lunes, 27 de octubre de 2014

RUTA POR LEGANES. EL PARQUE DE POLVORANCA.

RUTA POR EL PARQUE DE POLVORANCA (LEGANES).
Parque de Polvoranca. Campo rodeado de ciudad.
El Parque de Polvoranca es uno de los tres parques periurbanos con los qué cuenta la Comunidad de Madrid. Parques situados en zonas con gran densidad de población, y cuya función es de ocio, esparcimiento, sensibilización medioambiental, y evitar la masificación de otras zonas naturales más vulnerables.
El Parque de Polvoranca se encuentra enclavado geográficamente en el municipio de Leganés, aproximadamente a 18 kilómetros del Sur de Madrid Capital. Limita al Oeste con el municipio de Alcorcón, al Sur con Fuenlabrada y al Este con Getafe.
Su continuación natural es el parque periurbano de Bosque Sur, a los qué les separa la autopista M-50.
Polvoranca se vertebra entorno al Arroyo de la Recomba. Nace en la Laguna de Maripascuala, y tras dejar el parque pasa a denominarse Arroyo Culebro.
El Arroyo Culebro es un importante corredor ecológico, ya qué es afluente del río Manzanares, y une Polvoranca con el Parque Regional del Sureste. A pesar de estar sometido a numerosos impactos ecológicos, es una de los carrizales más importantes del sur de la Comunidad de Madrid, y una zona muy importante para aves de paso e invernada.
La laguna de Maripascuala es la más grande de las cuatro qué podemos encontrar en este espacio natural. Es una laguna qué siempre tiene agua debido a un importante acuífero. Es la más concurrida por la gente pues en ella hay un kiosco, zonas de pesca y en ella es frecuente ver especies de aves introducidas como ánsares u ocas domésticas.
Lo interesante de ella es una laguna artificial compuesta por tarayes, adelfas e incluso bambú qué sirve como dormidero para una importante colonia de garcillas bueyeras y cormoranes grandes.

(Dormidero de cormoranes grandes, phalacrocorax carbo).
Existen dos lagunas menores qué se conocen con el nombre de Laguna de los Sisones.
Una de ellas es artificial y siempre tiene agua. En sus alrededores hay buenas extensiones de carrizo y eneas, qué sirven de refugio a pequeños pajarillos.
La otra laguna se encuentra en una zona de barbecho, antigua zona de cultivos cerealistas. En los años de bonanza pluviométrica suele tener una buena lámina de agua y en ella se pueden contemplar especies como tarros canelos, garzas reales o cigüeñuelas.
Completa la red hidrográfica del Parque la Laguna de la Recomba. Alimentada por el arroyo del mismo nombre, es una laguna más natural. Con una buen cobertura vegetal arbórea de sauces, chopos, y arbustiva de carrizo, eneas, y juncos churreros, en ella podemos encontrar una buena colonia de ánade real, focha común, gallinetas entre otras especies.
Otros ecosistemas qué encontramos en el parque a parte de las lagunas y el Arroyo de la Recomba son:
-Zona de dehesa. La Comunidad de Madrid tiene una zona acotada donde se está recuperando el bosque primigenio del parque. La vegetación dominante es la encina, con algunos alcornoques, retamares, y especies aromáticas.

-Pinares de repoblación. Fundamentalmente de pino piñonero y también de pino carrasco.

(Pinares de repoblación).
-Bosquetes de olmos de Siberia y olmo común.
-Bosque de ribera compuesto por chopos, álamos, sauces, olmos, juncos, carrizo, espadaña. El Arroyo de la Recomba tiene zonas muy bien conservadas, y donde se puede ver más variedad de especies de aves.
-Zona esteparia. Antiguas zonas de cultivo cerealista, hoy abandonadas como zonas de barbecho.
Dentro del parque existen servicios destinados al público en general como es un kiosco, merenderos, un jardín de rocas para explicar la geología de la Comunidad de Madrid, un jardín temático con numerosas especies de árboles, y lo más importante, el centro de Educación Ambiental.
Dentro del Parque existía el antiguo poblado de Polvoranca, dedicado principalmente a la agricultura. Fue abandonada a mediados del siglo XIX, y fue incorporado a Leganés.
El término topónimo de Leganés viene de “legamar”, lugar con légamo, haciendo referencia al lodo de la Laguna de Maripascuala.
Dentro del Parque encontramos los restos de la Iglesia de San Pedro del siglo XVI. Actualmente en estado ruinoso, es aprovechada por numerosas especies para anidar como palomas domésticas, estorninos negros, lechuzas, e incluso hace algunos años había una pequeña colonia de cernícalo primilla, y muy de vez en cuando se suele dejar ver por sus ladrillos algún fugaz halcón peregrino.

(Ruinas de la Iglesia de San Pedro, siglo XVI).
El parque comenzó a construir en el año 1986 sobre lo qué era una antigua zona de cultivo de cereal, y el centro de Educación Ambiental se inaguró diez años después.
El interés para los aficionados pajareros es qué a pesar de ser un parque sometido a una importante presión demográfica y ambiental, es muy atractivo para ver especies de invernada y con paso migratorio, con especies tan interesantes como grulla, colirrojo real, o mosquitero musical, sumando las residentes y también las exóticas presentes, de introducciones y escapes accidentales.
La ruta propuesta es una ruta semicircular de unas tres horas aproximadas de duración. Comienza en la estación de cercanías de Parque Polvoranca y termina en la estación de cercanías de Leganés Central. En esta ruta recorremos todos los ecosistemas más representativos del parque.

