miércoles, 24 de diciembre de 2014

RUTA POR HUMANES DE MADRID. PARQUE NATURAL PRADO DE LA CASA.

RUTA POR HUMANES DE MADRID.
PARQUE NATURAL EL PRADO DE LA CASA.
Parque Prado de la Casa. Oasis en la estepa cerealista.
Cuando uno pasea por alguno de los cascos urbanos de algún municipio del gran sur metropolitano madrileño, le llama la atención la mezcla de estilos arquitectónicos de las viviendas. En una misma calle podemos encontrar típicas casas bajas con fachada encaladas y patio interior, típicas de pueblo agrícola y ganadero, junto a construcciones más modernas como chalets, pisos adosados o urbanizaciones.
Muchas ciudades populosas del extrarradio sur madrileño como Fuenlabrada, Leganés o Móstoles, a finales de los 60 eran pequeños pueblos dedicados a la agricultura y la ganadería. A partir de esta década experimentan una importante explosión demográfica debido a la población emigrante qué llegaba de otras regiones españolas, y convirtieron estos pequeños municipios rurales en grandes ciudades dormitorio qué reclamaban nuevas infraestructura de transporte y vivienda.
Está explosión demográfica tuvo repercusión en la naturaleza y los paisajes de estos primitivos núcleos rurales, cambiando radicalmente la fisonomía de muchos de ellos. Donde antes había cultivos cerealistas, olivares, viñedos, dehesas y bosques de riberas, en pocas décadas, el paisaje se fue llenando de polígonos industriales, autopistas, trenes de alta velocidad, y centros comerciales.
Muchas localidades contaban con una dehesa, zonas de pasto o bosques de ribera donde llevaban a pastar el ganado y recolectaban leña y frutos qué les proporcionaban estos bosquetes, como bellotas, setas, o frutos silvestres.
Algunas de aquellas “dehesas boyales” a día de hoy se han convertido en parques periurbanos destinados a uso y disfrute a modo de ocio y esparcimiento para los vecinos de estas ciudades tan pobladas.
Un buen ejemplo lo tenemos en el Parque Natural el Prado de la Casa en el municipio de Humanes de Madrid.
Es un parque periurbano situado a poca distancia del casco urbano de la ciudad. Es atravesado por el Arroyo de Valdenovillo, qué posteriormente se une al Arroyo del Prado de la Casa, este desemboca en el Arroyo Humanejos, para posteriormente verter sus aguas en el Arroyo Guatén a modo de corredor ecológico, uniéndose con los Estragales de Pinto, un área muy importante para las aves esteparias.
El Parque tiene en su interior un pequeño lago, y la vegetación qué lo rodea está compuesta por chopos, álamos, fresnos, sauces, olmos, tarays,  y arbustos ornamentales. En la periferia del parque encontramos un pequeño bosquete de pino piñonero, olivares y estepas cerealistas.

la vegetación del interior del Parque se compone de chopos, fresnos, álamos, sauces y pinos piñoneros fundamentalmente.

Su situación geográfica teniendo al Oeste el Parque Regional del Guadarrama, y al Sur la IBA “Secanos de Torrejón de Velasco y Valdemoro”, y tratándose de una pequeña zona húmeda en medio de la estepa cerealista, hace qué sea un foco de atracción para numerosas aves como ánades reales, pitos reales, palomas torcaces, estorninos negros, así como pequeños pajarillos como verderones comunes, verdecillos, jilgueros pardillos, o gorriones molineros. En las afueras del parque, en las colindantes estepas cerealistas, podemos observar aves esteparias como cogujadas comunes, perdices, o avefrías.
Humanes se encuentra a 23 kilómetros de Madrid capital y es la puerta de entrada a la comarca de la Sagra madrileña.

Antiguo pueblo eminentemente agrícola, con algo de cabaña ganadera, en los 70 abandona el sector primario, qué actualmente sólo ocupa el 0,4 de su economía, para dedicarse al terciario, siendo un importante foco industrial, con numerosos polígonos industriales qué se prolongan hasta la vecina localidad de Fuenlabrada.
Actualmente cuenta con una población aproximada de 20.000 habitantes, con una buena red de transportes, muy bien comunicado con Madrid capital.
La ruta propuesta es una ruta semicircular con salida desde la estación de cercanías de Humanes y fin en la cercana residencia de ancianos, para coger el autobús de vuelta qué llega hasta Getafe. Su duración son 3 horas aproximadamente, y la dificultad es baja, pues el recorrido cuenta con pocas pendientes.

Ruta semicircular de 3 horas de duración por el Parque Natural Prado de la Casa.

