RUTA POR
RIVAS-VACIAMADRID Y GETAFE
CAMINO DE LA
ALDEHUELA A VACIAMADRID.
Del
Puente de Arganda a la Iglesia de Perales del Río. Por los caminos del Parque
Regional del Sureste.
Hubo un tiempo no muy
lejano en el que la trashumancia vivió un gran esplendor en la
Comunidad
de Madrid. Miles de cabezas de ganado, fundamentalmente ovejas merinas, junto a
mastines y burros, guiados por aguerridos pastores, cruzaban el Parque Regional
del Sureste a través de la Cañada Real o Galiana, camino de los agostaderos del
Valle de Alcudia en tierras de Ciudad Real. En otoño el viaje era desde las
tierras altas de La Rioja hacia las infinitas dehesas de este valle
castellano-manchego. En verano, los rebaños hacían el camino inverso en busco
de los ricos pastos del norte peninsular.
Hoy la trashumancia en
Madrid ha quedado reducida a su mínima expresión. Pocos rebaños quedan en los
municipios del Parque del Sureste como en Pinto, Getafe, o San Martín de la
Vega, y barrios del Sur de la capital como Vicálvaro o Vallecas.
La trashumancia de hoy
se ha convertido en trasterminancia, donde los últimos guardianes de un trabajo
milenario, llevan a pastar sus rebaños entre municipios colindantes.
La trashumancia es una
actividad fundamental para la conservación de los hábitats y de la fauna qué
los habita. Los beneficios de esta milenaria actividad son entre otros: el
fomento de la cría y conservación de especies ganaderas autóctonas, la
dispersión de semillas qué se pegan a la lana de las ovejas, las reses muertas
son alimento para las aves carroñeras, o la prevención de incendios forestales
por el pastoreo. Otro factor importante es el legado cultural qué nos aporta
esta ocupación. Abrevaderos, descansaderos, majadas, y una red de cañadas
reales, cordeles y veredas qué son auténticos corredores ecológicos para la
fauna, y qué actualmente se pueden aprovechar para actividades de ocio y
esparcimiento sostenibles como el senderismo, el cicloturismo o el avistamiento
de aves.
Parte del Parque
Regional del Sureste es cruzado por la Cañada Real Galiana. La zona de Coslada,
Rivas-Vaciamadrid y Getafe es la más deteriorada, ocupada por infraviviendas y
focos de acumulación de vertidos. A partir de Pinto, y hasta Torrejón de
Velasco, antes de internarse en tierras toledanas, su situación mejora
ostensiblemente.
Cuenta también el
Parque del Sureste, con un sinfín de cordeles y veredas, y es atravesado
también por el camino histórico de Uclés, y el GR-124 o Senda Real.
La ruta propuesta es
una ruta lineal desde el Puente de Arganda cercano a la Laguna del Campillo y
fin en la Iglesia de Perales del Río (Getafe), visitando el río Jarama, arroyo
de los Migueles, puente de casa Eulogio, olmeda de Casa Eulogio, Casa Eulogio,
arroyo Culebro, Convento Trapense de la Aldehuela, Cañada Real Galiana e iglesia
de Perales del Río. La duración es de 3 horas y 45 minutos y de dificultad alta
debido a la distancia del recorrido de unos 19 kilómetros de longitud. Se
recomienda hacer la ruta en Otoño o Invierno ya qué hay zonas donde hay poca
sombra, y deberemos ir provistos de agua, ya qué no hay ninguna fuente en todo
el recorrido.
(Ruta de 3 horas y 45 minutos de duración de dificultad alta entre Rivas-Vaciamadrid y Getafe). |
Accesos a Puente de
Arganda.
-En coche. A-3 salida
21, y luego hacer un cambio de sentido en la M-832. 26 minutos desde Madrid.
-En autobús. Autobuses
312 y 312 A Madrid-Arganda. 15 minutos desde Madrid.
-En Metro. Línea 9.
