RUTA POR EL DISTRITO PUENTE
DE VALLECAS. PARQUE DEL CERRO DEL TIO PIO.
Parque del Cerro
del Tío Pío. De Madrid al cielo.
Me vais a permitir qué rinda un pequeño homenaje al barrio
qué me vió nacer, y a uno de sus parques más emblemáticos y de toda la ciudad
de Madrid. Se trata del barrio de Vallecas y su famoso Parque del Cerro del Tío
Pío o “Parque de las 7 tetas” como lo conocemos todos los vallecanos.
Sin ánimo de exagerar, desde el Bar el Mirador, o desde
alguna de sus montañas artificiales, se pueden contemplar las mejores vistas de
Madrid, con unos espectaculares atardeceres. Sus vistas son memorables, y en
ella se puede apreciar el característicos “sky line” de Madrid, con monumentos
tan emblemáticos como el Pirulí, las Torres de la Castellana, o el Parque del
Retiro. Además, se trata de un magnífico mirador natural.
Vistas del "sky line" madrileño con la Sierra del Guadarrama al fondo. |
Desde el parque, se puede apreciar una gran porción de la
Sierra del Guadarrama, desde la Sierra de la Cabrera hasta el Pico Almenara, y
las estribaciones de Gredos, con el Pico el Alto del Mirlo como primera
formación de este sistema montañoso.
Con unos prismáticos podremos contemplar otros accidentes
geográficos como el Puerto de Guadarrama, la Maliciosa, El Yelmo de la Pedriza,
el Monte Abantos, e incluso las estribaciones de los Montes de Toledo.
Vistas de la Pedriza del Manznares desde el Parque del Cerro del Tío Pío. |
Podemos avistar los municipios del gran sur metropolitano
qué rodean a la ciudad de Madrid como Getafe, Leganés, Pozuelo de Alarcón o
Parla, y con unos prismáticos, otros más alejados como Torrejón de Velasco o San
Lorenzo del Escorial con su famoso Monasterio.
El parque se construyó sobre los escombros de las casas
derruidas de la población emigrante qué llegó a Madrid entre los años 50 y 70.
La gran mayoría procedían de las comunidades de Andalucía y Extremadura.
Las "tetas" del Cerro del Tío Pío son en realidad escombreras con las casas de la población inmigrante. A principios del siglo XX había sobre ellas explotaciones de salinas. |
En los 80 comienzan los primeros realojos de estas familias,
en el vecino barrio de Palomeras, y es en ese mismo año cuando se construye el
parque.
Todavía recuerdo allá por los comienzos de los 80 cuando las
excavadoras comenzaron a modelar con los escombros lo qué hoy sería uno de los
parques más carismáticos de la ciudad de Madrid. Por aquella época, siendo un
niño jugaba con mi hermano y mi pandilla en lo qué se conocía como los
arrabales.
En aquellos tiempos, en Vallecas acaba Madrid, y el fin de
la ciudad lo delimitaba una tapia de ladrillos qué aún conserva algunos restos.
Allí jugábamos felices y despreocupados por aquellos descampados, donde sólo
había algunas fábricas de cerámica con la arcilla qué se extraía en esos
terrenos.
Antes de qué se construyera la Colonia de los Taxistas y
justo donde se encuentra el Cerro del Tío Pío, era un descampado con una laguna
donde había patos, salamandras y ranas. Esta zona es un gran acuífero
subterráneo y aún hoy, en muchos garajes de los pisos de la Colonia de los
Taxistas se nota la humedad de la zona.
En nuestros juegos de infancia, jugando a ser exploradores, nos encontrábamos con la fauna qué poblaba aquellos míticos descampados.
Tarántulas, cernícalos vulgares, conejos, lagartijas ibéricas, jilgueros, o
culebras bastardas, despertaban nuestra curiosidad y el amor por la naturaleza.
El Parque del Tío Pío se encuentra situado en el distrito de
Puente de Vallecas al Sureste de la Ciudad de Madrid. Limita con las calles
Maruja García Romero, Ramón Pérez de Ayala, Pío Felipe y Camino de Valderribas.
Situado entre la Colonia de los Taxistas y la Colonia de Santa Ana. En su
interior hay un parque de bomberos y un centro de rehabilitación para
discapacitados.
La vegetación del parque está compuesta por grandes praderas
de césped. En sus márgenes hay plantados especies como chopos, álamos negros, olmos de Siberia, plátanos, algarrobos, formaciones de pino carrasco y moreras, coscojas,
adelfas y otros arbustos ornamentales.
La vegetación arbórea del Parque del Cerro del Tío Pío está compuesta por chopos, álamos negros, pinos carrascos, algarrobos, moreras, olmos de Siberia, plátanos y coscojas. |
En el parque se ven las típicas especies de aves de
cualquier parque madrileño como verdecillos, mirlos comunes, gorriones
molineros, estorninos negros o palomas torcaces. En época de paso se pueden ver
algunas especies interesantes como mosquiteros musicales, papamoscas
cerrojillos e incluso algún torcecuello, esporádicamente.