Accesos al Parque Natural el Prado de la Casa.
-En coche. Desde Madrid coger la A-42 Madrid-Toledo. Luego nos desviamos por la M-506 y posteriormente la M-405. Buscamos la rotonda de la carretera a Griñón y desde allí tomar la Calle Río Guatén y posteriormente la Calle Parla. Aconsejamos aparcar en la Calle Parla porque luego el camino es una vía pecuaria.
-En Cercanías. Línea C-5. 30 minutos desde Atocha. Luego coger la carretera a Griñón, Calle Río Guatén y Calle Parla. Desde la estación de cercanías unos 30 minutos andando aproximadamente.
-En autobús. Línea 468, Getafe-Serranillos del Valle. Unos 30 minutos, hasta el centro del casco urbano.
Línea 471, Humanes-Pinto. Unos 50 minutos hasta el casco urbano.
Este es el relato de una ruta qué hice a finales de Diciembre de 2014, a pocos días del Solsticio de Invierno.
Tras abandonar la estación de Cercanías de Humanes tome la Calle Ferrocarril y posteriormente la Calle Madrid, para acabar en la rotonda de la carretera a Griñón.
La tarde era muy calurosa, para las fechas otoñales en las qué nos encontrábamos.
En un pequeño parque en la carretera a Griñón, comencé a apuntar las primeras especies de la lista, y como iba siendo habitualmente, las más cosmopolitas qué podemos encontrar en cualquier casco urbano: palomas torcaces, gorriones comunes y estorninos negros.
Al llegar a la rotonda de la carretera al pueblo de Griñón, a lo lejos, sobre las vías del tren vi la primera rapaz de la ruta. Como estaba en una zona de chalets, tuve qué sacar discretamente los prismáticos, no me tomaran por un “vouyer” o “fisgón oportunista”.
Pude comprobar qué se trataba de un ejemplar de milano real qué empezaban a bajar a sus cuarteles de invernada.
A lo lejos, sobre el campanario de la Iglesia de Santo Domingo de Guzmán se veía un nido de cigüeña blanca con dos individuos,  qué con tanto cambio de comportamiento migratorio, no sabía diferenciar si eran de las qué se quedaban todo el año, o de las qué volvían de manera muy temprana.
El recorrido desde la zona de chalets hasta la residencia de ancianos no deparó grandes sorpresas salvo dos especies más para apuntar a la lista: mirlo común y lavandera blanca.
Al llegar a la residencia de ancianos, en una zona de cultivo cerealista, un colirrojo tizón macho estaba subido en la empalizada de una valla para el ganado.
Detrás de él, se cernía en vuelo, un cernícalo vulgar muy abundante en estos medios esteparios.
En ese momento me despiste con el itinerario de la ruta y tuve qué consultar el mapa en el móvil. De cuantos apuros nos ha sacado Internet en el móvil. Una herramienta imprescindible para todo senderista qué se precie.
En una zona de barbecho tras la residencia de ancianos, uno de los últimos rebaños trashumantes qué quedan en Humanes, compuesto de ovejas merinas y cabras, pastaba pegado a una zona de chalets.
Una imágen muy chocante qué combinaba modernidad y especulación, con tradición y desarrollo sostenible.
Aún hoy en Humanes quedan pequeños rebaños qué practican la transterminancia,
llevando los últimos pastores, sus últimos rebaños del Sur madrileño, a otros municipios colindantes como Parla o Fuenlabrada, para qué puedan usar sus pastos. 

A pesar de ser un municipio eminentemente industrial, aún queda en Humanes una pequeña cabaña ganadera, y explotaciones agrícolas, testigos de su pasado rural.

Un poco despistado por el recorrido y sin saber qué luego ese sería punto final de la ruta, decidí volver sobre mis pasos y dirigirme a la Avenida de España y Calle Parla para buscar el Prado de la Casa.
Tras 20 minutos sobre mis pasos, llegué a la vía pecuaria qué me llevaría al Parque Natural. A lo lejos ya se veía, a modo de oasis en mitad de la campiña.

Vía pecuaria qué lleva a la entrada del Parque Natural del Prado de la Casa.

Junto la vía pecuaria, en un algarrobo seco, se concentraban un buen bando de pardillos comunes. Detrás de ellos, en una zona de cultivo, había un pequeño grupo de cogujadas comunes, quizás las aves esteparias más comunes y fáciles de observar de estos ecosistemas.
Al llegar a la entrada del parque oí qué alguien en su interior estaba tirando petardos irresponsablemente. Con ese ruido sería imposible ver algún ave, así qué decidí esperar fuera del parque, a ver si dejaba en paz a las aves del parque con sus molestos petardos.
Mientras, opté por dar un paseo por el Arroyo de Valdenovillo, donde abundaban las formaciones de juncos churreros.
Haciendo una espera, un pequeño buitrón se posó en uno de ellos, y con mucha paciencia intenté hacerle una foto, pero se percató de mi presencia y voló raudo y veloz a esconderse en la espesura.
Tras cesar los molestos ruidos de los petardos, entré en el parque. Un olmo de gran porte era aprovechado como dormidero por palomas torcaces y estorninos negros. Entre ellos, se mezclaban dos tórtolas turcas.
Continué por el arroyo y llegué al estanque artificial. Allí había una importante concentración de ánades reales junto a muchas ocas domésticas.

Anades reales (Anas platyrhynchos).

Con paciencia y en total silencio, observaba como poco a poco iban saliendo de los cañaverales las huidizas gallinetas. La concentración de gorriones comunes era muy abundante, tanto qué no pude calcular el número de individuos.

