miércoles, 22 de febrero de 2017

RUTA POR ARANJUEZ

Jardín de la Isla, y Jardín del Príncipe. Los jardines de las delicias “pajareras”.

De los 7.000 millones de población mundial en la actualidad, el 54% de sus habitantes viven en ciudades.
Las ciudades generan unos impactos ambientales perjudiciales para la fauna alada, como son la contaminación atmosférica, acústica y lumínica, la generación de residuos sólidos urbanos, destrucción de hábitats naturales aledaños a las urbes, o la construcción de infraestructuras qué provocan barreras artificiales para intercambio genético entre especies.
A pesar de todos estos impactos resulta paradójico que para muchas especies de aves, las ciudades sean un foco de atracción. Las causas son qué dentro de ellas se sienten más seguras ya qué no están sometidas al estrés cinegético, que las ciudades son una isla de calor y ofrecen una temperatura agradable para las aves invernantes, y que en ellas encuentren zonas de alimentación como los cercanos vertederos, así como suministros permanentes de agua en los jardines y parques.
Además de las aves más cosmopolitas que ya nos hemos acostumbrados a ver cerca de nuestras casas como los gorriones comunes, urracas, palomas bravías, golondrinas comunes o vencejos comunes, una nueva legión de nuevas especies se está haciendo cada vez más presente en nuestras metrópolis.
A día de hoy ya no es extraño ver perdices rojas, abubillas, busardos ratoneros, en parques como la Casa de Campo, o cormoranes comunes, gaviotas sombrías, gaviotas reidoras,  o gansos de Nilo, en Madrid Río.
Resulta chocante como estudiando censos de población de aves en España se constata como las aves esteparias están cayendo en picado, y alguna de ellas presenten un alarmante declive como los sisones, aguiluchos cenizos, avutardas, etc, mientras que las aves forestales llevan un largo periodo remontando sus poblaciones, haciéndose cada vez más comunes.
Las ciudades no son ajenas a este fenómeno del repunte de las poblaciones de aves forestales, y en los parques madrileños cada vez en más frecuente ver pitos reales, pico picapinos, agateadores comunes, palomas torcaces, pinzones comunes, carboneros comunes, herrerillos comunes y otras especies, que saben sacarle todo el partido a los recursos qué les brinda la ciudad.
Los parques urbanos son pequeños oasis de biodiversidad dentro del conglomerado urbano. Los parques urbanos de Hyde Park en Londres, o Las Tullerías en París, son un pequeño edén para las aves que habitan en estas megalópolis.
Recientemente, en estos parques urbanos ha surgido la actividad del “birdwathching”, pero practicado en zonas urbanas, como el ejemplo de Central Park de Nueva York donde apasionados ornitólogos buscan rarezas observando especies tan interesantes como colibríes, búhos reales, garzas o halcones. A una menor escala, pero no menos interesante, Madrid Río se llena de amantes de las aves para intentar encontrar alguna rareza de gaviotas, de entre las especies que pasan el invierno entre nosotros.
Una ciudad muy interesante para el avistamiento de aves es el municipio de Aranjuez. Su posición geográfica, enclavada dentro de la inmensa ZEPA de Carrizales y Sotos de Aranjuez, y sus majestuosos y señoriales jardines históricos, hacen merecedora de una visita para todo ornitólogo que se precie.
A destacar dos de sus jardines más famosos, El Jardín de la Isla y el Jardín del Príncipe.
El Jardín del Príncipe data del siglo XVIII. Con una extensión más grande que el Parque del Retiro, es de estilo inglés y francés. Cuenta con grandes paseos, y varias fuentes como la de Apolo, y en su recinto se encuentra la Casa del Labrador, y el hermoso Estanque de los Chinescos.
El Jardín de la Isla es renacentista de inspiración italo-flamenca. Situado entre el Palacio Real y el Tajo, sus obras comenzaron en el siglo XVI, y el agua de sus fuentes fue traída desde el cercano humedal del Mar de Ontígola. Cuenta con amplios paseos, y fuentes ornamentales como la Fuente de Baco, o la Fuente de Venus.
En estos dos jardines podemos gozar de la presencia de especies de aves tan comunes en parque urbanos como palomas torcaces, mirlos comunes, gorriones molineros, estorninos negros, carboneros comunes, herrerillos comunes y otras más esquivas o menos abundantes como pico menor, zorzal charlo, o mochuelo común. A todas ellas hay que añadir las exóticas o domesticadas como el pavo real o la oca doméstica.
La ruta propuesta es una ruta lineal, desde la estación de cercanías de Aranjuez, hasta la parada de autobús de vuelta a Madrid de unas 2 horas y 30 minutos de duración de dificultad fácil.