Entonces el pajarero más selecto se preguntará por qué es
tan atractivo este parque para la observación de aves. Pues resulta qué es un
magnífico balcón natural para la observación de la migración de las grullas a
sus cuarteles de invernada en los meses otoñales. También es un magnífico
mirador para ver y fotografiar los grandes bandos de gaviotas reidoras qué se
desplazan a sus dormideros desde el vertedero de Valdemingómez, al embalse de
Santillana en la Pedriza de Manzanares.
Accesos al Parque del Cerro del Tío Pío:
-En coche. Coger la A-3 Madrid-Valencia y tomar el desvío en
la calle El Bosco y luego la Calle Maruja García Romero. 14 minutos.
-En Autobús. Líneas 143 y 141. Bajarse en la Calle Pío
Felipe junto al Colegio Tajamar.
-En Metro. Línea 1 parada Buenos Aires. Luego subir por la
Calle Pío Felipe pasando por el Parque de Bomberos. 10 minutos.
La ruta propuesta es lineal de unas dos horas aproximadas de
recorrido de dificultad baja, con algunas pendientes, pues subiremos y
bajaremos algunas de sus “tetas”, saliendo desde la estación de metro de Buenos
Aires y llegando hasta la última montaña artificial.
Ruta lineal de 2 horas aproximadas de duración por el Parque del Cerro del Tío Pío. |
Este es el relato de una ruta qué realicé a finales de
Octubre de 2014.
Me bajé en la parada de Metro de Buenos Aires, y a su salida tomé la
cuesta de Pío Felipe, hasta llegar a las inmediaciones del Colegio Tajamar.
Allí, a la entrada del parque, me recibía un gran ejemplar
de coscoja, qué ya comenzaba a dejar caer sus bellotas y nos anunciaba qué en
pocos días comenzaba la montanera de la bellota, muy apreciada por muchos
animales, entre ellos las grullas, las protagonistas de este relato.
Llevaba ya días con ganas de ver los primeros bandos de
grullas, en su camino a sus cuarteles de invernada, pero con este calor tan
acusado qué estábamos padeciendo, conocidos por algunos como “veroño” se
estaban retrasando.
Hacía una tarde muy tórrida, con este otoño tan anómalo qué
estábamos padeciendo y el calor me empezaba a hacer mella, así qué decidí
buscar sombra entre una formación de pinos carrascos.
Allí empezaron a aparecer las primeras especies de la lista.
Unos simpáticos verdecillos con sus melodiosos cantos fueron los primeros en
caer. Después apareció un mirlo común. Tras él, un bullicioso
bando de cotorras grises fue a refugiarse a unos plátanos del cercano
Parque de Azorín.
Bajé al cercano centro de discapacitados y allí junto a su
pared busqué un poco de sombra y aproveché para hacer una espera.
En una ladera de la montaña, muy desforestada, con poca
vegetación apareció un colirrojo tizón hembra qué se posó
en un arbusto. Acto seguido un pequeño bando de gorriones comunes
reclamaban su espacio y consiguieron echar a la hembra.
Aprovechando la sombra, me dediqué a fotografiar a unos
simpáticos verdecillos qué se columpiaban en la valla metálica del centro
de discapacitados.
Verdecillo (Serinus serinus). |
Decidí seguir el camino y en la pendiente de la siguiente
montaña un grupo de cuatro lavanderas blancas casi camufladas
por el césped, buscando insectos dentro de él.
Lavandera blanca (Motacilla alba). |
Continuando el camino, en una zona de arbustos aparecieron
dos mosquiteros
musicales, especie qué ya iba concluyendo su paso migratorio.
Tras dar la vuelta a toda la montaña aparecí en un camino
dominado por las grandes formaciones de moreras. En ellas, un nutrido grupo de palomas
torcaces se arremolinaban en sus copas para darse un buen festín con
sus frutos.
Cogí el camino de subida a la Terraza el Mirador y antes de
llegar a ella, en una cercana adelfa se escondía un pequeño petirrojo.
Al llegar a la Terraza el Mirador sobre una farola otra
hembra de colirrojo tizón eligió un buen lugar de observación.
Colirrojo tizón hembra (Phoenicurus ochruros). |
El calor reinante hacía qué el parque estuviese lleno de
gente. Padres jugando con sus niños, y gente joven sentada en la montaña
esperando ver atardecer.
Con tanta gente decidí separarme un poco del bullicio y
coger un camino menos transitado para ver más aves.
Bajé por un camino qué me llevaba a las pistas de fútbol
sala y donde hay más arbustos.
Allí, en una pradera de césped había un numeroso grupo de gorriones
molineros qué picoteaban el césped en busca de comida.
Poco después, en un
gran ejemplar de olmo de Siberia me esperaba un juguetón herrerillo común.
Me escondí tras el árbol y decidí hacer una espera en una
gran pradera de césped.