(Ruta semicircular por el Parque de Polvoranca).
Accesos al Parque de Polvoranca:
-En coche. Coger a A-42 Madrid-Toledo y luego desviarse por la M-402 y M-406. Unos 22 minutos desde el centro de Madrid. Existe un aparcamiento a la entrada del Parque.
-En Cercanías. Estación de Leganés Central. Luego andar 20 minutos hasta la entrada al parque. También desde la estación de Parque Polvoranca. 15 minutos andando.
-En Metro. Estación de Leganés Central. 20 minutos andando desde la estación.
-En autobús. Líneas 486 y 482. 10 minutos aproximadamente hasta la entrada al parque.
-En bici. Desde la estación de Leganés Central. Cerca del polígono industrial hay un carril bici. Luego dentro del parque existen varias vías pecuarias señalizadas.
Esta es la crónica de una ruta qué realicé a comienzos de Octubre de 2014.
Salí de la estación de cercanías de Parque Polvoranca, y comencé el camino hacia el Parque. Llevábamos pocas semanas de Otoño y el día era bastante caluroso, con mucho bochorno, aunque algo nublado.
Tras 15 minutos recorriendo la calle Móstoles, llegué al Arroyo Culebro.
Allí en un puente de madera qué lo cruzaba, aproveché para preparar la cámara y colgarme los prismáticos.
Ya comenzaban a verse las especies más “urbanitas” y comencé sumando urraca, lavandera blanca, y paloma torcaz.
Crucé el paso de la M-406 y aproveché para acercarme más al Culebro.

(Arroyo Culebro a la salida del Parque de Polvoranca).
Había zonas muy descuidadas con mucha basura acumulada. Es una pena lo castigado qué está en algunas zonas. 
Y eso a pesar de ser uno de los mejores carrizales del Sur de Comunidad de Madrid.
De un algarrobo del arroyo salió un papamoscas cerrojillo seguramente de los últimos qué quedaban con el paso migratorio.
Una bandada de cotorras grises con su escandaloso griterío, fue a posarse a un pinar cercano.
Tras unos minutos andando y con telón de fondo las ruinas de la Iglesia de San Pedro llegué a la laguna de la Recomba, con ganas de sumar más especies a la lista.
Mi decepción fue mayúscula. La laguna estaba completamente seca. En el lugar de la lámina de agua había un tapiz de malas hierbas. Un grupo mixto de gorriones comunes y gorriones molineros se encontraban un poco aturdidos ante la falta de agua, y picoteaban lo qué podían a la orilla de la laguna.
Tras esta monumental decepción, pues nunca había conocido la laguna sin agua, decidí probar suerte en las ruinas de la iglesia.
En un claro de un pinar cercano, una familia de perdices rojas estaba muy concentrada buscando comida, lo qué facilitó qué les pudiese sacar una buena tanda de fotos.

(Perdices rojas, alectoris rufa).
Tras esto me acerqué a las ruinas de la Iglesia. Allí con los prismáticos hice un barrido a ver si había algo interesante. Sólo pude ver una nutrida colonia de estorninos negros, y muchas palomas domésticas qué hacían sus nidos en los huecos de los ladrillos.
Al volver al camino en dirección a las lagunas, comenzó a cernirse un cernícalo vulgar, qué en pocos minutos se perdió por encima de la iglesia, poniendo nerviosas a las palomas qué criaban en ellas.
En un pinar junto a la laguna de los Sisones un grupo de verdecillos voló asustado ante mi presencia. En ellos había un ejemplar de verderón común.
A lo lejos, en el tronco de un gran pino piñonero, un pito real delató su presencia con su característico canto en forma de relincho.
En la valla de la Laguna de los Sisones decidí hacer una espera de unos minutos a ver si se veía algo interesante. En su orilla había un macho de ánade real, qué después de mojarse un poco el pico se perdió entre una zona de carrizo.

(Laguna de los Sisones).
Los minutos pasaban y no se veía nada interesante. La espera monótona la rompió un macho de tarabilla común qué se posó en la otra parte de la valla metálica.
Tras este pequeño descansó retomé el camino a Laguna de Maripascuala.
En otro pinar cercano unas urracas se peleaban por algo de comida, y muy cerca de ellas un mirlo común cazó avispadamente una lombriz qué hizo sus delicias.
Llegué al barbecho donde en época de lluvias abundantes se forma la otra Laguna de los Sisones. Sólo quedaban las marcas de la lámina de agua de la última vez qué estuvo llena. A lo lejos otro cernícalo vulgar se cernía sobre la zona de barbecho a ver si podía llevarse algo al pico. Un grupo numeroso de palomas torcaces picoteaban sin cesar los surcos del barbecho.
Después de esto entré en una zona con arbustos ornamentales. En el tronco de una falsa acacia un pico picapinos tamborileaba con su pico, llamando a más congéneres.
Tras unos minutos de recorrido llegué a la orilla de la laguna.

(Laguna de Maripascuala).
Cerca del embarcadero de la laguna se agolpaban numerosos ejemplares de focha común mezclados con ánades reales y ocas domésticas.