(Ruta lineal de 2 horas y media de duración y dificultad baja por los jardines de Aranjuez).

Durante la ruta visitaremos el Camino Natural del Tajo, Jardín de la Isla, Azud del Tajo, Jardín del Príncipe y Estanque de los Chinescos.
Recomendaciones para la ruta.
-La ruta es ideal para hacerla con niños. Si vemos que puede ser muy larga, la podemos acortar visitando uno de los jardines.
-Antes de visitar los jardines, consultar el horario de cierre. Se pueden ver en la página de turismo de la ciudad.
-Es recomendable ir en transporte público, porque podemos tener problemas de aparcamiento en los alrededores de los jardines.
-En verano, si somos propensos a las picaduras de los mosquitos, llevar repelente, para cuando estemos cerca del río Tajo.
-La visita es muy recomendable hacerla en otoño, cuando con la caída de la hoja los jardines presente un mosaico incomparable. Primavera también es una buena época para la visita, con los jardines floridos.
Accesos a los Jardines de Aranjuez.
-En coche. Autovía A-4, hasta la salida 37. Luego coger la M-305. 43 minutos desde Madrid.
-En autobús. Línea 423 desde la Estación Sur de Autobuses. El autobús nos dejará en la calle las Infantas a 10 minutos de la entrada del Jardín del Príncipe. 1 hora desde Madrid.
-En cercanías. Línea C3. 44 minutos desde Madrid. 20 minutos andando desde la estación a la entrada del Jardín de la Isla.
-En bicicleta. Desde la estación de cercanías de Aranjuez. Los jardines se encuentran situados junto al Camino Natural del Tajo, ideal para hacer parte de su recorrido en bicicleta.
Este es el relato de una ruta qué realicé la última semana de Enero de 2017.
Llevaba días viendo en varios foros de aves, fotos subidas de pico menor por personas que lo habían visto en el Jardín de la Isla. Este pequeño y bonito pícido, antes más raro de ver, se está expandiendo por muchas zonas del sur madrileño, sobre todo en zonas de bosques de riberas y parques urbanos.
Con este aliciente, y con el objetivo de ver otras especies aladas, cogí el tren de cercanías y me planté en Aranjuez. A pesar de ser invierno, era un día casi primaveral. La temperatura era agradable, y el cielo completamente despejado después de unos días de incesantes lluvias.
Abandoné la estación de cercanías de Aranjuez, de estilo neomudéjar, para coger la carretera de Toledo y posteriormente la Avenida del Palacio.
Al comienzo del trayecto pude ver las primeras palomas torcaces.
La carretera de Toledo posee un gran paseo con espectaculares ejemplares de plátanos, alguno de ellos de centenares de años de edad. Justo casi a su comienzo, hay uno de porte colosal, y que está catalogado como “árbol singular por la Comunidad de Madrid”. En todo lo alto de sus copas un nutrido grupo de grajillas occidentales competían con sus estridentes cantos contra otro grupo de estorninos negros.

(Grajillas occidentales, corvus monedula).

