domingo, 11 de octubre de 2015

RUTA POR FUENLABRADA Y PARLA.

RUTA POR FUENLABRA Y PARLA. PARQUE DE VALDESERRANO.

Arroyo  Valdeserranos Oasis estepario.
El gran Sur Metropolitano Madrileño está salpicado por grandes extensiones de estepas artificiales cerealistas, resultado de una gran explotación agrícola a lo largo de los siglos.
A través de la ventana del coche, o de la ventanilla del Cercanías, al viajero se le presentará un paisaje, qué en muchas ocasiones, está infravalorado. No son nuestros paisajes ideales, dada la escasez de vegetación, su práctica uniformidad y horizontalidad, sólo rota por algunos cerros testigos. Si a todo esto le sumamos en qué observándolos en época estival predominan los pastos secos, y los colores ocres y pardos, nos llevaremos una sensación de lugares yermos, inhóspitos y carentes de vida.

(Estepa cerealista en el municipio de Fuenlabrada).

¡Nada más lejos de la realidad! Estos ecosistemas artificiales son el hábitat de numerosas aves esteparias, muchas de ellas en peligro de extinción. Así, hoy en día,  en las estepas de municipios como Getafe, Pinto, Valdemoro, Parla, o San Martín de la Vega entre otros, podemos deleitarnos con avistamientos tan interesantes como bandos de avutardas, aguiluchos cenizos, alcaravanes, o sisones.
Ejemplos de este conjunto de estepas, amenazadas por las infraestructuras y la vorágine urbanística son los Estragrales de Pinto, o las estepas del Cerro Cabeza Fuerte también en este municipio, o el Espartal de Valdemoro.
Toda esta biodiversidad ornitológica se ve multiplicada si estas estepas son cruzadas por algún curso de agua como un arroyo estacional o permanente, existencia de alguna laguna, o algún coscojar, olivar o repoblación de pino carrasco. Estos microsistemas, dentro de la estepa, actuarán como un foco de atracción para numerosas especies tanto locales, como en paso, estivales o invernantes.
Los cursos de agua son habitados por pequeños paseriformes como petirrojos, tarabillas comunes y norteñas, o mosquiteros comunes y musicales. Las lagunas, por gallinetas, fochas, y gaviotas sombrías y reidoras. Los pequeños bosquetes de pino carrasco y olivares son nichos ideales para numerosas rapaces como mochuelos, busardos ratoneros, o búhos chicos.
El Arroyo de Valdeserranos en el término municipal de Fuenlabrada, es un claro de ejemplo de corredor verde qué conecta las estepas de  Fuenlabrada, Parla y Getafe, con el Parque Regional del Sureste, al ser tributario de la cuenca del Arroyo Culebro.
Este arroyo estacional cruza el Parque Natural de Valdeserrano. Un enorme parque periurbano con una extensión de 83.270 m2, enclavado al Sur del municipio de Fuenlabrada.

(Entrada al Parque de Valdeserrano, Fuenlabrada).

El parque está constituido por el arroyo, un pequeño reducto de bosque de ribera, y grandes extensiones de estepas cerealistas. Su vegetación está compuesta por especies como pinos piñoneros, pinos carrascos, chopos, olmos, cipreses, plátanos de sombra, y un pequeño de reducto de un antiguo coscojar de ejemplares de gran porte.
El cauce del arroyo está flanqueado por formaciones de carrizo, juncos churreros, y otras especies de arbustos como majuelos.
La vegetación esteparia es rala y escasa, con algunos arbustos como retamas de bolas, y algunas formaciones de olivares.
Fuera del parque, pero continuando por el cauce del arroyo, a la altura del Barranco de Loranca (el emplazamiento primigenio de lo qué después sería Fuenlabrada) existen pequeñas restos de árboles del paraíso.
Próximo al parque se encuentra la estación clasificadora y planta de residuos inertes de las Mulas. La planta continúa en funcionamiento y el vertedero ha sido sellado y se encuentra en proceso de restauración, y en él se han plantado pinos carrascos, piñoneros, quejigos, encinas y coscojas.

(Vertedero de residuos inertes de Las Mulas. En proceso de restauración paisajística).

El parque es una zona de ocio y esparcimiento para los lugareños debido qué el día 9 de Marzo se celebra en él la festividad de San Juana, más conocido por la Fiesta de la Tortilla, donde la gente va a comer tortilla y a pasar el día en el parque.
A lo largo del recorrido del arroyo se pueden ver alguna de las fuentes qué aún se conservan y las cuales hacen referencia a la etimología del municipio y su pasado ganadero y agrícola. “De una fuente labrada a cal y canto hoy desaparecida, debe su nombre Fuenlabrada”.

