RUTA POR
RIVAS-VACIAMADRID
Laguna
del Campillo. Y de repente, una laguna.
En sus 31.552 hectáreas
de extensión el Parque Regional del Sureste podemos encontrar gran variedad de
ecosistemas: bosques de ribera, pinares de repoblación, cantiles yesíferos,
estepas naturales y cerealistas, canteras abandonadas, núcleos urbanos y
lagunas naturales y artificiales.
Es llamativo qué en sus
123 humedales catalogados del, sólo el 6,5% de ellos sean naturales. La gran
mayoría son antiguas graveras abandonadas, qué con el paso del tiempo, o se han
naturalizado, o se han restaurado para recuperar el equilibrio ecológico
perdido.
Uno de los ejemplos más
representativos es la Laguna del Campillo situada en el término municipal de
Rivas-Vaciamadrid.
(Laguna del Campillo en el Parque Regional del Sureste). |
Entre la década de los
60 y 70 fue una antigua explotación de áridos qué posteriormente se abandonó. Se
excavó por debajo del nivel freático, y poco a poco entre las filtraciones del
cercano río Jarama, y el gran acuífero de la zona sureste de Madrid, la
recargaron de agua.
La laguna cuenta con
5,5 kilómetros de contorno, y una profundidad media de 6 metros, siendo su
profundidad máxima de 20 metros.
Dentro del Parque del
Sureste cuenta con la figura de protección de Reserva Natural, zona B en la
escala de zonificación.
La vegetación del
humedal está compuesta por una primera línea arbórea con especies como álamos
blancos, sauces, fresno, tarayes, olmos y chopos negros. Una segunda banda
arbustiva con especies tan interesantes como zarzamoras, rosales silvestres o
majuelos. Por último, ya dentro de la laguna, encontramos una línea de
vegetación de juncos, eneas, carrizo y lentejas de agua, ideal para refugio de
aves acuáticas.
La laguna está rodeada
por su flanco izquierdo por una magnífica formación de cantiles yesíferos, qué
continúan hacia la finca del Piul. A su derecha por la vegetación de ribera del
río Jarama. En una de sus orillas se encuentra la inmensa mole de la fábrica de
vigas de hormigón de Padacar cerrada desde 2003. En el perímetro de la laguna
está el Centro de Educación Ambiental del Campillo. Lugar de referencia para
conocer la flora, fauna y geología de este espacio protegido. Por último, a la
entrada la laguna se encuentra las vías del tren turístico de Arganda, qué
actualmente hace el recorrido desde la laguna, hasta la estación de la Poveda
en Arganda del Rey.
(Vías del Tren de Arganda en las inmediaciones de la Laguna del Campillo). |
Con esta variedad de
ecosistemas, la fauna avícola es muy rica en especies. En la zona de los
cantiles podemos observar grajillas, chovas piquirrojas, collalbas negras,
mochuelos comunes o búhos reales. En el bosque de ribera tórtolas comunes,
martín pescador, oropéndola, pico picapinos y pájaro moscón. En la laguna,
garza real, cormorán grande, cuchara europeo, cerceta común y ánade friso.
Posee uno de los dormideros más grandes de garcillas bueyeras, gaviotas
sombrías y reidoras de la Comunidad de Madrid.
La ruta propuesta es
una ruta circular de 2 horas de duración y de dificultad baja. Ideal para
hacerla con niños, pues no presenta ninguna dificultad, visitando la laguna,
los cantiles y pinar del Piul, el centro de interpretación, y el río Jarama.
(Ruta circular de 2 horas de duración y dificultad baja por la Laguna del Campillo). |
Accesos a la Laguna del
Campillo:
-En coche. Autovía A3
salida 19. 27 minutos desde Madrid.
-En autobús. Línea 334
Conde de Casal-Rivas Pueblo. 30 minutos desde Madrid. Luego desde la parada
debemos andar 25 minutos hasta la entrada a la laguna.
-En Metro. Línea 9.