El paseo rodea un apartadero de vagones de trenes, y en el muro de piedra qué lo separa, había posado un macho de colirrojo tizón cantando melodiosamente.
Un poco más adelante del camino, en un pequeño jardín de unas casas bajas, le tocó el turno a un bello ejemplar de verderón común.
Al rato llegué a la gran explanada donde justo enfrente se sitúa el majestuoso Palacio Real.  En la explanada de césped buscaban comida bandos mixtos de palomas torcaces y estorninos negros, y muy cerca de ellos, en un pequeño arbusto trataba de esconderse un inquieto macho de petirrojo europeo.

(Petirrojo europeo, erithacus rubecula).

Por una pequeña puerta aledaña al Palacio Real se entra al Jardín de la Isla. Lo primero qué te recibe son los esplendorosos ejemplares de magnolios.
El jardín estaba concurrido, ya que temperatura templada de aquella tarde, animaba a la gente a dar un agradable paseo.
Llegué a azud del Tajo, donde con una gran represa, varias gallinetas comunes trataban de remontar la pendiente qué trazaba el río.

(Gallineta común, gallinula chloropus).

Debajo de la represa, una gran concentración de ocas domésticas y ánades reales esperaban impacientes a ver si algún transeúnte les daba algo de comer.
Seguí el camino pegado al Tajo, observando un soto de ribera con buena vegetación aunque algo degradado por algunas construcciones abandonadas qué ocupaban parte del bosque ribereño. Tan atento iba a la evolución de río qué no me di cuenta que en unos plátanos cercanos había un par de llamativas palomas zuritas.

(Paloma zurita, columba oenas).

Comencé a alejarme del río para internarme en la parte más arbolada del jardín, con el objetivo de ver el pico menor.
Primero vi un pinzón vulgar, y poco después le tocó el turno a dos mirlos comunes.
Inicié un rastreo con los prismáticos por las ramas más altas de los árboles. En uno de ellos un ave cantaba con un canto qué me era familiar, y tras poder encontrarlo con los prismáticos pude ver qué se trataba de un zorzal común.

(Zorzal común, turdus philomelos).

Pasaba el tiempo y no había señales del pico menor. Así que decidí hacer un último intento en un pequeño canal qué desemboca en el Tajo.
Tras una espera de varios minutos sólo pude añadir dos más para la lista: carbonero común y agateador común.
Seguí todo el canal hasta acabar en el pequeño azud qué hay junto al Palacio Real, y qué donde en primavera se ve el magnífico espectáculo de como los barbos saltan, intentando flanquear esa barrera artificial.
Nuevamente paré un rato a echar un vistazo al azud más grande. Entre tanto ánade real y oca doméstica se colocó una inquieta lavandera cascadeña.

(Azud del Tajo).

Pasó volando por lo alto un cormorán grande,  y poco después se posó una gaviota sombría qué le daba un toque exótico a aquel lugar.

(Gaviota sombría, larus fuscus).

Pasado el famoso restaurante de La Rana Verde, volví a toparme con el Camino Natural del Tajo, con un panel explicativo y una baliza marcando los kilómetros de la ruta.

(Camino Natural del Tajo a su paso por Aranjuez).

A escasos metros ya veía la entrada del Jardín del Príncipe con su magnífica puerta de hierro obra de Juan de Villanueva,  con dos basamentos de piedra y cuatro columnas de estilo jónico.

(Entrada al Jardín del Príncipe).

Al entrar fue curioso encontrar en el mismo camino de entrada tres patos criollos qué descansaban ajenos al trajín de la gente. Más adelante vi los primeros gorriones comunes de la ruta, qué se me hacía raro no haberlos visto hasta ese instante.
Giré a la derecha por el camino para adentrarme en una zona de huertas con un paseo flanqueado por numerosos almendros. Allí revoloteaban varios mosquiteros comunes, y un juguetón herrerillo común.
Al final del camino encontré un cartel indicándome la dirección del Estanque de los Chinescos, y en un pequeño bosquete se empezaron a ver las primeras ardillas comunes. Una de ellas se levantó al verme adoptando una postura muy graciosa como si de un pequeño hombrecillo sorprendido se tratase.

