Ruta
del Horcajo. Otoñada, viñedos y zorzales.
La Comunidad de Madrid,
también es tierra de vinos. Sus afamados “caldos” ocupan una superficie de
8.900 hectáreas de extensión.
La denominación de
origen “Vinos de Madrid” es tardía
apenas cuenta con 30 años de declaración. Ello no resta calidad a este
producto tan afamado.
Los viñedos del municipio de Belmonte de Tajo se circunscriben a la Comarca de Arganda del Rey, subzona Sureste.
La tradición
vitivinícola de este bello pueblo de la Comarca de las Vegas, viene de muy
antaño, y se ha mantenido hasta nuestros días. Lo que nos da la posibilidad de
disfrutar de una cata, e introducirnos en el mundo del vino visitando alguna de
sus bodegas como la Bodega Ecológica Andrés Morate, o la Cooperativa del Vino de
San Isidro.
Ya hemos comentado en
este blog que los viñedos ecológicos, a pesar de ser un ecosistema antrópico,
albergan una gran riqueza biológica, tanto en flora como en fauna.
Los viñedos ecológicos
que encontramos en Belmonte de Tajo, están sustentados sobre un terreno
arcilloso y calizo. La cubierta de vegetación herbácea que hay en ellos, al no ser tratados con
pesticidas y herbicidas favorece la aparición de una fauna entomológica
compuesta por gusanos, cochinillas, saltamontes, mariquitas o mantis, que son
el sustento de numerosas especies de aves insectívoras.
En estos viñedos
observaremos especies de aves como carboneros comunes, herrerillos comunes,
tarabillas europeas, colirrojos tizones, gorriones chillones, que darán buena
cuenta de estos insectos, siendo claves para el control biológico.
Hay que tener en cuenta
que la vendimia en nuestros campos abarca desde Julio hasta Septiembre, y
algunos años prolongándose hasta el mes de Octubre. Este periodo de tiempo
coincide con el final del Verano y comienzo del Otoño, periodo de paso
post-nupcial, para aves que pasan el Invierno en sus cuarteles de invernada
al Sur del Sáhara, y algunas en Oriente Medio.
Las uvas que no se
recolectan son reservas de grasa para los primeros invernantes que empiezan
a llegar a la Península ibérica, como zorzales comunes, zorzales alirrojos,
zorzales charlos, alondras comunes, o currucas capirotadas.
En este periodo de paso
migratorio, los insectos de los viñedos ecológicos serán fuente de alimentación
para el largo viaje que les espera para especies como papamoscas cerrojillos,
papamoscas grises, tarabillas norteñas, o mosquiteros musicales. Y esta fuente
de alimentación junto a las uvas son aprovechadas por fauna residente como
abubillas, jilgueros europeos, herrerillos comunes, carboneros comunes, pardillos comunes, verderones comunes o serines
verdecillos.
Los majanos, que son
acumulaciones de piedras que se amontonan al limpiar la zona de cultivo son
aprovechadas para otras especies animales como conejos, ratones de campo, lagartos
ocelados, lagartijas ibéricas, o culebras bastardas.
Y toda este fuente de
alimentación es foco de atracción para aves rapaces como gavilanes, milanos
reales, busardos ratoneros, mochuelos comunes, o cernícalos vulgares.
Todo este elenco de
fauna podemos observarlo en los viñedos ecológicos que nos encontraremos en la
ruta del Horcajo.
Esta ruta es una de la
mayor riqueza ambiental de Belmonte de Tajo. A los ya comentados viñedos, atravesaremos
zonas de monte mediterráneo con buenas formaciones de encinas, coscojas, y
quejigos. Zonas de sotobosque con formaciones arbustivas de durillo, tomillo o
lentisco. Espartales. Y pinares de pinos carrascos de repoblación.
La ruta completa nos
dará una buena visión de dos formaciones naturales bien diferenciadas. El
páramo, típico de la comarca de la Alcarria, más seco pero no menos atractivo,
y la zona de la Vega, más fértil y donde podemos observar un pequeño embalse en
forma de “U”.
Atravesaremos los
arroyos del Horcajo y la Veguilla, y este último forma un pequeño oasis de
frescor y biodiversidad en la Fuente de la Tejera, con un pequeño bosquete de
ribera con chopos que darán buena sombra en los meses más cálidos.