Paco de Lucía-Arganda del Rey. Nos bajaremos en la estación de
Rivas-Vaciamadrid. Desde la estación de
Puerta de Arganda 16 minutos. Luego desde la parada de Rivas-Vaciamadrid, andar
25 minutos hasta la entrada a la laguna.
-En bicicleta. Desde la
estación de Rivas-Vaciamadrid. La ruta circular se puede hacer en bici sin
problemas.
Este es el relato de
una ruta qué realicé a finales de Octubre de 2016.
Decidí acercarme un día
entre semana a la Laguna del Campillo. El día amenazaba lluvia, así que me
permitiría visitar este lugar sin la masificación de los fines de semana, razón
por la que visito más la Laguna del Soto de las Juntas. El trasiego de
ciclistas, gente en el merendero y pescadores hace que muchos días la fauna se
muestra más esquiva.
Tras los 25 minutos de
rigor andando desde la parada del Metro, llegué a la entrada de laguna, donde
están las vías del tren de Arganda. La inmensa mole de cantiles yesíferos qué
flanquea la laguna me quedaba a mi izquierda. Se encontraban muy mojadas por
las lluvias de los pasados días, y había habido algún pequeño desprendimiento,
arrastrado por la fuerza de las aguas.
Tenía dos opciones: o
seguir el camino qué estaba pegado a la vía del tren y cercano a la orilla de
la laguna, o seguir la carretera de camino a la finca del Piul. Opté por esta
segunda opción, para tratar de ver algo de fauna rupícola de los cortados de
yeso.
La primera especie de
la lista fue un majestuoso petirrojo europeo qué cantaba
enérgicamente con el pecho hinchado sobre las ramas de un chopo.
(Petirrojo europeo, erithacus rubecula). |
En lo alto, a través de
las nubes qué amenazaban lluvia, comenzaron a levantar las primeras cigüeñas
blancas procedentes de las colonias cercanas de las Lagunas del Porcal
y de las antenas de Arganda del Rey.
Poco a poco me fui
pegando a los cantiles, y entre las oquedades de los yesos, fueron a posarse
dos urracas.
(Urraca, pica pica). |
Los primeros conejos
comenzaron a hacer su aparición corriendo a refugiarse entre las
formaciones de los ontinares y jabunares.
Me paré un momento a
hacer una barrida por los cantiles a ver si veía a alguna collalba negra. No hubo
suerte, pero después de unos minutos de insistencia, logré observar a varios colirrojos
tizones y una curruca cabecinegra.
(Colirrojo tizón, phoenicurus ochruros). |
Seguí mi camino contemplando
embelesado los imponentes farallones de yeso, qué parecían sacados de una
película del salvaje Oeste. En algunas zonas se notaba la presencia de pequeños
acuíferos porque la vegetación cambiaba de pequeños arbustos gipsófilos, a
tarayes, juncos e higueras.
En un pequeño retamal
había mucho movimiento de pequeños pajarillos. Con un vistazo con los
prismáticos salí de dudas al comprobar qué se trataban de mosquiteros musicales, en
paso post-nupcial.
Por encima de los
cantiles comenzaban a aparecer pequeños bandos de palomas torcaces de
camino a la laguna, y al bajar los prismáticos dos pequeñas pelotitas negras
con un tono blanco se posaron sobre un espolón de yeso. Al verlas la cola
blanca en forma de t no había duda. ¡Por fin cayeron las collalbas negras!
Me interné en el pinar
del Piul. Por una vez me lo encontré sin basuras, y el hecho de que no hubiese
gente en los merenderos me animó a hacer una espera en busca de paseriformes.
Primero observé un pequeño grupo de jilgueros en la copa de un gran
pino, y al rato el reclamo de un carbonero común, delató su
presencia.
