miércoles, 22 de marzo de 2017

RUTA POR NAVAS DEL REY Y COLMENAR DEL ARROYO

RUTA POR NAVAS DEL REY Y COLMENAR DEL ARROYO

ZEPA 56. El reino de las aves rapaces.

En el Suroeste de la Comunidad de Madrid lindando con las provincias de Ávila y Toledo, existe un inmenso territorio protegido de lo más privilegiado, y en buen estado de conservación. Se trata de la ZEPA número 56 “Encinares del Alberche y río Cofio”. 83.000 hectáreas de monte mediterráneo con mayúsculas, mezclados con otros ecosistemas como ríos, embalses, zonas de cultivo y roquedos cuarcíticos.

(Dehesa de Navalmoral, en la ZEPA de los encinares del Alberche y río Cofio).

Aparte de ZEPA (Zona de especial de protección para las aves), tiene otras figuras de protección como LIC (Lugar de interés comunitario) y ZEC (Zona de especial conservación).
La ZEPA nació para proteger a la importante población de águila imperial que hay en la zona, la más grande de toda la Comunidad de Madrid, con 16 parejas. A este emblema del monte mediterráneo se le unen otras dos especies propias y amenazadas de este ecosistema tan genuino de la Península Ibérica, el buitre negro y la cigüeña negra.
A esta tríada ornitológica mediterránea, hay que añadir especies de rapaces tan singulares como búho real, buitre leonado, culebrera europea, águila real, alcotán, cernícalo primilla, elanio azul o halcón peregrino.
La variedad de ecosistemas, y su buen estado de protección hará las delicias de los ornitológos con especies como escribano montesino, oropéndola, cárabo común, piquituerto común, carraca europea, herrerillo capuchino, gorrión chillón, y un largo etcétera.
La riqueza en mamíferos no le va a la zaga. Ungulados como ciervo común, gamo, muflón, jabalí. Con carnívoros como gato montés, turón, comadreja, tejón, zorro común, y pequeños mamíferos como varias especies de murciélagos y topillo común.
La diversidad herpetológica es destacada, mencionando a especies como la culebra de escalera, lagarto ocelado, galápago leproso, eslizón ibérico o víbora hocicuda. En cuanto anfibios, podemos observar especies como gallipato, sapo común, sapo corredor, o sapo partero ibérico.
Sobresale la calidad de las aguas de ríos como el Alberche o Perales, en cuyos cauces podemos aún encontrar especies de peces autóctonos como la pardilla, calandino, cacho o boga de río.
En cuanto a la flora, la especie dominante es la encina. Junto a esta encontramos otras especies arbóreas como alcornoques, quejigos, madroños o enebros.
La vegetación arbustiva se compone principalmente por especies como jara pringosa, retama de bolas, cantueso, peonía y torvisco.
A pesar de toda esta riqueza natural, este espectacular espacio no está exento de impactos ecológicos.
Quizás el más recordado es el desdoblamiento de la M-501 conocida como la “carretera de los pantanos”, con la ya famosa polémica del excremento de lince que supuestamente se encontró en las inmediaciones de la autovía. Polémicas aparte, la UE y el Tribunal Supremo denunciaron el desdoblamiento de la autovía por incumplir la directiva de hábitats y de fauna y flora silvestre. A día de hoy la controversia sigue en pie.
Las construcciones de nuevas urbanizaciones de segunda residencia, siguen fragmentado hábitats en alguno de los 12 municipios que componen la ZEPA.
En los últimos años se han producido varios incendios forestales, algunos de gran magnitud como el tristemente recordado entre Robledo de Chavela y Valdemaqueda, donde sus consecuencias negativas aún se dejan notar a día de hoy.
En época estival el entorno del Embalse de San Juan se ve masificado, con la consecuencia de molestias a la fauna que provoca tal concentración de personas, en un entorno limitado.
La Dehesa de Navalmoral es una enorme dehesa entre los municipios de Navas del Rey y Colmenar del Arroyo, donde pasta el ganado bravo, con buenas formaciones de encinar y enebro, zona de campeo del águila imperial, debido a su alta densidad de conejo.
La ruta propuesta es una ruta lineal de 2 horas de duración y dificultad media, comenzando en el casco urbano de Navas del Rey y terminando en el casco urbano de Colmenar del Arroyo, visitando el Centro de Fauna José Peña, la Dehesa de Nalvalmoral, el Mirador del Valle del Alberche y los restos de una explotación minera en Colmenar del Arroyo.