(Focha común, fulica atra).
En la otra orilla de la laguna vi una especies de ansares qué no acertaba a saber de qué especie se trataban.
Mientras un grupo de personas se dedicaba a echar de comer a los patos, insano comportamiento pero qué desgraciadamente se repite todos los días en muchos parques.
 Un grupo ruidoso de ocas domésticas se acercó a por la comida de los patos, y justo tras ellas apareció la especie qué no había llegado a distinguir. Se trataba de un ansar indio.

(Ansar indio, anser indicus).
En una papelera cercana una tórtola turca se alimentaba de los restos qué había junto a ella.
Seguí por la orilla de laguna acompañado de una ruidosa comparsa de ocas domésticas.
En el centro de laguna nadaban con la cabeza y el pico retozando el fango, un pequeño grupo de cucharas europeos.
A pocos metros de ellos nadaban dos gallinetas comunes. Tras ellas, sin haberlo esperado, y con sorpresa, pasó nadando un cisne negro. Había estado muchas veces en Polvoranca y era la primera vez qué veía uno.
Tras una buena caminata acabé justo en frente de la isla artificial qué hay en una zona de la laguna.
Allí estuve entretenido fotografiando a la numerosa colonia de garcillas bueyeras, qué comparten lecho con otra nutrida colonia de cormoranes grandes.

(Dormidero de garcillas bueyeras, bubulcus ibis).
Estaba tan ensimismado echándoles numerosas fotos qué no me dí cuenta qué a escasos metros tenía dos gansos del Nilo descansando junto a al orilla. Otra de las especies exóticas qué podemos encontrar en el parque.
En un momento se formó una curiosa estampa en la pradera de césped de la laguna con mezcla de fochas comunes, garcillas bueyeras, ansares indios, gansos del Nilo y ocas domésticas.

(Gansos del Nilo, alopochen aegyptiaca)
Seguí mi camino buscando el Arroyo de la Recomba. En una pradera de césped había un grupo mixto de gorriones molineros y estorninos negros. Y ya se sabe hay qué estar atentos a los estorninos negros por si se cuela entre ellos algún estornino pinto, y efectivamente hubo suerte, había uno entre todos ellos.
Continué bordeando el arroyo y en un pequeño puente sobre él, tomé el camino qué me llevaba a la zona de la dehesa.
Desde su valla, en el interior había muchas palomas torcaces y perdices rojas.
En un poste de madera de la valla se posó un bonito ejemplar de colirrojo tizón macho.
Tras un buen rato bordeando la valla y sin mayores sorpresas llegué a una zona del arroyo con una vegetación muy bien conservada. Allí decidí hacer una espera larga y esta dió sus frutos. Primero en lo alto de un sauce se posó un papamoscas gris y unos minutos después en una zona de juncos volaba nerviosamente un mosquitero musical.

(Arroyo de la Recomba).
Después de un buen rato de espera decidí atravesar el jardín temático y hacer un nuevo intento en la alguna a ver si se veía el mítico joyuyo. No hubo suerte pues la laguna está repleta de ánades reales.
Atravesé la valla y acabé en el camino principal qué lleva al aparcamiento. Allí en un escaramujo se escondía una revoltosa curruca cabecinegra.
Antes de tomar el camino de vuelta a la estación de cercanías me senté en un banco para guardar los prismáticos y cámara de fotos en la mochila. A escasos metros apareció un colirrojo real qué me daba la despedida a esta jornada tan interesante, y cerraba la lista de especies avistadas.
¡A qué estais esperando para coger vuestra mochila y prismáticos y disfrutar de este espacio tan interesante!.
¡Felices avistamientos!.
© Rafita Almenilla.
Como es habitual termino este relato con la relación de especies avistadas en la jornada.
FAUNA DEL PARQUE DE POLVORANCA

AVES

Anade real
Ansar indio
Cernícalo vulgar
Cisne negro
Colirrojo real
Colirrojo tizón
Cormorán grande
Cotorra gris
Cuchara europeo
Curruca cabecinegra
Estornino negro
Estornino pinto
Focha común
Gallineta común
Ganso del Nilo
Garcilla bueyera
Gorrión común
Gorrión molinero
Lavandera blanca
Mirlo común
Mosquitero musical
Oca doméstica
Paloma torcaz
Papamoscas cerrojillo
Papamoscas gris
Perdiz roja
Pico picapinos
Pito real
Tarabilla común
Tórtola turca
Urraca
Verdecillo
Verderón común

