RUTA POR
VILLAMANRIQUE DE TAJO.
SENDA
ECOLÓGICA DE LAS RIBERAS Y VEGAS DEL TAJO.
Senda
ecológica de las riberas y vegas del Tajo.
Los últimos bosques ribereños.
Si existe un ecosistema
natural en nuestra región sumamente transformado por la mano del hombre a lo
largo de los siglos, estos son los bosques de ribera o sotos fluviales.
Las zonas de río
siempre han sido zonas muy codiciadas por el hombre para emplazar sus
asentamientos, desde qué se hizo sedentario desde la época del Neolítico, en la
que descubrió la agricultura. Ciudades tan conocidas por nosotros como Alcalá
de Henares, o Aranjuez, descansan a orillas de los cauces de los ríos Henares y
Tajo, respectivamente.
(Bosque de ribera en el río Tajo a su paso por Villamanrique de Tajo). |
Las zonas fluviales
siempre han sido una fuente de recursos naturales para la población
humana. Son zonas muy aptas para la
agricultura. La vegetación ribereña aporta sombra, reduce el calor, y aumenta
la humedad del aire. Esto unido a qué son zonas con suelos muy fértiles, y
lugares donde no presentan pendientes, las convierten en zonas idóneas para la
explotación agrícola.
La gran transformación
qué han sufrido estas zonas para convertirlas en zonas de regadío, más la
explotación maderera qué han sufrido, las plagas qué han padecido algunas
especies como la grafiosis en el caso del olmo común, y el proceso de
urbanización con viviendas de segunda residencia, han provocado qué estos
bosques con tanta riqueza biológica, hayan reducido su extensión a su mínima
expresión.
De los grandes sotos
ribereños qué antaño poblaban las orillas de los grandes ríos madrileños como
el Tajo, Jarama, o Guadarrama, a día de hoy quedan pequeñas muestras de aquel
antaño esplendor, como son los casos del Soto del Henares, entre Alcalá de Henares y los Santos de la
Humosa, o el Soto de Legamarejo en Aranjuez.
Las principales
especies arbóreas qué componen el bosque de ribera son fundamentalmente,
tarayes, sauces, álamos, olmos y chopos. En la misma orilla del río se asientan
importantes formaciones de juncos, cañaverales y carrizo. Un poco más alejadas
del cauce nos encontramos una formación arbustiva con especies como rosal
silvestre, zarzas y espinos albares.
(La vegetación de ribera del Tajo está compuesta fundamentalmente por chopos, sauces, álamos, olmos, y tarayes). |
Estos bosques de ribera
son auténticos corredores ecológicos, y los de la zona del valle del Tajo se
comportan como un verdadero oasis para fauna, en un entorno tan seco como son
las estepas salinas del Sur de Madrid y el Norte de Toledo.
A lo largo de la vega
del Tajo podemos observar especies de aves tan interesantes como garzas
imperiales, martinetes, avetorillos, milanos negros, y pequeños pajarillos como
papamoscas cerrojillos, pájaros moscones, jilgueros, verderones o verdecillos.
Lugar clave para pasos migratorios, y para especies invernantes.
Villamanrique de Tajo
conserva uno de los sotos fluviales mejor conservados de la Comunidad de
Madrid. Otros ecosistemas qué nos
encontraremos en nuestra visita a este municipio tan atractivo de la Comarca de
las Vegas, son las zonas de cultivo de regadío, fundamentalmente maíz, viñedos,
olivares, formaciones de pinos carrascos, y pequeños bosquetes de carrascas,
algunas de ellas de gran porte.
La actividad propuesta
es una ruta circular qué comienza en la misma plaza del ayuntamiento, visitando
el Camino Natural del Tajo, el Área Recreativa de las Cuevas, y terminando en
un observatorio para aves en las orillas del río Tajo.
La duración de la ruta
es de 3 horas aproximadamente. La dificultad es fácil, ya que no existen
pendientes, recomendada para hacerla con niños.
