RUTA POR
BATRES
RUTA POR EL
MONTE DE BATRES
Monte
de Batres. La casa del águila imperial.
La Comunidad de Madrid
cuenta con el privilegio de ser uno de los últimos refugios de una de nuestras
joyas faunísticas, el águila imperial ibérica. Una majestuosa ave de presa,
reina de los ecosistemas mediterráneos y qué entre la década de los 60 y 70
rozó la línea de la extinción.
(Águila imperial ibérica, aquila adalberti, en el Monte de Batres). |
A partir de este punto
de inflexión, gracias al magnífico esfuerzo de unos pocos iluminados
conservacionistas, luchando contra la mentalidad de la época en donde todo
depredador era considerado como alimaña a erradicar, nuestra querida rapaz poco
a poco comenzó a remontar el vuelo. Desde
aquella oscura época, hasta nuestro días, ha tenido qué esquivar
numerosas amenazadas qué han podido dar al traste con sus programas de
conservación. A la caza sistemática qué se la sometió, le siguió el uso de
veneno, los tendidos eléctricos, el expolio de nidos, y las epidemias de
mixomatosis y neumonía vírica hemorrágica qué diezmaron las poblaciones de
conejos, presa clave en la alimentación de nuestra águila.
Actualmente la
Península Ibérica cuenta con 400 parejas aproximadamente y si las medidas de
conservación no se relajan, nuestra joya alada va camino de cambiar de estatus
de protección de especie en peligro de extinción a vulnerable.
La Comunidad de Madrid
cuenta con la esperanzadora cifra de 55 parejas, lo que supone el 12% de la
población mundial. Las zonas donde se distribuye son las siguientes: ZEPA Alto
Valle del Lozoya, ZEPA del Monte del Pardo y Soto de Viñuelas, ZEPA Encinares
del Alberche y río Cofio, ZEPA Llanuras cerealistas del Jarama y Henares y
Parque Regional del Guadarrama.
Dentro del Parque
Regional del Guadarrama podemos encontrar entre 3-4 parejas. Este espacio
protegido es un importante corredor ecológico qué de Norte a Sur, une los
espacios naturales de la Sierra del Guadarrama, el Valle del Tajo y las
estribaciones de los Montes de Toledo, lugares donde habita o se la puede ver
en dispersión.
En el Parque Regional
del Guadarrama cabe destacar la zona protegida del Monte de Batres. Un
pintoresco monte-isla de 500 hectáreas, qué resalta sobre el cauce del
Guadarrama. Una gran mancha de monte mediterráneo compuesto fundamentalmente
por encinas, retamas y otras especies mediterráneas, y qué cuenta con la máxima
figura de protección. Todo el monte es privado, compuesto por numerosas fincas.
En él también encontramos una curiosidad geológica, como es la impresionante
cárcava del Arenal, qué hará las delicias de los apasionados de esta ciencia.
También cuenta con un bosque de ribera en buen estado de conservación, situado
en la margen izquierda del río Guadarrama.
(Vía pecuaria en el Monte de Batres). |
La ruta propuesta es
una ruta circular con salida y fin en la Calle del Águila en la carretera
M-404. La duración aproximada es de 2 horas y 30 minutos, y es de dificultad
media. Aunque tenemos una pequeña pendiente hasta la subida a la cima del
monte, luego el camino es todo bajada hasta el río Guadarrama.
Accesos al Monte de
Batres.
(Ruta circular por el Monte de Batres de 2 horas y 30 minutos de duración, de dificultad media). |
-En coche. Coger la
A-42 Madrid-Toledo hasta la salida 27. Desde Torrejón de la Calzada tomar la
M-404, y pasada una rotonda cuando estemos en Batres, al cruzar un puente sobre
un arroyo, nos encontraremos una pista forestal señalizada a la entrada del
monte. 40 minutos desde Madrid.
-En autobús. Línea 460.
Madrid-Parla-Batres. Desde el intercambiador de Plaza Elíptica. 1 hora
aproximada desde Madrid. Luego desde el pueblo tendremos qué andar por una
pista qué bordea el Arroyo del Sotillo para llegar a la entrada del monte.
Desde el pueblo a la subida al monte hay unos 40 minutos andando.
-En bicicleta. Desde la
estación de Móstoles el Soto, se puede tomar parte de la Vía Verde del
Guadarrama, y una vez llegado al río, seguir un camino en sentido sur hasta el
monte.
