lunes, 3 de octubre de 2016

RUTA POR VILLAMANRIQUE DE TAJO

RUTA POR VILLAMANRIQUE DE TAJO.
SENDA ECOLÓGICA DE LAS RIBERAS Y VEGAS DEL TAJO.

Senda ecológica de las riberas y vegas del Tajo.  Los últimos bosques ribereños.

Si existe un ecosistema natural en nuestra región sumamente transformado por la mano del hombre a lo largo de los siglos, estos son los bosques de ribera o sotos fluviales.
Las zonas de río siempre han sido zonas muy codiciadas por el hombre para emplazar sus asentamientos, desde qué se hizo sedentario desde la época del Neolítico, en la que descubrió la agricultura. Ciudades tan conocidas por nosotros como Alcalá de Henares, o Aranjuez, descansan a orillas de los cauces de los ríos Henares y Tajo, respectivamente.

(Bosque de ribera en el río Tajo a su paso por Villamanrique de Tajo).

Las zonas fluviales siempre han sido una fuente de recursos naturales para la población humana.  Son zonas muy aptas para la agricultura. La vegetación ribereña aporta sombra, reduce el calor, y aumenta la humedad del aire. Esto unido a qué son zonas con suelos muy fértiles, y lugares donde no presentan pendientes, las convierten en zonas idóneas para la explotación agrícola.
La gran transformación qué han sufrido estas zonas para convertirlas en zonas de regadío, más la explotación maderera qué han sufrido, las plagas qué han padecido algunas especies como la grafiosis en el caso del olmo común, y el proceso de urbanización con viviendas de segunda residencia, han provocado qué estos bosques con tanta riqueza biológica, hayan reducido su extensión a su mínima expresión.
De los grandes sotos ribereños qué antaño poblaban las orillas de los grandes ríos madrileños como el Tajo, Jarama, o Guadarrama, a día de hoy quedan pequeñas muestras de aquel antaño esplendor, como son los casos del Soto del Henares,  entre Alcalá de Henares y los Santos de la Humosa, o el Soto de Legamarejo en Aranjuez.
Las principales especies arbóreas qué componen el bosque de ribera son fundamentalmente, tarayes, sauces, álamos, olmos y chopos. En la misma orilla del río se asientan importantes formaciones de juncos, cañaverales y carrizo. Un poco más alejadas del cauce nos encontramos una formación arbustiva con especies como rosal silvestre, zarzas y espinos albares.

(La vegetación de ribera del Tajo está compuesta fundamentalmente por chopos, sauces, álamos, olmos, y tarayes).

Estos bosques de ribera son auténticos corredores ecológicos, y los de la zona del valle del Tajo se comportan como un verdadero oasis para fauna, en un entorno tan seco como son las estepas salinas del Sur de Madrid y el Norte de Toledo.
A lo largo de la vega del Tajo podemos observar especies de aves tan interesantes como garzas imperiales, martinetes, avetorillos, milanos negros, y pequeños pajarillos como papamoscas cerrojillos, pájaros moscones, jilgueros, verderones o verdecillos. Lugar clave para pasos migratorios, y para especies invernantes.
Villamanrique de Tajo conserva uno de los sotos fluviales mejor conservados de la Comunidad de Madrid.  Otros ecosistemas qué nos encontraremos en nuestra visita a este municipio tan atractivo de la Comarca de las Vegas, son las zonas de cultivo de regadío, fundamentalmente maíz, viñedos, olivares, formaciones de pinos carrascos, y pequeños bosquetes de carrascas, algunas de ellas de gran porte.
La actividad propuesta es una ruta circular qué comienza en la misma plaza del ayuntamiento, visitando el Camino Natural del Tajo, el Área Recreativa de las Cuevas, y terminando en un observatorio para aves en las orillas del río Tajo.
La duración de la ruta es de 3 horas aproximadamente. La dificultad es fácil, ya que no existen pendientes, recomendada para hacerla con niños.
La ruta es recomendable hacerla en Primavera y Otoño.

(Ruta circular de 3 horas de duración y dificultad baja por Villamanrique de Tajo).

Accesos a Villamanrique de Tajo.
-En coche. Coger la A-3 autovía Madrid-Valencia hasta la salida número 48 y luego tomar la carretera M-321. 54 minutos desde Madrid.
-En autobús. Línea 350 C. Arganda (Hospital)-Villamanrique de Tajo. 1 hora.
Línea 353. Madrid-Santa Cruz de la Zarza. 1 hora.
-En bicicleta. Aranjuez-Villamanrique de Tajo. Por el Camino Natural del Tajo. 5 horas y 40 minutos.
Este es el relato de una ruta qué realicé a finales de Septiembre de 2016,  recién estrenado el Otoño.
El autobús 353 me dejó en la plaza del ayuntamiento del pueblo, después de 1 hora de viaje desde Madrid disfrutando de la variedad de los ecosistemas del Parque Regional del Sureste, Valle del Tajuña y Valle del Tajo.
Tras callejear unos minutos, y deleitándome con el patrimonio arquitectónico de Villamanrique de Tajo, uno de los pueblos más bellos de la Comarca de las Vegas, llegué a la pintoresca Iglesia de Nuestra Señora de Arbuel.
Junto a la iglesia había un magnífico mirador natural con vistas a los cerros qué flanquean el río Tajo, y la vegetación ribereña de sus orillas.