A la riqueza natural,
tenemos que añadir la cultural y etnográfica, pues visitaremos tres fuentes
como la Fuente de Abajo, la Fuente de Arriba y la Fuente de la Tejera, y en
ellas poder deleitarnos con antiguos lavaderos, y con suerte podemos ver
anfibios como ranas comunes o sapos parteros.
La ruta propuesta es
una ruta circular de 7 kilómetros de distancia, duración de 2 horas y media, y
de dificultad media.
Ficha técnica de la ruta.
-Tipo de ruta: circular.
-Dificultad:
media.
-Punto inicio y fin de
la ruta: Parada del autobús 337 en la Carretera M-404, esquina
calle Camino del Tío Miguel. Parada del autobús 337, Plaza de Valencia.
-Duración: 2 horas y
media. Con parada para ver aves.
-Desnivel: punto más
alto 735 metros. Punto más bajo, 600 metros.
-Época recomendada de
visita: Otoño y Primavera.
-Valores naturales: ruta del Horcajo, visitando zonas de páramos y vega.
-Valores culturales: fuentes de Arriba, Abajo y la Tejera.
Como llegar a Belmonte
de Tajo.
-En coche: tomar
la autovía A-3 hasta la salida 48 y luego la M-404 hasta Belmonte de Tajo. 52
minutos.
-En autobús: coger
el autobús 337 Conde de Casal-Valdelaguna, y bajarse en la parada de la
carretera a Valdelaguna. 1 hora y 15 minutos.
-En bicicleta:
la ruta no es recomendable hacerla en bici. Aparte de que no tenemos cerca
algún transporte para subir la bici, hay zonas del camino en mal estado con
piedras, que se incrementa si han caído lluvias fuertes.
Recomendaciones de la
ruta.
-Hay partes del camino
que no tienen buen firme. Están llenos de piedras y no es nada recomendable
hacerlo con zapatillas. Es mejor calzarse unas botas de montaña.
-Dada la distancia, y
que el camino tiene algunas pendientes no es recomendable hacerlo entero con
niños. Lo mejor para ellos es hacerlo hasta la Fuente de la Tejera, ida y
vuelta.
-La ubicación de la
Fuente de la Tejera, está mal puesta en “google maps”. No corresponde con el
punto de mapa. Se encuentra un poco más al norte.
-Vamos a transitar
junto a la valla de un coto de caza. Extremar las precauciones en época de
caza.
-Las épocas ideales
para visitar el entorno son el Otoño y la Primavera. En Otoño la variedad de
colores de los chopos y los quejigos, junto a los atardeceres son dignos de ser
fotografiados. La Primavera con la explosión de flores, si es lluviosa, merece
una escapada.
-Esta ruta es un poco
más corta que la original, aunque no le resta belleza e interés, además que
transitaremos pegados a un encinar en buen estado de conservación.
-Es recomendable llevar
agua para el recorrido.
-No salirse de los
caminos. La ruta está señalizada, y respetar el patrimonio etnográfico como son
las fuentes que nos encontraremos durante la ruta.
-Un buen plan de fin de
semana es completar la ruta con una visita a la Bodega Ecológica Andrés
Morate, o a la Cooperativa del Vino de San Isidro.
Esta es el relato de
una ruta que realicé a finales de Octubre de 2022.
Hacía un mes que había
vuelto a Madrid, después de vivir casi tres años en Extremadura. Aún seguía
ubicándome, y nada mejor para quitarme la “morriña” que una visita a uno de mis
rincones favoritos de la Comunidad de Madrid, la Comarca de las Vegas.
A pesar de estar casi
en Noviembre, Belmonte de Tajo me recibió con una tarde muy calurosa. Ya estaba
un poco harto del eterno “veroño” y más después de venir de sufrir uno de los
veranos más tórridos que hemos padecido.
Hacía unos días que
habían comenzado a citar los primeros bandos de grullas cruzando la comunidad,
y pensé que aquella tarde tan despejada sería propicia para ver algún bando
cruzando el municipio.
El autobús que me trajo
desde Madrid atravesó el bello casco antiguo del pueblo y me dejó justo en el
punto donde termina la ruta a la Dehesa de Valdecabañas, de la que también
hablo en este blog.