(Carbonero común, parus major). |
A mi derecha se me
mostró como imagen impactante la desmesurada fábrica de vigas de hormigón de
Padacar. Entre una fila de vigas vi una sombra qué se movía. Al principio pensé
que se trataba de un perro qué custodiaba la fábrica. Pero cuando dejó ver su
enorme cola ya me puso en alerta. Si, ¡se trataba de un zorro común! La imagen no
podía ser de lo más pintoresca. Un inquieto zorrillo paseándose a sus anchas
por un mar de vigas de hormigón. Lo que demuestra el carácter adaptativo de
este pequeño carnívoro oportunista.
Bajé corriendo a la vía
del tren para intentarle echarle una foto, pero se movía con mucha soltura
esquivando las vigas de hormigón. Tras varias fotos infructuosas, cruzó una
valla metálica para perderse en la orilla de la laguna. Poco después comencé a
oír un incesante graznido procedente de los cantiles. Ruidosas grajillas
occidentales volaban en dirección a la fábrica de vigas.
Volvía a oír el
graznido sobre el techo de la fábrica y dirigí mis prismáticos aquella zona. Me
llevé una buena sorpresa al comprobar qué lo qué graznaba eran dos revoltosas chovas
piquirrojas.
(Chovas piquirrojas, pyrrhocorax pyrrhocorax) |
Comencé a subir una
pequeña loma qué me llevaría a un pequeño barranco formado por la erosión de un pequeño arroyo.
Tras atravesar varias
trincheras de la Guerra Civil llegué al barranco con un paisaje muy atractivo
desde el punto de visto botánico.
Los taludes del
barranco estaban jalonados por varias especies de arbustos gipsófilos como
gayombas, efedras, y retamas de bolas. También había sisallos, ontinas,
jabunas, romero, y entre tanta maraña de arbustos, algunos pinos carrascos.
(Los cerros yesíferos qué rodean la Laguna del Campillo poseen una flora botánica gipsófila muy interesante, con algunas especies endémicas). |
Comencé a escuchar el
canto de las currucas, pero era difícil ver de qué especie se trataban.
Continuaba el goteo de colirrojos tizones y mosquiteros musicales.
Oteando con los
prismáticos los cantiles, vi qué algo se movía entre un espartal. Cuál fue mi
sorpresa al darme cuenta qué se trataba de ¡otro zorro! El segundo del
día. Yo creo que su cara de asombro era más grande que la mía, porque estuvo un
buen rato totalmente quieto observándome, lo qué me permitió sacarle varias
fotos. Cuando se aburrió de mi presencia, subió con agilidad felina, bueno en
este caso canina, los cantiles, para perderse en un pequeño desfiladero.
(Zorro común, vulpes vulpes). |
Tras este encuentro tan
reconfortante, tomé una pequeña vereda entre la entrada a la finca del Piul, y
la fábrica de Padacar qué llevaría a la orilla de la laguna. Aquí el bosque de
ribera se mostraba en todo su esplendor, con álamos, sauces y chopos de gran
porte. De uno de ellos salió volando raudo y veloz un mirlo común.
Me acerqué sigiloso a
la lámina de agua, pero no me di cuenta que a mi derecha tenía nadando dos fochas
comunes qué escaparon chillando ante mi presencia. Este tumulto hizo
qué se asustaran a la vez varias cercetas comunes.
Ya se dejaban comenzar
a ver los primeros cucharas comunes, y pude fotografiar a un vistoso macho.
(Cuchara común, anas clypeata). |
En un pequeño recodo
qué hacía la laguna, había una formación mixta de ánades reales y frisos.
Proseguí rodeando la
laguna en busca de un observatorio de aves qué recordé haber estado en mi
última visita. Accedí al bosque de ribera por varias veredas, pero no había ni
rastro del hide. Volví a la pista de tierra y justo antes de ver el Jarama,
levantó del suelo un pito real ibérico.
Eché un vistazo al
cauce del Jarama, sin recompensa alguna. El río bajaba con mucho caudal,
gracias a las lluvias de los últimos días. Si seguía lloviendo en aquellos
días, como ponían las previsiones, prometía un buen Otoño de agua, cosa que ya
hacía falta.