(Mirador natural del Valle del Tajo desde la Iglesia de Nuestra Señora de Arbuel).

Tras doblar la calle de la esquina, una pequeña pista de tierra descendía hacia el Camino Natural del Tajo. Allí, junto a una torreta eléctrica levantó en vuelo la primera especie de la lista, un cernícalo vulgar.

(Cartel informativo del Camino Natural del Tajo).

Aguas abajo del Tajo, se alzaron sobre su soto fluvial dos rapaces de un porte imponente. Las tenía a contraluz, y por la forma de las alas y la envergadura  sospeché qué se trataban de dos águilas reales, aunque la mala visibilidad hacía qué la identificación fuese dudosa.
Continué remontando el río por el camino natural, y en unos cercanos campos de maíz levantó una inmensa nube de estorninos negros.
El calor era sofocante para haber estrenado la primera semana de Otoño, y si no hubiese mirado el calendario diría que aún nos encontrábamos en Verano.
Aceleré el paso en busca de algo de sombra en el bosque de ribera. Caminando a gran velocidad por la pista de tierra iba levantando algunas cogujadas comunes perfectamente mimetizadas en el suelo con sus tonos pardos.
Atravesé la M-319 y tomé otra pista de tierra señalizada como vía pecuaria. Tras unos metros me di cuenta que esa pista acababa en una finca cercana, así que decidí volver a retomar el camino qué traía de ida. Encontré una pequeña abertura entre el bosque qué me dejó ver el cauce del Tajo.
En la copa de un álamo se arremolinaban varias tórtolas turcas. En un gran tronco sobre el cauce del río, se calentaba al sol un gran galápago leproso.

(Galápago leproso, mauremys leprosa).

Reanudé el camino de vuelta a la carretera, y tras unos metros caminando a través de ella llegué a un puente con magníficas vistas al río.
Una formidable nube de jilgueros salió volando de un gran chopo cuando detectó mi presencia. Desde el puente en el cauce del río comencé a ver los primeros ánades reales, y una inquieta lavandera blanca.

(Ánades reales, anas platyrhynchos).

Comencé el descenso del Tajo por la Avenida de la Playa. Allí comenzaban a verse magníficas formaciones de tarayes, algunas de mucha altura.
Un papamoscas gris hacía malabares en el cable de un poste de luz. Uno de los últimos rezagados en su viaje de migración postnupcial.

(Papamoscas gris, muscicapa striata).

Me interné entre la formación de tarayes, y al llegar a un claro de bosque, pude ver el cauce del río. Allí había una acumulación de burbujas qué delataba de la presencia de algún ave buceadora. Con un poco de paciencia pude descubrir qué se trataba de un zampullín común.
La formación de tarayes cada se hacía más densa, y grupo nutrido de revoltosos mitos fueron a refugiarse en un taray con las ramas muy densas.
El camino terminaba en una cancela qué estaba cerrada, aunque había una zona donde la valla metálica tenía una abertura, cosa qué me venía de perlas, ya que no tenía ganas de volver a deshacer el camino recorrido, además qué llevaba el tiempo justo para coger el autobús de vuelta.
Ya me encontraba dentro del Área Recreativa de las Cuevas. Comenzaron a aparecer los primeros bancos de madera, carteles explicativos sobre la vegetación y la fauna, y un pequeño mirador de madera qué tenía unas excelentes vistas a un gran meandro del Tajo, con una vegetación de ribera muy bien conservada.

(Río Tajo a su paso por el Área Recreativa de las Cuevas).

Junto a unos juncos, un avispado papamoscas cerrojillo se lanzaba en picado sobre una molesta nube de mosquitos, cosa qué le agradecía sobremanera. En la otra orilla del río más azulones, y una solitaria gallineta común.

(Gallineta común, gallinula chloropus).

Dentro del área recreativa hice un alto en una fresneda, buscando un poco de sombra, y en el césped gran cantidad de gorriones comunes y un mirlo común, estaban tan distraídos picoteando en el suelo, qué no se dieron cuenta de mi presencia.
Abandoné el área recreativa por su puerta de entrada, y subí un pequeño talud, qué me proporcionaba unas magníficas vistas en altura de otro gran meandro del Tajo. Desde allí puede ver una focha común y detecté la presencia en un álamo de un elegante herrerillo común.
Alcé la vista hacía las escasas nubes qué se dejaban ver, y cuál fue mi sorpresa al ver remontar el río dos buitres leonados. Seguramente se dirigían a la cercana colonia del pueblo de Barajas de Melo en el Sistema Ibérico.
La pista de tierra qué llevaba tras una buena caminata, se convertía en una pequeña vereda donde casi desaparecía por vegetación circundante. Tras atravesar una interminable formación de carrizo casi infranqueable, llegué al observatorio de aves.

(Observatorio de aves en la orillas del río Tajo).

