RUTA POR VILLAVICIOSA DE
ODON.
RUTA POR VILLAVICIOSA DE
ODON. EL FORESTAL.
Ruta por Villaviciosa de Odón. El Forestal de
Villaviciosa, bosque con conciencia ecológica.
El municipio de Villaviciosa de
Odón se encuentra situado geográficamente al suroeste de Madrid capital, a una
distancia de 15
kilómetros aproximadamente.
Villaviciosa de Odón es uno de los
19 municipios qué componen el Parque Regional del Curso medio del Guadarrama.
Aporta el 20% de superficie del parque, contribuyendo con unas 3.700 hectáreas .
Dentro de Villaviciosa nos
encontramos con la grata de sorpresa de un rincón con un encanto especial. Es
el parque del Forestal. Un entorno natural poblado por cedros, robles, arces y
chopos. Con sotobosque, bosques de galería, encinares y varios arroyos qué en
época de lluvias, pueden formar curiosas y bellas cascadas.
(Vista del Forestal de Villaviciosa con castillo al fondo del siglo XV).
El parque se vertebra en torno al
Arroyo de la Madre, qué posteriormente se unirá al Arroyo de la Vega y qué
finalmente desembocará en el río Guadarrama.
Es tal la importancia histórica y
medioambiental de este espacio, qué ya en 1739 obtuvo el título honorífico de
bosque real por medio de Felipe V.
Muy cerca del Forestal nació en
1847 la primera Escuela de Montes en España, y actualmente se levanta en él la
Escuela de Capacitación Agraria.
En una olmeda de 20 hectáreas , los
pioneros de la conservación forestal comenzaron a plantar otras especies como
cipreses de Monterrey y cedros del Himalaya, dándole más valor a este espacio
tan privilegiado. Construyeron un ingenioso sistema hidráulico, para regar las
especies del entorno, a modo de autoabastecimiento, y crear un auténtico
vergel, con especies autóctonas y otras de diversas partes del mundo.
El Forestal es un imán para
numerosas especies ornitológicas, destacando los paseriformes, aves forestales
y rapaces. Con paciencia podremos observar especies tan interesantes como
oropéndolas, mochuelos o cárabos.
(Pinares del Forestal de Villaviciosa de Odón).
El atractivo para los pajareros más
consumados es la existencia de una pequeña población de pico menor (dendrocopos minor)
qué se encuentra en expansión en toda la cuenca del río Guadarrama.
Accesos al Forestal de
Villaviciosa:
-En coche. Por la A-5 Autovía de
Extremadura. Desvío M-50 y posteriormente M-506. 25 minutos aproximadamente.
-En autobús. Numerosos autobuses
pasan por el municipio. 510, 510A, 518, y 567. Tienen su salida desde Príncipe
Pío, Alcorcón y Majadahonda y tardan entorno a 25 minutos y 1 hora.
La ruta propuesta es una ruta semicircular, qué comenzando en la Escuela de Capacitación Agraria termina en las cercanías del castillo. Su duración aproximada son 3 horas y el nivel de dificultad es fácil.
(Ruta semicircular por el Forestal de Villaviciosa de Odón).
Este es el relato de una excursión
qué realicé el 18 de Junio de 2014,
a finales de primavera y muy cerca del inicio del verano.
El autobús procedente de Alcorcón
me dejó muy cerca del edificio de la Escuela de Capacitación Agraria.
Eran las 3 de la tarde pasadas,
hora de la siesta, y el sol calentaba con justicia. Las aves estaban aún
perezosas y las primeras qué se dejaban ver eran las especies urbanas.
Por encima de mi cabeza comenzaron
aparecer estorninos negros, palomas torcaces, gorriones comunes, golondrinas
comunes y urracas.
Siguiendo la valla de la Escuela, y
al final de esta, encontré una pista de tierra donde los primeros carteles ya
me anunciaban qué llegaba al Forestal. Me dió la bienvenida un pequeño bando de
verdecillos.
Grandes pinos de porte muy alto,
adornaban el camino y poco resistí la tentación de hacer un barrido a sus copas
con los prismáticos. Cuando dirigí mi mirada a uno de ellos, por encima pasó un
bello ejemplar de milano real inconfundible por su cola ahorquillada y sus
manchas en las alas.
(Milano real, milvus milvus).
Tras esta bonita estampa, proseguí
mi camino por el pinar, y justo momentos después, una avispada abubilla
buscaba comida entre las acículas del suelo.
(Abubilla, upupa epops).
Estaba tan embelesada en su
menester, qué no se dio cuenta de mi presencia, lo qué me facilitó el qué le
pudiese sacar algunas fotos.
Proseguí mi camino, y tras cruzar
una puerta de madera bajé al Arroyo de las Madre.
Allí pasó un pájaro carpintero a
toda velocidad. Rápidamente cogí los prismáticos para ver si se trataba del
pico menor, una especie a la qué llevaba mucho tiempo detrás de ella, y tenía
muchas ganas de observar.
Tras un buen rato con los
prismáticos me llevé una pequeña decepción al ver qué se trataba de un pico
picapinos. Otra especie más de la lista.