(Río Jarama). |
Continué caminando por
la pista donde a sus lados había carteles explicativos con la flora qué se
podía ver, en una agradable ruta botánica qué proponía el centro de educación
ambiental. Tras unos metros de caminata llegué a la puerta del mismo centro qué
ya se encontraba cerrado. Un poco más adelante se volvía a ver la laguna y allí
pude ver el observatorio de aves. Estaba dentro del recinto vallado del centro
de educación ambiental. Con razón no lo había encontrado antes.
Allí me quedé volviendo
a apuntar mis prismáticos a la laguna. En una isla artificial había una garcilla
bueyera de las primeras en llegar a sus dormideros.
Comencé a oír el
inconfundible canto del pico picapinos y en un rato le
localicé subido en lo alto de la copa de un chopo seco.
(Pico picapinos, dendrocopos major). |
Instantes después
llegué a una antigua instalación de medición del cauce del río ahora
abandonada. Una pasarela metálica permitía cruzar el río hasta la mitad de su
cauce. Allí pude ver a dos cormoranes grandes nadando,
intentando remontar el cauce, qué bajaba con mucha fuerza.
Más arriba del río, entre
un carrizal estaba escondida una elegante garza real a ver si podía pescar
algún pececillo incauto.
(Garza real, ardea cinerea). |
De nuevo volví a la
orilla de la laguna, y en un carrizal pude observar un herrerillo común. Muy
cerca de este, en un arbusto había una gran algarabía producida por una gran
concentración de gorriones morunos.
(Gorriones morunos, passer hispanioliensis). |
Reanudé mi camino a la
entrada de la laguna. Por el camino se me cruzó un cetia ruiseñor qué iba
volando en dirección al río.
Decidí sentarme en un
banco de madera para echar la última vista al humedal y comenzar a guardar las
cosas en la mochila. Antes de guardar los prismáticos, un gracioso zampullín
común cerraba la lista de esta jornada tan amena.
¡A qué esperáis para
colgaros la mochila, los prismáticos y la cámara de fotos y disfrutar de este
espacio tan interesante!
¡Felices avistamientos!
© Rafa Ac.
Para terminar, añado la
lista de especies avistadas durante la ruta.
FAUNA DE LA
LAGUNA DEL CAMPILLO
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AVES
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MAMÍFEROS
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Ánade friso
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Conejo
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Ánade real
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Zorro común
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Carbonero común
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Cerceta común
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Cetia ruiseñor
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Chova piquirroja
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Cigüeña blanca
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Colirrojo tizón
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Collalba negra
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Cormorán grande
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Cuchara común
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Curruca cabecinegra
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Focha común
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Garcilla bueyera
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Garza real
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Gorrión moruno
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Grajilla occidental
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Herrerillo común
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Jilguero
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Mirlo común
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Mosquitero musical
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Paloma torcaz
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Petirrojo europeo
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Pito real ibérico
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Zampullín común
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Magnifico reportaje, Rafa. Marca de la casa.
ResponderEliminarCuriosamente yo también recuerdo haber visto un zorro, por aquí, pero en el recorrido entre esta laguna y las lagunas de Velilla, hace ya algunos años.
Veo que tuviste mas suerte que yo el otro día, pues cuento hasta seis anátidas en tu relato. Ya te comente que había muchas cucharas solamente, pero no recuerdo otra especie mas. Curiosamente en el Jarama si vi gallinetas, que tu no viste en El Campillo, que es su hábitat mas natural.
Y ya me contarás como haces las fotos, pues para mi resulta muy difícil simplemente distinguir las especies. Ya fotografiarlas...imposible.
Un saludo, amigo
Hola Paco, Gracias. Bueno las fotos, con mucha paciencia, y estando bien escondido. A veces la suerte también es un factor a tener en cuenta. Para distinguirlas te recomiendo una buena guía de aves, y salir mucho al campo. Al final con mucha práctica seguro qué consigues distinguir muchas especies. Un saludo.
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