lunes, 13 de octubre de 2014

RUTA POR VELILLA DE SAN ANTONIO

RUTA POR VELILLA DE SAN ANTONIO.
LAGUNAS DE VELILLA.
Ruta por las lagunas de Velilla. Vida entre cemento.
Ya hemos comentado con anterioridad en este blog las peculiares circunstancias ambientales qué rodean al Parque Regional del Sureste. Un espacio protegido de gran diversidad biológica y paisajística a las puertas de la ciudad de Madrid, y qué se encuentra amenazado por autopistas, vías de Alta Velocidad, huella sonora del aeropuerto, vertederos y contaminación de los ríos por aguas residuales e industriales.
Un esclarecedor ejemplo lo encontramos en el municipio de Velilla de San Antonio.
Este municipio se encuentra a 17 kilómetros de Madrid capital. Constituye uno de los 17 municipios qué conforman el Parque Regional. Dentro de él encontramos dos enclaves naturales muy importantes del Parque Regional del Sureste: el humedal de Miralrío y las lagunas de Velilla de Antonio.
Las lagunas se encuentran al Oeste del núcleo urbano entre el polígono industrial, el río Jarama, y los cantiles yesíferos del Piul.
El entramado lagunar se puede dividir en tres zonas:
-Laguna del Raso. Esta laguna es escasa en aves debido a la presencia habitual de pescadores y la zona de merenderos. Es una laguna muy alterada. Muestra de ello es la cantidad de especies alóctonas de peces qué nadan en sus fondos, como siluros, truchas arco iris, black-bass o lucios.
-Laguna del Picón de los Conejos. La más grande. Más naturalizada. Cuenta con un importante dormidero de gaviotas reidoras, cormoranes grandes, y garcillas bueyeras.
-El Soto. Una laguna de tamaño mediado y otras de menor entidad. Estas se encuentran en proceso de restauración, como allanado de sus taludes para permitir la regeneración de la vegetación lagunar, y la atracción de avifauna.
A todo el conjunto lagunar añadiremos los impresionantes cantiles de yesos del Piul, coronados por plantaciones de pinos carrascos y con vegetación gipsófila como esparto, ontina, jabuna, retama de bolas o romero.
Para concluir, agregar qué el río Jarama qué rodea las lagunas aún cuentan con zonas de bosque de ribera en buen estado de conservación, compuestas por álamos, chopos, sauces, tarayes, y olmos.
Este mosaico de ecosistemas propicia la abundancia de aves. Así el aficionado pajarero podrá contemplar aves tan amenazadas en la zona de las lagunas como águila pescadora o garza imperial, en la zona de los cantiles yesíferos búho real o collalba negra, y en el río Jarama numerosas acuáticas como porrones europeos, ánades frisos o cercetas comunes.
Acceso a las lagunas de Velilla de San Antonio:
-En coche. Autopista de peaje R-3. 20 minutos.
Autopista A-3. Al llegar a Arganda desviarse por la M-208. Luego buscar el polígono industrial. 28 minutos.
-En autobús.
Línea 280. Coslada-Loeches. 1 hora y 5 minutos.
Línea 285. San Fernando de Henares-Arganda del Rey. 55 minutos.
Línea 341. Conde de Casal (Madrid)-Velilla de San Antonio.

En todas las líneas nos tendremos qué bajar en la rotonda situada cerca de la depuradora. Desde allí andaremos por el polígono industrial hasta la entrada a la laguna del Raso. 20 minutos.
La ruta propuesta es una ruta circular qué se inicia cerca de la depuradora del río Jamara y llega hasta las inmediaciones de la ermita del  Cristo de Rivas, pasando por el complejo lagunar y por orilla izquierda del río Jarama. La ruta tiene una duración aproximada de 3 horas y 30 minutos. Es de dificultad fácil porque apenas tiene pendientes, aunque hay qué tener en cuenta la duración del recorrido si no estamos acostumbrados a andar largas distancias.


(Ruta circular por las lagunas de Velilla de San Antonio).

Este es el relato de una ruta qué realicé el 8 de Octubre de 2014, con el Otoño ya avanzado varias semanas.
El autobús 341 me dejó en las cercanías de la depuradora de Velilla. Desde allí me quedaban unos 20 minutos de camino hasta la entrada a la laguna del Raso.
En lo alto de un repetidor había varios nidos de cigüeña blanca qué estaban desocupados. En la ausencia de sus inquilinos, una buena colonia de cotorras grises muy bulliciosas, se habían instalado aprovechando la coyuntura.
Esta especie exótica se ha expandido de manera notable en la Comunidad de Madrid y es muy frecuente verla en otras zonas del Parque Regional del Sureste, sumándose a otras especies invadoras como mapaches, bengalíes rojos o pico de coral.
Según me iba acercando a la depuradora el olor cada vez se hacía más nauseabundo.
Otro impacto ecológico más qué tiene qué soportar este espacio. Los vertidos del cercano polígono industrial, sumados a las aguas residuales urbanizaciones cercanas.
Del interior de la planta depuradora salieron volando dos ejemplares de tórtola turca.
En una pradera de césped jugaban a perseguirse tres lavanderas blancas.
Tomé el camino del polígono industrial. El entorno no puede estar más degradado. Rodeado de multitud de escombreras, qué te hacen dudar de qué estás en realidad en un espacio protegido.
De la base de un arbusto salió un pequeño bando de verderones comunes qué se asusto ante mi presencia.
A escasos metros me encontré una barrera móvil qué impide el paso de vehículos a las lagunas. Tras un arbusto con muchas ramas, casi invisible, se ve el cartel qué te da la bienvenida a la laguna den Raso.
El contrapeso de la baliza está lleno de basura, una imagen muy impactante qué resume lo descuidado y olvidado qué se encuentra esta primera parte del tramo de la ruta.
En la rama de un taray un papamoscas cerrojillo me recordaba qué aún estábamos en época de paso para algunas especies migratorias.
Me asomé a la laguna del Raso haciendo un barrido con los prismáticos para añadir alguna especie nueva. Esta laguna es muy escasa en aves debido a qué es muy frecuentada por pescadores y “domingueros”.


