RUTA POR
CHINCHÓN
Quejigal
de Valdezarza. Quejigo, el roble-encina.
La agricultura en la
comarca de Las Vegas, ha sido muy intensa a lo largo de los siglos. Sólo
pequeños bosquetes de vegetación autóctona han conseguido escapar de tal
profunda trasformación del paisaje, como bosques de ribera en el río Tajuña, o
coscojares en los cerros yesíferos de Chinchón.
Una de las formaciones
vegetales más interesantes del sureste madrileño son los quejigales.
El quejigo es un árbol
de la familia de las fagáceas, como también lo son la encina, el roble,
alcornoque o coscoja. De gran porte, puede llegar a medir hasta 20 metros de
altura.
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(Quejigos en el Área Recreativa de Valdezarza, Chinchón). |
Sus hojas son de forma
algodonosa, y son marcescentes, no pierden todas las hojas en Invierno, para
proteger los tallos jóvenes.
Sus bellotas maduran
antes que la encina, entorno a los meses de Septiembre y Octubre, y son la
primera fuente de alimentación para varias especies animales como corzos,
jabalíes, o palomas torcaces.
Los quejigos se suelen
encontrar en suelos calizos, en zonas de clima continental, y necesitan un poco
más de aporte hídrico que las encinas.
El Área Recreativa de
Valdezarza se encuentra en el Noreste del casco urbano de Chinchón a menos dos
kilómetros de este.
El Arroyo de
Valdepozas, que desemboca en el río Tajuña, forma una pequeña vaguada o
barranco, que junto a la humedad que aporta, y al estar en umbría, proporciona
un microclima ideal para el quejigo, en una zona tan árida como es el páramo
que lo rodea.
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(Arroyo de Valdelpozas, un pequeño oasis para las aves, en el páramo madrileño). |
Aparte del quejigal, en
buen estado de conservación, existen otras formaciones vegetales en Valdezarza.
La humedad que aporta
el Arroyo de Valdepozas, propicia la existencia de un pequeño bosquete de
ribera compuesto por fresnos, y un sotobosque arbustivo con especies como
zarzas, escaramujos, o juncos churreros.
A orillas del arroyo
existen pequeñas huertas con árboles frutales, y especies como almendros,
higueras o castaños.
Allí donde se va
aclarando el quejigal, aparecen formaciones de coscojares y espartales.
La parte más baja del
valle es ocupada por olivares y viñedos.
Esta variedad de
ecosistemas, se ve reflejada en su fauna ornitológica.
En la zona del quejigal
podemos encontrar especies rapaces como gavilán común, o busardo ratonero. La
zona de coscojar es ideal para varias especies de currucas. El sotobosque del
Arroyo de Valdepozas es ocupado por especies de fringílidos como
verdecillos, jilgueros, verderones comunes, pardillos o pinzones vulgares. La
zona más esteparia de olivares y viñedos es el reino de los aláudidos, como
cogujadas comunes o alondras totovías.
También es una buena
zona para los mamíferos. En nuestra visita podremos encontrar excrementos de
zorros, hozadas de jabalí, o huellas de corzo.
Valdezarza es un rincón
con innumerables sorpresas. Existen tres fuentes, dos de ellas del siglo XIX, y
un descansadero, donde paraban los pastores, cuando llevaban sus ganados en
trashumancia.
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(En Valdezarza hay tres fuentes, dos de ellas del siglo XIX). |
También hay unas ruinas
abandonadas, de casas de agricultores, con varias cuevas excavadas en la roca
caliza.
Desde lo alto de la
vaguada o el barranco, se tiene una magnífica panorámica de todo el quejigal.
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(Vista general del quejigal de Valdezarza). |
La ruta propuesta es
una ruta circular de 3 horas de duración y de dificultad media, ya que tenemos
que salvar dos pequeñas pendientes a la vuelta.
El inicio y fin de la
ruta es la parada de autobús en la calle Ronda del Mediodía. A lo largo de la
ruta se visita la Venta Reyes, Arroyo Valdepozas y quejigal de Valdezarza,
ruinas y cuevas, fuentes y descansadero, y parte de la ruta “Senda del Páramo
a la Vega”, entre Colmenar de Oreja y Perales de Tajuña a su paso por Chinchón.
