martes, 29 de septiembre de 2015

RUTA POR CIEMPOZUELOS

RUTA POR CIEMPOZUELOS. SOTO GUTIÉRREZ Y REAL ACEQUIA DEL JARAMA.
Soto Gutiérrez y Real Acequia del Jarama. Aves entre reses bravas.
En un espacio tan extenso como es el Parque Regional del Sureste, dan cabida numerosas actividades económicas, qué tienen un impacto y una notable repercusión en sus paisajes y ecosistemas. Las principales actividades qué vamos a encontrar en este espacio protegido son la agricultura (secano y regadío), la actividad minera (relacionada con la extracción de áridos), la caza (caza menor), y la ganadería (ovino, caprino, equina y reses bravas). Todas estas actividades configuran un variado mosaico de paisajes como olivares, maizales, lagunas artificiales, repoblaciones forestales de pino carrasco, o lagunas para abrevar el ganado.
La ganadería ha ido perdiendo importancia con el paso de los años, en detrimento de la agricultura de regadío. Se ha convertido en una actividad residual. Actualmente quedan algunos ganados ovinos qué practican las trasterminancia por los municipios de Getafe, Pinto, o Mejorada del Campo.
Encontramos escasas explotaciones de caprino, como las de la finca del Espartal, entre los municipios de Valdemoro, Ciempozuelos y San Martín de la Vega.
Las explotaciones equinas se asocian a actividades recreativas, como los picaderos qué existen en Aranjuez, Ciempozuelos, o San Martín de la Vega.
A día de hoy, todavía podemos encontrar explotaciones de reses bravas, circunscritas a las vegas bajas de los ríos Manzanares y Jarama, y qué a veces aprovechan las escasas dehesas de fresnos qué aún se conservan en el parque.
Un ejemplo de ellas es Soto Gutiérrez en Ciempozuelos. La explotación data del Siglo XIX. Una explotación mixta de reses bravas con huertas dedicadas al cultivo del maíz y productos hortofrutícolas.

(En Soto Gutiérrez predominan los cultivos de regadíos, en especial el maíz).

La existencia de reses bravas, unida a las charcas artificiales qué se crean para qué abreve el ganado, son un foco de atracción para numerosas especies de aves. Así, en los prados donde el pasta el ganado, podemos observar con un poco de paciencia lavanderas boyeras, garcillas bueyeras, tarabillas comunes y norteñas, o avefrías.
La riqueza natural de la zona se completa con un pequeño complejo lagunar, unas naturales y otras procedentes de una gravera cercana.
La ruta propuesta es una ruta lineal con inicio en la estación de Cercanías de Ciempozuelos hasta las lagunas de Soto Gutiérrez, ida y vuelta, pasando por un tramo de la Real Acequia del Jarama.
Su duración aproximada son 4 horas y grado de dificultad es moderado, debido a la distancia qué hay que recorrer desde la estación de Cercanías de Ciempozuelos hasta el complejo lagunar.
Ya qué hay que transitar un buen rato por un tramo de la M-307, carretera muy transitada, es recomendable ir en coche o en bici hasta la entrada al camino a Soto Gutiérrez.

(Ruta lineal de ida y vuelta por Soto Gutiérrez y la Real Acequia del Jarama, de unas 4 horas de duración).

Accesos a Soto Gutiérrez.
-En coche. Coger la A-4, hasta la salida 29. Luego tomar la M-404, y posteriormente la M-307 hasta la salida a la depuradora de Ciempozuelos. 50 minutos desde Madrid.
-En autobús. Línea 415 Madrid-Villaconejos, bajarse en la parada de la carretera M-307. Desde allí hay que andar unos 40 minutos hasta las lagunas.
-En Cercanías. Línea C3. 34 minutos hasta Ciempozuelos. Luego 50 minutos aproximadamente andando desde la estación hasta las lagunas.
-Bicicleta. Por el carril bici Villaverde-San Martín de la Vega. 1 hora aproximada.
Este es el relato de una visita qué realicé a finales de verano de 2015.
Me bajé del tren de cercanías en la estación de Ciempozuelos, habiendo disfrutado del paisaje de la finca del Espartal, este interesante espacio del que he dedicado una entrada a este blog.
La primera especie qué me recibió a la salida de la estación era una juguetona lagartija ibérica qué se estaba dando un buen baño de sol, con aquel día de calor de justicia.
Pasé por el túnel debajo de las vías del tren, y junto a la fábrica de piensos qué hay al lado de la estación, en su tejado, la concentración de tórtolas turcas era apabullante. Hasta 15 ejemplares pude contar encima de su tejado, junto a las qué se encontraban en un tendido eléctrico cercano. El tejado era compartido por otras especies urbanitas como estorninos negros y gorriones comunes. Los primeros conejos comenzaban a dejarse ver por los cerros yesíferos cercanos.