Este es el relato de
una excursión qué realicé con mi compañero Alberto en el pasado mes de Marzo.
Agradecer su inestimable ayuda en esta ruta, así como su colaboración con
algunas fotos qué ilustran esta entrada del blog.
Era una tarde de
finales del mes de Febrero. El día estaba despejado, pero corría algo de
viento. Ya se comenzaba a respirar por doquier la cercana primavera. La pista
qué nos llevaría a la cima del cerro estaba señalizada con carteles del Parque
Regional del Guadarrama, y mojones con las rutas qué se podían hacer en él.
Después de equiparnos con los prismáticos y las cámaras de fotos comenzamos la
subida al monte.
La dehesa lucía en todo
su esplendor. Las jaras comenzaban a sacar su flor, y los cantuesos y el
romero, expulsaban su típico y agradable perfume.
Alberto me dio
indicaciones sobre rapaces qué comenzaban a levantar el vuelo. Allí en lo alto
aparecieron los primeros busardos ratoneros. Al momento,
detrás de estos, apareció la silueta inconfundible de un milano real. De los
últimos del invierno, qué en breve darían paso a sus parientes los milanos
negros.
Comenzamos a oír el
característico reclamo del herrerillo capuchino, pero la dehesa era tan densa,
qué no se dejaron ver.
En mitad del camino,
aprovechando los charcos de las últimas lluvias, comenzaron a bajar varios pinzones
vulgares y verdecillos a beber.
En el fondo de un
pequeño valle, había unas explotaciones ganaderas. En el tejado de una casa de
labor se arremolinaban estorninos
negros, gorriones comunes y algún gorrión molinero.
(Estornino negro, sturnus unicolor). |
Tras un paseo muy
ameno, llegamos al vistoso mirador de las Cárcavas del Arenal. Es un gran
barranco en unos de los flancos del monte, donde la erosión hídrica ha ido
excavando una gran grieta, y allí donde no hay vegetación la acción erosiva se
muestra con toda su grandiosidad.
Las vistas desde su
alto son sencillamente bucólicas. Por el Sur las estribaciones de los Montes de
Toledo, y al Oeste el río Guadarrama, el Alto del Mirlo (las primeras
estribaciones de Gredos), el Pico Almenara (el último pico de la Sierra del
Guadarrama) y el pueblo de Navalcarnero.
(Cárcavas del Arenal). |
A modo de foto aérea se
puede intuir fácilmente por donde discurre el río Guadarrama, flanqueado por un
inconfundible bosque de ribera.
Y desde lo alto de las
cárcavas con los prismáticos, mirando al río Guadarrama llegó la sorpresa del
día.
Le estaba comentado a
Alberto qué era muy extraño qué con todo lo que había salido el año pasado a
“pajarear” no hubiese visto ningún águila imperial, y en ese momento Alberto
dirigió su mirada a un gran sauce del río Guadarrama, cuando dijo sorprendido:
“mira Rafa estoy viendo un gran águila”. Cogí rápidamente los prismáticos y
cuando le vi las hombreras grité con enorme sorpresa: “espera, espera, ¡es un
águila imperial!.
De la emoción, se me
enrolló la correa de los prismáticos con la cámara, y mientras deshacía el
desaguisado, Alberto volvió a decir: ‘tío qué está haciendo la cópula!.
¡Arggggggggggg!, dije para mis adentros. Me estaba perdiendo el cortejo de ave
favorita, y no me dio tiempo a hacerlas una foto.
Las pareja estaba
apareándose en un gran sauce, y allí en la misma copa estaban posadas sin
prestar mucha atención una nutrida bandada de palomas torcaces y urracas,
sus potenciales presas.
Cuando acabaron el
cortejo, una de ellas comenzó a planear por encima de nuestras cabezas, de
manera majestuosa. Le faltaba una de las secundarias, pero no le quitaba un
ápice a la belleza de un ave tan formidable.
(Águila imperial ibérica, aquila adalberti). |
Después de deleitarnos
con el vuelo de esta señorial rapaz el tocó el turno a otra de menor
envergadura, pero igual de interesante. A modo de flecha, surgió rauda y veloz
de entre unas encinas para perderse en un pequeño valle. A Alberto le dio el
tiempo justo para hacerla una foto y comprobar qué era un gavilán común.
(Gavilán común, accipiter nisus). |
Casi en la cima del
cerro había un chalet abandonado qué era la típica edificación qué era un
auténtico foco de atracción para rapaces como mochuelos y lechuza comunes, y
mamíferos como martas o murciélagos.