(Ardilla común, sciurus vulgaris).

En pocos minutos llegué al fastuoso Estanque de los Chinescos, un canto a la belleza paisajística.
La última vez qué lo visité lo encontré lleno de especies como porrones moñudos, tarros canelos, y patos colorados, todas ellas criadas en cautividad, pero en esta ocasión aparecía muy vacío a excepción de algunos azulones.

(Estanque de los Chinescos).

Junto al estanque había un macho de pavo real, qué nos deleitó con un baile de cortejo desplegando su sensacional abanico. Después seguí accediendo a la parte más frondosa del jardín para hacer otro intento al pico menor, pero nuevamente no hubo suerte.

(Pavo real, pavo cristatus).

El camino acaba nuevamente a orilas del río Tajo, y en la otra margen había una nutrida población de conejos.
Retomé el camino de vuelta porque estaba cercana la hora del cierre del jardín. En el bosque del Estanque de los Chinescos, tercer y último intento infructuoso para el pico menor, y tuve qué conformarme con ver a su primo el pico picapinos.

(Pico picapinos, dendrocopos major).

Disfrutando de un hermoso atardecer en el Estanque de los Chinescos acababa esta ruta tan interesante, antes de iniciar el camino de vuelta al autobús qué me llevaría a Madrid.
¡A qué esperáis para visitar estos jardines tan interesantes! Seguro que encontrareis alguna especie muy llamativa para vuestra lista pajarera.
¡Felices avistamientos!.
© Rafa Ac.
El fin del relato concluye con la habitual lista de especies avistadas durante la ruta.

FAUNA DE LOS JARDINES DE LA ISLA Y EL PRÍNCIPE
AVES
MAMÍFEROS
Agateador común
Ardilla común
Ánade real
Conejo
Carbonero común
Colirrojo tizón
Cormorán grande
Estornino negro
Gallineta común
Gaviota sombría
Gorrión común
Grajilla occidental
Herrerillo común
Lavandera cascadeña
Mirlo común
Mosquitero común
Oca doméstica
Paloma torcaz
Paloma zurita
Pato criollo
Pavo real
Petirrojo europeo
Pinzón vulgar
Verderón común
Zorzal común




lunes, 6 de febrero de 2017

RUTA POR TITULCIA

RUTA POR TITULCIA

Titulcia.. Tierra de aves y leyendas.

El desmesurado proceso de urbanización qué han padecido muchos municipios del sur madrileño, ha provocado importantes impactos ecológicos en sus terrenos, como ocupación de parcelas agrícolas, contaminación del agua y suelo, o fragmentación de hábitats.
Otra de sus consecuencias es la pérdida de patrimonio arquitectónico característico de antiguos pueblos agrícolas y ganaderos. Casas típicas encaladas, de una o dos plantas, con patios e incluso con pequeños huertos, han dado paso a nuevas formas de construcción como chalets, adosados e incluso pisos.
Los clásicos materiales de construcción como la piedra, el adobe, las tejas de arcilla, la madera, han sido sustituidos por nuevos materiales como el ladrillo, uralita, vidrio, fibra de carbono, etc.
Muchos pueblos o antiguas villas, qué tenían un casco urbano delimitado y muy reconocible, se han convertido en poco tiempo, incluso en el intervalo de una generación, en ciudades dormitorio, qué hoy constituyen las grandes urbes del gran sur metropolitano madrileño.
En estas grandes ciudades conviven en sus centros históricos pequeñas casas bajas, con las nuevas grandes edificaciones, como podemos ver en municipios como Parla, Fuenlabrada o Móstoles.
A pesar de esta vorágine constructora, afortunadamente aún quedan algunos pueblos qué conservan aún su esencia rural, con su arquitectura tradicional, donde podemos pasear por sus cascos urbanos recreándonos con sus tranquilas calles, donde aún huele a leña, casi sin coches, donde algunas familias aún venden sus productos de huerta en el patio de su casa, y donde aún nos podemos cruzar con algún rebaño de ovejas.
Uno de los últimos ejemplos de núcleo rural es el bello y pintoresco pueblo de Titulcia. A tan sólo 39 kilómetros de Madrid, este pueblo de 1261 habitantes se sitúa geográficamente en la Comarca de las Vegas, entre los ríos Jarama y Tajuña.