(La toponimia de Fuenlabrada hace referencia a "una fuente labrada a cal y canto hoy desaparecido. En el Arroyo Valdeserranos podemos encontrar esta fuente, una de las antiguas qué había a lo largo de su cauce).

La ruta propuesta es una ruta lineal desde la estación de Cercanías de Fuenlabrada, acabando en la de Parla, visitando el Parque de Valdeserrano y su arroyo, y el Barranco de Loranca. La ruta tiene una duración aproximada de 2 horas y media, y la dificultad es fácil.
Accesos al Parque de Valdeserrano.

(Ruta lineal desde Fuenlabrada a Parla por el Arroyo de Valdeserranos, de unas 2 horas y 30 minutos de duración).

-En coche. Coger la A-42 Madrid-Toledo hasta la salida 15B. Luego la M-506 y después la M-405. 30 minutos desde Madrid.
-En autobús. Desde la estación de Cercanías de Humanes coger la línea 471 y bajarse en la calle Luis Sauquillo. Unos 10 minutos en autobús, y luego desde la parada andar otros 15 minutos aproximadamente.
-En Cercanías. Desde la estación de Fuenlabrada central, andando por la calle Luis Sauquillo hasta el Camino Fuente de los Cantos, donde está la entrada al parque. 20 minutos andando desde la estación de tren.
-En bicicleta. Recomendable la ruta desde la estación de cercanías de Fuenlabrada a Parla. 45 minutos aproximadamente.
Este es el relato de una ruta qué realicé a comienzos del Otoño de 2015.
Recién estrenada la nueva época otoñal, un calor sofocante me recibió al bajarme de la estación de Cercanías de Fuenlabrada. Tras callejear durante media hora e ir apuntando las primeras aves urbanitas como gorrión común, estornino negro y paloma torcaz, llegué al camino de entrada al Parque de Valdeserrano.
Me llamó la atención los grandes ejemplares de coscoja qué hay en el camino de la entrada del mismo. Testigos mudos de un pasado mejor, donde estas formaciones arbóreas cubrían amplias extensiones del sur metropolitano madrileño.

(Grandes ejemplares de coscoja se pueden contemplar a la entrada al Parque de Valdeserrano).

Estas coscojas eran flanqueadas por otras especies como pinos carrascos, pinos piñoneros y cipreses, y ofrecían una buena sombra en estas zonas esteparias donde los árboles brillan por su ausencia.
El pinar de repoblación se iba haciendo cada vez más compacto, y tal espesura era aprovechada por especies como urracas y tórtolas turcas. En el suelo, sobre un gran manto de acículas de pino resecas, varios ejemplares de mirlo común trillaban el suelo con el pico en busca de alguna incauta lombriz.
En un talud cercano al arroyo, una gran formación de cardos secos era literalmente ocupada por una buena tropa mixta de verderones comunes y jilgueros en busca de las apetitosas semillas de cardo, verdadero manjar para estas aves.

(Verderón comun, carduelis chloris).

Pocos metros después llegué a un cruce de caminos, donde un cartel me recordaba las medidas de conservación del parque, qué nunca está de más ponerlas en práctica para conservarlo.
Me fui pegando poco a poco al cauce del arroyo. Estaba completamente seco, y en sus márgenes había una pequeña representación de bosque de ribera con bonitos ejemplares de álamos, aparte de chopos, eucaliptos, olmos y pinos piñoneros.

(Arroyo de Valdeserranos seco durante la época estival).

Poco a poco una multitud primero silenciosa y luego locuaz de papamoscas cerrojillos comenzaron a dejarse ver. Estábamos en pleno paso potsnupcial, y se notaba su frenesí y actividad, con vuelos desde el suelo a las ramas de unos fresnos cercanos.

(Papamoscas cerrojillo, ficedula hypoleuca).

En lo alto de unas escombreras corrían a toda velocidad un pequeño bando de perdices rojas. Algunas se quedaron observándome aprovechando la escombrera como atalaya improvisada.

(Perdiz roja, alectoris rufa).