La ruta es recomendable
hacerla en Primavera y Otoño.
(Ruta circular de 3 horas de duración y dificultad baja por Villamanrique de Tajo). |
Accesos a Villamanrique
de Tajo.
-En coche. Coger la A-3
autovía Madrid-Valencia hasta la salida número 48 y luego tomar la carretera
M-321. 54 minutos desde Madrid.
-En autobús. Línea 350
C. Arganda (Hospital)-Villamanrique de Tajo. 1 hora.
Línea 353. Madrid-Santa
Cruz de la Zarza. 1 hora.
-En bicicleta.
Aranjuez-Villamanrique de Tajo. Por el Camino Natural del Tajo. 5 horas y 40
minutos.
Este es el relato de
una ruta qué realicé a finales de Septiembre de 2016, recién estrenado el Otoño.
El autobús 353 me dejó
en la plaza del ayuntamiento del pueblo, después de 1 hora de viaje desde
Madrid disfrutando de la variedad de los ecosistemas del Parque Regional del Sureste,
Valle del Tajuña y Valle del Tajo.
Tras callejear unos
minutos, y deleitándome con el patrimonio arquitectónico de Villamanrique de
Tajo, uno de los pueblos más bellos de la Comarca de las Vegas, llegué a la pintoresca
Iglesia de Nuestra Señora de Arbuel.
Junto a la iglesia
había un magnífico mirador natural con vistas a los cerros qué flanquean el río
Tajo, y la vegetación ribereña de sus orillas.
(Mirador natural del Valle del Tajo desde la Iglesia de Nuestra Señora de Arbuel). |
Tras doblar la calle de
la esquina, una pequeña pista de tierra descendía hacia el Camino Natural del
Tajo. Allí, junto a una torreta eléctrica levantó en vuelo la primera especie
de la lista, un cernícalo vulgar.
(Cartel informativo del Camino Natural del Tajo). |
Aguas abajo del Tajo, se
alzaron sobre su soto fluvial dos rapaces de un porte imponente. Las tenía a
contraluz, y por la forma de las alas y la envergadura sospeché qué se trataban de dos águilas
reales, aunque la mala visibilidad hacía qué la identificación fuese dudosa.
Continué remontando el río
por el camino natural, y en unos cercanos campos de maíz levantó una inmensa
nube de estorninos negros.
El calor era sofocante para haber estrenado la primera semana de Otoño, y si no hubiese mirado el calendario
diría que aún nos encontrábamos en Verano.
Aceleré el paso en
busca de algo de sombra en el bosque de ribera. Caminando a gran velocidad por
la pista de tierra iba levantando algunas cogujadas comunes perfectamente
mimetizadas en el suelo con sus tonos pardos.
Atravesé la M-319 y
tomé otra pista de tierra señalizada como vía pecuaria. Tras unos metros me di
cuenta que esa pista acababa en una finca cercana, así que decidí volver a
retomar el camino qué traía de ida. Encontré una pequeña abertura entre el
bosque qué me dejó ver el cauce del Tajo.
En la copa de un álamo
se arremolinaban varias tórtolas turcas. En un gran tronco
sobre el cauce del río, se calentaba al sol un gran galápago leproso.
(Galápago leproso, mauremys leprosa). |
Reanudé el camino de
vuelta a la carretera, y tras unos metros caminando a través de ella llegué a
un puente con magníficas vistas al río.
Una formidable nube de jilgueros
salió volando de un gran chopo cuando detectó mi presencia. Desde el
puente en el cauce del río comencé a ver los primeros ánades reales, y una
inquieta lavandera blanca.
(Ánades reales, anas platyrhynchos). |
Comencé el descenso del
Tajo por la Avenida de la Playa. Allí comenzaban a verse magníficas formaciones
de tarayes, algunas de mucha altura.
Un papamoscas gris hacía
malabares en el cable de un poste de luz. Uno de los últimos rezagados en su
viaje de migración postnupcial.