(Laguna del Raso).

Efectivamente, vi varios grupos de pescadores, y en el medio de la laguna, un solitario macho de somormujo lavanco.
Visto qué había poco interés en la laguna decidí pegarme a la orilla del Jarama qué parecía qué tenía más movimiento de acuáticas.


(Río Jarama con los cantiles del Piul al fondo).

A lo lejos, en un meandro del río, con los prismáticos vi un grupo numeroso de fochas comunes, mezclado con varios ejemplares de ánades frisos.
Seguí el cauce del río aguas arriba, y la vegetación arbórea comenzaba a cerrarse más y más hasta dejar un estrecho pasillo. De entro los tarayes, salió volando a toda velocidad un mirlo común.
Unos metros más adelante una valla de metal rodea la laguna de Picón de los Conejos.
En un claro de la vegetación de ribera, qué deja ver parte del río decidí hacer una espera.
Una garza real posada en un árbol seco levantó el vuelo al detectar mi presencia.
Poco después pasaron nadando dos hembras y un macho de cuchara europeo.


(Cuchara europeo, anas clypeata).

Poco a poco ya se iba notando las aves migratorias qué iban bajando del Norte de Europa, para establecerse en estos humedales del Sureste madrileño.
De entre un buen número de ánades reales pude avistar algunas cercetas comunes.


(Cercetas comunes hembras, anas crecca).

En lo más alto de un taray de gran porte, cinco mitos dejaban verse con dificultad debido a lo tupido del ramaje.
Tras unos minutos bordeando la valla metálica, está se acababa en un pequeño sendero qué llevaba hasta la orilla de la laguna.
Al subir una pequeña loma tenía una magnífica panorámica de toda la laguna y los cercanos cantiles del Piul.
En un gran árbol según iba cayendo la tarde, se iban concentrando una buena colonia de cormoranes grandes, a modo de dormidero.


(Cormoranes comunes, phalacrocorax carbo).

Casi en el medio de laguna, una pequeña isla de vegetación servía también de dormidero, y entre varios ejemplares de cormoranes había posada una garcilla bueyera.
Tras hacer un buen barrido por toda la laguna y todo el carrizal y sólo ver algunos ánades y cucharas más, decidí retomar el camino hacia los cantiles.
La vegetación de ribera era cada vez era más densa, y tras una buena caminata encontré una pequeña vereda qué bajaba al Jarama, para encontrarme justo de frente con los cantiles.
En lo más alto del cantil, una collalba negra, se dejó ver fugazmente. Una especie muy amenazada, y qué es frecuente verla en este tipo de ecosistemas. 
Después de este golpe de fortuna, dedicí hacer una nueva espera.
La cosa estaba bastante floja de especies y tras varios ánades reales y fochas comunes, sólo añadí una gallineta para la lista.
En un árbol muy cercano se oyó tamborilear al pico picapinos. Primero comenzó el del árbol cercano, y poco después le contestó uno qué estaba en la otra orilla.
Intenté durante un buen rato verlo con los prismáticos pero dada la frondosidad del árbol, me resultó imposible.
Pero entre sus reclamos un ruido llamó mi atención. Primero lo oí muy lejano, pero minutos después se hizo más claro. ¡El ulular del búho real!. Este año en Enero en una salida con mis compañeros Jus, Alberto y Gabi pudimos verlo en ese mismo sitio. Esta vez tenía qué volver a caer.
Hice un buen rastreo por todo el cantil pero sin resultados. Una gran decepción pues su reclamo se oía muy cerca.
Acabada la espera, volví a tomar el camino en dirección a la laguna del Soto.
Un petirrojo se cruzó en medio del camino, para esconderse tras un zarzal.
Tras una larga caminata sin sumar especies nuevas llegué al complejo lagunar del Soto.
Primero eché un vistazo en una pequeña laguna con un carrizal muy tupido, con poco interés pues sólo se dejó ver una focha común, así qué decidí ir a la laguna más grande.


(Laguna del Soto).

Entre los restos abandonados de una construcción en ruinas, salió raudo y veloz un joven de largarto ocelado qué se refugió debajo de un tronco.
Subí en lo alto de un talud para tener mejor perspectiva de toda la laguna, y comencé a hacer un barrido con los prismáticos. Una pareja de somormujos lavancos nadaba como podía por el movimiento de las olas de la laguna, producidas por el viento.


(Somormujo lavanco, podiceps cristatus).

En la otra orilla, en una zona de álamos levantaron una pareja de aguiluchos laguneros occidentales. Estuve recreándome un buen rato con sus espectaculares planeos. 
Continué avanzando por el camino qué rodea la laguna y unos metros más adelante me encontré con un pequeño bosque de repoblación compuesto por álamos. 
Allí en copa de uno de estos árboles, un pico picapinos picoteaba el tronco y a la vez, sonaba su reclamo.
Al instante, con el ruido, se le unió otro ejemplar.
En el suelo, levantó un pito real qué se perdió en una chopera cercana.
A lo lejos vi una formación en forma de cuña qué me captó mi atención.
Sin prismáticos pensé qué se trataban de una bandada de gansos qué por esta época migraban desde el Norte de Europa.
Cuando cogí los prismáticos, fue demencial mi metedura de pata.
¡Una formación de cazas del ejército del aire, haciendo maniobras!. Y yo pensando, si se enteran mis amigos pajareros, el cachondeo puede ser mayúsculo.
Es lo qué pasa cuando dejas volar un poco tu imaginación con poca visibilidad.
Tras dejar la zona de la alameda, llegué a una explotación ganadera. Allí giré a la izquierda y bajé un terraplén para dirigirme a la orilla del Jarama.
En esta zona del río hay numerosas conejeras, y la cantidad de conejos qué se ven corretear por la arena del río es digna de ser fotografiada.
Al llegar a la orilla del río, levantó un andarríos chico qué escapó a toda velocidad. Tras él, pasaron nadando un pequeño grupo de porrones europeos mezclados con ánades reales.