Gallineta (Gallinula chloropus).
Seguí remontando el nacimiento del arroyo. y en una zona de cascadas artificiales, una pareja de lavanderas cascadeñas jugueteaban a perseguirse.
En ese momento, comencé a oír un lejano trompeteo qué ya me era muy familiar.  Salí fuera del parque a la zona de cultivo, y teniendo como estampa la Sierra del Guadarrama a lo lejos nevada, apareció un pequeño grupo de grullas comunes volando en dirección Oeste. Un grupo bastante rezagado para las fechas en la qué nos encontrábamos.
Proseguí rodeando el parque y tomé una pequeña vereda qué acababa en una vía pecuaria. A lo lejos con los prismáticos encima de un majano, observé posada una urraca qué usaba la acumulación de piedras a modo de oteadero.
Regresé al interior del parque, y en las ramas de un chopo había una pequeña concentración de verderones comunes.
Determiné volver al estanque a ver si podía ver alguna especie nueva. Tras ver las mismas especies qué antes, sólo añadí una especie nueva a la lista, un simpático petirrojo buscando comida en una pradera de césped.
A la salida del parque me situé en una de las orillas del Arroyo Valdenovillo, a ver si se animaba alguna especie nueva.
Me paré en un álamo donde se reunían unos cuantos jilgueros. Sin hacer ruido me acerqué todo lo qué puede a ellos para poder hacerles una foto, y me aproximé tanto al tronco qué no me dí cuenta qué apoyado en él, había un mochuelo común. 

Jilgueros (Carduelis carduelis).

La situación no podía ser más esperpéntica. Primero me asusté yo del mochuelo, luego
él de mi, y seguidamente los jilgueros de ambos. La imagen era muy graciosa, una nube de jilgueros volando a toda velocidad y entre ellos un mochuelo común.
Tras este encuentro fortuito, continué por el cauce del arroyo hasta su desembocadura con el Arroyo Prado de la Casa.
A lo lejos, en lo alto de un tendido eléctrico había posados dos busardos ratoneros, inconfundibles por su marcado medallón blanco en el pecho.
Era curioso la cantidad de liebres ibéricas qué se veían corretear por los campos de cultivos y los barbechos.
Algunas de ellas levantaban la cabeza siempre alerta, con un ojo puesto en los busardos del tendido eléctrico.
Con mucha paciencia, y ocultándome en una retama, único escondite en metros a la redonda, puede sacar algunas fotos, qué ilustran este relato.

Liebre ibérica (Lepus granatiensis).

El sol poco a poco se ponía en el Oeste de la Sagra madrileña, así qué decidí volver a la residencia de ancianos donde cogería el autobús qué me llevaría de vuelta a Getafe.
Antes de llegar al casco urbano, en un instante, pasó primero un hombre a caballo, un ciclista y una chica haciendo footing, y como punto final, yo observando aves con mis prismáticos. 4 actividades recreativas, ideales, compatibles con la conservación de las vías pecuarias, y qué apenas producen impacto, no como los ruidosos “quads” qué rompen el silencio y la armonía de estos ecosistemas tan frágiles como son las estepas.
Antes de llegar a la parada de autobús, un pequeño grupo de perdices rojas, comían plácidamente en un barbecho de una zona de cultivo, lo qué facilitó qué les pudiese sacar un par de fotos, sin apenas molestarlas.

Perdices rojas (Alectoris rufa).

¡A qué estais esperando para disfrutar de este espacio tan interesante!. Coged vuestra mochila, cámara y prismáticos, y deleitaros de un placentero día de campo.
¡Felices avistamientos!.
© Rafita Almenilla.
Para concluir añado la lista de especies avistadas a lo largo de la ruta.

FAUNA DEL PARQUE NATURAL PRADO DE LA CASA


AVES
MAMÍFEROS


Paloma torcaz
Liebre ibérica
Gorrión común

Estornino negro

Milano real

Cigüeña blanca

Mirlo común

Lavandera blanca

Colirrojo tizón

Pardillo común

Cogujada común

Buitrón

Tórtola turca

Lavandera cascadeña

Grulla común

Urraca

Verderón común

Petirrojo

Mochuelo común

Busardo ratonero

Perdiz roja



domingo, 23 de noviembre de 2014

RUTA POR LOS DISTRITOS DE PUENTE DE VALLECAS, USERA Y VILLAVERDE

RUTA POR LOS DISTRITOS DE PUENTE DE VALLECAS, USERA Y VILLAVERDE.
Parque Lineal del Manzanares. A la espalda de Madrid Río.

