domingo, 13 de mayo de 2018

RUTA POR POZUELO DEL REY Y CAMPO REAL


Camino de Arganda del Rey. Sobre quesos y avutardas.

Siempre he sido un enamorado de la vida ganadera y pastoril. Me fascina todo lo relacionado con la trashumancia, las cañadas reales, cordeles y veredas, y las especies autóctonas de ganadería.
Esta pasión quizás sea propiciada porque mi pueblo se encuentra en la comarca pacense de La Serena, uno de los tres valles ganaderos más importantes de la Península Ibérica.
Esta cultura ancestral, que se inicia en los tiempos del Neolítico, aporta importantes beneficios medioambientales, culturales, y etnográficos, en aquellas zonas donde aún se practica la ganadería extensiva.
Las cañadas, cordeles y veredas son auténticos corredores ecológicos que interconectan espacios naturales, y son fundamentales para el intercambio genético entres especies animales y vegetales. Los rebaños de ovejas, son importantes dispersadores de semillas, que las llevan pegadas a su lana.
La ganadería extensiva favorece la cría de razas autóctonas, como nuestra afamada oveja merina, y que es la responsable de la producción de uno de los mejores quesos del mundo: el queso de Campo Real.

(El pueblo de Campo Real le debe su fama a sus agraciados quesos de oveja).

En este célebre pueblo de la comarca de la Alcarria madrileña se produce este exquisito queso.
Siempre he hecho campaña por el consumo de productos locales, pues reportan importantes beneficios como la creación de empleo, la reducción de gases de efecto invernadero al acortar sus redes de transporte, el uso de materias primas del lugar, y el fomento de especies autóctonas.
La fabricación de este excelente queso en el pueblo, garantiza el mantenimiento de las estepas cerealistas que rodean el municipio, que es donde pastan las ovejas merinas. Estas estepas cerealistas, son el hábitat de especies de aves esteparias tan amenazadas como la avutarda, el sisón, o el aguilucho cenizo.
Una de las mejores poblaciones de avutarda común de toda la Comunidad de Madrid, la encontramos en la IBA (área importante para las aves) de la Alcarria madrileña.
La avutarda común, el ave voladora más pesada del mundo después de la avutarda de Kori, llega a pesar hasta 18 kilos. Cuando llega la primavera, entorno de los meses Marzo y Abril, comienza su cortejo. Por estas fechas, podemos contemplar uno de los espectáculos naturales más fascinantes de la Península Ibérica, la famosa rueda de la avutarda.
Los machos en época de celo presentan los característicos bigotes o barbones. Se reúnen en “leks” para exhibirse con su famoso baile ante las hembras, hinchando su buche de manera prominente.

(La rueda de la avutarda, es una de los espectáculos naturales más fascinantes que podemos ver de la fauna ibérica).

La IBA de la Alcarria madrileña contiene la cuarta parte de la población de avutardas de toda la Comunidad de Madrid, y también es una zona esteparia de importancia crucial para otras especies amenazadas como el sisón común, o el aguilucho cenizo.
En sus 8.000 hectáreas de extensión con las que cuenta la IBA, se entremezclan olivares, viñedos y cultivos cerealistas, con pequeños bosquetes de coscojas, y prados de tomillo y cantueso, siendo el hábitat ideal para otras especies de aves como mochuelos comunes, lechuzas campestres, aguiluchos laguneros, terreras, calandrias, milanos negros, o collalbas grises, entre las más destacadas.
La ruta propuesta es una ruta lineal de 2 horas y media de duración y dificultad baja,  con inicio en el pueblo de Pozuelo del Rey, y final en el pueblo de Campo Real, visitando el Parque Municipal de Pozuelo del Rey, y a través del Camino de Arganda visitar una parte de la IBA, transitando por zonas de olivares, viñedos, almendros, coscojares y campos cerealistas.

(Ruta lineal de 2 horas y media de duración y de dificultad baja, entre Pozuelo del Rey y Campo Real).

