RUTA POR
ARANJUEZ
Jardín
de la Isla, y Jardín del Príncipe. Los jardines de las delicias “pajareras”.
De los 7.000 millones
de población mundial en la actualidad, el 54% de sus habitantes viven en
ciudades.
Las ciudades generan
unos impactos ambientales perjudiciales para la fauna alada, como son la
contaminación atmosférica, acústica y lumínica, la generación de residuos
sólidos urbanos, destrucción de hábitats naturales aledaños a las urbes, o la
construcción de infraestructuras qué provocan barreras artificiales para
intercambio genético entre especies.
A pesar de todos estos
impactos resulta paradójico que para muchas especies de aves, las ciudades sean
un foco de atracción. Las causas son qué dentro de ellas se sienten más seguras
ya qué no están sometidas al estrés cinegético, que las ciudades son una isla
de calor y ofrecen una temperatura agradable para las aves invernantes, y que en ellas encuentren zonas de alimentación como los cercanos vertederos, así
como suministros permanentes de agua en los jardines y parques.
Además de las aves más
cosmopolitas que ya nos hemos acostumbrados a ver cerca de nuestras casas como
los gorriones comunes, urracas, palomas bravías, golondrinas comunes o vencejos
comunes, una nueva legión de nuevas especies se está haciendo cada vez más
presente en nuestras metrópolis.
A día de hoy ya no es
extraño ver perdices rojas, abubillas, busardos ratoneros, en parques como la
Casa de Campo, o cormoranes comunes, gaviotas sombrías, gaviotas reidoras, o gansos de Nilo, en Madrid Río.
Resulta chocante como
estudiando censos de población de aves en España se constata como las aves
esteparias están cayendo en picado, y alguna de ellas presenten un alarmante
declive como los sisones, aguiluchos cenizos, avutardas, etc, mientras que las
aves forestales llevan un largo periodo remontando sus poblaciones,
haciéndose cada vez más comunes.
Las ciudades no son
ajenas a este fenómeno del repunte de las poblaciones de aves forestales, y en
los parques madrileños cada vez en más frecuente ver pitos reales, pico
picapinos, agateadores comunes, palomas torcaces, pinzones comunes, carboneros
comunes, herrerillos comunes y otras especies, que saben sacarle todo el
partido a los recursos qué les brinda la ciudad.
Los parques urbanos son
pequeños oasis de biodiversidad dentro del conglomerado urbano. Los parques
urbanos de Hyde Park en Londres, o Las Tullerías en París, son un pequeño edén
para las aves que habitan en estas megalópolis.
Recientemente, en estos
parques urbanos ha surgido la actividad del “birdwathching”, pero practicado en
zonas urbanas, como el ejemplo de Central Park de Nueva York donde apasionados
ornitólogos buscan rarezas observando especies tan interesantes como colibríes,
búhos reales, garzas o halcones. A una menor escala, pero no menos interesante,
Madrid Río se llena de amantes de las aves para intentar encontrar alguna
rareza de gaviotas, de entre las especies que pasan el invierno entre nosotros.
Una ciudad muy
interesante para el avistamiento de aves es el municipio de Aranjuez. Su
posición geográfica, enclavada dentro de la inmensa ZEPA de Carrizales y Sotos
de Aranjuez, y sus majestuosos y señoriales jardines históricos, hacen
merecedora de una visita para todo ornitólogo que se precie.
A destacar dos de sus
jardines más famosos, El Jardín de la Isla y el Jardín del Príncipe.
El Jardín del Príncipe
data del siglo XVIII. Con una extensión más grande que el Parque del Retiro, es
de estilo inglés y francés. Cuenta con grandes paseos, y varias fuentes como la
de Apolo, y en su recinto se encuentra la Casa del Labrador, y el hermoso
Estanque de los Chinescos.
El Jardín de la Isla es
renacentista de inspiración italo-flamenca. Situado entre el Palacio Real y el
Tajo, sus obras comenzaron en el siglo XVI, y el agua de sus fuentes fue traída
desde el cercano humedal del Mar de Ontígola. Cuenta con amplios paseos, y
fuentes ornamentales como la Fuente de Baco, o la Fuente de Venus.
En estos dos jardines
podemos gozar de la presencia de especies de aves tan comunes en parque urbanos
como palomas torcaces, mirlos comunes, gorriones molineros, estorninos negros,
carboneros comunes, herrerillos comunes y otras más esquivas o menos abundantes
como pico menor, zorzal charlo, o mochuelo común. A todas ellas hay que añadir las
exóticas o domesticadas como el pavo real o la oca doméstica.
La ruta propuesta es
una ruta lineal, desde la estación de cercanías de Aranjuez, hasta la parada de
autobús de vuelta a Madrid de unas 2 horas y 30 minutos de duración de
dificultad fácil.