El río Manzanares, “nuestro aprendiz de río”, a pesar de sufrir constantes agresiones medioambientales, es un gran corredor ecológico, qué une espacios tan importantes para la ciudad de Madrid como la Cuenca Alta del Manzanares, Casa de Campo y Parque Regional del Sureste. Este corredor verde es una auténtica “autopista natural” para numerosas especies de aves, y en las épocas migratorias es donde podemos corroborar su gran riqueza natural, observando especies tan interesantes como el águila pescadora, mosquitero musical, o torcecuello entre otras.
Podemos dividir, a grandes rasgos, el río Manzanares en 4 zonas naturales:
-1º. Cuenca Alta del Manzanares. Desde su nacimiento, zonas incluidas en el reciente Parque Nacional, hasta el Monte del Pardo.
-2º. Madrid-Río. Desde el Puente de los Franceses aproximadamente, hasta el Nudo Sur de la M-30.
-3º. Parque Lineal del Manzanares. Desde el Nudo Sur hasta la zona de Perales del Río (Getafe).
-4º. Parque Regional del Sureste. Desde Perales del Río, a su desembocadura con el río Jarama, en la Presa del Rey.
Este post lo dedicaremos a la fauna ornitológica del Parque Lineal del Manzanares.
Este parque, continuación natural de Madrid Río, comenzó a construirse en 2000 y se terminó en el 2003. Constituyó una importante obra de regeneración medioambiental, en una zona del río muy degradada. Las zonas de de escombreras se aprovecharon para fabricar montañas artificiales, posteriormente repobladas con pinos piñoneros, fundamentalmente. Se plantaron otras especies ornamentales, y se adecuaron los caminos, y zonas de ocio y esparcimiento.
Aún hoy soporta importantes impactos ambientales como ruido y contaminación por el tráfico rodado, obras del AVE, y vertidos incontrolados.

A pesar de todas estas amenazas, aún mantiene zonas de sotos de ribera muy bien conservados, con especies arbóreas como chopos, álamos, olmos de Siberia, y olmos comunes. Hay qué añadir otras especies como tarayes, adelfas, retamas y zonas de abundante carrizal. En estos sotos se concentra la mayor diversidad del parque, pudiendo ver especies como conejos, culebras bastardas, garzas reales o andarríos chico.

Vegetación de ribera en las márgenes del Río Manzanares.
El Parque Lineal se divide en 3 tramos:
-1º. Tramo 1. Desde el Nudo Sur de la M-30 hasta en nudo Super Sur M-40.
Esta zona aún conserva importantes sotos fluviales con buena cobertura vegetal.
-2º Tramo. Nudo Super Sur M-40 hasta las inmediaciones de Perales del Río.
Una zona muy degradada pero con gran valor paisajístico, cultural e histórico. Con importantes restos de épocas remotas como los Neardenthales, Carpetanos, Romanos, y más recientes, como los Borbones y la Guerra Civil. Una zona con predominio de los cultivos, y zonas de huerta.
-3º Tramo. Desde Perales del Río hasta Rivas-Vaciamadrid. Nos pone en contacto con el Parque Regional del Sureste, donde ya podemos ver las primeras formaciones de cantiles de yeso, tan características del parque, con especies adaptadas a este tipo de hábitat como grajillas, chovas piquirrojas, milanos negros o halcones peregrinos.
La ruta propuesta es una ruta lineal, con inicio en la Plaza de Legazpi y fin en las inmediaciones de la estación de cercanías de Villaverde Bajo. Su duración aproximada es de unas 3 horas y 30 minutos. De dificultad media debido a la cantidad de tiempo empleado, pero sin apenas pendientes.

Ruta de 3 horas y 30 minutos de duración por el Parque Lineal del Manzanares.
Accesos al Parque Lineal del Manzanares.
La oferta en trasportes en muy variada, con accesos desde cercanías, metro y autobús. Aquí nos ceñiremos a los puntos de inicio y fin de la ruta.
-Accesos a Legapzi. Metro Línea 3 y 6. Autobuses de la EMT 8, 62, 148 y 156.
-Accesos a Villaverde Bajo. Cercanías líneas C3, C4A y C4B. 8 minutos desde Atocha.
Autobuses de la EMT 85 y 123.
Este es el relato de una ruta qué realicé el 21 de Septiembre de 2014, a finales del Verano y donde ya se comenzaba a notar el paso migratorio.
Salí del Metro de la Plaza de Legazpi y tras pasar la base del Samur, crucé un puente qué me llevaría a la otra orilla del río Manzanares. Desde su altura tenía una vista privilegiada de la zona Sur de Madrid, con los cerros de Entrevías al fondo, y vistas al Parque Lineal del Manzanares. Desde la altura pude apreciar la poca calidad de las aguas con las qué baja por este tramo el Manzanares, y parece casi milagroso ver qué entre esas aguas tan turbias, aparezcan nadando casi sin importarles,  ánades reales y gallinetas.
Siguiendo mi camino hacia el parque me entretuve viendo como una gran gaviota sombría hacía equilibrio sobre una farola.
Tras unos minutos de paseo llegué al Paseo de los Pinos y allí vi el incensante vuelo de varios ejemplares de papamoscas cerrojillos en plena actividad migratoria.