Rivas-Vaciamadrid. Luego desde la parada de Metro hasta el Puente de Arganda
andar 25 minutos.
-En bicicleta. Desde la
estación de Rivas-Vaciamadrid. La ruta entera se puede hacer en bicicleta, y en
Perales del Río se puede coger el carril bici Villaverde-San Martín de la Vega.
Accesos a Perales del
Río.
-En coche. A-4 salida 9
y posteriormente coger la M-301. 26 minutos desde Madrid.
-En autobús. Línea 411.
Madrid-Perales del Río. 45 minutos desde Madrid.
Línea urbana 4.
Hospital de Getafe-Perales del Río. 45 minutos desde Getafe.
-En bicicleta. Por el
carril bici Villaverde-San Martín de la Vega.
Este es el relato de
una ruta qué realicé a mediados de Octubre de 2016.
El autobús 312 me dejó
en una cuneta de la A-3. Era un día nublado con temperatura agradable. El día
anterior había llovido, y las aves estaban ansiosas por salir para recuperar el
día perdido por la lluvia, así que presagiaba un buen día de observaciones.
Subí la pasarela del
puente que cruza la autovía A-3 con unas
buenas vistas de los cantiles de la Marañosa y las Lagunas del Porcal. Allí en
sus campos de barbecho había una espectacular concentración de cigüeñas
blancas procedente de las antenas telefónicas de Arganda del Rey. Por
encima de los cantiles de la Laguna del Campillo grandes bandadas de estorninos
negros se dirigían en acrobáticas formaciones, a las Lagunas del
Porcal.
(Cigüeñas blancas, ciconia ciconia, en las lagunas del Porcal). |
Los tarayes del Puente
de Arganda ya comenzaban a cambiar su color por los tonos otoñales, y entre sus
ramas de escondían multitud de gorriones comunes.
Aproveché qué cruzaba
el puente para asomarme a la orilla del Jarama. No había mucho movimiento y
sólo pude sumar una focha común.
(Río Jarama en el Puente de Arganda). |
Continué mi camino
pegado a las vías del tren a Arganda. En lo alto de la catenaria había un papamoscas
cerrojillo, de los últimos en paso post-nupcial.
Continué por una
pequeña vereda qué me llevó a una piscina abandonada, antes de cruzar por
debajo el puente de la A-3. En lo alto de un chopo cantaba animosamente un
diminuto mito.
La vereda qué cruzaba
el puente por debajo acababa en una zona de construcciones abandonadas dignas
de una película de terror. La acumulación de basura era escandalosa. Desde aquí
aprovecho para hacer una llamada a las administraciones para qué limpien este
punto negro dentro de un espacio protegido.
Entre basuras y olmos
con un estado de conservación lamentable sumé a la lista una urraca
y un pinzón vulgar.
Tras una buena caminata
llegué a la entrada de la Laguna del Soto de las Juntas, para tomar la
carretera en dirección a Protección Civil. Allí estaba una de las imágenes
icónicas del Parque del Sureste, un antiguo fuerte abandonado, usado para una
antigua película del Oeste, y detrás de él, los famosos cantiles de la
Marañosa. La imagen qué precisamente ilustra la portada de este blog.
(Entrada a la laguna del Soto de las Juntas en el Parque del Sureste, al fondo los cantiles de la Marañosa). |
Según avanzaba por la
carretera veía los estragos qué produjo el incendio del pasado verano en los
cantiles de la Marañosa, donde se llevó por delante un importante bosque de
pino carrasco muy antiguo.
Tras unos metros la
vegetación de ribera se ensanchaba y permitía la vista de un meandro del
Manzanares. Allí había dos patos nadando qué con el contraluz no adivinaba de
qué especie se trataba. Cuando pude esquivar los rayos del sol me llevé una
sorpresa al comprobar qué se trataban de dos hembras de pato colorado. Tras ellas
bajaban nadando tres machos de ánades reales.