(Porrón europeo, aythya ferina).

Un poco más arriba del cauce, en la otra orilla, se puede ver la Ermita del Cristo de Rivas, perteneciente ya al municipio de Rivas-Vaciamadrid.
En esta zona del río la zona de lo cantiles es imponente. En lo más alto se ve como el rezuma el agua, y gracias a esta humedad crece un buen tapiz de vegetación con algunas higueras de gran porte, nacidas de los excrementos de las aves cuando comen sus higos.


(Río Jarama y cantiles yesíferos del Piul).

Antes de dejar los cantiles, una grajilla volaba en lo más alto, ante la caída del sol.
En la empalizada de la explotación ganadera se posó un colirrojo tizón, qué haciendo equilibrio balanceaba su cola de manera muy graciosa.
En la zona de alameda de la repoblación oí un silbido de una rapaz. Al instante apareció un busardo ratonero con un vuelo de lo más elegante. Subió a lo más alto de las nubes, y siguiendo su vuelo pude ver qué aún había aviones comunes qué todavía no habían emigrado a sus cuarteles del Sur.
Decidí ir acelerando el paso de vuelta pues el sol ya comenzaba a ponerse tras los cantiles, y empezaba a tener mala visibilidad.
Llegué al cruce de la Laguna del Soto y Picón de los Conejos y allí tenía dos opciones, tomar el camino de la izquierda y bordear toda laguna de Picón de los Conejos por su derecha, o tomar el camino de la derecha y pegarme a la zona de los cantiles y el río Jarama y hacer un último intento al búho real.
Es de esos instantes en qué tú intuición pajarera te dice qué la especie qué estas buscando está ahí esperándote, y tentando a la suerte,  tomé el camino de la derecha.
De vuelta al sendero qué se aproxima al cauce del Jarama, justo en el lugar donde a principios de año vimos el búho real, me paré a ver un pito real en un árbol seco. Cual es mi sorpresa qué primero oí el canto del búho, y poco después se posó en una repisa de un cantil, justo detrás del árbol seco. ¡Allí estaba, “el gran duque”!. ¡Qué momentazo!. Se dejó ver un buen rato, tiempo qué dediqué a hacerle un buen reportaje fotográfico.


(Búho real, bubo bubo).

Impresiona su porte, y el movimiento de su cuello, con un campo de visión qué llega hasta los 110 grados. Tras regalarme unos minutos de contemplación, emprendió el vuelo y se perdió en lo más alto de los cantiles. Impacta como una mole tan grande, no haga prácticamente ruido al volar.
Continué mi camino de vuelta al polígono con un buen sabor de boca, y todavía aún la ruta me deparaba otra sorpresa para cerrar la jornada.
Llegando nuevamente a la laguna de Picón de los Conejos, un gran bando de palomas torcaces salió volando con un comportamiento típico de huir de un depredador. Este comportamiento ya lo había visto hacía tiempo, cuando un grupo de torcaces huía de un águila imperial. Metros después descubriría qué fue lo qué las asustó.
El sol ya se estaba poniendo tras los cantiles, y decidí volver a asomarme a la colonia de cormoranes grandes qué se iban concentrando por cientos a cada paso que anochecía.
En lo alto del talud puede ver como una gran cantidad de cormoranes se hacinaban en un dormidero.
Y justo en la otra orilla de la laguna, en una zona de carrizal encontré la pregunta de qué había asustado a las palomas torcaces. Se trataba de un ¡águila pescadora!.


(Aguila pescadora, pandion haliaetus).

Increíble ver su majestuoso vuelo, haciendo picados, y planeos. 
Nunca antes había visto esta soberbia rapaz, y en este año, con el ejemplar visto en esta ruta, ya llevaba ocho ejemplares sumados desde del mes de Septiembre.
Tras disfrutar de esta magnífica estampa y recordando el buen momento del avistamiento del búho real continué el camino de vuelta.
Antes de llegar al polígono industrial decidí disfrutar de un bonito atardecer desde la laguna de Picón de los Conejos. Como telón de fondo los cantiles del Piul, el reflejo del sol, en la lámina de agua de la laguna. Sin duda un bello atardecer qué nos ofrece este rincón del Parque del Sureste.



(Atardecer en la laguna Picón de los Conejos).

Mientras volvía de camino a coger el autobús de vuelta, y con el sol poniéndose a mis espaldas, a lo lejos oí cantar al cárabo común, pero este le dejaré para mejor ocasión.
¡A qué estáis esperando para coger vuestra mochila y prismáticos y disfrutar de este espacio tan interesante!.
¡Felices avistamientos!.
© Rafita Almenilla.
Para concluir adjunto la lista de especies avistadas a lo largo de la ruta.