(Papamoscas gris, muscicapa striata). |
Me interné entre la
formación de tarayes, y al llegar a un claro de bosque, pude ver el cauce del
río. Allí había una acumulación de burbujas qué delataba de la presencia de
algún ave buceadora. Con un poco de paciencia pude descubrir qué se trataba de
un zampullín
común.
La formación de tarayes
cada se hacía más densa, y grupo nutrido de revoltosos mitos fueron a refugiarse
en un taray con las ramas muy densas.
El camino terminaba en
una cancela qué estaba cerrada, aunque había una zona donde la valla metálica
tenía una abertura, cosa qué me venía de perlas, ya que no tenía ganas de
volver a deshacer el camino recorrido, además qué llevaba el tiempo justo para
coger el autobús de vuelta.
Ya me encontraba dentro
del Área Recreativa de las Cuevas. Comenzaron a aparecer los primeros bancos de
madera, carteles explicativos sobre la vegetación y la fauna, y un pequeño
mirador de madera qué tenía unas excelentes vistas a un gran meandro del Tajo,
con una vegetación de ribera muy bien conservada.
(Río Tajo a su paso por el Área Recreativa de las Cuevas). |
Junto a unos juncos, un
avispado papamoscas cerrojillo se lanzaba en picado sobre una molesta
nube de mosquitos, cosa qué le agradecía sobremanera. En la otra orilla del río
más azulones, y una solitaria gallineta común.
(Gallineta común, gallinula chloropus). |
Dentro del área
recreativa hice un alto en una fresneda, buscando un poco de sombra, y en el
césped gran cantidad de gorriones comunes y un mirlo
común, estaban tan distraídos picoteando en el suelo, qué no se dieron
cuenta de mi presencia.
Abandoné el área
recreativa por su puerta de entrada, y subí un pequeño talud, qué me
proporcionaba unas magníficas vistas en altura de otro gran meandro del Tajo.
Desde allí puede ver una focha común y detecté la presencia
en un álamo de un elegante herrerillo común.
Alcé la vista hacía las
escasas nubes qué se dejaban ver, y cuál fue mi sorpresa al ver remontar el río
dos buitres
leonados. Seguramente se dirigían a la cercana colonia del pueblo de
Barajas de Melo en el Sistema Ibérico.
La pista de tierra qué
llevaba tras una buena caminata, se convertía en una pequeña vereda donde casi
desaparecía por vegetación circundante. Tras atravesar una interminable
formación de carrizo casi infranqueable, llegué al observatorio de aves.
(Observatorio de aves en la orillas del río Tajo). |
Allí
me quedé disfrutando de unas magníficas vistas al río, donde al fondo se veían
unos imponentes cerros, y sus faldas eran ocupadas por infinitos campos de
maíz.
Mientras barría toda la
orilla del río con los prismáticos, pasó volando de manera fugaz, como un
proyectil, un majestuoso martín pescador.
El sol se iba poniendo
poco a poco al Oeste del río y ya empezaban los pequeños pajarillos en grandes
bandos a dirigirse a sus dormideros.
A la izquierda del
camino de vuelta, comencé a ver un monótono paisaje de viñedos, solo roto de
vez en cuando por alguna carrasca de gran tamaño. Allí una de las últimas golondrinas comunes de la
temporada se dejó ver.
En lo alto del cielo vi
pasar un córvido, qué al principio pensé qué se trataba de un cuervo pero al
verle la forma de la cola me di cuenta qué se trataba de una corneja negra.
Un chopo seco era
coronado por un esbelto verderón común. Por encima de este
pasaron volando tres cormoranes grandes a sus dormideros.
Volví a adentrarme en
la abertura de la vegetación de ribera para hacer una pequeña espera. Mientras
estaba fotografiando una focha común, esta se dio cuenta de
mi presencia, y al asustarse y comenzar a chapotear levantó una hembra de aguilucho
lagunero qué se escondía tras unos juncos.