Accesos a Pozuelo del Rey.
-En coche. Coger la A-2 Autovía Madrid-Barcelona y en la salida 23 tomar la M-300, y posteriormente la M-203, y por último la M-224. 25 minutos desde Madrid.
-En autobús. Línea 261. Madrid (Avenida de América-Villar del Olmo). 50 minutos desde Madrid.
Línea 321. Hospital de Arganda-Villar del Olmo. 25 minutos desde Arganda del Rey.
Como el final de la ruta termina en el pueblo de Campo Real, podemos coger allí las siguientes líneas de autobuses: la 313, que nos llevará a Madrid (Conde de Casal). La 320 de Alcalá de Henares a Arganda del Rey, y 321 Villar de Olmo a Arganda del Rey.
-En bicicleta. Coger la línea 9 de Metro hasta Arganda del Rey, y desde allí tomar el Camino a Arganda en dirección Campo Real, para terminar en Pozuelo del Rey. 1 hora 15 minutos.
Recomendaciones para la ruta.
-Evitar el verano. El recorrido cuenta con pocas sombras. La primavera es ideal para realizar la ruta para ver las avutardas y otras especies esteparias como el aguilucho cenizo. Invierno es buena época para ver las especies invernantes, así como el paso de grullas comunes.
-No salirse de los caminos. Visitamos una zona con especies tan sensibles como avutardas y sisones, especialmente en la época de celo y reproducción. La rueda la observaremos desde un hide, y a una distancia más que prudencial para no provocar molestias. Es muy recomendable llevar telescopio terrestre.
-El silencio es nuestro mejor compañero durante la ruta. Así evitaremos molestias innecesarias a las aves, y podremos identificarlas por sus cantos.
-Respetar las propiedades privadas y no molestar el ganado.
-Llevar agua. Desde que abandonemos el pueblo de Pozuelo, hasta llegar a Campo Real no podremos abastecernos de agua.
Este es el relato de una ruta qué realice el mes de Abril pasado.
Tercera semana de Abril, y por aquellas fechas, el objetivo de la ruta era poder ver el sisón común. Una especie que ha sufrido un dramático declive, desapareciendo de muchas zonas de la Península Ibérica. La principal  población reproductora ha emigrado a los alrededores del pueblo de Campo Real, procedente incluso de otras provincias como Toledo.
El otro aliciente era poder contemplar la rueda de la avutarda, ya que Campo Real, también tiene el privilegio de contar con una de las poblaciones de avutardas más importantes de la Comunidad de Madrid.

(Macho de avutarda común, en las estepas cerealistas de Campo Real).

Pozuelo del Rey me recibió con una mañana primaveral muy fresca, ideal para dar un largo paseo y disfrutar de sus bonitos paisajes. El sol comenzaba a salir por el Este, lo que me vendría bien, al tenerlo de espaldas y no entorpecerme en la búsqueda de aves esteparias.
Nada más abandonar la parada del autobús el revuelo de aves urbanitas era muy concurrido. Golondrinas comunes, aviones comunes, vencejos comunes junto a gorriones comunes componían una pequeña muestras de las aves estivales que nos acompañarían hasta finales del verano.
A este jolgorio y amalgama de aves, se unió un buen grupo de estorninos negros que se posaron en un tendido eléctrico, procedentes de los campos cerealistas cercanos.
En pocos minutos estaba en el coqueto parque municipal del pueblo. Allí había un bonito abrevadero, reminiscencia de su pasado trashumante.

(Abrevadero en el parque municipal de Pozuelo del Rey).

En un olmo cercano, había posadas dos palomas torcaces, y mientras me entretenía en fotografiarlas, pasó volando muy cerca una grajilla occidental.

(Paloma torcaz, columba palumbus).

Al final del parque comenzaba la pista del Camino a Arganda, una amplia pista ideal para pasear y montar en bici, que subía una pequeña loma.
Según ascendía por la loma, apareció la primera sorpresa de la mañana. Una madrugadora hembra de avutarda común que voló rauda y veloz por encima del casco urbano del pueblo. En ese momento no podría imaginar la cantidad de avutardas que iba a ver en esa mañana tan provechosa.
En lo alto de la loma se tenían unas magníficas vistas de los campos de Pozuelo del Rey. Y en la línea del horizonte, la inconfundible silueta del castillo de Campo Real, entre un mosaico de campos cerealistas, olivos, viñedos, y algún coscojar.

(La IBA "Alcarria madrileña" es un mosaico de estepas cerealistas, viñedos, olivares, y coscojares. Al fondo el pueblo de Campo Real).

El altozano era un magnífico mirador, y me chocó ver un grupo de cinco ánades reales sobrevolando por una zona esteparia. No me cuadraba su presencia, y me paré un rato a pensar de donde podrían venir, pues no veía ningún curso de agua a la redonda. Tras un rastreo con los prismáticos pude salir de dudas al comprobar que procedían de una pequeña laguna junto a la depuradora del pueblo.
A mi izquierda, en una zona de barbechos y cultivos, había dispersos, unos cuantos majanos. Estas formaciones artificiales de piedras, que se construyen por los agricultores al limpiar un prado de piedras, es una atalaya ideal para multitud de especies de aves. Y esta vez, no iba a ser menos. Cuando el sol me lo permitió, pude comprobar que sobre uno de ellos, estaba posada una collalba gris.

(Collalba gris. Oenanthe oenanthe).

El camino comenzaba a descender ladera abajo, buscando el pequeño valle que describía el Arroyo Val de Loeches. El paisaje era una mezcla de olivares, con almendros, algunos de ellos con un gran porte.

(En los alrededores de Pozuelo del Rey abundan almendros de gran porte).

Las laderas del camino, eran literalmente perforadas por multitud de conejeras.
De vez en cuando, a la vegetación agrícola se le añadía pequeñas formaciones de matorral, y entre una gran retama pude descubrir un juguetón mosquitero musical en pleno paso prenupcial.
El sol comenzaba a calentar el ambiente, y eso animaba a cantar a los escribanos trigueros a pleno pulmón.

(Escribano triguero. Miliaria calandra).

Tras unos minutos llegué a un pequeño olivar, y en un almendro bastante grande,  estaba posado un milano negro, que aguantaba con estoica paciencia el acoso de unas chillonas urracas.