FAUNA DE LAS LAGUNAS DE VELILLA DE SAN ANTONIO





  AVES
REPTILES
MAMIFEROS



  Aguila pescadora
Lagarto ocelado
Conejo
  Aguilucho lagunero occidental


  Anade friso


  Anade real


  Avión común


  Busardo ratonero


  Cerceta común


  Colirrojo tizón


  Collalba negra


  Cormorán grande


  Cotorra gris


  Cuchara europeo


  Focha común


  Gallineta


  Garcilla bueyera


  Garza real


  Grajilla


  Lavandera blanca
Mirlo común


Mito


Paloma torcaz


Papamoscas cerrojillo


Petirrojo


Pico picapinos


Pito real
Porrón europeo


Somormujo lavanco


Tórtola turca


Verderón común






jueves, 9 de octubre de 2014

RUTA POR EL PARQUE EMPERATRIZ MARIA DE AUSTRIA. DISTRITO DE CARABANCHEL (MADRID)

RUTA POR EL DISTRITO DE CARABANCHEL (MADRID).
Ruta por el Parque Emperatriz María de Austria. Entre pitos y pinos.
Una buena propuesta para los aficionados pajareros es hacer una visita a alguno de los parques urbanos con los qué cuenta Madrid capital. Ideal, es hacer la ruta en los meses de Otoño e Invierno, cuando numerosas especies de aves procedentes del Norte de Europa buscan refugio y comida en estas islas de biodiversidad urbana.
A este contingente de aves migratorias se unen otras qué hacen migraciones parciales, como las qué bajan desde las cumbres de la Sierra del Guadarrama en busca del calor qué les proporciona la ciudad, y en busca de fuentes de alimentación.
Numerosos parques cuentan con grandes extensiones de pinares de repoblación de pino piñonero y carrasco. El recurso de los piñones es muy apreciado por pequeños pajarillos como carboneros comunes, carboneros garrapinos o herrerillos capuchinos.
Los piñones son auténticas golosinas para estos simpáticos pajarillos, y constituyen un aporte extra de grasa, con la qué combatir los fríos de la época invernal.
Así en los meses más fríos no es raro encontrarse con especies a veces más esquivas como picogordos, lúganos o piquituertos merodeando estos pinares de repoblación.


(Pinar de repoblación en el Parque Emperatriz María de Austria).

Un buen ejemplo lo tenemos con el Parque Emperatriz María de Austria.
Se sitúa al Suroeste del centro de Madrid, en el distrito de Carabanchel, en el barrio de Abrantes. Ocupa una extensión aproximada como la mitad del Parque del Retiro, y es el mayor parque del distrito de Carabanchel.
Tiene una forma parecida a un triángulo rectángulo en cuyo vértice superior se encuentra el Intercambiador de Transportes de Plaza Elíptica, limitando al Oeste con Vía Lusitana, al Este con la autopista A-42 (Madrid-Toledo) y al Sur con la Avenida de los Poblados.


(Paisaje otoñal en el Parque Emperatriz María de Austria).

En sus 60 hectáreas aproximadas de extensión encontramos grandes paseos flanqueados por chopos, cedros del Himalaya, castaños de indias, plátanos y olmos de Siberia. Junto a estas, hay grandes extensiones de praderas de césped. Y en la parte Sur del Parque una amplia formación de pino piñonero y carrasco de repoblación, en cuyo interior se encuentra un lago artificial, donde se pueden contemplar lavanderas blancas, gaviotas reidoras y esporádicamente, algún ejemplar de tarro canelo.

Accesos al Parque Emperatriz María de Austria.
Dado qué se encuentra a escasos kilómetros de Madrid capital, está muy bien comunicado. En esta ocasión, con la oferta de transporte público y lo difícil qué es aparcar en el entorno del parque, haré una excepción, y obviaré el uso del coche para llegar al parque.
-En autobús. Líneas 47, 81, y 247 parada en la Plaza de Fernández Ladreda.
Líneas 116, 121, 131, y 155 parada en Avenida de los Poblados.
-En Metro. Línea 6 y 11. Paradas en Plaza Elíptica y Abrantes.
-En bicicleta. Anillo ciclista en la Avenida de los Poblados.
La ruta propuesta es una ruta circular de unas dos horas de duración aproximada, con inicio y fin en el Intercambiador de Transportes de Plaza Elíptica. Con escasas pendientes,  es apta para todos los públicos.


(Ruta circular por el Parque Emperatriz María de Austria).

Este es el relato de una ruta qué realicé el 02 de Octubre de 2014, con unas semanas ya comenzado el Otoño.
Una tarde soleada de Otoño decidí probar suerte en este parque, qué años atrás había conocido en una ruta con la Sociedad Española de Ornitología, y hasta la fecha desconocido para mi.
Salí del intercambiador de Plaza Elíptica y en pocos minutos ya me encontraba en la entrada del Parque. Iba dando un paseo relajante por uno de los numerosos paseos con los qué cuenta el parque. Las hojas ya empezaban a caerse y las copas de los castaños de Indias ya comenzaban a coger esos tonos pardos y marrones tan propios del Otoño.
La primera especie en caer de la lista fue una paloma torcaz qué buscaba comida en una pradera de césped. Poco después en otra pradera, una urraca era expulsada a regañadientes por un grupo numeroso y estridente de cotorras grises.