Papamoscas cerrojillo (Ficedula hypoleuca).
Ya comenzaba a ver las primeras montañas de césped del parque y sobre ellas, sobrevolaban haciendo vuelos rasantes para comerse los mosquitos, las últimas golondrinas comunes migratorias.
En una cercana pradera de césped dos urracas se peleaban por la comida, y justo tras ellas, una bandada de palomas torcaces picoteaba en el suelo.
Me pegué a la orilla del río en una zona donde este hace una catarata. El ruido casi no dejaba oír el canto de las lavanderas boyeras y lavanderas cascadeñas qué aguantaban como podían la corriente sobre unas piedras.
En esta zona existe una zona de bosque de ribera con buena cobertura, y es ideal para observar pequeños pajarillos. Poco a poco fueron apareciendo carboneros comunes y herrerillos comunes.
En un claro de un olivar, apareció la primera sorpresa de la tarde. Con un vuelo fugaz y muy rápido, pude ver un bonito espécimen de torcecuello, una especie en pleno paso migratorio. Mi tercera observación de esta curiosa ave de la familia de los pájaros carpinteros. Y hablando de pájaros carpinteros, minutos después ocupó su lugar un primo suyo, en este caso un pito real, qué tal atención ponía en buscar hormigas en el césped, qué colaboró en hacer un par de fotos qué ilustran este post.

Pito real ibérico (Picus viridis sub. sharpei).
Según paseaba por la orilla del río y viendo como los tarayes iban cambiando a su tonalidad otoñal, entre sus ramas, había multitud de pequeños mosquiteros musicales, muy activos por estar en pleno paso migratorio.
Llegué a un claro en el río, y en un bando de arena descansaban un grupo nutrido de ánades reales. Detrás de ellos, en la orilla un curioso andarríos chico, buscaba comida en este tramo del río donde las aguas bajaban más tranquilas.
Al rato, le sustituyó un zampullín chico, qué al delatarse de mi presencia, se zambulló raudo y veloz con su pose característico.
En un claro de una zona de césped, justo detrás de un cartel qué pone las especies de aves más características del parque vi una abubilla entre un grupo de palomas torcaces.
Hubo un momento qué desplegó su características cresta, lo qué le hacía aún si cabe más atractiva a los ojos de mi cámara.

Abubilla (Upupa epops).
Decidí subir a un puente qué cruza el Manzanares  para tener mejor perspectiva. El río hacía un gran meandro y la vegetación en este tramo estaba muy bien conservada. Comencé a oír el canto del ruiseñor bastardo pero este pequeño pajarillo se camufla muy bien y fue misión imposible verle con los prismáticos.
Poco a poco ya iba viendo el perfil de la Caja Mágica. Entre un gran olmo de Siberia, vi un grupo juguetón de mitos.
Los encuentros con los conejos comenzaban a ser continuos, y no había talud de arena qué no tuviese alguna conejera.
Poco antes de llegar a la Caja Mágica el río volví a hacer otro meandro, con la vegetación menos densa. En una de sus orillas, estaba muy concentrada una garceta común a ver si se podía llevar algún pez al pico. Me oculté bien tras la vegetación para primero observarla con los prismáticos, y después hacer la un par de fotos. Al final los dos obtuvimos nuestros objetivos.

Garceta común (Egretta garzetta).
Cuando ya llegué a la inmensa mole de la Caja Mágica, me encontré con la segunda sorpresa del día.
Vi un bando de tórtolas turcas volando nerviosamente como si hubiesen visto un depredador. Pensé qué se trataba de algún busardo ratonero o cernícalo vulgar tan abundantes por aquella zona.
En lo alto de la Caja Mágica una silueta negra hizo un espectacular picado.
Momentos después de recuperarme de la impresión, y aún temblando al coger los prismáticos, pude comprobar qué se trataba de un ¡águila pescadora!.

Aguila pescadora (Pandion haliaetus).
Una auténtica pasada poder verla volar unos instantes. Se perdió a lo lejos volando por encima de la Depuradora de la China. Minutos después aparecieron volando a toda velocidad un grupo nutrido de gaviotas sombrías, y volvió a hacer aparición esta colosal depredadora.
Tras el subidón qué me produjo la vista de esta ave tan poderosa, seguí mi camino hasta la zona de Villaverde.
Entre una zona de carrizal muy cerrado se escondía una garza real qué también hacía una espera a ver si pescaba algo. Un grupo de ciclistas la asustó, aunque tuvo suerte de antes, echarla una foto.

Garza real (Ardea cinerea).
Tras una buena caminata llegué a la zona de maizal donde se encuentra el ejemplar de olmo conocido como “el Abuelo”.
Allí me recibieron una importante concentración de gorriones comunes.
Avance por un camino qué lo flanqueaba una hilera de olmos de Siberia. Allí hacían sus nidos un grupo ruidoso de cotorras grises.
Quería llegar hasta las vías del AVE donde comienza la zona de los cantiles de yeso, pero el sol comenzó a caer y ya me quedaban pocos minutos de sol, así qué decidí volver a cruzar un puente y poner rumbo a la estación de cercanías de Villaverde Bajo.
Poco antes de cruzar el túnel qué pasa bajo la A-4, me quedé sobre un promontorio viendo el atardecer.
En lo alto de un chopo se posó un papamoscas gris otra especie característica de paso para estas fechas.
Caminando de vuelta al tren, en un descampado, en una zona de cardos, unos simpáticos jilgueros se estaban dando un auténtico festín con las semillas de los cardos, y esta era la última especie qué cerraba la lista de esta jornada tan interesante.
¡A qué estáis esperando para colgaros vuestra mochila, prismáticos y cámara de fotos y disfrutar de este espacio natural, tan interesante!.
¡Felices avistamientos!.
© Rafita Almenilla.
A modo de conclusión añado la lista de las especies observadas en la ruta.
FAUNA DEL PARQUE LINEAL DEL MANZANARES