(Ruta lineal de 2 horas duración entre Navas del Rey y Colmenar del Arroyo de dificultad media).

Recomendaciones para la ruta.
-Vamos a transitar por zonas con ganado bravo. Procuraremos no molestar a vacas y terneros, y siempre cerraremos las cancelas después de atravesarlas.
-Una parte de la ruta cruza cotos de caza. Tendremos precaución en la época de caza.
-Estamos en una zona de campeo y cría del águila imperial. Si detectamos algún nido, mantendremos una distancia prudencial, evitando molestias, no sacar fotos, y no revelar el emplazamiento del nido. Seamos conscientes que molestar o fotografiar el nido, sin los permisos correspondientes, puede tener consecuencias nefastas para la puesta, además de estar penado por ley.
-No salirse de los caminos. La ruta transcurre por vías pecuarias y no es necesario salirse de ella. En época de invierno y primavera puede haber arroyos con caudal crecido, así que se recomienda ir con botas de montaña.
-Si hacemos la ruta a la inversa, desde Colmenar del Arroyo, es ideal hacer una visita al Centro de Fauna José Peña, donde hay una muestra de especies animales que habitan en la Sierra del Guadarrama.
Accesos a Navas del Rey.
-En coche. M-501. 44 minutos desde Madrid. La ruta se inicia desde las cercanías del Centro de Fauna José Peña.
-En autobús. Línea 551 Madrid (Príncipe Pío)-El Tiemblo/Cebreros.  1 hora desde Madrid.
Accesos a Colmenar del Arroyo.
-En coche. M-501 hasta salida 37. Luego la M-510. 46 minutos desde Madrid.
-En autobús. Madrid (Moncloa)-Colmenar del Arroyo. 70 minutos desde Madrid.
La ruta es ideal para hacerla en bicicleta. La estación de tren más cercana es Zarzalejo, y desde allí se tarda 1 hora aproximada hasta Navas del Rey.
Este es el relato de una ruta qué realicé a mediados de Marzo de 2017.
A tan sólo una semana de primavera, y apurando los últimos días de invierno, decidí hacer una escapada a la Sierra Oeste. El objetivo de mi visita era doble: por un lado ver si habían llegado ya los cernícalos primilla del primillar de Navas del Rey, e intentar ver y fotografiar el águila imperial ibérica, una de mis aves favoritas.
Las dehesas que se extienden entre los municipios de Navas del Rey y Chapinería, tienen las más altas densidades de imperiales de toda la Comunidad de Madrid. El excelente grado de conservación de sus dehesas, unido a la gran concentración de conejos, su principal pieza de caza, hace que sea relativamente fácil verla campear, incluso en los aledaños del Centro de Fauna José Peña.

(La densidad de conejos en las dehesas de Navas del Rey es muy alta, pieza de caza fundamental para el águila imperial ibérica).