Allí me quedé disfrutando de unas magníficas vistas al río, donde al fondo se veían unos imponentes cerros, y sus faldas eran ocupadas por infinitos campos de maíz.
Mientras barría toda la orilla del río con los prismáticos, pasó volando de manera fugaz, como un proyectil, un majestuoso martín pescador.
El sol se iba poniendo poco a poco al Oeste del río y ya empezaban los pequeños pajarillos en grandes bandos a dirigirse a sus dormideros.
A la izquierda del camino de vuelta, comencé a ver un monótono paisaje de viñedos, solo roto de vez en cuando por alguna carrasca de gran tamaño.  Allí una de las últimas golondrinas comunes de la temporada se dejó ver.
En lo alto del cielo vi pasar un córvido, qué al principio pensé qué se trataba de un cuervo pero al verle la forma de la cola me di cuenta qué se trataba de una corneja negra.
Un chopo seco era coronado por un esbelto verderón común. Por encima de este pasaron volando tres cormoranes grandes a sus dormideros.
Volví a adentrarme en la abertura de la vegetación de ribera para hacer una pequeña espera. Mientras estaba fotografiando una focha común, esta se dio cuenta de mi presencia, y al asustarse y comenzar a chapotear levantó una hembra de aguilucho lagunero qué se escondía tras unos juncos.

(Aguilucho lagunero occidental, circus aeruginosus).

Multitud de escribanos trigueros procedentes de los cultivos de secano comenzaban a reunirse en sus dormideros del río.

(Escribanos trigueros, miliaria calandra).

En una pequeña playa de la orilla del río, pude observar, como una lavandera cascadeña buscaba algún insecto que llevarse al pico.
En una improvisada isla, en mitad del cauce del río, formada por un taray de porte arbustivo, se ocultaba un melodioso ruiseñor bastardo.
Volví a entrar en el área recreativa para echar el último vistazo antes de coger el autobús de vuelta. En la copa de un algarrobo de un arroyo cercano encontré un carbonero común.
En el magnífico mirador de madera por fin pude observar otra rapaz. Un hermoso busardo ratonero en fase clara.
Me apresuré para volver a la iglesia y allí me senté en un banco del mirador para recoger los prismáticos y la cámara de fotos. Antes de meter los prismáticos en la mochila, un colirrojo tizón me brindó un buen momento de observación.

(Colirrojo tizón, phoenicurus ochruros).

Cuando ya daba por concluida esta ruta tan interesante, esperando el autobús de vuelta a Madrid en el ayuntamiento, alcé la mirada al cielo y vi una gran cantidad de aviones comunes.
Me puse a reflexionar sobre como muchas especies estiran su estancia en la Península antes de comenzar la migración a África. Y algunas incluso ya se quedan con nosotros para pasar el Invierno, como un pequeño grupo de golondrinas comunes qué invernaron el año pasado en las aguas del Tajo en Aranjuez.
No quiero abrir aquí un debate sobre el cambio climático pero parece que la tendencia de estos últimos Otoños tan cálidos qué hemos tenido, e Inviernos tan benévolos  hará qué muchas especies cambien su comportamiento. Puede tratarse de un toque de atención sobre lo que veamos en próximas décadas, y como ya he recalcado alguna vez en este blog, las aves son magníficas bioindicadores de los cambios qué el hombre produce en el medio ambiente.
¡A qué esperáis para visitar este magnífico rincón de esta comarca tan interesante como es la Comarca de las Vegas!
¡Felices avistamientos!
@Rafa Ac.
Termino el relato añadiendo la lista de especies vista a lo largo de la ruta.


FAUNA DE VILLAMANRIQUE DE TAJO
AVES
REPTILES
Aguilucho lagunero occidental
Galápago europeo
Ánade real
Avión común
Buitre leonado
Busardo ratonero
Carbonero común
Cernícalo vulgar
Cogujada común
Colirrojo tizón
Cormorán grande
Corneja negra
Escribano triguero
Estornino negro
Focha común
Gallineta común
Golondrina común
Gorrión común
Herrerillo común
Jilguero
Lavandera blanca
Lavandera cascadeña
Martín pescador
Mirlo común
Mito
Papamoscas cerrojillo
Papamoscas gris
Ruiseñor bastardo
Tórtola turca
Verderón común
Zampullín común

2 comentarios:

  1. Cierto lo que dices sobre el cambio climático. Y preocupante. Se ven comportamientos extraños.
    Por cierto, el recorrido que has hecho, en plena otoñada, es magnifico por la extraordinaria olmeda de galería sobre el Tajo. Dentro de una semana, para aclararnos.
    ¿Situas a Barajas de Melo en el Sistema Ibérico? Creo que hay muchos kilometros hasta llegar al Ibérico. Mas cercano a la Alcarria, creo.

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  2. Hola Paco. Este recorrido es ideal para cuando cambia la hoja en plena otoñada. Cuando pasen estos días de lluvia será muy recomendable para hacerla. Barajas de Melo está pegado a la Sierra de Altomira qué son las estribaciones del Sistema Ibérico. Es la sierra más occidental del Sistema Ibérico, y si, está en la Alcarria, un saludo.

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