(Tórtolas turcas, streptopelia decaocto).

Crucé una rotonda qué iba a varias direcciones como Aranjuez y Titulcia, y tomé la carretera en dirección a San Martín de la Vega. A mi izquierda se alzaban imponentes los interesantes cerros yesíferos de la finca del Espartal. Hitos geológicos, con una biodiversidad natural poco valorada a veces, ya que estos paisajes semidesérticos son poco atractivos visualmente para muchas personas.

(La finca del Espartal cuenta con especies de flora endémicas y algunas en peligro de extinción).

Tomé un pequeño tramo de la vía pecuaria qué va de Ciempozuelos a San Martín de la Vega y crucé el Arroyo de la Cañada, completamente seco en aquella época de estío, esperando las ansiadas lluvias otoñales.
En pocos minutos volví al arcén de la carretera M-307 y me iba recreando en el paisaje. A lo lejos los cerros yesíferos del cauce del Jarama. A mis espaldas la espectacular finca del Espartal, y a ambos lados se mezclaban grandes extensiones de maizales, alguna gravera abandonada y pequeñas fincas agrícolas con los típicos caseríos agrícolas.
En una banda de chopos plantados en una cuneta hicieron aparición unos cuantos ejemplares de papamoscas cerrojillos, muy activos en su paso postnupcial. En los barbechos cercanos a las cunetas de la carretera vi unas cuantas cogujadas comunes. Los maizales eran aprovechados por bandos de palomas torcaces para comer los granos de maíz qué quedaban diseminados por el suelo.
A lo lejos, con los cerros del Espartal en el horizonte, una gran rapaz planeaba por encima del maizal. Se trataba de un busardo ratonero. Poco después le tocó el turno a un cernícalo vulgar qué se posó en una torreta eléctrica.
Tras un trayecto largo y agotador, producido por el calor reinante aquella tarde, llegué a la entrada del camino a la depuradora. La pista de tierra cruzaba la Real Acequia del Jarama, y aproveché una pequeña banda de vegetación de ribera para descansar debajo de la copa de un fresno. Al llegar a la orilla del canal, asusté a una garza real, qué estaba pescando en él.

(La Real Acequia del Jarama data del siglo XVI).

La cantidad de mosquitos qué congregaba el canal, era un foco de atracción para las especies qué se alimentan de estos, y así todavía se veían planear sobre él, golondrinas comunes y aviones zapadores, qué aún aguantaban antes de emigrar al Sur.
Las lavanderas blancas hacían equilibrio como podían para bajar por las paredes del canal para poder aplacar su sed.
Al llegar a la bifurcación de dos caminos tuve qué tirar de GPS para no desviarme de mi destino, dado que había zonas donde el maizal estaba muy alto.
Había pequeñas explotaciones agrícolas, y las zonas de barbecho eran aprovechadas por lavanderas boyeras para rebuscar algo de alimento para echarse al pico.
Al fondo del camino se veían los cerros yesíferos de la orilla del río Jarama, y sobre ellos pasaron los primeros bandos de garcillas bueyeras.
Me comenzaba a impacientar porque no veía ninguna laguna, y no sabía si había tomado el camino correcto, pero el vuelo de un aguilucho lagunero occidental ya delataba de qué no andaba muy lejos de estas.
Unos metros más adelante apareció la explotación ganadera de reses bravas qué me indicaba el mapa, y qué se encontraba muy cerca de las lagunas. Las charcas para qué abrevaran el ganado eran aprovechadas por las lavanderas boyeras y blancas, garcillas bueyeras y entre ellas, un andarríos chico.
Encima de las vallas, subían y bajan nerviosamente varios ejemplares de bonitas tarabillas norteñas. Les dediqué un buen rato a fotografiarlas.

(Tarabilla norteña, saxicola rubetra).

Seguí avanzando y en unos minutos ya se veía un enorme carrizal, y cuál fue mi sorpresa, qué en medio de la laguna había tres ejemplares jóvenes de flamenco común. La satisfacción no podía ser mayor, ya qué era mi segundo avistamiento en la Comunidad de Madrid, después del qué vi en el Soto de las Cuevas hace 2 años en compañía de unos amigos.

(Flamenco común, phoenicopterus roseus).

Las lagunas eran de lo más interesantes, tenían bastante agua para la época del año en la que estábamos y junto a los flamencos nadaban otras especies como fochas comunes, gallinetas y zampullines comunes.
Seguí bordeando la laguna mayor y en un recodo pude ver la gran concentración de acuáticas qué había en ella. La enorme cantidad de fochas comunes se mezclaban con gran número de ánades reales, ánades frisos, y cucharas europeos.

(Fochas comunes, fulica atra y ánades frisos, anas strepera).