AVES
MAMIFEROS


Abubilla
Conejo
Aguila pescadora

Anade real

Andarríos chico

Carbonero común

Cotorra gris

Gallineta

Garceta común

Garza real

Gaviota sombría

Golondrina común

Gorrión común

Herrerillo común

Jilguero

Lavandera blanca

Lavandera cascadeña

Mito

Mosquitero musical

Paloma torcaz

Papamoscas cerrojillo

Papamoscas gris

Pito real

Torcecuello

Tórtola turca

Urraca

Zampullín chico

lunes, 3 de noviembre de 2014

RUTA POR EL DISTRITO PUENTE DE VALLECAS. PARQUE DEL CERRO DEL TIO PIO.

RUTA POR EL DISTRITO PUENTE DE VALLECAS. PARQUE DEL CERRO DEL TIO PIO.
Parque del Cerro del Tío Pío. De Madrid al cielo.
Me vais a permitir qué rinda un pequeño homenaje al barrio qué me vió nacer, y a uno de sus parques más emblemáticos y de toda la ciudad de Madrid. Se trata del barrio de Vallecas y su famoso Parque del Cerro del Tío Pío o “Parque de las 7 tetas” como lo conocemos todos los vallecanos.
Sin ánimo de exagerar, desde el Bar el Mirador, o desde alguna de sus montañas artificiales, se pueden contemplar las mejores vistas de Madrid, con unos espectaculares atardeceres. Sus vistas son memorables, y en ella se puede apreciar el característicos “sky line” de Madrid, con monumentos tan emblemáticos como el Pirulí, las Torres de la Castellana, o el Parque del Retiro. Además, se trata de un magnífico mirador natural.

Vistas del "sky line" madrileño con la Sierra del Guadarrama al fondo.
Desde el parque, se puede apreciar una gran porción de la Sierra del Guadarrama, desde la Sierra de la Cabrera hasta el Pico Almenara, y las estribaciones de Gredos, con el Pico el Alto del Mirlo como primera formación de este sistema montañoso.
Con unos prismáticos podremos contemplar otros accidentes geográficos como el Puerto de Guadarrama, la Maliciosa, El Yelmo de la Pedriza, el Monte Abantos, e incluso las estribaciones de los Montes de Toledo.

Vistas de la Pedriza del Manznares desde el Parque del Cerro del Tío Pío.
Podemos avistar los municipios del gran sur metropolitano qué rodean a la ciudad de Madrid como Getafe, Leganés, Pozuelo de Alarcón o Parla, y con unos prismáticos, otros más alejados como Torrejón de Velasco o San Lorenzo del Escorial con su famoso Monasterio.
El parque se construyó sobre los escombros de las casas derruidas de la población emigrante qué llegó a Madrid entre los años 50 y 70. La gran mayoría procedían de las comunidades de Andalucía y Extremadura.

Las "tetas" del Cerro del Tío Pío son en realidad escombreras con las casas de la población inmigrante. A principios del siglo XX había sobre ellas explotaciones de salinas.
En los 80 comienzan los primeros realojos de estas familias, en el vecino barrio de Palomeras, y es en ese mismo año cuando se construye el parque.
Todavía recuerdo allá por los comienzos de los 80 cuando las excavadoras comenzaron a modelar con los escombros lo qué hoy sería uno de los parques más carismáticos de la ciudad de Madrid. Por aquella época, siendo un niño jugaba con mi hermano y mi pandilla en lo qué se conocía como los arrabales.
En aquellos tiempos, en Vallecas acaba Madrid, y el fin de la ciudad lo delimitaba una tapia de ladrillos qué aún conserva algunos restos. Allí jugábamos felices y despreocupados por aquellos descampados, donde sólo había algunas fábricas de cerámica con la arcilla qué se extraía en esos terrenos.
Antes de qué se construyera la Colonia de los Taxistas y justo donde se encuentra el Cerro del Tío Pío, era un descampado con una laguna donde había patos, salamandras y ranas. Esta zona es un gran acuífero subterráneo y aún hoy, en muchos garajes de los pisos de la Colonia de los Taxistas se nota la humedad de la zona.
En nuestros juegos de infancia, jugando a ser exploradores, nos encontrábamos con la fauna qué poblaba aquellos míticos descampados. Tarántulas, cernícalos vulgares, conejos, lagartijas ibéricas, jilgueros, o culebras bastardas, despertaban nuestra curiosidad y el amor por la naturaleza.

El Parque del Tío Pío se encuentra situado en el distrito de Puente de Vallecas al Sureste de la Ciudad de Madrid. Limita con las calles Maruja García Romero, Ramón Pérez de Ayala, Pío Felipe y Camino de Valderribas. Situado entre la Colonia de los Taxistas y la Colonia de Santa Ana. En su interior hay un parque de bomberos y un centro de rehabilitación para discapacitados.
La vegetación del parque está compuesta por grandes praderas de césped. En sus márgenes hay plantados especies como chopos, álamos negros, olmos de Siberia, plátanos, algarrobos, formaciones de pino carrasco y moreras, coscojas, adelfas y otros arbustos ornamentales.