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(Ruta circular de tres horas de duración y dificultad media por el Área Recreativa de Valdezarza). |
Accesos a Chinchón.
-En coche. A-3 salida
21. Luego tomar la M-832, y por último la M-311. 53 minutos desde Madrid.
-En autobús. Línea 337.
Madrid (Conde de Casal)-Valdelaguna. Bajarse en la parada Ronda del Mediodía,
esquina Calle Las Heras. 45 minutos desde Madrid.
-En bicicleta. Desde la
Vía Verde del Tajuña por la Senda del Páramo a la Vega. 1 hora y 10 minutos,
pasando por Valdezarza.
Recomendaciones para la
ruta.
-Las épocas ideales
para visitar Valdezarza son la Primavera y sobre todo el Otoño, que con el
cambio de la hoja, es cuando el quejigal está más majestuoso.
-La ruta se hace a
través de una vía pecuaria, así que evitaremos salirnos de ella y abrir otras
pistas.
-Precaución en la época
de caza.
-Aunque hay fuentes en
el recorrido, es recomendable llevar agua.
-En algunos tramos del
recorrido pasaremos cerca de zonas de huertos. Respetaremos las propiedades
privadas.
Este es el relato de
una ruta que realicé la primera semana de Octubre de 2017.
En el Otoño del año pasado,
realicé mi primera visita a Valdezarza. Tuve la suerte de llegar en el momento
justo, que era cuando los quejigos comenzaban con el cambio de la hoja y era
cuando más espectaculares estaban. Este año iba con mucha incertidumbre.
La grave sequía que estábamos sufriendo este año, y el recién Otoño que habíamos estrenado hacía pocas semanas,
que poco tenía de Otoño, con aquellas temperaturas tan inusuales, hacía que
albergase pocas esperanzas de ver el quejigal con la pomposidad del año pasado.
Aún así, decidí arriesgarme
y visitar Valdezarza, que siempre guarda alguna grata sorpresa.
Después de disfrutar de
las vistas de la bella Plaza Mayor de Chinchón desde la ventanilla del autobús, me
bajé en la Ronda del Mediodía para comenzar mi ruta hacia Valdezarza. El calor
de aquella tarde era soporífero. Nadie diría que ya llevábamos dos semanas de
Otoño. Este bochorno hacía que en el camino desde el casco urbano a la
carretera a Valdelaguna, no viese ninguna especie de ave, salvedad hecha a una
escurridiza hembra de gorrión común posada sobre la puerta
de la fastuosa Venta de Reyes, actualmente cerrada.
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(Gorrión común, passer domesticus). |
Tras dejar el cuartel
de la Guardia Civil y las últimas construcciones del pueblo, llegué a la pista
que me conduciría a Valdezarza, flanqueada por un cartel que señalaba el camino
al área recreativa.
El paisaje era típico
de los páramos del sureste, completa horizontalidad, sin apenas vegetación, y
castigada por el implacable sol, y la pertinente sequía.
En un pequeño bosquete
de pinos carrascos de repoblación, desafiando al insufrible calor, salieron
volando un pequeño grupo de jilgueros en dirección al quejigal.
La pista que iba
atravesando era de una arena muy fina y blanca, y con la reverberación del sol,
no me di cuenta que a escasos metros de mis botas, había posadas en el suelo
dos alondras
totovías qué huyeron volando ante mi presencia.
El camino iba
descendiendo poco a poco, y ya se comenzaba a ver las primeras formaciones del
quejigal. De los primeros quejigos salieron un pequeño bando de verdecillos.
El contraste del
paisaje era muy chocante, en pocos metros
pasabas de un auténtico erial con apenas vegetación, a una formación de
bosque cerrado y muy enmarañado.
La pista hacía un
brusco giro hacia la derecha, y se llegaba al borde de la vaguada, desde donde
se tenían unas magníficas vistas del quejigal y del bosque de ribera que
acompaña al Arroyo de Valdepozas.
