RUTA POR ARGANDA DEL REY. EL
CARRASCAL DE ARGANDA.
Carrascal de
Arganda del Rey. Los últimos bosques del Parque Regional del Sureste.
Si hay un aspecto qué llama la
atención del Parque Regional del Sureste es su ausencia de grandes masas
forestales, a excepción de las grandes repoblaciones con pino carrasco qué se
hicieron en los años 60 y 70 del siglo pasado. Excepción hecha también, a los
bosques de galería qué aguantan los envites de la agricultura, en los márgenes
de los ríos del parque, como los bosques ribereños del Manzanares, Jarama, o
Henares.
La vegetación clímax era el típico
encinar manchego. Grandes formaciones de encinas, coscojas, con sotobosque de
matorrales como retamas de bolas, espartos, romero, tomillo, etc. Hoy apenas
quedan restos de estos bosques primigenios, debido a las continuas talas,
roturaciones, sobre-pastoreo, y el qué nos encontremos en una zona de suelos
muy pobres de yesos y margas, con los índices pluviométricos más bajos de toda
la Comunidad de Madrid.
Ejemplos de estos últimos reductos
de encinares manchegos los podemos encontrar en el Cerro del Butarrón en San
Martín de la Vega o en la Dehesa del Carrascal de Arganda del Rey.
(Carrascal de Arganda del Rey, una de las últimas muestras de encinar manchego de la zona Sureste de la Comunidad de Madrid.) |
Arganda del Rey se encuentra a 30 kilómetros de
Madrid capital. Cuenta actualmente con una población aproximada de 55.000
habitantes.
Es un gran polo industrial, con
actividad diversificada como industrias del metal, química, madera, artes
gráficas o productos alimenticios.
En su economía el sector primario
aún tienen una relativa importancia derivada de existencia en su territorio de
numerosas fincas dedicadas al cultivo del olivo, la vid, y el regadío.
Reconocida por la calidad de sus vinos, poseen denominación de origen “Vinos de
Madrid”.
El mosaico de ecosistemas qué
podemos encontrar en todo el municipio se compone fundamentalmente de viñedos,
olivares, humedales, y reductos de monte mediterráneo.
Parte del municipio se encuentra
protegido bajo la figura del Parque Regional del Sureste, y sus 3 zonas
naturales más destacadas son las siguientes:
-Laguna de las Madres. Situadas en
la carretera a Chinchón y muy cercanas a las mejores lagunas del Parque
Regional del Sureste, las lagunas del Porcal.
Consiste en una antigua gravera restaurada, qué posee una zona de ocio,
con un embarcadero, y un restaurante. Se puede montar en barca, pasear o hacer
rutas a caballo.
En este espacio natural podemos
observar entre otras especies de aves, martín pescador, cormorán grande, garza
real, garcilla bueyera, o somormujo lavanco.
-Laguna de la Esperilla. Muy
cercana a la laguna de las Madres. A pesar de ser Reserva Natural actualmente
se encuentran muy degradadas, hasta el punto de haber sacado de su interior
hasta 4 coches abandonados. Urge una importante restauración de la laguna y su
entorno, debido a su importante potencial natural.
-Dehesa Carrascal de Arganda.
Posee unas 131 hectáreas de
extensión. Esta localizada sobre un sustrato de suelos calizos, margosos y de
yesos, con alguna intrusión de rocas cuarcíticas.
Posee la figura de protección de
Zona B o Reserva Integral, dentro del Parque Regional del Sureste, una de las mayores
categorías de conservación.
Es una de las pocas muestras de
encinar manchego qué quedan en la zona Sureste de la Comunidad de Madrid. Su
vegetación clímax era un extenso encinar compartido por otras especies como
coscojas, tomillos, romeros, y espartos. A esto hay qué añadir grandes
extensiones de pino carrasco, procedentes de antiguas repoblaciones realizadas
en los años 50 y 60 del siglo pasado.