Pero al instante oí un ruido qué me
resulto familiar. Antes de la ruta, me había empapado con el CD de los cantos
de aves para saber como era el canto del pico menor, y junto a un pino cercano
oí ese mismo canto.
Me acerqué un poco más a su base, y
ahora lo oía con más intensidad.
Allí estaba de espaldas, haciendo
un agujero en el tronco.
Tenía mis dudas, y tuve qué mirar
varias veces la guía de identificación de aves.
Y al tercer intento con los
prismáticos, tuve una visión más clara del ave. ¡Eureka, bimbazo!. Se trataba
de una hembra de pico menor.
(Hembra de pico menor, dendrocopos minor)
La espera había merecido la pena.
Estuve deleitándome con su tamborileo en el tronco más de 15 minutos.
Tras este golpe de fortuna continué
con el paseo y paré un rato en un pinar con mucha sombra pues el calor ya
empezaba a pasarme factura.
En lo alto del cielo, comenzaban a
volar aviones comunes y vencejos comunes en busca de los molestos
mosquitos. Después de pasar estos, 3 buitres leonados hicieron acto de
presencia aprovechando las térmicas para planear en busca de carroña.
Decidí tomar el Sendero de los
Conejos, donde la vegetación era más cerrada, y hacer una espera en el
sotobosque a los paseriformes.
(Sendero de los Conejos)
El Arroyo de la Madre llevaba muy poca
agua por el estío, y en algunas zonas era una sucesión de charcos. Decidí hacer
una espera en uno de ellos pues era un foco de atracción para los pequeños
pajarillos.
En pocos minutos un desfile de
estas simpáticas aves comenzó a desfilar. Primero acudieron a beber los jilgueros,
posteriormente los mitos. Luego dos herrerillos
comunes y por último un carbonero común y una curruca
capirotada.
Tras esta pausa seguí subiendo el
sendero, y en lo alto de un talud, junto a una valla metálica había una zona de
olivar. Hice una pequeña parada y a lo lejos pude ver un pequeño grupo de perdices
rojas.
Volvía a bajar al arroyo buscando
la sombra de los árboles. Agazapado entre un arbusto, un petirrojo se delató con
sus típicos cánticos en forma de chasquido.
Tanto me agaché para verlo qué
cuando me levanté me metí un buen coscorrón con una rama. En ese momento puedo
decir qué ví más pajarillos qué todo lo qué llevaba de ruta.
Continué por el sendero de los
Conejos, qué haciendo honor a su nombre, no paraban de cruzarse en mi camino.
(Conejo de monte, oryctolagus cuniculus)
Bajando otra vez por el arroyo
seco, en sus taludes se veían volar a los abejarucos comunes, qué usaban estas
formaciones de arcilla para hacer sus nidos.
(Abejaruco europeo, merops apiaster)
Tras más de media hora subiendo el
arroyo, decidí volver a bajar para hacer otra espera en la zona de los charcos.
Allí llegaría la segunda sorpresa
del día.
Tras contemplar como saciaban su
sed una pareja de tórtolas turcas, en el tronco de un chopo cercano se posó un trepador
azul. Es una delicia contemplar un ave con ese azul tan vistoso, y a
eso hay qué sumarle sus típicos movimientos cuando baja por el tronco de un
árbol.
Aguanté unos minutos más agazapado
tras un gran arbusto, y lo último qué ví fue una paloma zurita qué también
bajó a refrescarse al pico en el charco.
Seguí el arroyo aguas abajo, y en
un claro del pinar un pito real reclamó su presencia con
su canto a modo de relincho.
(Pito real, picus viridis)
Bajo las copas de los pinos, una ardilla
común al percatarse de mi presencia, salió escopetada, y en cuestión de
segundos ya estaba en lo más alto del tronco de un pino.
Tras traspasar la valla llegué a
una cañada real, qué acababa en el camino de los Testerales, qué me llevaría a
las puertas del Castillo de Villaviciosa.
Los abejarucos volvieron a
hacer acto de presencia, y las golondrinas comunes estaban
descansando en un árbol seco, lo qué me facilitó el poderlas fotografiar.
(Golondrinas comunes, hirundo rustica)
A pocos metros ya veía el Castillo
de Villaviciosa, y como telón de fondo un nido de cigüeñas blancas ponía el
colofón a esta ruta tan interesante.
¡A qué esperáis para coger vuestra
mochila y prismáticos, y disfrutar de este bosque tan interesante!.
© Rafita Almenilla.
Para terminar, adjunto la lista de
especies avistada en la ruta.
FAUNA DEL FORESTAL DE VILLAVICIOSA
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AVES
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MAMIFEROS
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Abejaruco
europeo
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Conejo
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Abubilla
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Ardilla
común
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Avión
común
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Buitre
leonado
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Carbonero
común
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Curruca
capirotada
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Estornino
negro
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Gorrión
común
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Herrerillo
común
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Jilguero
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Milano
real
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Mito
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Paloma
torcaz
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Paloma
zurita
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Perdiz
roja
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Petirrojo
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Pico
menor
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