(Titulcia está enclavada en la comarca de Las Vegas, y es uno de los municipios qué componen el Parque Regional del Sureste).
Se trata del penúltimo municipio del Parque Regional del Sureste, antes de que las aguas del río Jarama abracen tierras de Aranjuez, y conectan el Parque Regional con la ZEPA de Carrizales y Sotos de Aranjuez.
Titulcia se puede vanagloriar de ser un pueblo con mucha historia. Por él han pasado carpetanos, romanos, y musulmanes. Ha sido destruido en cinco ocasiones, la más reciente, durante la Guerra Civil.
Antiguamente se conocía como Bayona del Tajuña, hasta qué en el año 1814, Fernando VII, le cambió el nombre a la actual denominación.
Su patrimonio histórico, arquitectónico y arqueológico es una de los más ricos del sur de Madrid. Cuenta con un yacimiento carpetano de Bien de Interés Cultural. Restos de la antigua calzada romana qué unía Caesaragusta (Zaragoza), con Emérita Agusta (Mérida). Dentro del casco urbano se encuentra la mítica Cueva de la Luna, de tiempo de los templarios. También es de aquella época es la Ermita de Nuestra Señora de la Soledad.
En la plaza del pueblo, representativa de los pueblos de la Comarca de las Vegas, se encuentra el ayuntamiento, y la Iglesia de Nuestra Señora de María Magdalena del siglo XVI. Completan la lista de bienes arquitectónicos numerosas bodegas qué harán las delicias de los amantes del buen vino, y el antiguo Puente Viejo de inicios del siglo XX, hoy cerrado al tráfico y convertido en paseo peatonal, desde donde se tienen unas magníficas vistas del pueblo.

(Antiguo Puente de Hierro sobre el río Jarama, actualmente cerrado para uso peatonal).
También obtendremos espléndidas vistas si nos subimos al Cerro de Venus, donde las puestas de sol, no dejan indiferente a nadie.

(Vistas desde el Cerro de Venus en Titulcia).
Su riqueza natural no le va a la zaga. Enclavada en pleno Parque del Sureste dentro del municipio encontramos variedad de paisajes como grandes cantiles de yeso, bosques de ribera en el Jarama y Tajuña muy bien conservados, y zonas agrícolas.

(Cantiles yesíferos en el Área Recreativa de Soto Bayona).
Para los aficionados a la ornitología, esta variedad de hábitats les brindará la oportunidad de ver especies tan interesantes y escasas como halcón peregrino, búho real, collalba negra, chova piquirroja, roquero solitario, garza imperial, garceta grande, o agachadiza común.
La fauna se contempla con zorros, jabalíes, ginetas, entre los mamíferos, y culebras bastardas, y lagartos ocelados entre los reptiles.
A las afueras del pueblo, a escasos metros de su centro urbano se encuentra el Área Recreativa de Soto Bayona. Junto al cauce del río Jarama se han instalado bancos y mesas para comer, así como columpios para los niños. Un lugar ideal para pasar una buena jornada de campo entre un paisaje muy interesante rodeado de cantiles, y con un importante bosque de ribera compuesto por chopos, sauces, álamos y tarayes.

(Bosque de ribera en las orillas del río Jarama).
Un poco más adelante, remontando el Jarama, nos encontramos con una formación geológica de lo más singular.
Una gran grieta abierta, a lo largo de los tiempos geológicos, entre unos escarpes yesíferos de gran belleza geológica y paisajística, por donde discurre el estival cauce del Arroyo de Picote.
La ruta propuesta es una ruta circular de 2 horas y 45 de duración de dificultad media, con algunas pendientes. Visita al Área Recreativa de Soto Bayona, río Jarama, Barranco de Picote, Cerro de Venus, y Puente Viejo.