(Ruta lineal de 2 horas y media de duración y dificultad baja por los jardines de Aranjuez). |
Durante la ruta
visitaremos el Camino Natural del Tajo, Jardín de la Isla, Azud del Tajo,
Jardín del Príncipe y Estanque de los Chinescos.
Recomendaciones para la
ruta.
-La ruta es ideal para
hacerla con niños. Si vemos que puede ser muy larga, la podemos acortar visitando
uno de los jardines.
-Antes de visitar los
jardines, consultar el horario de cierre. Se pueden ver en la página de turismo
de la ciudad.
-Es recomendable ir en
transporte público, porque podemos tener problemas de aparcamiento en los
alrededores de los jardines.
-En verano, si somos
propensos a las picaduras de los mosquitos, llevar repelente, para cuando
estemos cerca del río Tajo.
-La visita es muy
recomendable hacerla en otoño, cuando con la caída de la hoja los jardines
presente un mosaico incomparable. Primavera también es una buena época para la
visita, con los jardines floridos.
Accesos a los Jardines
de Aranjuez.
-En coche. Autovía A-4,
hasta la salida 37. Luego coger la M-305. 43 minutos desde Madrid.
-En autobús. Línea 423
desde la Estación Sur de Autobuses. El autobús nos dejará en la calle las
Infantas a 10 minutos de la entrada del Jardín del Príncipe. 1 hora desde
Madrid.
-En cercanías. Línea
C3. 44 minutos desde Madrid. 20 minutos andando desde la estación a la entrada
del Jardín de la Isla.
-En bicicleta. Desde la
estación de cercanías de Aranjuez. Los jardines se encuentran situados junto al
Camino Natural del Tajo, ideal para hacer parte de su recorrido en bicicleta.
Este es el relato de
una ruta qué realicé la última semana de Enero de 2017.
Llevaba días viendo en
varios foros de aves, fotos subidas de pico menor por personas que lo habían
visto en el Jardín de la Isla. Este pequeño y bonito pícido, antes más raro de
ver, se está expandiendo por muchas zonas del sur madrileño, sobre todo en
zonas de bosques de riberas y parques urbanos.
Con este aliciente, y
con el objetivo de ver otras especies aladas, cogí el tren de cercanías y me
planté en Aranjuez. A pesar de ser invierno, era un día casi primaveral. La
temperatura era agradable, y el cielo completamente despejado después de unos
días de incesantes lluvias.
Abandoné la estación de
cercanías de Aranjuez, de estilo neomudéjar, para coger la carretera de Toledo y
posteriormente la Avenida del Palacio.
Al comienzo del
trayecto pude ver las primeras palomas torcaces.
La carretera de Toledo
posee un gran paseo con espectaculares ejemplares de plátanos, alguno de ellos
de centenares de años de edad. Justo casi a su comienzo, hay uno de porte
colosal, y que está catalogado como “árbol singular por la Comunidad de
Madrid”. En todo lo alto de sus copas un nutrido grupo de grajillas occidentales competían
con sus estridentes cantos contra otro grupo de estorninos negros.
(Grajillas occidentales, corvus monedula). |
El paseo rodea un
apartadero de vagones de trenes, y en el muro de piedra qué lo separa, había
posado un macho de colirrojo tizón cantando melodiosamente.
Un poco más adelante
del camino, en un pequeño jardín de unas casas bajas, le tocó el turno a un
bello ejemplar de verderón común.
Al rato llegué a la
gran explanada donde justo enfrente se sitúa el majestuoso Palacio Real. En la explanada de césped buscaban comida
bandos mixtos de palomas torcaces y estorninos negros, y muy cerca de ellos, en
un pequeño arbusto trataba de esconderse un inquieto macho de petirrojo
europeo.
(Petirrojo europeo, erithacus rubecula). |
Por una pequeña puerta
aledaña al Palacio Real se entra al Jardín de la Isla. Lo primero qué te recibe
son los esplendorosos ejemplares de magnolios.
El jardín estaba
concurrido, ya que temperatura templada de aquella tarde, animaba a la gente a
dar un agradable paseo.
Llegué a azud del Tajo,
donde con una gran represa, varias gallinetas comunes trataban de
remontar la pendiente qué trazaba el río.
(Gallineta común, gallinula chloropus). |
Debajo de la represa,
una gran concentración de ocas domésticas y ánades reales
esperaban impacientes a ver si algún transeúnte les daba algo de comer.
Seguí el camino pegado
al Tajo, observando un soto de ribera con buena vegetación aunque algo
degradado por algunas construcciones abandonadas qué ocupaban parte del bosque ribereño.
Tan atento iba a la evolución de río qué no me di cuenta que en unos plátanos
cercanos había un par de llamativas palomas zuritas.
(Paloma zurita, columba oenas). |
Comencé a alejarme del
río para internarme en la parte más arbolada del jardín, con el objetivo de ver
el pico menor.
Primero vi un pinzón
vulgar, y poco después le tocó el turno a dos mirlos comunes.