Tomé la calle de la
derecha desde la parada del autobús y en poco tiempo me encontré una elevada
pendiente, que para empezar ya descolocó mis piernas. Sin solución de
continuidad, luego una bajada de las que sufren las rodillas. Y al final de la
calle comenzaba una pista de tierra donde se encontraban la Fuente de Arriba y
la de Abajo.
Me paré un momento a
ver estas sugerentes fuentes construidas con caliza de Colmenar de Oreja. Junto
a ellas antiguos lavaderos restaurados, que ahora eran ocupados por infinidad
de pequeños renacuajos.
Estaba tan ensimismado
por intentar descubrir de que especies eran que no me di cuenta de que en el
lavadero de al lado había una lavandera cascadeña, que poco tardó en volar al detectar mi presencia.
El camino estaba en mal
estado. Había una capa de piedras que hacía muy incómodo transitarlo. Me
arrepentí de no haber traído las botas de montaña, porque con zapatillas mis
tobillos empezaban a resentirse.
El camino estaba
flanqueado por almendros y algarrobos, y en una de ellos había posadas, dos tórtolas
turcas.
La pista iba paralela
al Arroyo de la Veguilla, que unos metros más arriba se le unía el Arroyo
del Horcajo, que da nombre a la ruta.
La primera parte de la
ruta transitaba entre campos de cereal, y barbecho.
Me subía a una loma
para rastrear la zona de barbecho, a ver si veía movimiento de aves, porque la
tarde había empezado muy floja.
Entre los barbechos
pude observar un grupo de cogujadas comunes que picoteaban en
el suelo.
Mirando el “google
maps” en el móvil me ponía que estaba cerca de la Fuente de la Tejera, pero
cuál fue mi sorpresa que al llegar al punto sólo había una gran encina en medio
de un campo sin cultivar. Ni rastro de la fuente. No podía haberse esfumado ni
secado de golpe. De hecho, las fotos que había visto en internet no cuadraban
con el entorno, ya que no veía ningún chopo alrededor.
En ese mismo punto el
camino se bifurcaba y decidí, con buen criterio, coger el de la izquierda.
El camino comenzaba a
ganar altura, cada vez estaba más impracticable. Tenía que ir muy despacio para
no tratar de tropezar con alguna piedra.
El paisaje iba
cambiando. Primero una zona de espartal. Según subía sotobosque con durillo,
lentisco y coscojas. Y a mi derecha un encinar con algunos ejemplares de buen
porte.
Seguía dejando a mi
izquierda el Arroyo de la Veguilla, completamente seco, pero con mucha piedra
suelta, y ramas arrastradas, señal de que tuvo que haber una tormenta que
descargara con fuerza y arrastrase tierra y vegetación.
La cuesta comenzaba a
hacer mella, ya que el firme era muy malo, además se metieron varias piedras en
las zapatillas, que me estaban dando la tarde. Sin ninguna piedra grande donde
apoyarme, unos metros más arriba comencé a ver un bosque de ribera, donde
decidí que tendría que parar para quitármelas.
Antes de llegar a él, vi posado en un árbol seco una silueta negra que no identificada. Cuando puede
verla con mejor luz, pude comprobar que se trataba de un bonito ejemplar de alcaudón
real.
Y casi sin darme cuenta
estaba en la Fuente de la Tejera. Un auténtico remanso de paz, y un oasis para
las aves. Un gran charco rodeado de chopos, con un gran zarzal, y con unos
bancos que agradecí profundamente, y donde pueda quitarme las molestias
piedras.
Aproveche para
descansar un rato a la sombra y desde el banco de madera, ojear el zarzal.
Había movimiento de aves. Primero sorprendí a un par de mirlos comunes y poco después a una curruca cabecinegra que
me observaba detenídamente desde dentro de la zarza.
Durante el trayecto
había echado en falta la presencia de alguna rapaz, ya que era un día despejado
y sin viento. Y antes de levantarme del banco para reanudar la marcha, una
sombra negra se reflejó en el suelo. Al alzar la vista me sorprendió un buitre
leonado volando a baja altura. Tal susto me llevé que tardé en
reaccionar para hacerle una foto.
Al poco rato de perder
de vista el buitre leonado, voló raudo y veloz un gavilán común que se
perdió detrás de los chopos.
El camino volvía a
repetir otra pendiente tortuosa, aunque menos mal que a partir de donde acababa
el camino tenía mejor firme, y el calvario de esquivar piedras tocaba a su fin.