Opté por coger un
camino que giraba a la izquierda, señalizado como vía pecuaria, y que conducía
a unas antiguas ruinas de un pequeño poblado agrícola. Apenas quedaban unas
ruinas invadidas por la vegetación, y unas cuevas excavadas en las paredes de
caliza muy interesantes, e ideales como refugio para murciélagos, y algunas aves
nocturnas.
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(Cuevas excavadas en roca caliza). |
En las ruinas de un
muro de piedra había posado un macho de colirrojo tizón. Desde las ruinas
había buenas vistas de los cerros ocupados por los quejigos, y por encima de
sus copas, pasó volando un nutrido grupo de palomas torcaces.
El cambio de
temperatura era palpable en el fondo de la vaguada. Allí estaban las dos
fuentes con sus abrevaderos, que milagrosamente seguía manando agua de ellas, a
pesar de aquella catastrófica sequía.
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(Fuente y abrevadero en Valdezarza). |
Decidí hacer una espera
en el sotobosque del arroyo, compuesto principalmente por grandes formaciones
de zarzas. Allí comencé a ver los primeros pajarillos de la ruta. Primero
aparecieron dos petirrojos europeos, y después le tocó el turno a un mosquitero
musical qué aún en Octubre estaban en paso post-nupcial.
Muy cerca de allí, un mirlo
común estaba dándose un festín con los frutos de un escaramujo.
Llegué al descansadero
donde antiguamente los pastores paraban en su ruta trashumante. Es un edificio
de lo más atractivo, con una abrevadero en medio, donde había una enorme
libélula verde, a la que intenté hacer fotos, sin ninguna recompensa al final. En
el descansadero también había otra fuente, qué tiraba un buen chorro de agua.
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(Antiguo descansadero de pastores en sus trayectos de trashumancia). |
Según iba descendiendo
por la vaguada, la vegetación poco a poco iba cambiando. Allí donde el quejigal
se aclaraba, comenzaban a aparecer otras especies mediterráneas como coscojas,
y formaciones de esparto.
Tras varios minutos de
descenso por el camino, las huertas aleñadas al arroyo daban paso a un pequeño
olivar salpicado por algunos viñedos.
El paisaje cambiaba de
manera radical, e incluso el tipo de suelo que ahora era más típico de zonas de
yeso.
Por lo alto del
quejigal pasó la primera rapaz de la tarde. Se trataba de una hembra de aguilucho
lagunero occidental, qué con la dirección de vuelo que llevaba,
seguramente se dirigiese a su dormidero en la cercana Laguna de San Juan.
Como el cielo estaba
tan despejado, sin rastro de una triste nube, aproveché para rastrearlo con mis
prismáticos, y me llevé una buena sorpresa al ver a dos golondrinas comunes. Llamativo,
aunque no raro con estos otoños que ya no lo son, y me recordó que el año
pasado las vi por las mismas fechas en el Perales de Tajuña, muy cerca de donde
me encontraba.
El sol pegaba con fuerza en
la zona del olivar y aproveché para parar un poco y descansar bajo la sombra de
un gran olivar. Por encima de un cerro yesífero apareció la silueta de otra
gran rapaz. Al principio con la luz de frente no la identificaba, pero cuando
se alzó en lo alto planeando puede comprobar que se trataba de un bonito
ejemplar de busardo ratonero.
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(Busardo ratonero, buteo buteo). |
El camino volvía a
hacer un giro brusco de 180 grados, y el olivar volvía a convertirse en
quejigal, con algunos almendros de gran porte intercalados.
A la entrada del
quejigal salieron volando asustados una pequeña nube de pardillos comunes. Era
señal de que huían de algún depredador, que en pocos minutos hizo acto de
presencia. Con un exquisito vuelo, planeando por encima de las copas de los
quejigos, pasó silencioso y raudo un elegante gavilán común, que al
final no pudo cazar ningún pardillo.