(Hembas de pato colorado, netta rufina). |
Para acortar un poco el
camino decidí tomar un atajo, y cogí una pista de tierra qué me llevaría a la
depuradora Sur-Oriental. Entre zonas de barbecho y cardos sólo pude ver un par
de jilgueros
y compensé la falta de suma de nuevas especies con las magníficas vistas a los
cantiles de la Marañosa.
El camino terminaba
otra vez en la carretera a Protección Civil, y allí encima del puente sobre el
arroyo de los Migueles eché un vistazo. El arroyo estaba reducido a su mínima
expresión, apenas un pequeño hilillo de agua entre tantas rocas, esperando con
ansiedad las necesitadas lluvias otoñales.
En el tejado de la
depuradora se arremolinaban una buena bandada de tórtolas turcas.
(Tórtola turca, streptopelia decaocto). |
La parte izquierda de
la carretera era jalonada por una sucesión de estepas de gran belleza
paisajística y allí pude observar varias cogujadas comunes.
Después de abandonar la
depuradora, y antes de llegar a Viveros Ángel, en una zona de barbecho, muy
mimetizadas, vi un pequeño grupo de perdices rojas qué salieron volando
cuando notaron mi presencia.
Después de pasar la
finca el Palomar, donde había un pequeño bosquete mixto de pinos carrascos y
piñoneros, el paisaje volvía a convertirse en una sucesión de cerros yesíferos.
De una vaguada salió volando majestuosamente, un gran busardo ratonero y tras
él le llegó el turno a varios milanos reales.
(Milano real, milvus milvus). |
Entre las formaciones
de ontinares y jabunales de la zona de estepa se oían los cantos de las
currucas, aunque estaban tan bien camufladas qué en todo el trayecto hasta
Protección Civil, no pude ver ninguna.
Al llegar al imponente
edificio de protección civil, posada sobre su techo, había una lavandera
blanca oteando el horizonte.
Tomé el camino de la
izquierda para dirigirme al puente de Casa Eulogio. Allí comencé a ver las
primeras reses bravas, en esos prados una gran congregación de gorriones
morunos se estaban dando un buen festín con los insectos qué iban
levantando los toros.
Al subir al puente
decidí hacer una pequeña espera desde su barandilla. El Manzanares bajaba con
fuerza haciendo pequeñas cascadas. Como un pequeño proyectil pasó volando raudo
y veloz un valiente andarríos chico.
Cambié de barandilla y
en la otra orilla del río pude observar unos cuantos ejemplares de ánades
frisos y un andarríos grande.
Pasando el puente, a su
izquierda se encuentra una pequeña olmeda de olmo común, con árboles de gran
porte, qué hasta hace pocos años aguantó el azote fatal de la grafiosis, tanto
qué esta fue la olmeda más estudiada de España. Desgraciadamente algunos
ejemplares ya han enfermado, aunque en líneas generales la olmeda goza de buena
salud.
(Olmeda de ulmus minor en casa Eulogio). |
Ya se veía al frente al
finca de Casa Eulogio. El camino actualmente está cortado por una barrera,
asunto muy polémico, ya qué se trata de un camino público, y qué no es el
primer ejemplo qué veo de este estilo. Entiendo qué esté prohibido el paso a la
finca, pero cerrar un camino de patrimonio público no es de recibo. Con cierto
enfado por este nuevo atentado contra nuestro patrimonio natural tomé el camino
de la derecha en dirección a Perales del Río. El camino se adentraba en un
atractivo pinar de pino carrasco de repoblación.
(Pinar de pino carrasco, pinus halepensis). |
La pista de tierra
ganaba algo de altura, lo que permitía disfrutar de unas buenas vistas de los
cerros yesíferos del Manzanares, el propio río y el arroyo Culebro. Allí abajo,
en una zona de cultivo una buena bandada de palomas torcaces se
estaban dando llenando el buche con los granos del campo de cereal.
(Palomas torcaces, columba palumbus). |
El calor y los
kilómetros acumulados ya comenzaban a hacer mella, y eso qué la pista de tierra
tenía muy buen firme y era de agradecer.