Llegando a lo más alto de este, se bifurcaba, y mirando el mapa opté por coger
una vereda pegada un coto de caza, ya que recortaría más tiempo, para llegar en
hora a coger el bus de vuelta.
El camino se estrechaba
hasta convertirse casi en una vereda. A mi izquierda un mosaico de viñedos, y a
mi derecha, la valla que rodeaba el coto de caza dentro de un encinar en buen
estado de conservación.
Tenía unas vistas
magníficas para ver paso de grullas, pero ni si quiera oía sus trompeteos.
Rastreando el cielo comencé a ver varios grupos de cuervos comunes que
bajaban a comer al viñedo.
El camino no tenía
piedras pero literalmente iba pisando una alfombra de bellotas de las encinas
que rodeaban el camino.
Debajo de la copa de
una encina había un petirrojo europeo que se perdió entre unas retamas al detectar
mi presencia.
Según iba avanzando por
el camino por encima de mi cabeza empezaron a pasar varios bandos de zorzales,
desde el viñedo en dirección al encinar. Volaban muy rápido, sin darme tiempo a
identificarlos.
Primero puedo observar
a uno que volaba más despacio y pude comprobar que se trataba de un zorzal
común. Otro se posó poco tiempo en medio del camino, pero justo para
identificar sus manchas circulares típicas: zorzal charlo.
Otra vez vi movimiento
de córvidos. Y en una encina, comiendo
un fruto que bien podía ser una bellota, se dejó avistar muy bien una corneja
negra.
La vereda atravesaba un
gran viñedo, y acaba en una gran pista señalizada con el recorrido de la ruta.
De entre el viñedo salió al unísono un gran bando de pardillos comunes a
refugiarse al encinar.
Me puse alerta porque
ese comportamiento era signo de que algún depredador estaba cerca, y no me
equivoqué al ver al rato planear dos cernícalos vulgares.
La pista era muy ancha
y el firme muy bueno, así que por fin podían descansar mis maltrechos pies. La
pista se volvía a adentrar en otro viñedo, pero este con más movimiento de
aves, lo que indicaba que nos adentrábamos en un viñedo ecológico. En el tramo
desde que entré en el viñedo hasta que acabé en un mirador, sumé otras especies
como jilguero
europeo, curruca capirotada, verderón común, herrerillo común, pinzón vulgar y colirrojo tizón.
A la derecha del camino el encinar se aclara y deja ver un pequeño mirador con unas vistas magníficas al valle del Arroyo del Horcajo, observando al fondo un pequeño embalse en forma de “U”, con los colores otoñales de los quejigos y los chopos, lo que hacían un paisaje digno de ser fotografiado.
Desde este punto hasta
la entrada al pueblo ya sólo quedaba cruzar el Arroyo del Horcajuelo, donde en
un chopo pude ver a un grupo de gorriones comunes, que curiosamente
no había visto durante la ruta.
La última pendiente ya
la subía casi sin fuerzas y justo me dejaba en las puertas de la Bodega de
Andrés Morate, donde en sus puertas anoté las últimas especies de la lista: urraca
común, y estornino negro.
Como ya me quedan pocos
minutos para coger el bus de vuelta, la visita a la bodega la dejaría en otra
ocasión que volviese con más margen de tiempo.
Al final las grullas no
hicieron acto de presencia, las vi pocas semanas después, aunque ello no quita
el disfrute de esta ruta tan interesante.
¡A qué esperáis para
colgaros los prismáticos y calzaros las botas y disfrutar de este rincón tan
recomendable de la Comarca de las Vegas!
¡Felices avistamientos!
R. Almenilla.
Para terminar, adjunto
las especies vistas durante la ruta.
FAUNA DE LA RUTA DEL HORCAJO |
AVES |
Lavandera
cascadeña |
Tórtola
turca |
Cogujada
común |
Mirlo común |
Curruca
cabecinegra |
Buitre
leonado |
Gavilán
común |
Cuervo
grande |
Petirrojo
europeo |
Zorzal
común |
Zorzal
charlo |
Corneja
negra |
Cernícalo
vulgar |
Jilguero
europeo |
Curruca
capirotada |
Verderón
común |
Herrerillo
común |
Colirrojo
tizón |
Gorrión
común |
Urraca
común |
Estornino
negro Mapa fuente: Google maps. |
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