(Ruta circular de 2 horas y 45 minutos de duración de dificultad media por el municipio de Titulcia).
RECOMENDACIONES PARA LA RUTA.
-Si la vamos a hacer con niños la podemos acortar, realizando un recorrido circular por el Área Recreativa, sin subir a los cantiles.
-Es recomendable llevar agua, pues hasta la vuelta al pueblo no encontraremos ninguna fuente.
-Llevar botas, porque en el interior del barranco, con las heladas se puede formar escarcha, qué unida al barro, puede producir resbalones inoportunos.
-Es desaconsejable subir a los cantiles en época de cría de aves, entre los meses de Febrero y Junio.
-La ruta es ideal para hacerla en otoño y primavera. Si la vamos a hacer en verano, madrugar bastante, ya que una parte del recorrido transcurre por una zona sin sombras.
Accesos a Titulcia.
-En coche. Coger la Autovía A-4 Madrid-Andalucía hasta la salida 29. Luego coger la M-404, hasta el pueblo. 42 minutos desde Madrid.
-En autobús. Línea 415 Madrid-Villaconejos. 45 minutos desde Madrid.
Línea 416 Hospital de Valdemoro-Colmenar de Oreja. Cogeremos el autobús en la parada qué está a la salida de la estación de Cercanías de Ciempozuelos. 5 minutos desde la estación de Ciempozuelos.
-En bici. Desde la estación de Cercanías de Ciempozuelos. 15 minutos hasta el pueblo.
Este es el relato de una ruta qué realicé a finales del mes de Enero de 2017.
Tras unos días de intenso frío, aquella tarde se presentaba más templada, con cielos despejados y buena temperatura, ideal para hacer una ruta por mi querido pueblo de Titulcia, a ese qué siempre qué puedo me escapo para pajarear, y quitarme el estrés de la gran ciudad.
Tras un viaje rocambolesco desde Madrid cogiendo Metro, tren de Cercanías y autobús, este último me dejó en la parada que está más próxima al ayuntamiento de la localidad.
Durante los 5 minutos de paseo que hay desde la parada hasta el primer cartel de señalización de la ruta, fui anotando las aves más “urbanitas”: cigüeña blanca, gorrión común, tórtola turca y estornino negro.
Al comienzo del área recreativa hay un coqueto y pequeño parque con columpios para niños y más carteles informativos. Allí aproveche para hacer una parada en unas mesas de piedra y preparar la cámara y los prismáticos. Encima del olmo junto a la mesa, estaba cantando un macho de carbonero común.

(Carbonero común, parus major).
Tras dejar atrás las instalaciones de lo qué iba a ser Exotarium, un centro para especies arrebatadas al comercio ilegal de especies y qué quedó en agua de borrajas, llegué al aparcamiento donde seguían los carteles explicativos sobre la flora del Parque Regional.

(Cartel informativo en el Área Recreativa de Soto Bayona).
El área recreativa había sido restaurada con buenos criterios, desde la última vez que la visite. Nuevos planes informativos y hasta un observatorio para aves, cosa que agradecía mucho.
Poco después de dejar los merenderos puestos estratégicamente cerca de la orilla del río Jarama, este ya dejaba ver su cauce, qué bajaba con fuerza por las últimas nevadas en el Sistema Central. Por sus aguas comencé a ver las primeras especies asociadas a la vida acuática como cormorán grande, gaviotas sombrías, ánades reales fochas comunes.