(El esparto es un arbusto acostumbrado a vivir en suelos pobres y de escasas precipitaciones. Se realizan repoblaciones para fijar el suelo y evitar la erosión.) |
Para los aficionados pajareros
destacaremos la existencia de rapaces como el alcotán, busardo ratonero, águila
calzada, mochuelo común o cárabo. A esta riqueza faunística habría qué añadir
su gran variedad en lepidópteros, alguno de ellos endémicos y en peligro de
extinción.
La ruta propuesta es una ruta
circular de unas 3 horas y 30 minutos de duración aproximada por la Dehesa del
Carrascal de Arganda. Su dificultad es media, debido a la distancia del
recorrido, ya qué bajaremos por algunas vaguadas, y posteriormente subiremos
otras tantas pendientes. La ruta se hace por pistas forestales en muy buen
estado, muy recomendables para ruta en bicicleta.
(Ruta circular de 3 horas y 30 minutos de dirección aproximada, de dificultad media, por el Carrascal de Arganda del Rey). |
Accesos al Carrascal del Arganda
del Rey.
-En coche. Coger la A-3 hasta la
salida 25. Luego Ronda del Sur, y la Avenida del Instituto. Tomar la carretera
M-313 dirección Morata, y en la rotonda del Mirador de Arganda la salida hacia
la residencia de ancianos. 29 minutos desde Madrid.
-En autobús línea 312 Conde de
Casal-Arganda el Mirador. Bajarse en la última parada, y desde allí andar 15
minutos hasta la residencia de ancianos. 40 minutos desde Madrid.
Línea 312-A Conde de Casal-Arganda
el Mirador por la Poveda. Lo mismo qué la anterior.
-En metro. Línea 9. Paco de
Lucía-Arganda del Rey. Posteriormente desde la estación de metro hasta la
residencia de ancianos tenemos 40 minutos andando.
-En bici. Cerca del Hospital del
Sureste pasa la Vía Verde del Tajuña. Seguirla hasta encontrar alguna pista
forestal qué rodea la dehesa. También podemos ir en bici desde la estación de
metro de Arganda.
Este es el relato de una ruta qué
realicé a finales de Abril de 2015 en primavera.
El autobús procedente de Conde de
Casal me dejó en la rotonda del Mirador de Arganda, en la carretera a Morata de
Tajuña. Desde allí di un pequeño paseo hasta la entrada de la residencia de
ancianos. Siempre entraba por una pista de tierra, entre viñedos, qué salía de
la cercana rotonda anterior a la residencia. Esta vez decidí entrar por una
pista forestal qué estaba justo a la entrada de la residencia, para hacer qué
la ruta fuese circular. Antes de llegar a esta pista, un cartel ya me indicaba
qué me encontraba en este espacio protegido.
(Entrada a la Dehesa del Carrascal de Arganda del Rey.) |
Tras el cartel, se mostraba con
todo su esplendor esta magnífica dehesa, y comencé a anotar las primeras
especies de la lista, paloma torcaz, y urraca. Las golondrinas comunes a
aquella hora de la tarde, aún se mostraban muy activas, a pesar del calor
reinante. Tras varios minutos subiendo una pendiente un poco pronunciada,
llegué a la entrada de la residencia, y a mi izquierda había una formación muy
cerrada de pino carrasco. Allí decidir hacer un alto en el camino y comenzar a
observar con los prismáticos. El canto de varios paseriformes se mezclaba en el
ambiente, y poco a poco comenzaron a hacer acto de presencia. Y en aquel
momento llegó la primera sorpresa de la jornada, un juguetón herrerillo
capuchino, qué muy revoltoso, no se dejó fotografiar. Tras él, le
acompañaban un buen grupo de verdecillos, y una pareja de verderones
comunes.
Poco después atravesé la cancela de
la pista forestal, y comencé a rodear el imponente edificio de la residencia. Las
cornisas del edificio, eran aprovechadas por multitud de aviones comunes y vencejos
comunes para hacer sus nidos.
Posteriormente llegué a una especie
de mirador donde se podían contemplar magníficas vistas de todo el carrascal,
distinguiendo las zonas de encinar, con las de repoblación de pino carrasco.