Tomé un camino qué se desviaba hacia la izquierda y qué llevaba a un gran caserío. Junto a este camino había otras lagunas de menor entidad. La primera apenas ya tenía agua, llena de lodo y algas, sin apenas especies. La siguiente tenía una buena lámina de agua y una buena cobertura de carrizo en la que se escondían algunas fochas comunes.
La laguna de mayor tamaño me quedaba ahora a mi izquierda, y cada vez su carrizo se hacía más denso. Con mucha paciencia pude ver un calamón común qué se camuflaba muy bien.

(Lagunas de Soto Gutiérrez).

A lo lejos en el prado de las reses bravas, varios ejemplares de cigüeña blanca se aglomeraban cerca de las reses bravas para comer los insectos qué iban levantando según iban caminando.
Decidí volver a echar el último vistazo a los flamencos antes de comenzar el camino de vuelta al tren. En unos cardos cercanos unos hermosos jilgueros con una habilidad pasmosa, sacaban las deliciosas semillas de cardo con sus cortos picos.
Antes de abandonar la laguna decidí echar un vistazo a un pozo de una acequia cercana por si veía algún anfibio interesante para la lista.
En medio de la acequia un gran ejemplar de culebra viperina salió reptando a toda velocidad al detectar mi presencia.
Al asomarme al pozo observé los intentos desesperados de dos culebras viperinas por intentar salir de aquella trampa artificial. Las paredes del pozo eran completamente lisas y las pobres culebras eran incapaces de salir por sus propios medios. Así qué a modo de operación de rescate al estilo de Félix Rodríguez de la Fuente, me dispuse a sacarlas de aquella celda de piedra y agua. Cogí el palo más largo qué encontré y a modo de pesca de la anguila me tiré varios interminables minutos hasta qué las pude sacar.
Las trasladé a la laguna cercana, y una de ellas se despidió de mí haciendo la típica falsa imitación de víbora, levantando el cuello con movimientos intimidatorios.

(Culebra viperina, natrix maura).

Tras verlas como nadaban a toda velocidad por la laguna y se perdían en lo más profundo del carrizo, decidí seguir aquella acequia a ver si veía algún anfibio o reptil más.
Me paré un momento en el maizal de la acequia porque oí el canto de unas aves qué me resultaban familiares, y qué ya había oído en una excursión a los arrozales de las Vegas del Guadiana. Intuí qué se trataban de bengalíes rojos, pero sus cantos los oía muy lejanos. Decidí hacer una espera, y en pocos minutos dio sus resultados, ya qué uno de ellos se posó encima de la acequia.
Al volver a pasar por la zona del ganado bravo volví a probar suerte en las lagunas qué se usaban como abrevadero, y allí anoté la penúltima especie de la lista. Un gran bando de avefrías europeas.
Con las agujetas ya reclamando su presencia decidí intentar hacer el camino de vuelta de un tirón y no parar hasta la entrada a la finca del Espartal. Allí después de un camino de vuelta extenuante, decidí parar debajo de una sombra y reponer los líquidos perdidos. En un cercano poste eléctrico había posado un alcaudón real qué cerraba la lista de esta ruta tan interesante.
¡A qué esperáis para echar en la mochila los prismáticos y la cámara de fotos y disfrutar de una ruta tan interesante como esta!.
¡Felices avistamientos!.
© Rafita Almenilla.
Como punto y final, añado la lista de especies vistas durante la ruta.
FAUNA DEL SOTO GUTIERREZ
AVES
REPTILES
MAMIFEROS
Aguilucho lagunero occidental
Culebra viperina
Conejo
Alcaudón real
Lagartija ibérica
Ánade friso
Ánade real
Andarríos chico
Avefría europea
Avión zapador
Bengalí rojo
Busardo ratonero
Calamón
Cernícalo vulgar
Cigüeña blanca
Cogujada común
Cuchara europeo
Estornino negro
Flamenco común
Focha común
Gallineta
Garcilla bueyera
Garza real
Golondrina común
Gorrión común
Lavandera blanca
Lavandera boyera
Paloma torcaz
Papamoscas cerrojillo
Tarabilla norteña
Tórtola turca
Zampullín común






4 comentarios:

  1. Tiene buena pinta, habrá que planificar otra salida para echar un vistazo.

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  2. ¡Como lo sabes!. Para invierno tiene muy buena pinta. Me quedé con las ganas de sacar allí el pechiazul, así qué ya sabes otro objetivo más ;)

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  3. Por esas fechas vi yo un ejemplar en el Soto de las Cuevas,cruzo volando la laguna,muy buen blog,lo añado a los blogs que sigo en el mio,saludos

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  4. Hola David. Hace unas semanas estuve por allí de nuevo. Antes de estas últimas lluvias hizo días de mucho calor, y la verdad es qué no vi nada nuevo. Lo más destacable la cantidad de alcaravanes por la tarde cantando, estuvo genial.

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