(Paloma torcaz, columba palumbus).

Existe una abundante colonia de esta exótica especie en el parque, y según avanzaba en mi paseo, podía comprobar los cuantiosos nidos qué habían construido en las copas de los cedros del Himalaya.
Aún estábamos en época de paso, y me lo recordó un ejemplar de papamoscas cerrojillo qué subía y baja nervioso a las ramas de un plátano de sombra.
Avanzando un poco más, en un banco de madera, estaba posado otra especie típica de estos meses de paso migratorio. En este caso se trataba de un joven de colirrojo real.
Me detuve un momento y decidí hacer un rastreo con los prismáticos para ver si veía alguna especie nueva para la lista. Poco tardé encontrar algo interesante. Por el tronco de un olmo de Siberia subía con parsimonia un agateador común, especie muy frecuente últimamente en los parques urbanos.
Detrás de este árbol un grupo de mitos se dejó ver en la lejanía.
Tras este pequeño paréntesis decidí retomar el camino por un paseo flanqueado por grandes ejemplares de plátanos de sombra.
Según avanzaba hacia la zona de pinar los grupos de cotorras grises se hacían más nutridos, hasta tal punto, qué sus ruidos llegaban a formar una importante escandalera.
Entre todo este tumulto, aguantaban estoicamente dos ejemplares de pitos reales.
No serían los únicos qué vería en el recorrido, de hecho me llamó la atención la densidad de estas aves, ya qué en toda la ruta llegué a contar hasta 12 ejemplares.
En una pradera de césped un bando mixto de estorninos negros y gorriones molineros se repartían pico a pico la comida qué iban encontrando en el suelo.
Al llegar a la zona de pinar decidí parar bajo la sombra de un gran pino piñonero, qué proporcionaba buena sombra, ya qué los rayos del sol calentaban con fuerza.
Allí bajo la copa del pino, disfrutaba de un agradable momento de descanso, con buenas vistas de pinar, y aprovechando la poca brisa que soplaba. En ese momento “zen” apareció una especie qué era la primera vez qué veía.
Se posó un pequeño pajarillo entre las ramas más altas. Jugaba a esconderse entre las acículas de pino y no era capaz de identificarlo.
Estuve un buen rato mirando con el cuello en alto con los prismáticos, y al rato ya tenía una tortícolis de cine, sin saber de qué especie se trataba.
Ya medio mareado por las cervicales, dejó ver dos bandas a modo de ceja encima del ojo.
Era un ¡reyezuelo listado! Tanta tortícolis había merecido la pena.
Intenté hacerle una foto pero como era una pequeña bolita de plumas y se movía aceleradamente por las ramas más altas, fue misión imposible.
Todavía con el buen sabor de boca del avistamiento, al poco rato en un pino cercano se fue a posar un herrerillo capuchino, otra de las especies más vistosas de las zonas de pinar.
Bajé una pequeña loma y decidí continuar por el interior del pinar hasta llegar a la zona del lago artificial. Al llegar me llevé una pequeña decepción, ya qué el lago estaba completamente seco. Una lavandera blanca se paseaba su interior, una estampa qué no tenía nada que ver con años anteriores donde se podían ver las gaviotas reidoras y hasta alguna garza real.
Decidí hacer una espera debajo de un gran olmo de Siberia y resultó qué este árbol era un auténtico imán para pequeños paseriformes.


(Carbonero garrapinos, parus ater).

Primero aparecieron un grupo de tres carboneros garrapinos qué tras un buen rato esperando 
pacientemente se dejaron fotografiar. Poco después le llegó el turno a un herrerillo común. Tras él dos carboneros comunes. Y para terminar un petirrojo qué tras unas buenas dosis de paciencia se dejó fotografiar.


(Petirrojo europeo, erithacus rubecula).

En frente de la pradera del olmo a escasos metros, un pito real comenzó a rastrear la hierba con su pico. Estaba tan atento a sus menesteres qué me dejó qué le sacase una buena sesión de fotos.


(Pito real, picus viridis).

Volví a subir la loma qué llevaría de camino al intercambiador. En un claro de un pinar había posado un mirlo común, qué con su habilidoso pico consiguió llevarse una lombriz al pico. Tenía una pose chulesca de lo más graciosa, y eso me animó a echarle una foto, en la qué colaboró con total confianza.


(Mirlo común, turdus merula).

La vuelta la realicé entre el paseo de los castaños, contemplando como iban cambiando sus hojas a marrón otoñal.
Cerca de ellos, una abubilla cerraba la lista de esta jornada tan entretenida.


(Abubilla, upupa epops).

¡A qué esperáis para coger vuestra mochila y prismáticos y disfrutar de este parque tan interesante!.
¡Felices avistamientos!.
Para concluir añado la lista de especies qué se vieron en la ruta.

FAUNA DEL PARQUE DE LA EMPERATRIZ MARIA DE AUSTRIA

AVES

Abubilla
Agateador común
Carbonero común
Carbonero garrapinos
Colirrojo real
Cotorra gris
Estornino negro
Gorrión molinero
Herrerillo capuchino
Herrerillo común
Lavandera blanca
Mirlo común
Mito
Paloma torcaz
Papamoscas cerrojillo
Petirrojo
Pito real
Reyezuelo listado
Urraca