Tras estas, en la línea del horizonte, la mega-construcción de la cementera de
Morata de Tajuña, qué se puede observar desde muchos puntos de la Comunidad de
Madrid.
(Dehesa del Carrascal de Arganda del Rey, desde el mirador de la residencia de ancianos.) |
A la izquierda de la pista, en una
zona de matorral muy cerrado, se comenzaron a oír las primeras currucas, y con
mucha paciencia puede identificar con los prismáticos una curruca cabecinegra.
El camino acaba en una zona de
chalets, donde se unía a una gran pista forestal, así qué decidí tomar el
camino de la derecha qué descendía a una zona de valle.
Tuve tentaciones de meterme por las
pequeñas veredas qué se adentraban en lo más enmarañado del carrascal, para así
ver más especies de aves, pero preferí seguir la pista grande para no perderme.
Desde lo alto de la pista, vi un grupo de de mitos qué subían y
bajaban con parsimonia por la zona de los arbustos.
Instantes después, llegué a una
valla metálica con un pequeño parque infantil en su interior, y un cartel me
indicaba qué era el área Recreativa del Carrascal.
Al asomarme a la valla, no me dí
cuenta de qué justo en un pino cercano una ardilla común llevaba tiempo
observándome, y cuando me acerqué salió escopetada para subirse en un gran pino
piñonero. En unos cercanos bancos de madera había otra, y la del pino comenzó a
chillar a modo de alarma, alertando a la otra de mi presencia.
(Ardilla común, sciurus vulgaris.) |
Seguí descendiendo por el valle y
comencé a oír el canto de las abubillas, y poco después, apareció
una, qué fue a ocultarse a una zona de viñedos cercana.
A la izquierda del camino se abría
una amplia zona de olivares y viñedos, y a lo lejos pude ver como planeaba una
gran rapaz. Cuando la localicé con los prismáticos comprobé qué se trataba de un
busardo
ratonero.
El paseo era agradable, con cierto
fresquito y comenzó a nublarse un poco. Entre las nubes apareció rauda y veloz
una rapaz. Al principio por la forma de volar pensé qué se trataba de un halcón
peregrino. Pero cuando pude coger los prismáticos y al ver ese pose de alas muy
cerradas en forma de vencejo, me dí cuenta qué se trataba de un alcotán
europeo.
Después de esta sorpresa, y con una
sonrisa de oreja a oreja por el avistamiento, continué descendiendo por la
pista. En los taludes qué rodeaban la misma, se comenzaban a ver los nidos de
los abejarucos, y conejeras, pero ni rastro de ambas especies. A lo lejos se
oían el canto de los abejarucos, pero entre la gran masa
de pinos, no se podía ver ningún ejemplar.
Unos metros más adelante un cartel
me indicaba el camino hacia la finca del Colmenar, así qué tenía qué coger el
camino de la derecha si no quería perderme.
Sobre la valla metálica de la
finca, había un simpático verdecillo, y mientras intentaba fotografiarle, justo
de un almendro cercano, voló asustado un alcaudón común.
Los primeros conejos comenzaron a
hacer acto de presencia en el claro del pinar qué se extendía al otro lado de
la valla metálica, y al verme, empezaron a corretear sin cesar hasta qué
llegaron a una zona de viñedos. Tras ellos dos intrépidas perdices rojas huyeron
cuando me vieron.
En una bifurcación tenía dudas de
qué camino tenía qué tomar, pero el ruido del tráfico de la cercana autovía de
Valencia me sacó de dudas.
Minutos después llegué al área
recreativa de la Fuente del Valle. Una zona muy agradable con fuentes y bancos de
madera, rodeada de vegetación de ribera.
(Área recreativa de la Fuente del Valle.) |
Allí junto a una fuente, había una
zona encharcada y era aprovechada por las golondrinas comunes para coger
barro, para hacer sus nidos. Entre ellas pude distinguir una golondrina
daúrica, qué con mucha paciencia, pude fotografiar.