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(Gavilán común, accipiter nisus). |
Ahora el camino
ascendía por una pequeña pendiente, donde a la derecha quedaba el quejigal, y
la izquierda un mosaico de pequeñas huertas que aprovechaban el agua del
arroyo. En un prado abierto, detrás de un zarzal me escondí para ver que
pequeños pajarillos bajaban a beber al arroyo.
La segunda sorpresa del
día llegó al ver, entre las ramas de una higuera, un inquieto y juguetón reyezuelo
listado.
Después en la zona del
zarzal del arroyo le fueron llegando al turno por este orden a dos currucas
capirotadas, (hembra y macho), dos pinzones vulgares y un verderón
común.
Iba siguiendo el cauce
del arroyo, que se había convertido en un simple hilo de agua, lo justo para
saciar de sed a los pequeños pajarillos que habitaban en esta zona tan árida.
El camino acabó otra
vez en las ruinas que visité horas atrás, y volví a bajar a las fuentes, pero
esta vez para coger una pista que acaba en lo alto del barranco. La pista
atravesaba la umbría del quejigal, donde la formación era más cerrada.
Tras salvar la
pendiente, el camino acaba otra vez en el páramo, donde había un cartel con la
indicación de la Senda del Páramo a la Vega, que transcurre desde Colmenar de
Oreja a Perales de Tajuña, pasando por Chinchón. Una de las rutas que tengo
pendiente hacer en otra ocasión.
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(Cartel informativo de la Senda del Páramo a la Vega, entre Colmenar de Oreja y Perales de Tajuña). |
Como aún me sobraba
algo de tiempo para coger el autobús de vuelta, decidí andar un poco por la
pista, hasta un olivar cercano.
A lo lejos, posado
sobre un almendro, había otro busardo ratonero.
Un par de urracas
buscaban algo que llevarse al pico, en el suelo de un olivar.
Cuando llegué al olivar, tenía unas excelentes vistas del Sistema Central, me sorprendió ver hasta el
Pico Ocejón, el sky line de Madrid, con las torres de la Castellana, el pueblo
de Villarejo de Salvanés, e incluso la iglesia de Colmenar de Oreja.
Sobre una piedra, en una
zona de barbecho, se intuía la figura de un alcaudón real atento a
cualquier presa.
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(Alcaudón real, lanius meridionalis). |
El sol comenzaba a
ponerse por el Oeste, dando una bonita nota de color anaranjado a las primeras
construcciones del casco urbano de Chinchón.
Atravesé la carretera a
Valdelaguna, y por no volver por esta, cogí una pequeña vereda entre cultivos,
que nuevamente enlazaba con la Senda del Páramo a la Vega.
En una pequeña
explotación agrícola, con una valla de metal, subía y baja de manera nerviosa
un papamoscas
cerrojillo, que a estas alturas del mes de Octubre, sería de los
últimos en su migración postnupcial.
Los primeros estorninos
negros, con la caída del sol, comenzaban a agruparse en su dormidero de
una gran antena dentro del casco urbano.
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(Estorninos negros, sturnus vulgaris). |
Tras callejear un poco
llegué al punto de partida para coger el autobús de vuelta. Una atrevida lavandera
blanca, pasó volando por la avenida principal del pueblo, y ponía el
punto y final a esta jornada tan interesante.
¡A qué estáis esperando
para calzaros las botas de montaña, y echar vuestros prismáticos en la mochila,
y disfrutar de este lugar tan interesante de la Comarca de las Vegas!
¡Felices avistamientos!
© Rafa Ac.
Para concluir el
relato, añado la lista de especies avistadas durante la ruta.
FAUNA DE VALDEZARZA
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AVES
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Aguilucho lagunero occidental
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Alcaudón real
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Alondra totovía
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Busardo ratonero
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Colirrojo tizón
|
Curruca capirotada
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Estornino negro
|
Gavilán común
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Golondrina común
|
Gorrión común
|
Jilguero
|
Lavandera blanca
|
Mirlo común
|
Mosquitero musical
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Paloma torcaz
|
Papamoscas cerrojillo
|
Pardillo común
|
Petirrojo europeo
|
Pinzón vulgar
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Reyezuelo listado
|
Serín verdecillo
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Urraca
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Verderón común
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