Aún recuerdo con nostalgia, cuando haciendo prácticas en el aledaño Centro de Educación Ambiental del Águila en Chapinería, pudimos ver una tarde, el combate entre dos parejas de imperiales, algo realmente espectacular, que se me ha quedado grabado en la retina por mucho tiempo.
Nos encontrábamos en fechas donde habían acabado el cortejo y comenzaban con la puesta, así que multiplicaría mis posibilidades de verla.
Tras una hora de viaje en autobús, regocijándome con los vistosos paisajes de la ZEPA 56, llegué al casco urbano de Navas del Rey.
Se palpaba en el ambiente la cercanía de la primavera. Había gran bullicio de gorriones comunes y las golondrinas comunes  hacían vuelos rasantes, algunas de ellas pasando muy cerca de donde me encontraba.
Tras un pequeño paseo desde la parada del autobús llegué a la explanada del cementerio donde me recibieron tórtolas turcas y urracas comunes.
Subí un pequeño murete de piedra para tener una buena visión del primillar. Estaba tan concentrado en buscar los primillas qué no me di cuenta que a mi derecha estaban las instalaciones del Centro de Fauna José Peña. Y me llevé una buena sorpresa al comprobar qué estaba muy cerca de la instalación de los lobos ibéricos.
Allí había una pareja de lobos ibéricos. Se les veía estresados, ya qué repetían continuamente el mismo recorrido en círculo.

(Instalaciones de lobos ibéricos en el Centro de Fauna José Peña).

Justo el fin de semana anterior había participado en la manifestación por la protección del lobo ibérico en la Puerta del Sol. Ante esta imagen me negaba a creer que el futuro del lobo ibérico fuese ese. El de los últimos lobos ibéricos pertrechados en cautividad, y no en libertad conviviendo en paz con los ganaderos. Tanto unos como otros tienen todo el derecho a vivir en armonía. Cada uno de ellos cumple una excelente labor biológica en el buen mantenimiento de los hábitats.
Después de este encuentro tan casual me dediqué a mirar con detalle el primillar. Tras unos minutos ni rastro de los primillas. Aún hacía frío, y en esta zona de Madrid suelen ser más tardíos que en otras zonas del Sur.
Me tuve que conformar con ver algunas grajillas occidentales que aprovechaban los nidales del primillar para poner sus puestas.

(Grajillas occidentales, corvus monedula, en el primillar de Navas del Rey).

Rodeé el cementerio y pronto di con el inicio de la senda marcada con balizas, y con un gran cartel explicativo de la ruta.

(Cartel informativo en la ruta por la Dehesa de Navalmoral).

Un pequeño arroyo, con buen caudal, atravesaba la pista por donde transitaba. Junto a este se había formado una bonita charca, ensalzada con los colores de los ranúnculos que la cubrían. En ella, había una pequeña concentración de ánades reales, y entre tanto pato se coló una juguetona lavandera blanca.

(Lavandera blanca, motacilla alba).

La Dehesa de Navalmoral lucía con todo su esplendor, por las lluvias invernales. En el horizonte se veía el majestuoso Pico Almenara. El último pico de la Sierra del Guadarrama antes de fundirse con las primeras montañas de la Sierra de Gredos.

(Pico Almenara, último pico de la Sierra del Guadarrama antes de unirse a la Sierra de Gredos).

Con el cielo despejado, sólo roto por alguna nube pasajera, comenzaron a aparecer las primeras rapaces de la jornada. Inicialmente a lo lejos, pude identificar un busardo ratonero, y poco después le tocó el turno a un elegante ejemplar de milano real.

(Milano real, milvus milvus).

Comencé atravesar zonas de ganado bravo. Las vacas y terneros rumiaban tranquilamente, poco interesadas en mi presencia. Entre ellas una inmensa concentración de estorninos negros ponía una nota de color oscura a estos bonitos prados verdes.

(Estorninos negros, sturnus unicolor, entre ganado bravo).