(Golondrina dáurica, cecropis daurica.) |
La zona era ideal para la oropéndola.
Un pequeño valle surcado por el Arroyo del Valle, flanqueado por olmos,
chopos, sauces, álamos, con adelfas y zarzas.
Y poco tardé en oír a esta
bellísima ave. Al momento apareció una figura amarilla qué se escondió en lo
más profundo de un zarzal. No había, se trataba de la oropéndola.
En el cercano chopo donde está
posada la oropéndola, ascendía por el tronco, a modo de saltitos, un
escurridizo agateador común.
El valle no podía ser más idílico.
Un magnífico bosque de ribera, donde se
estaba muy fresquito, rodeada de mucha vegetación, donde abundaban los pequeños
paseriformes como jilgueros, verdecillos, verderones, o pinzones vulgares. Una
pena qué el ruido del tráfico rodado de la autovía le quitase algo de encanto.
Antes de cruzar un túnel bajo la
autovía se me posó a pocos metros, un juvenil de pinzón vulgar.
(Pinzón vulgar, fringilla coelebs.) |
En la margen izquierda del arroyo
se extendía una zona de olivares y viñedos y por fin pude ver un ejemplar de abejaruco
europeo.
Tras cruzar el túnel acabé por una
pista qué coincidía en algunos tramos con una carretera abandonada. Esta
cruzaba un bonito puente de piedra y me asomé al arroyo, y al verme, una pareja
de ánades
reales salió volando para perderse en la zona del pinar.
Comenzó a chispear un poco, cosa
qué agradecí porque el ambiente se volvió menos caluroso. Llegué a una zona
muy abierta de barbecho, con zonas de olivar y viñedo.
Tomé una pista qué se adentraba en
un gran espartal y qué me volvería a llevar de nuevo a la zona del carrascal.
Según iba asciendo por el cerro, la vegetación poco a poco se iba cerrando más,
pasando de espartales, a coscojares y pinares. Los pequeños gazapillos se me
cruzaban sin cesar por la pista de tierra.
En una zona de coscojar un alcaudón
común estaba vigilante sobre una encina, y antes de qué detectase mi
presencia, pude sacarle una foto.
(Alcaudón común, lanius senator.) |
En una zona mixta de arbustos y
viñedo, se apelotonaban una buena nube de pequeños pajarillos. Con paciencia
pude comprobar qué se trataban de pardillos comunes.
Ya me quedaban pocos kilómetros
para acabar en la rotonda de la carretera a la residencia, aunque antes tenía
qué subir una fuerte pendiente por una zona de pinos carrascos. A mi derecha,
apareció como un rayo una pequeña rapaz qué se ocultó entre los pinos. Tuve qué
esmerarme un buen rato en buscarla entre sus copas, hasta qué me llevé la
tercera sorpresa del día. Un elegante mochuelo común qué a lo lejos me
observaba con sus penetrantes ojos.
(Mochuelo europeo, athene noctua.) |
Esta simpática bolita de plumas
ponía el punto y final a una jornada muy interesante por el Carrascal de
Arganda.
¡A qué esperáis para calzaros las
botas, y preparar vuestros prismáticos y cámara, y disfrutar de este lugar tan
interesante!.
¡Felices avistamientos!.
© Rafita Almenilla.
A modo de cierre, adjunto la lista
de especies avistadas durante la ruta.
FAUNA DEL CARRASCAL DE ARGANDA
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AVES
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MAMIFEROS
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Abejaruco
europeo
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Ardilla
común
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Abubilla
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Conejo
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Agateador
común
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Alcaudón
común
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Alcotán
europeo
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Ánade
real
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Avión
común
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Busardo
ratonero
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Curruca
cabecinegra
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Golondrina
común
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Golondrina
dáurica
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Herrerillo
capuchino
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Mito
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Mochuelo
común
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Oropéndola
europea
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Paloma
torcaz
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Pardillo
común
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Perdiz
roja
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Urraca
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Vencejo
común
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Verdecillo
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Verderón
común
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