(Macho de ánade real o azulón, anas platyrhynchos).
Durante el recorrido a mi izquierda quedaba el Jarama con sus bosques de riberas algunos de ellos aún muy bien conservados, y justo detrás de estos la vecina Laguna de Ciempozuelos. A mi derecha las espectaculares formaciones geológicas de los cantiles yesíferos, afeados por una casa construida en lo alto de los mismos, qué producía un importante impacto visual, y no exenta por cierto, de riesgos geológicos por deslizamiento de tierras o desprendimientos.
Siguiendo remontando el cauce del río, en las zonas de hierba, había bandos mixtos de jilgueros y serines verdecillos buscando algún insecto para llevarse al pico. Junto a estos, una pequeña bandada de palomas torcaces descansaban en la copa de un chopo seco.
Entre una pequeña formación de tarayes se ocultaba un revoltoso colirrojo tizón macho.
En donde el río Jarama hace un gran meandro, han instalado de manera estratégica, un gran observatorio para ver aves. Allí me escondí con la cámara preparada para comenzar a fotografiar todo lo que se moviese.

(Observatorio de aves en el río Jarama).
En una pequeña isla de tierra en medio del río se arremolinaban varias especies: gallinetas comunes, ánades reales, cucharas comunes y la sorpresa de la tarde, una agachadiza común, qué no sería la única qué viese durante la ruta.

(Hembra y macho de cuchara común, anas clypeata).
Más arriba del río, había una gran concentración de gaviotas sombrías y mientras las observaba con los prismáticos, se colaron entre ellas 2 machos y 1 hembra de ánade friso.

(Gaviotas sombrías, larus fuscus).
Abandoné el observatorio y fui pegándome más a los cantiles para llegar a la entrada del Barranco de Picote.
Subí una pequeña loma con magníficas vistas de la parte alta del río y parte de la Laguna de Ciempozuelos. Hacia ella se dirigía una pequeña bandada de avefrías europeas.
Comencé a rastrear con los prismáticos los cantiles con la ilusión de ver algún roquero solitario o collalba negra. Tras varios minutos no hubo suerte, pero en lo alto apareció una gran rapaz. Cuando la tuve en buen campo de visión pude comprobar qué se trataba de un buitre leonado.
La verdad es qué no cuadraba mucho este hábitat para qué estuviese por allí. Bien es cierto que los buitres aprovechando las térmicas, pueden hacer grandes desplazamientos de sus habituales zonas de distribución, pero era muy llamativo verlo por aquellos lares.
Llegué a la conclusión de qué o procedía de los cercanos Montes de Toledo, o de las colonias del Sistema Ibérico, descendiendo por el Valle del Tajuña. Ahí queda en el aire la duda, aunque no era el primero, ni será el último qué veré por allí.
La entrada del Barranco de Picote al principio es un poco estrecha, pero sin problemas para pasar a través de ella. Al rato las espectaculares formaciones geológicas de los cantiles te rodean con toda su inmensidad.

(Entrada al Barranco de Picote).
Lo primero qué notas es la humedad y el frío del Barranco. Poco a poco se va subiendo por la grieta horadada por la erosión qué produce el agua por estos materiales tan porosos y permeables.
Según subía por el Barranco estaba atento a los cantiles por si aparecía alguna nueva especie para añadir a la lista.
Tras varios minutos de caminata sólo pude avistar un mosquitero común y un petirrojo europeo.
El camino del Barranco termina en una gran vía pecuaria rodeada por un interesante paisaje estepario, qué tomándola hacia su derecha te lleva de vuelta al pueblo.
El camino de vuelta al pueblo estaba salpicado por grandes retamares, zonas de cultivo y un pequeño bosque de pino carrasco de repoblación.
En una valla metálica cercana al camino, había posado un elegante alcaudón real, qué estaba oteando el terreno a la espera de alguna presa. 