(Aguilucho lagunero occidental, circus aeruginosus). |
Multitud de escribanos
trigueros procedentes de los cultivos de secano comenzaban a reunirse
en sus dormideros del río.
(Escribanos trigueros, miliaria calandra). |
En una pequeña playa de
la orilla del río, pude observar, como una lavandera cascadeña buscaba algún
insecto que llevarse al pico.
En una improvisada
isla, en mitad del cauce del río, formada por un taray de porte arbustivo, se
ocultaba un melodioso ruiseñor bastardo.
Volví a entrar en el
área recreativa para echar el último vistazo antes de coger el autobús de
vuelta. En la copa de un algarrobo de un arroyo cercano encontré un carbonero
común.
En el magnífico mirador
de madera por fin pude observar otra rapaz. Un hermoso busardo ratonero en fase
clara.
Me apresuré para volver
a la iglesia y allí me senté en un banco del mirador para recoger los
prismáticos y la cámara de fotos. Antes de meter los prismáticos en la mochila,
un colirrojo
tizón me brindó un buen momento de observación.
(Colirrojo tizón, phoenicurus ochruros). |
Cuando ya daba por concluida
esta ruta tan interesante, esperando el autobús de vuelta a Madrid en el
ayuntamiento, alcé la mirada al cielo y vi una gran cantidad de aviones
comunes.
Me puse a reflexionar
sobre como muchas especies estiran su estancia en la Península antes de
comenzar la migración a África. Y algunas incluso ya se quedan con nosotros
para pasar el Invierno, como un pequeño grupo de golondrinas comunes qué
invernaron el año pasado en las aguas del Tajo en Aranjuez.
No quiero abrir aquí un
debate sobre el cambio climático pero parece que la tendencia de estos últimos
Otoños tan cálidos qué hemos tenido, e Inviernos tan benévolos hará qué muchas especies cambien su
comportamiento. Puede tratarse de un toque de atención sobre lo que veamos en
próximas décadas, y como ya he recalcado alguna vez en este blog, las aves son
magníficas bioindicadores de los cambios qué el hombre produce en el medio
ambiente.
¡A qué esperáis para
visitar este magnífico rincón de esta comarca tan interesante como es la
Comarca de las Vegas!
¡Felices avistamientos!
@Rafa Ac.
Termino el relato
añadiendo la lista de especies vista a lo largo de la ruta.
FAUNA
DE VILLAMANRIQUE DE TAJO
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AVES
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REPTILES
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Aguilucho lagunero occidental
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Galápago europeo
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Ánade real
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Avión común
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Buitre leonado
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Busardo ratonero
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Carbonero común
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Cernícalo vulgar
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Cogujada común
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Colirrojo tizón
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Cormorán grande
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Corneja negra
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Escribano triguero
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Estornino negro
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Focha común
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Gallineta común
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Golondrina común
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Gorrión común
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Herrerillo común
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Jilguero
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Lavandera blanca
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Lavandera cascadeña
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Martín pescador
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Mirlo común
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Mito
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Papamoscas cerrojillo
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Papamoscas gris
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Ruiseñor bastardo
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Tórtola turca
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Verderón común
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Zampullín común
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Cierto lo que dices sobre el cambio climático. Y preocupante. Se ven comportamientos extraños.
ResponderEliminarPor cierto, el recorrido que has hecho, en plena otoñada, es magnifico por la extraordinaria olmeda de galería sobre el Tajo. Dentro de una semana, para aclararnos.
¿Situas a Barajas de Melo en el Sistema Ibérico? Creo que hay muchos kilometros hasta llegar al Ibérico. Mas cercano a la Alcarria, creo.
Hola Paco. Este recorrido es ideal para cuando cambia la hoja en plena otoñada. Cuando pasen estos días de lluvia será muy recomendable para hacerla. Barajas de Melo está pegado a la Sierra de Altomira qué son las estribaciones del Sistema Ibérico. Es la sierra más occidental del Sistema Ibérico, y si, está en la Alcarria, un saludo.
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