Inicié un rastreo con
los prismáticos por las ramas más altas de los árboles. En uno de ellos un ave
cantaba con un canto qué me era familiar, y tras poder encontrarlo con los
prismáticos pude ver qué se trataba de un zorzal común.
(Zorzal común, turdus philomelos). |
Pasaba el tiempo y no había
señales del pico menor. Así que decidí hacer un último intento en un pequeño
canal qué desemboca en el Tajo.
Tras una espera de
varios minutos sólo pude añadir dos más para la lista: carbonero común y agateador
común.
Seguí todo el canal
hasta acabar en el pequeño azud qué hay junto al Palacio Real, y qué donde en primavera se ve el magnífico espectáculo de como los barbos saltan, intentando
flanquear esa barrera artificial.
Nuevamente paré un rato
a echar un vistazo al azud más grande. Entre tanto ánade real y oca doméstica se
colocó una inquieta lavandera cascadeña.
(Azud del Tajo). |
Pasó volando por lo
alto un cormorán grande, y poco
después se posó una gaviota sombría qué le daba un toque exótico a aquel lugar.
(Gaviota sombría, larus fuscus). |
Pasado el famoso
restaurante de La Rana Verde, volví a toparme con el Camino Natural del Tajo,
con un panel explicativo y una baliza marcando los kilómetros de la ruta.
(Camino Natural del Tajo a su paso por Aranjuez). |
A escasos metros ya
veía la entrada del Jardín del Príncipe con su magnífica puerta de hierro obra
de Juan de Villanueva, con dos
basamentos de piedra y cuatro columnas de estilo jónico.
(Entrada al Jardín del Príncipe). |
Al entrar fue curioso
encontrar en el mismo camino de entrada tres patos criollos qué
descansaban ajenos al trajín de la gente. Más adelante vi los primeros gorriones
comunes de la ruta, qué se me hacía raro no haberlos visto hasta ese
instante.
Giré a la derecha por
el camino para adentrarme en una zona de huertas con un paseo flanqueado por
numerosos almendros. Allí revoloteaban varios mosquiteros comunes, y un
juguetón herrerillo común.
Al final del camino encontré
un cartel indicándome la dirección del Estanque de los Chinescos, y en un
pequeño bosquete se empezaron a ver las primeras ardillas comunes. Una de
ellas se levantó al verme adoptando una postura muy graciosa como si de un
pequeño hombrecillo sorprendido se tratase.
(Ardilla común, sciurus vulgaris). |
En pocos minutos llegué
al fastuoso Estanque de los Chinescos, un canto a la belleza paisajística.
La última vez qué lo
visité lo encontré lleno de especies como porrones moñudos, tarros canelos, y
patos colorados, todas ellas criadas en cautividad, pero en esta ocasión
aparecía muy vacío a excepción de algunos azulones.
(Estanque de los Chinescos). |
Junto al estanque había
un macho de pavo real, qué nos deleitó con un baile de cortejo desplegando
su sensacional abanico. Después seguí accediendo a la parte más frondosa del
jardín para hacer otro intento al pico menor, pero nuevamente no hubo suerte.
(Pavo real, pavo cristatus). |
El camino acaba nuevamente a orilas del río Tajo, y en la otra margen había una nutrida población
de conejos.
Retomé el camino de
vuelta porque estaba cercana la hora del cierre del jardín. En el bosque del
Estanque de los Chinescos, tercer y último intento infructuoso para el pico
menor, y tuve qué conformarme con ver a su primo el pico picapinos.
(Pico picapinos, dendrocopos major). |
Disfrutando de un
hermoso atardecer en el Estanque de los Chinescos acababa esta ruta tan
interesante, antes de iniciar el camino de vuelta al autobús qué me llevaría a
Madrid.
¡A qué esperáis para
visitar estos jardines tan interesantes! Seguro que encontrareis alguna especie
muy llamativa para vuestra lista pajarera.
¡Felices
avistamientos!.
© Rafa Ac.
El fin del relato
concluye con la habitual lista de especies avistadas durante la ruta.
FAUNA DE LOS JARDINES DE LA ISLA Y EL PRÍNCIPE
|
|
AVES
|
MAMÍFEROS
|
Agateador
común
|
Ardilla
común
|
Ánade real
|
Conejo
|
Carbonero
común
|
|
Colirrojo
tizón
|
|
Cormorán
grande
|
|
Estornino
negro
|
|
Gallineta
común
|
|
Gaviota
sombría
|
|
Gorrión
común
|
|
Grajilla
occidental
|
|
Herrerillo
común
|
|
Lavandera
cascadeña
|
|
Mirlo común
|
|
Mosquitero
común
|
|
Oca
doméstica
|
|
Paloma
torcaz
|
|
Paloma
zurita
|
|
Pato
criollo
|
|
Pavo real
|
|
Petirrojo
europeo
|
|
Pinzón
vulgar
|
|
Verderón
común
|
|
Zorzal
común
|