(Alcaudón real, lanius meridionalis).
Más adelante, en una gran retama, en su alto, estaba cantando un bonito macho de tarabilla europea.
En la misma pista de tierra, casi sin darme cuenta, asusté a 3 cogujadas comunes qué raudas y veloces, fueron a parar a un barbecho cercano.
Ya veía el casco urbano del pueblo, pero a mi derecha salía otra pequeña vía pecuaria, y decidí explorar a donde me llevaba.
Un poco más adelante del camino, junto a la cuneta del camino, entre unos arbustos, estaban picoteando unas bisbitas pratenses qué poco tardaron en volar al percatarse de mi presencia.
El camino volvía a bifurcarse y decidí tomar el camino de la izquierda. Tras pocos minutos llegué al Cerro de Venus, desde donde tenía en frente mía unas magníficas vistas. Desde allí se veía las nieves del Sistema Central, Ciempozuelos, gran parte del río Jarama, la Laguna de Ciempozuelos, las estribaciones de los Montes de Toledo, y parte del Valle del Tajuña. Para poner la guinda al pastel de aquellas magníficas vistas pasó por encima de mi cabeza una hembra de aguilucho lagunero occidental planeando, y luchando contra las rachas de viento de lo alto del cerro.

(Hembra de aguilucho lagunero occidental, circus aeruginosus).
Decidí bajar por un camino qué bordeaba el cantil, y qué es parte de una senda botánica, con carteles informativos sobre la flora gipsófila de estos parajes tan interesantes. Una pena qué los carteles estén tan deteriorados, porque por la senda se pueden ver especies tan interesantes, como ontinas, sisallos, o jabunas, tan típicas de estos paisajes tan salinos.
Un poco más abajo, de lo alto de un cantil salió volando un cernícalo vulgar  qué se posó poco después en un álamo.
Casi ya abandonando los cantiles, y cuando pensaba qué me iba a ir con el disgusto de no ver la collalba negra, de repente apareció la típica silueta de un pajarillo con la cola en forma de “t” negra. ¡Allí estaba! Volando de cantil en cantil. Primero una, luego otra, hasta qué aparecieron 3. ¡Qué gozada! Era todo un espectáculo contemplar como con vuelos rasantes subían y bajan por los cantiles en apenas segundos.

(Collalba negra, oenanthe leucura).
Después de este encuentro tan afortunado continué rodeando el río para volver a encontrarme con el observatorio de aves. Nuevamente, vistazo a la isla de arena del río, y entre tanto cuchara común, cerceta común y ánade real, y otras 2 agachadizas comunes más, se coló una inquieta lavandera cascadeña.

(Cercetas comunes, anas crecca).

En el trayecto desde el área recreativa hasta el Puente Viejo añadí dos especies más: pito real ibérico y herrerillo común.
Actualmente, el puente está cerrado al tráfico y acondicionado para peatones y ciclistas. Allí me paré un instante a contemplar un bonito atardecer, con los cantiles adoptando una atractiva tonalidad anaranjada, con los últimos rayos de sol de la tarde.
En un gran meandro qué hace el río Jarama, a su izquierda una agradable vista de Titulcia, entre un bello enclave natural.

(Vistas de Titulcia desde el Puente Viejo).

En un pequeño bosquete de tarayes, cercanos a la Laguna de Ciempozuelos, varios mitos jugueteaban a perseguirse, y cerraban la lista de especies de aquella jornada tan interesante.
¡A qué esperáis para coger los prismáticos y la cámara de fotos y disfrutar de un lugar con tanta historia y naturaleza!
¡Felices avistamientos!
© Rafa Ac.
Termino el relato con la tradicional lista de especies avistadas durante la ruta.
FAUNA DE SOTO BAYONA, RÍO JARAMA Y BARRANCO DE PICOTE
AVES
MAMIFEROS
Agachadiza común
Conejo
Aguilucho lagunero occidental
Ánade friso
Ánade real
Avefría europea
Bisbita pratense
Buitre leonado
Carbonero común
Cerceta común
Cernícalo vulgar
Cigüeña blanca
Cogujada común
Colirrojo tizón
Collalba negra
Cormorán grande
Cuchara común
Estornino negro
Focha común
Gallineta común
Gaviota sombría
Gorrión común
Herrerillo común
Jilguero
Lavandera cascadeña
Mito
Mosquitero común
Paloma torcaz
Petirrojo europeo
Pito real ibérico
Serín verdecillo
Tarabilla europea
Tórtola turca