La vía pecuaria comenzaba subir una pequeña loma, y cuando coroné la pendiente, volví a atravesar otra cancela. En esta zona la dehesa ya comenzaba a cerrarse más, pasando a tener una estructura de bosque frondoso.
A lo lejos se veía una de las famosas torretas usadas para el trasvase del Embalse de Valmayor a Picadas. Comencé a oír un reclamo característico a modo de “crac-crac-crac” repetitivo. Por un momento pensé que se trataba de las grajillas de la torre, pero no. Ese reclamo ya lo había escuchado antes y sólo podía tratarse de una imperial. Comencé a rastrear sin éxito con los prismáticos, hasta que el reclamo se hizo más cercano. Y tras una buena barrida con los prismáticos allí estaba. ¡El águila imperial! ¡Qué gozada! Era espectacular verla volar tan majestuosa. La joya de las rapaces ibéricas y una de las cuatro especies de águila más amenazadas del mundo, y allí estaba, ofreciéndome un recital de planeos y picados. Hasta tuve el privilegio de ver un pequeño combate entre la emperatriz de las águilas y un busardo ratonero.
La ruta no había sido en balde y había cumplido uno de mis objetivos.

(Águila imperial ibérica, aquila adalberti).

Con este buen sabor de boca, continué con la ruta. Pronto llegué a otra pequeña laguna en mitad de la dehesa. Allí nuevamente otra concentración de azulones, y entre ellos un inesperado visitante, un andarríos grande.

(Laguna en la Dehesa de Navalmoral).

Las sorpresas no quedaban allí, porque en lo alto de un cardo, había posado un alcaudón real que lo usaba a modo de mirador privilegiado.

(Alcaudón real, lanius meridionalis).

La senda comenzaba a serpentear por una dehesa más cerrada, con mezcla de encinas y enebros, alguno de ellos de gran porte. En aquel bosque tan tupido se escondían bandadas de palomas torcaces y rabilargos ibéricos.

(A lo largo de la ruta podemos encontrar algunos enebros de gran porte).

En algunos tramos del camino aparecían grandes bolos graníticos típicos de la Sierra del Guadarrama, qué eran aprovechados para realizar marcas del GR o camino de gran recorrido.
Según iba ascendiendo, tenía unas magníficas vistas del valle del Alberche, Sierra del Guadarrama, estribaciones de Gredos y de Madrid capital, con las icónicas Torres de la Castellana a lo lejos. Justo cuando estaba mirando el sky-line madrileño apareció a lo lejos un señorial buitre negro.

(Buitre negro, aegypius monachus).

En los claros de la dehesa, había buenas formaciones de jaras pringosas, a las que les quedaba poco tiempo para echar la flor, e impregnar el campo de su característico olor a ládano. Entre ellas cantaba una escurridiza curruca cabecinegra, y en unos pinos cercanos hicieron acto de aparición dos carboneros comunes, y posteriormente un pinzón vulgar.
La senda por la que transité durante más de una hora terminaba en una pista muy grande con un gran cartel informativo sobre la ruta, y una señal de vía pecuaria. Aquí podía haber dado la vuelta y regresar de nuevo a Navas del Rey. Pero si el mapa, y después el gps no me fallaban, esa vía pecuaria me llevaría a Colmenar del Arroyo, y como me veía con fuerzas y ganas, decidí continuar el camino hacia el pueblo.
Tras varios minutos de camino de subida, llegué a un mirador con un cartel que confirmaba qué estaba en el Mirador del Valle del Alberche. Un encantador mirador natural con vistas a varios picos de las estribaciones de Gredos, y de la Sierra del Guadarrama. Desde allí el camino presentaba una fuerte pendiente de bajada, qué agradecía después de una buena caminata sin apenas tregua.

(Mirador del Valle del Alberche, en Colmenar del Arroyo).

A la izquierda del camino encontré una casa abandonada digna de la película de Psicosis. Junta a ella había una cantera abandonada. Al instante encontré un panel explicativo indicando qué era una antigua mina abandonada. La verdad es que el sitio era muy atractivo para los que nos gustan los pueblos abandonados. Pero la finca estaba vallada, así que me conformé con sacar fotos desde su exterior.

(Antigua explotación minera en Colmenar del Arroyo).

Ya veía las primeras casas de Colmenar del Arroyo y a lo lejos de nuevo las Torres de la Castellana.

(Vistas de Colmenar del Arroyo con las Torres de la Castellana al fondo).