Las cunetas de la pista
de tierra eran flanqueadas por plantaciones de almendros, algunos con gran
planta, y entre sus ramas se refugiaban del sol de la tarde unos inquietos mosquiteros
comunes y otros tantos verdecillos.
El paisaje era muy
variado y atractivo. Tan pronto te encontrabas con una estepa llena de
arbustos, como con un pinar cerrado o una cantera abandonada colonizada por
arbustos y aprovechada para qué los conejos hiciesen sus conejeras lejos
de sus depredadores potenciales. Esas canteras abandonadas me daban qué pensar
sobre el enorme potencial qué tenían si se convirtiesen en una laguna artificial.
Ahí dejo la iniciativa.
La concentración de milanos
reales era cada vez más creciente, y eso me hizo recordar que por
aquella zona se encontraban uno de los dormideros de milanos más grandes de la
Comunidad de Madrid.
Un pequeño camino se
desviaba a mi izquierda y dudaba si tenía que tomarlo, pero ya veía al fondo el
Cerro de los Ángeles, mi punto de referencia, así qué no había pérdida, había
qué seguir el camino todo recto.
El paisaje a mi derecha
daba un cambio radical. Grandes campos de maíz qué luego daban paso a dehesas
de fresnos y prados donde pastaban las reses bravas. Allí respondí a mi
pregunta de esa gran concentración de milanos reales. Una espectacular
mole de basura a modo de cerro testigo se elevaba sobre el paisaje colindante.
No había duda, aquello era el vertedero de Valdemíngomez, fuente de alimento
para especies como milanos reales, cigüeñas, urracas, o gaviotas reidoras.
El camino volvía a
subir una importante loma coronada por un gran retamal. En una de estas retamas
estaba posado un alcaudón real meridional. Seguí avanzando por el retamal, y
pude ver varias tarabillas comunes.
(Alcaudón real meridional, lanius meridionalis). |
Al bajar la loma me
topé con un gran pinar donde vi un pícido volar a gran velocidad pero no me dio
tiempo a ver de qué especie se trataba. Ya se veían las ruinas del Convento de
la Aldehuela. Decidí echar un vistazo, atravesando una zona de la valla qué
estaba rota. El aspecto del convento era fantasmagórico, digno de una película
de miedo. Entre la acumulación de basura, y la amenaza de qué me cayera algún
cascote, decidí verlo desde fuera. Un lugar de triste recuerdo por el adolescente
qué murió en una rave consumiendo estramonio. Yo prefería pensar qué esas
ruinas serían mejor aprovechadas para lechuzas, mochuelos o murciélagos. Tengo
pendiente una visita con más calma a aquel lugar, ya que soy muy fan de los
lugares abandonados.
(Ruinas del Convento Trapense de la Aldehuela del siglo XIX). |
Vadeé el puente sobre
el arroyo Culebro. En este tramo final del arroyo, casi antes de desembocar en
el Manzanares, bajaba con mucho caudal, propiciado por los aportes de la
depuradora cercana. Al girar a la derecha del camino la imagen qué me encontré
no podía ser más impactante. Al fondo la gran masa de basura del vertedero de
Valdemíngomez. En unos prados cercanos con pequeñas lagunas donde pastaban las
reses bravas, una llamativa concentración de miles de cigüeñas blancas, mezcladas
con estorninos
negros, avefrías europeas, y urracas. Hice un barrido con los
prismáticos a ver si entre tanta cigüeña blanca se escondía algún
intruso. Y allí encontré agazapada una garcilla bueyera. Mientras, cientos
de gaviotas
reidoras comenzaban a sobrevolar el vertedero en busca de comida.
(Concentración de cigüeñas blancas, ciconia ciconia). |
Proseguí mi camino
pegado a la orilla del Culebro y en lo alto de un poste de la luz había posada
una lavandera
cascadeña.
