzaba debajo de las vías estaba completamente inundado, y no me dejaba seguir el cauce del arroyo, por lo que decidí volver a la primera laguna y rastrearla un poco.

(Lagunas estaciones en el entorno del Arroyo Humanejos-Guatén).

No vi en ella ningún ave, así que decidí seguir el camino que cruzaba al arroyo en dirección a Torrejón de Velasco, y donde el cauce era ocupado por una banda de vegetación compuesta por cañas, ideal para dormidero de aves.
Y no tardaron en hacer acto de presencia las primeras aves dispuestas a ocupar sus dormideros. Comenzaron a desfilar pardillos comunes, lavanderas blancas, urracas y gorriones comunes.
En un gran taray se estaba formando un buen dormidero de urracas.

(Urracas. Pica pica).

En una finca agrícola se había formado una buena charca que comenzaba a secarse. Había varias lavanderas blancas picoteando por el barro a ver si encontraban algún incauto insecto que llevarse al pico.
Al fondo de estas, muchos conejos comenzaban a salir de sus madrigueras, con la protección que les otorgaba la caída del sol.

(Conejos. Oryctolagus cuniculus).

El sol ya se había puesto y ya me quedaban pocos minutos de luz. Deshice el camino en dirección al estanque de tormentas, y antes de llegar a él, me sobrevoló la segunda rapaz del día, un busardo ratonero.
Cuando ya iba a dar por concluida la lista de la ruta, en un arbusto cercano al estanque se fueron a refugiar tres gorriones molineros.
Apurando los últimos rayos de luz, apreté el paso para ir a la Avenida de la Galaxia, en las afueras del parque, y tomar el autobús de vuelta a Madrid, y dar por terminada esta jornada pajarera tan interesante.
¡A qué esperarais para colgaros los prismáticos y la cámara de fotos, y visitar este entorno tan interesante!
¡Felices avistamientos! Rafa Al.
Concluyo el relato, con el repaso a la lista de especies avistadas durante la ruta.

FAUNA DEL ARROYO DE HUMANEJOS Y PARQUE DE LAS COMUNIDADES
AVES
MAMÍFEROS
Ánade real
Conejo
Bisbita pratense
Busardo ratonero
Carbonero común
Colirrojo tizón
Cormorán grande
Cotorra gris
Estornino negro
Gallineta común
Ganso del Nilo
Gaviota sombría
Gorrión común
Gorrión molinero
Herrerillo común
Jilguero europeo
Lavandera blanca
Lavandera cascadeña
Milano real
Mirlo común
Mosquitero común
Paloma torcaz
Pardillo común
Perdiz roja
Petirrojo europeo
Pinzón vulgar
Pito real ibérico
Serín verdecillo
Silbón europeo
Urraca
Verderón común
-Fuentes consultadas
-Medio ambiente Parla 15 M.
-Google maps.