Primero apareció una gran bandada de estorninos negros. Mirando
con los prismáticos me llevé una grata sorpresa al comprobar qué entre ellos se
había colado un estornino pinto. Al poco tiempo volaron a un pinar cercano y
tras ellos aparecieron tres colirrojos tizones. Estuve un rato
deleitándome con sus juegos y pude sacar algunas fotos al macho, fotos qué
ilustran este relato.
Colirrojo tizón macho (Phoenicurus ochruros). |
Tras esta espera, decidí subir a la última montaña para
intentar ver el paso de las grullas.
El sol ya iba cayendo por línea de cumbres del Guadarrama,
pero de momento no había señales de ellas.
Decidí hacer un barrido con los prismáticos por los tejados
de la vecina colonia de los taxistas. Allí se veían urracas y estorninos negros.
Tras un buen rato de contemplación me llevé una sorpresa al ver un cernícalo
vulgar qué posado sobre una chimenea, la usaba como mirador, atento a
futuras presas.
Cernícalo vulgar (Falco tinnunculus). |
El tiempo pasaba y el sol ya iba cayendo y cada vez tenía
menos luz. Ya comenzaba a decepcionarme y empecé a pensar en volver a casa,
cuando al instante oí un ruido lejano qué me llamó la atención. Al principio
pensé qué se trataba de algún perro, pues mucha gente iba con su mascota a
pasear por el parque, pero en ese momento en el camino donde yo estaba no había
nadie. Instantes después se volvió a oír el sonido, y estaba vez ya era más
nítido. ¡Era el trompeteo de las grullas!. Rápidamente lo primero qué
hice fue mirar al cielo a ver si las veía y allí apareció la primera bandada
con su característica formación en uve. Al instante cogí la cámara y comencé a
echarlas fotos.
Grullas en formación en uve (Grus grus). |
Acto seguido y toda prisa, me subí a la loma de una montaña
y comencé a seguir su rastro con los prismáticos.
Esta bandada comenzó a doblar hacia el Oeste y se perdió a
la altura del Pico Almenara en dirección a Robledo de Chavela.
Acto seguido pude ver otro bando qué desde el Cerro de los
Angeles, giró en dirección sur a la altura de Torrejón de Velasco.
Desde el Cerro del Tío Pío se pueden ver las dos direcciones
qué toman las grullas en su camino al Sur de la Península.
Un grupo sigue la alineación montañosa de la Sierra del
Guadarrama y desde el Alto del Mirlo, primer pico de la Sierra de Gredos
acceden al Valle del Tiétar para continuar a tierras extremeñas con sus
cuarteles en Monfragüe, los llanos de Trujillo, Sierra de San Pedro o
Villuercas.
Otro grupo bajan por la zona Sureste de Madrid, y por la
zona de Torrejón de Velasco se dirigen a los Montes de Toledo para invernar en
Cabañeros, Valle de Alcudia, o los Pedroches en Córdoba.
El bando más curioso qué ví fue uno qué pasó justo por
encima del Pirulí y qué también tomó rumbo en dirección al Oeste.
Tras un paréntesis donde no se volvió a ver ningún bando, un
grupo de cuatro cigüeñas blancas se dejó ver volar en la cercana Colonia de
Fontarrón. Estas cigüeñas blancas seguramente procedieran de la cercana colonia
de Villa de Vallecas, qué a su vez venían del vertedero de Valdemingómez.
Cigüeña blanca (Ciconia ciconia). |
El sol ya estaba poniéndose y ya con la falta de luz no
volví a ver más bandos de grullas. Era el momento para las gaviotas reidoras.
Primero aparecieron cuatro ejemplares aislados. Pero poco
después aparecieron una auténtica explosión de ejemplares. Grandes bandos en
forma de uve se iban repitiendo.
Gaviotas reidoras (Chroicocephalus ridibundus). |
Era una gozada ver la puesta de sol y seguir con los
prismáticos su vuelo en dirección al embalse de Santillana. Así estuve unos
cuantos minutos hasta qué el sol se puso definitivamente no si antes disfrutar
de las mejores puestas de sol de todo Madrid.
Atardecer en el Alto del Mirlo, estribaciones de la Sierra de Gredos. |
¡A qué estáis esperando para disfrutar de gozar de una
magnífica puesta de sol en este lugar tan interesante. Y si es contemplando del
paso de las grullas os llevareis un recuerdo imborrable!
¡Felices avistamientos!.
©
Rafita Almenilla.
Para finalizar adjunto lista de aves avistadas en la ruta.
FAUNA DEL
PARQUE DEL CERRO DEL TÍO PÍO
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AVES
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Cernícalo
vulgar
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Colirrojo
tizón
|
Cotorra
gris
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Estornino
negro
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Estornino
pinto
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Gaviota
reidora
|
Gorrión
común
|
Gorrión
molinero
|
Grulla
|
Herrerillo
común
|
Lavandera
blanca
|
Mirlo
común
|
Mosquitero
musical
|
Paloma
torcaz
|
Petirrojo
|
Urraca
|
Verdecillo
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