Continúe avanzando por el cauce del arroyo. Según iba descendiendo por el camino, la masa de juncos churreros de su cauce de hacia cada vez más compacta, señal de qué aún brotaba la humedad desde las capas freáticas. Estas masas arbustivas eran aprovechadas por las tarabillas. Primero hicieron aparición las tarabillas comunes, y poco después dos bellos ejemplares de tarabilla norteña.
A lo lejos, a mi derecha, quedaba el vertedero de inertes de Las Mulas. Sellado, y en proceso de restauración. Los primeros pasos de restauración se dejaban ver y poco a poco, y la gran escombrera se iba tiñendo de verde con las repoblaciones de encinas, pinos carrascos, pinos piñoneros y coscojas.
En un claro de un pinar de pino piñonero, me paré a observar un pito real qué estaba ensimismado comiendo hormigas qué encontraba en el suelo.
El pequeño valle qué configuraba el arroyo, era flanqueado por ligeras lomas ocupadas por estepas cerealistas, de atractivo valor paisajístico. En ellas correteaban un pequeño grupo de conejos, qué con sus travesuras levantaron el vuelo a dos cogujadas comunes.
Crucé la carretera del camino de Las Mulas, muy transitada por camiones qué llevan los desperdicios a la planta de tratamiento y reciclaje. Aquí el aspecto del arroyo no podía ser más desolador. La gran cantidad de plásticos qué transportaba el viento iban a parar a él, y a la vegetación qué florecía al lado de su cauce. No estaría de más tomar algún tipo de medida ante este impacto ambiental.
Después de un buen rato de paseo, la basura dejó pasó a un cauce más limpio y a otra zona esteparia de lo más interesante. Una liebre común, aguantó encamada todo lo que pudo, hasta qué estuve a pocos metros de ella. Sobre un cardo lejano, oteando el horizonte había posado un alcaudón real, y justo delante de él, varias perdices rojas correteaban al unísono.
Llegué al cruce del camino histórico de Fuenlabrada a Parla, en el Barranco de Loranca, donde según las crónicas, se hallaba el primitivo emplazamiento de Fuenlabrada.

(Camino de Fuenlabrada a Parla, cercano al Barranco de Loranca, donde se encontraba el emplazamiento primigenio de Fuenlabrada).

Aproveché una gran loma, para subirme y tener una mejor visión del arroyo.
Esta zona era ocupada por un pequeño bosquete de árbol del paraíso, y la verdad es qué aquel hito paisajístico era una auténtica mina, pues era un foco de atracción para numerosos pequeños pajarillos. En el rato qué estuve haciendo una espera se posaron en él, verdecillos, jilgueros, mosquiteros musicales, y gorriones molineros. Las tarabillas norteñas volvieron a hacer acto de presencia, pero en los juncos churreros del arroyo.
Tras un buen rato deleitándome continué mi camino en dirección a Parla. Antes de subir el puente qué cruzaba la M-419, un busardo ratonero volaba en la línea del horizonte, y tras varios planeos se perdió tras el vertedero.
Tras cruzar el puente llegué a una zona de barbecho pegada a la A-42. El ruido del tráfico auguraba qué pocas especies iba a ver ya. La excepción la puso un asustado cernícalo vulgar qué huía del incesante acoso de un nutrido grupo de urracas. Tras varios vuelos angustiosos, pudo deshacerse de ellas, y se posó en una torreta eléctrica.

(Cernícalo vulgar, falco tinnunculus).

El suelo arado era aprovechado por varias lavanderas blancas en busca de insectos.
Antes de llegar a un centro comercial me aproximé a una pequeña charca qué visité el año pasado. Decepcionado pude comprobar los rigores del estío. Se encontraba completamente seca, con el barro cuarteado, y sobre él varios conejos con la mirada pérdida, como si estuviesen esperando expectantes la llegada de las tan ansiadas lluvias otoñales, qué llenaran su laguna.
Tras cruzar el puente sobre la A-42 me encontré con una urbanización de chalets, ya en el municipio de Parla, qué tenía a su alrededor un pequeño parque.
Allí como telón final, me encontré un osado papamoscas cerrojillo qué intentaba hincarle el pico a una escurridiza polilla. Tras varios angustiosos intentos, se pudo dar un buen festín. Esta bonita estampa ponía el punto y final a una jornada tan interesante.

(Papamoscas cerrojillo, ficedula hypoleuca).

¡A qué esperáis para calzaros las botas, coger vuestros prismáticos, cámara de fotos, y cuaderno de campo y disfrutar de este espacio tan interesante!.
¡Felices avistamientos!.
© Rafita Almenilla.
Termino el relato, añadiendo la lista de especies avistadas durante la ruta.

FAUNA DEL PARQUE DE VALDESERRANO
AVES
MAMIFEROS
Alcaudón real
Conejo
Busardo ratonero
Liebre común
Cernícalo vulgar
Cogujada común
Estornino negro
Gorrión común
Gorrión molinero
Jilguero
Lavandera blanca
Mirlo común
Mosquitero musical
Paloma torcaz
Papamoscas cerrojillo
Perdiz roja
Pito real
Tarabilla común
Tarabilla norteña
Tórtola turca
Urraca
Verdecillo
Verderón común

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