El camino era flanqueado por un pequeño arroyo, y me pegué a él para ver si observaba algún pequeño pajarillo. Como premio pude descubrir al escurridizo arrendajo euroasiático tan típico de estos ecosistemas serranos.
A los lados del camino nuevas explotaciones ganaderas con algunas charcas para abrevar el ganado, y que constituían un pequeño oasis de biodiversidad, donde los pequeños pajarillos del bosque bajaban a beber.

(Lagunas estacionales en la dehesa, de vital importancia para el ganado y las aves).

Después de casi dos horas de trayecto aparecieron los primeros chalets del pueblo, qué rompían la estética paisajística de la dehesa.
En unos chopos cercanos cantaban al unísono varios serines verdecillos a los que poco después se le unieron un mirlo común.
Poco después, sobre un cable un poste de la luz pude fotografiar a un simpático herrerillo común.

(Herrerillo común, cyanistes caeruleus).

Un muro de piedra flanqueaba el camino de entrada al pueblo, y allí estaba posada una hembra de colirrojo tizón.
Antes de llegar al centro del pueblo pasé por el Parque Municipal de las Viñuelas. Tenía muy buena pinta pero andaba como de costumbre con el tiempo justo para coger el autobús de vuelta, así que no me pude parar. En otra ocasión le haré una visita en condiciones.
Luego, tras pasar por otro agradable parque en el centro del pueblo, junto al Arroyo Colmenar, donde la gente disfrutaba de este día tan soleado por fin llegué a la Plaza de España, con la interesante Iglesia de la Asunción donde una pareja de cigüeñas blancas tenían el nido.
La plaza estaba muy animada de gente y de las recién llegadas especies de aves estivales como golondrinas comunes y aviones comunes que cerraban la lista de esta ruta tan interesante.
¡A qué esperáis para calzaros echaros la mochila al hombro y disfrutar de estos rincones tan interesantes de la Sierra Oeste Madrileña! ¡No os dejará indiferentes!
¡Felices avistamientos!
© Rafa Ac.
Adjunto la lista de las especies vistas durante la ruta.
FAUNA DE LA DEHESA DE NAVALMORAL
AVES
MAMÍFEROS
Águila imperial ibérica
Conejo
Alcaudón real
Ánade real
Andarríos grande
Arrendajo euroasiático
Avión común
Buitre negro
Busardo ratonero
Carbonero común
Cigüeña blanca
Colirrojo tizón
Curruca cabecinegra
Estornino negro
Golondrina común
Gorrión común
Grajilla occidental
Herrerillo común
Lavandera blanca
Milano real
Mirlo común
Paloma torcaz
Pinzón vulgar
Rabilargo ibérico
Serín verdecillo
Tórtola turca
Urraca común



2 comentarios:

  1. La mina de la que hablas creo que se llama del Padre Jesus, o algo así. La primera vez que estuve allí entré, pues no estaba vallada. Un sitio de una impresionante desolación y abandono. La ultima vez que fui ya estaba vallada.
    Como bien dices, es una de las mejores zona para ver grandes rapaces. Mas bien ya mas metidos en la zona de los pantanos, quizá. El alto de la Parada es un mirador fantástico para ello.
    Por cierto, el otro día estuve en el Monte de Boadilla y no se si conoces una laguna artificial de mas o menos 200 metros cuadrados a la altura del polideportivo en la carretera de Pozuelo. Pues bien, en tan pequeña extensión se pueden ver porrones moñudos, cucharas, patos colorados, porrones comunes y tarros canelos entre otras anatidas mas comunes. Imposible mas por menos.
    Buen reportaje, como siempre. Un saludo, amigo

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  2. Hola Paco. Si conozco la laguna de la qué hablas. De hecho si miras en mi blog tengo una ruta dedicada al monte de Boadilla y la laguna. Lo qué pasa es qué esas aves están troqueladas. Están allí en plan ornamental, y ya es raro ver en ese monte especies como patos colorados o moñudos.
    Gracias por tus comentarios. Un saludo.

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