La vegetación arbórea del Parque del Cerro del Tío Pío está compuesta por chopos, álamos negros, pinos carrascos, algarrobos, moreras, olmos de Siberia, plátanos y coscojas.
En el parque se ven las típicas especies de aves de cualquier parque madrileño como verdecillos, mirlos comunes, gorriones molineros, estorninos negros o palomas torcaces. En época de paso se pueden ver algunas especies interesantes como mosquiteros musicales, papamoscas cerrojillos e incluso algún torcecuello, esporádicamente.
Entonces el pajarero más selecto se preguntará por qué es tan atractivo este parque para la observación de aves. Pues resulta qué es un magnífico balcón natural para la observación de la migración de las grullas a sus cuarteles de invernada en los meses otoñales. También es un magnífico mirador para ver y fotografiar los grandes bandos de gaviotas reidoras qué se desplazan a sus dormideros desde el vertedero de Valdemingómez, al embalse de Santillana en la Pedriza de Manzanares.
Accesos al Parque del Cerro del Tío Pío:
-En coche. Coger la A-3 Madrid-Valencia y tomar el desvío en la calle El Bosco y luego la Calle Maruja García Romero. 14 minutos.
-En Autobús. Líneas 143 y 141. Bajarse en la Calle Pío Felipe junto al Colegio Tajamar.
-En Metro. Línea 1 parada Buenos Aires. Luego subir por la Calle Pío Felipe pasando por el Parque de Bomberos. 10 minutos.
La ruta propuesta es lineal de unas dos horas aproximadas de recorrido de dificultad baja, con algunas pendientes, pues subiremos y bajaremos algunas de sus “tetas”, saliendo desde la estación de metro de Buenos Aires y llegando hasta la última montaña artificial.

Ruta lineal de 2 horas aproximadas de duración por el Parque del Cerro del Tío Pío.
Este es el relato de una ruta qué realicé a finales de Octubre de 2014.
Me bajé en la parada de Metro de Buenos Aires, y a su salida tomé la cuesta de Pío Felipe, hasta llegar a las inmediaciones del Colegio Tajamar.
Allí, a la entrada del parque, me recibía un gran ejemplar de coscoja, qué ya comenzaba a dejar caer sus bellotas y nos anunciaba qué en pocos días comenzaba la montanera de la bellota, muy apreciada por muchos animales, entre ellos las grullas, las protagonistas de este relato.
Llevaba ya días con ganas de ver los primeros bandos de grullas, en su camino a sus cuarteles de invernada, pero con este calor tan acusado qué estábamos padeciendo, conocidos por algunos como “veroño” se estaban retrasando.
Hacía una tarde muy tórrida, con este otoño tan anómalo qué estábamos padeciendo y el calor me empezaba a hacer mella, así qué decidí buscar sombra entre una formación de pinos carrascos.
Allí empezaron a aparecer las primeras especies de la lista. Unos simpáticos verdecillos con sus melodiosos cantos fueron los primeros en caer. Después apareció un mirlo común. Tras él, un bullicioso bando de cotorras grises fue a refugiarse a unos plátanos del cercano Parque de Azorín.
Bajé al cercano centro de discapacitados y allí junto a su pared busqué un poco de sombra y aproveché para hacer una espera.
En una ladera de la montaña, muy desforestada, con poca vegetación apareció un colirrojo tizón hembra qué se posó en un arbusto. Acto seguido un pequeño bando de gorriones comunes reclamaban su espacio y consiguieron echar a la hembra.
Aprovechando la sombra, me dediqué a fotografiar a unos simpáticos verdecillos qué se columpiaban en la valla metálica del centro de discapacitados.

Verdecillo (Serinus serinus).
Decidí seguir el camino y en la pendiente de la siguiente montaña un grupo de cuatro lavanderas blancas casi camufladas por el césped, buscando insectos dentro de él.

Lavandera blanca (Motacilla alba).
Continuando el camino, en una zona de arbustos aparecieron dos mosquiteros musicales, especie qué ya iba concluyendo su paso migratorio.
Tras dar la vuelta a toda la montaña aparecí en un camino dominado por las grandes formaciones de moreras. En ellas, un nutrido grupo de palomas torcaces se arremolinaban en sus copas para darse un buen festín con sus frutos.
Cogí el camino de subida a la Terraza el Mirador y antes de llegar a ella, en una cercana adelfa se escondía un pequeño petirrojo.
Al llegar a la Terraza el Mirador sobre una farola otra hembra de colirrojo tizón eligió un buen lugar de observación.