Por su deteriorado
tejado comenzaron a aparecer las primeras golondrinas comunes qué ya nos anunciaban qué el fin del
invierno estaba más cerca.
En la base del cerro el
camino qué llevábamos se bifurcaban en 3 nuevos. Ya se comenzaban a ver los
primeros chalets de la urbanización Cotorredondo, pertenecientes al término
municipal de Arroyomolinos.
En un tendido eléctrico
comenzamos a oír el típico canto de la alondra totovía, y al poco tiempo la
pudimos observar columpiándose sobre el cable. En seguida, le tomó testigo un
hermoso ejemplar de cernícalo vulgar atento a la aparición de su próxima presa.
Antes de comenzar el
camino de descenso hacia el río Guadarrama, Alberto sacó su aplicación de geo-caching,
y junto a una gran piedra en el tronco de una encina encontró un caché, en el
que dejamos nuestra firma, a modo de testigo de nuestra ruta.
(Caché en el Monte de Batres). |
El camino de bajada
hacia el río se hizo de lo más ameno, contándome Alberto sus peripecias en sus
jornadas de escalada, así como sus avistamientos de rastros de lobos por la provincia de Ávila, mi próximo gran
reto.
Pocas novedades en
especies. Resaltar la gran abundancia de palomas torcaces qué se refugiaban
en la zona más densa del encinar.
(Paloma torcaz, columba palumbus). |
Sobre la línea de
vegetación de ribera volaba planeando una silueta negra. Pensé que era otra
rapaz, pero al momento Alberto la descartó y con mejor luz salí de dudas,
viendo qué se trataba de un cormorán grande.
Llegamos al camino qué
flanqueaba el río Guadarrama. Allí comenzamos a oír el popular sonido del pito
real, pero no pudimos verlo.
A lo largo del camino
había grandes balsas de agua, resultado de las últimas lluvias. Un poco más
adelante, pudimos ver las típicas “bañas de jabalíes”, donde estos grandes
suidos se dan importantes baños para desparasitarse.
Alberto vio un zorzal
charlo entre la espesura del bosque de ribera. Me tuvo qué ayudar mucho
con los prismáticos, para qué lo pudiese ver.
Antes de cruzar la
última cancela qué nos llevaría a la carretera, y después al coche anoté un
inquieto petirrojo europeo qué se dejó ver de manera fugaz.
Antes de subirnos al
coche 5 ejemplares de busardos ratoneros planeaban sobre
el Arroyo del Sotillo a ver si llevaban algo al pico, y cerraban esta jornada
tan interesante.
¡A qué esperáis para
calzaros las botas y descubrir este espacio tan seductor!
¡Felices avistamientos!
© Rafa Al
Acabo el relato
añadiendo las especies vistas a lo largo de la ruta.
FAUNA DEL MONTE DE BATRES
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AVES
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Águila imperial ibérica
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Alondra totovía
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Busardo ratonero
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Cernícalo vulgar
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Cormorán grande
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Estornino negro
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Gavilán común
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Golondrina común
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Gorrión común
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Gorrión molinero
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Milano real
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Paloma torcaz
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Petirrojo europeo
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Pinzón vulgar
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Serín verdecillo
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Urraca
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Zorzal charlo
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Buena descripción de vuestro encuentro con la "imperial".
ResponderEliminarY no parece zona para haber visto cinco rapaces, nada menos. Ahora quizá sea un poco tarde, con los calores que están empezando.
Por cierto, ¿que es un cache?
Un saludo, amigo
Hola Paco. Es una zona muy buena para rapaces y aves forestales. Mejor visitarla en Primavera, Otoño e Invierno. Un caché es una caja qué deja la gente con objetos y marca las coordenadas de gps para qué lo encuentre otra persona. Suelen meter pequeños objetos, para qué te lleves uno, y dejes tú otro, y firmes en un papel como qué lo has encontrado. Hay miles de cachés repartidos por toda España e incluso en el mundo. Es una aficción el encontrar estos objetos qué se llama geocaching. Un saludo.
ResponderEliminarComo me alegra leer que alguien aprecia esta zona tanto como yo...muy buen relato y añadir que hace tres días 4 buitres leonados casi me rozan el pelo,se asustaron tanto como yo al vernos...pude oír el silbido de sus alas..ese mismo dia vi un aguila pero no llevaba prismaticos,tb me encanto ver las huellas bien marcadas de un tejon.Amo este monte,saludos.
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