(Milano negro. Milvus milvus).

Tras dejar el olivar, el camino se estrechaba de manera notable, casi convirtiéndose en una vereda, flanqueado por grandes almendros. Al girar uno de estos grandes ejemplares, casi de bruces, me encontré a escasos metros, ¡con un macho de avutarda! Me llevé un buen susto, y resulta casi anecdótico que el macho no se percatara de mi presencia, seguramente abstraído por la época de celo.
Después de sobreponerme al fortuito encuentro, con sigilo y en silencio, me fui alejando de él, para esconderme detrás de un almendro con un tronco muy esbelto, que me proporcionó un buen escondite.
Allí aproveché para sacarle un buen reportaje de fotos, y esperar a que se perdiera entre el gran mar de cereal que rodeaba el camino.

(Macho de avutarda común. Otis tarda).

Proseguí con mi camino, y ahora el paisaje daba paso de los viñedos a campos de cereal. Un aguilucho lagunero pasó en vuelo rasante, por encima del cereal, lo que hizo que asustara a un pequeño grupo de cogujadas comunes que se pusieron a refugio entre una zona de coscojas de la otra parte del camino.
Detrás del coscojar, a lo lejos, se veían las cumbres nevadas de la Sierra del Guadarrama, como hacía muchos años que no se veían tan llenas de nieve, gracias a las copiosas nevadas del mes de Marzo.

(Vistas del Sistema Central desde el Camino de Arganda en Campo Real).

La reverberación comenzaba a ser importante, lo que dificultaba la visión de las aves. Y era tal, que no me di cuenta que un grupo de avutardas, estaba haciendo la rueda, ¡a pocos metros de la carretera a Campo Real! Era muy chocante ver como un macho, en frente de varias hembras estaba haciendo la rueda, y pasando coches a escasos metros.  La imagen era muy esperpéntica, pero el trasiego de coches, no lo quitaba un ápice de belleza a una de las escenas naturales más impresionantes que se pueden contemplar de la fauna ibérica.

(Macho de avutarda haciendo la rueda ante varias hembras).

Llegué a contar unas 15 avutardas. Tras deleitarme un buen rato, decidí continuar el camino, y a pocos metros otro grupo de 17 avutardas también estaban en plena faena. Con la que vi en Pozuelo, hacía la nada despreciable cifra de 33 avutardas. Y estaba seguro que aún quedaría alguna más por ver.
Poco a poco me iba acercando a Campo Real, atravesando pequeñas explotaciones agrícolas y ganaderas. Los olivos seguían acompañándome a través del camino, y en un olivo pude embelesarme con unos elegantes serines verdecillos y sus melodiosos cantos.
Tras abandonar el olivar, pasaron volando otras 3 avutardas, sumando en total 36 en una caminata de 2 horas. La cifra no estaba nada mal.
Ya comenzaba a ver la circunvalación de Campo Real, y el camino por el que transitaba la cruzaba por debajo por un pequeño túnel. Antes de entrar en él sobrevoló sobre el puente de la carretera un cuervo que seguro que iba buscando alguna carroña en la carretera.
Paré un momento en un pequeño coscojar para tener un poco de sombra y allí descubrí a un inquieto carbonero común.
Poco después les tocó el turno a dos avispados pardillos comunes, el macho con su característico pecho rojo carmesí.

(Pardillos comunes. Carduelis cannabina).

El camino de Arganda terminaba bruscamente al pasar por debajo de la carretera de circunvalación, pasando sin solución de continuidad, de pista de tierra, a carretera alquitranada.
Comencé a cruzar una zona de chalets, en busca de la rotonda donde paraba el bus de vuelta a Madrid.
En la valla metálica de un colegio, había posado un hermoso ejemplar de verderón común color verde aceituna.
Y ya llegando a la rotonda ajardinada de la parada del autobús, dentro de ella había un mirlo común, atiborrándose de lombrices, que cerraba la lista de especies avistadas, en esta jornada tan interesante.
Sentado en la parada del autobús, comencé a repasar la lista de aves avistadas. Me quedé con la espina clavada de no haber visto el sisón. Pero me propuse a volver a la semana siguiente a conseguir mi objetivo. Era cuestión de paciencia el que apareciese, porque estaba en el lugar y la fecha indicada, y el tiempo como comprobaréis en el siguiente relato, me daría la razón.
¡A qué esperáis para calzaros la botas, y colgaros los prismáticos, y visitar este espacio natural tan interesante. No os defraudará!.
¡Felices avistamientos!.
© Rafa Ac.

FAUNA DE POZUELO DEL REY Y CAMPO REAL
AVES
MAMÍFEROS
Aguilucho lagunero occidental
Conejo
Ánade real
Avión común
Avutarda común
Carbonero común
Cogujada común
Collalba gris
Cuervo grande
Estornino negro
Golondrina común
Gorrión común
Grajilla occidental
Milano negro
Mirlo común
Mosquitero musical
Paloma torcaz
Pardillo común
Serín verdecillo
Urraca
Vencejo común
Verderón común




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