Colirrojo tizón hembra (Phoenicurus ochruros).
El calor reinante hacía qué el parque estuviese lleno de gente. Padres jugando con sus niños, y gente joven sentada en la montaña esperando ver atardecer.
Con tanta gente decidí separarme un poco del bullicio y coger un camino menos transitado para ver más aves.
Bajé por un camino qué me llevaba a las pistas de fútbol sala y donde hay más arbustos.
Allí, en una pradera de césped había un numeroso grupo de gorriones molineros qué picoteaban el césped en busca de comida.
Poco después,  en un gran ejemplar de olmo de Siberia me esperaba un juguetón herrerillo común.
Me escondí tras el árbol y decidí hacer una espera en una gran pradera de césped.
Primero apareció una gran bandada de estorninos negros. Mirando con los prismáticos me llevé una grata sorpresa al comprobar qué entre ellos se había colado un estornino pinto. Al poco tiempo volaron a un pinar cercano y tras ellos aparecieron tres colirrojos tizones. Estuve un rato deleitándome con sus juegos y pude sacar algunas fotos al macho, fotos qué ilustran este relato.

Colirrojo tizón macho (Phoenicurus ochruros).
Tras esta espera, decidí subir a la última montaña para intentar ver el paso de las grullas.
El sol ya iba cayendo por línea de cumbres del Guadarrama, pero de momento no había señales de ellas.
Decidí hacer un barrido con los prismáticos por los tejados de la vecina colonia de los taxistas. Allí se veían urracas y estorninos negros. Tras un buen rato de contemplación me llevé una sorpresa al ver un cernícalo vulgar qué posado sobre una chimenea, la usaba como mirador, atento a futuras presas.

Cernícalo vulgar (Falco tinnunculus).
El tiempo pasaba y el sol ya iba cayendo y cada vez tenía menos luz. Ya comenzaba a decepcionarme y empecé a pensar en volver a casa, cuando al instante oí un ruido lejano qué me llamó la atención. Al principio pensé qué se trataba de algún perro, pues mucha gente iba con su mascota a pasear por el parque, pero en ese momento en el camino donde yo estaba no había nadie. Instantes después se volvió a oír el sonido, y estaba vez ya era más nítido. ¡Era el trompeteo de las grullas!. Rápidamente lo primero qué hice fue mirar al cielo a ver si las veía y allí apareció la primera bandada con su característica formación en uve. Al instante cogí la cámara y comencé a echarlas fotos.

Grullas en formación en uve (Grus grus).
Acto seguido y toda prisa, me subí a la loma de una montaña y comencé a seguir su rastro con los prismáticos.
Esta bandada comenzó a doblar hacia el Oeste y se perdió a la altura del Pico Almenara en dirección a Robledo de Chavela.
Acto seguido pude ver otro bando qué desde el Cerro de los Angeles, giró en dirección sur a la altura de Torrejón de Velasco.
Desde el Cerro del Tío Pío se pueden ver las dos direcciones qué toman las grullas en su camino al Sur de la Península.
Un grupo sigue la alineación montañosa de la Sierra del Guadarrama y desde el Alto del Mirlo, primer pico de la Sierra de Gredos acceden al Valle del Tiétar para continuar a tierras extremeñas con sus cuarteles en Monfragüe, los llanos de Trujillo, Sierra de San Pedro o Villuercas.
Otro grupo bajan por la zona Sureste de Madrid, y por la zona de Torrejón de Velasco se dirigen a los Montes de Toledo para invernar en Cabañeros, Valle de Alcudia, o los Pedroches en Córdoba.
El bando más curioso qué ví fue uno qué pasó justo por encima del Pirulí y qué también tomó rumbo en dirección al Oeste.
Tras un paréntesis donde no se volvió a ver ningún bando, un grupo de cuatro cigüeñas blancas se dejó ver volar en la cercana Colonia de Fontarrón. Estas cigüeñas blancas seguramente procedieran de la cercana colonia de Villa de Vallecas, qué a su vez venían del vertedero de Valdemingómez.

Cigüeña blanca (Ciconia ciconia).
El sol ya estaba poniéndose y ya con la falta de luz no volví a ver más bandos de grullas. Era el momento para las gaviotas reidoras.
Primero aparecieron cuatro ejemplares aislados. Pero poco después aparecieron una auténtica explosión de ejemplares. Grandes bandos en forma de uve se iban repitiendo.

Gaviotas reidoras (Chroicocephalus ridibundus).
Era una gozada ver la puesta de sol y seguir con los prismáticos su vuelo en dirección al embalse de Santillana. Así estuve unos cuantos minutos hasta qué el sol se puso definitivamente no si antes disfrutar de las mejores puestas de sol de todo Madrid.

Atardecer en el Alto del Mirlo, estribaciones de la Sierra de Gredos.
¡A qué estáis esperando para disfrutar de gozar de una magnífica puesta de sol en este lugar tan interesante. Y si es contemplando del paso de las grullas os llevareis un recuerdo imborrable!
¡Felices avistamientos!.
© Rafita Almenilla.
Para finalizar adjunto lista de aves avistadas en la ruta.

FAUNA DEL PARQUE DEL CERRO DEL TÍO PÍO

AVES

Cernícalo vulgar
Colirrojo tizón
Cotorra gris
Estornino negro
Estornino pinto
Gaviota reidora
Gorrión común
Gorrión molinero
Grulla
Herrerillo común
Lavandera blanca
Mirlo común
Mosquitero musical
Paloma torcaz
Petirrojo
Urraca
Verdecillo