Transitando por la
camino a mi derecha se iba repitiendo el patrón del paisaje, prados inundados
con dehesas de fresnos ocupados por toros, cigüeñas blancas, estorninos, milanos reales
y avefrías. Entre estas con mucha paciencia con los prismáticos saqué un
zorzal
común para la lista. Muy cerca de este, en un fresno seco, descansaban
unas ruidosas grajillas occidentales.
Aceleré el paso ya que
no quería perder el autobús de vuelta a Madrid. Por fin llegué a la carretera
M-301, y aproveché un camino pegado al carril bici para no preocuparme de los
coches.
Al fondo ya veía la
iglesia de Perales del Río, pero con lo cansado que ya iba después de tantos
kilómetros andando, parecía qué la iglesia de alejaba más y más.
Decidí no guardar los
prismáticos hasta llegar a la iglesia por si veía algo interesante ya qué
comenzaba a caer el sol, por si aparecía alguna rapaz nocturna. No apareció
ninguna, pero por lo menos pude apuntar a la lista unas inesperadas alondras
totovías.
Mi ruta acaba en la
misma iglesia de Perales del Río contemplando los nidos de cigüeña blanca qué habían
construido sobre ella.
(Iglesia de los Santos Justo y Pastor del siglo XVIII, Perales del Río, Getafe). |
¡A qué esperáis para
calzaros las botas y colgaros la cámara de fotos y los prismáticos y disfrutar
de este espacio natural tan interesante!
¡Felices avistamientos!
© Rafa Ac.
Termino mi relato
añadiendo la lista de especies vistas durante la ruta.
FAUNA DE LA
ALDEHUELA-RIVAS VACIAMADRID
|
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AVES
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MAMÍFEROS
|
Alcaudón real meridional
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Conejo
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Alondra totovía
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Ánade friso
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Ánade real
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Andarríos chico
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|
Andarríos grande
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Avefría europea
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Busardo ratonero
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Cigüeña blanca
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Cogujada común
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Estornino negro
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|
Focha común
|
|
Garcilla bueyera
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|
Gaviota reidora
|
|
Gorrión común
|
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Gorrión moruno
Grajilla occidental.
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|
Jilguero
|
|
Lavandera blanca
|
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Lavandera cascadeña
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|
Milano real
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Mito
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Mosquitero común
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Paloma torcaz
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Papamoscas cerrojillo
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|
Pato colorado
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|
Perdiz roja
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|
Pinzón vulgar
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Tarabilla común
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|
Tórtola turca
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Urraca
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Verdecillo
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Zorzal común
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Suscribo lo que dices del "terrorífico" paisaje de las construcciones cercanas a la autovía de Valencia. Y algo de miedo si que da...
ResponderEliminarAyer estuve haciendo una marcha uniendo la laguna de las Juntas y la del Campillo y se pasa por tal sitio, claro.
En esta última laguna había varias decenas de cucharas. No recuerdo haber visto nunca tantas.
Excelente tu ruta. Espero hacerla pronto.
Un saludo, amigo
Hola Paco. Pues si. A ver si las administraciones toman cartas en el asunto y derriban estas construcciones qué son un foco de vertidos incontrolados, además de estar pegadas al río Jarama qué es dominio público y dentro de un parque regional. A ver si me acerco a la laguna del Campillo, hace mucho qué no voy por allí. Últimamente voy más por la del Soto de las Juntas. Un saludo y si haces esta ruta ya me cuentas si has visto algo interesante.
ResponderEliminarCiertamente, en la laguna del Soto de las Juntas hay bastante mas "animación" que en El Campillo, sobre todo en las islas artificiales. (En realidad, islas y laguna son artificiales). En el Campillo, aparte de las anatidas de la laguna había mucho movimiento en las riberas del rio Jarama, muy próximo al Campillo.
ResponderEliminarVale, prometido...
Ayer estuve en la Laguna del Campillo. Mejor ir entre semana qué está más animado. Vi cosas interesantes. Cuando pueda hago otra entrada al blog. Un saludo.
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