miércoles, 8 de julio de 2020

RUTA POR EL DISTRITO DE PUENTE DE VALLECAS


Parque forestal de Entrevías. De vertedero, a balcón de Madrid.

Si hay un apelativo que se ha ganado a pulso la ciudad de Madrid, ese es sin duda la ciudad de las cuestas.
La acción erosiva desde el Cuaternario del río Manzanares ha generado un sistema de terrazas fluviales, que ha propiciado que la ciudad cuente con muchas elevaciones y magníficos miradores. No es extraño que el origen árabe de la villa y corte, la primigenia “Magerit” naciera en la antiguo Alcázar árabe de la explanada de la Catedral de la Almudena, cerca de la Cuesta de la Vega.
Este sistema de terrazas ha sido catalogado como Bien de Interés Cultural, debido a su riqueza arqueológica.
De estas terrazas han salido yacimientos de sílex, he incluso los restos de un mastodonte que actualmente se pueden contemplar en el Museo Arqueológico.
Una zona de Madrid donde se puede contemplar este accidente geológico, son las terrazas de los cerros de Entrevías y el aledaño Parque Forestal de Entrevías.
Este inmenso parque urbano, es uno de los más grandes de la ciudad, contando con casi 500.000 metros cuadrados de extensión.
Antaño era un vertedero que en los 70 se regeneró con un pinar de repoblación. Un auténtico pulmón verde para el distrito de Puente de Vallecas.
La vegetación del parque está compuesta en su mayoría por coníferas. Destacan como especies arbóreas el pino carrasco, pino piñonero, las arizónicas y el Cedro del Atlas.
En cuanto a la vegetación arbustiva destacan especies como la adelfa, la gayomba o el junco churrero.
El parque cuenta con zonas infantiles, deportivas, un auditorio y un estanque artificial, y dos pequeñas lagunas unidas por un arroyo artificial, que hace las delicias de las aves que habitan el parque.
Cuenta con un magnífico mirador, con unas espléndidas vistas de Madrid, pudiéndose ver parte de la Sierra del Guadarrama, el Parque Lineal del Manzanares, y la zona sur metropolitana.
Para los amantes de la ornitología, el parque nos deparará muchas sorpresas.
En la zona del pinar podremos observar especies tan interesantes como herrerillo capuchino, piquituerto común, o agateador europeo.
El que haga que el parque limite con el parque Lineal del Manzanares, propicia que desde el mirador del parque podemos ver un trasiego continuo de especies como gaviotas reidoras, gaviotas sombrías, milanos negros y reales, busardos ratoneros, u otras rapaces como águilas calzadas e incluso algún buitre negro.

(Milano negro. Milvus migrans).

Los taludes de las terrazas del Manzanares son hábitats ideales para especies como el abejaruco europeo, mochuelo común o colirrojo tizón.
Otras especies de interés que se pueden ver en el parque son pito real ibérico, pico picapinos, abubilla, cernícalo vulgar, y pequeños pajarillos como pinzón común, serín verdecillo, jilguero europeo, o verderón común.
La ruta propuesta es una ruta lineal, de duración 2 horas y 45 minutos y dificultad baja.

(Ruta lineal de duración baja de 2 horas y 45 minutos de duración).

Ficha técnica de la ruta.
-Tipo de ruta: lineal.
-Punto inicio de la ruta: Calle Ronda del Sur en la parada del autobús 102. Punto final de la ruta, Calle Lagartera en la parada del autobús de la línea 24.
-Distancia: 7 kilómetros.
-Desnivel: punto más alto 619 metros. Punto más bajo 577 metros.
-Dificultad: baja.
Accesos al Parque Forestal de Entrevías.
-En coche: coger la Calle Méndez Álvaro, luego la Avenida de Entrevías, posteriormente la Calle Serena para acabar en la Calle Ronda del Sur. 22 minutos desde el centro de Madrid.
-En autobús. Las líneas 102, 103 y 111 de la EMT paran en la calle Ronda del Sur, junto al parque.
-En tren de cercanías. Parada Asamblea de Madrid-Entrevías. Desde la estación, 20 minutos andando.
-En bicicleta. El anillo ciclista pasa por el sur del parque.
Recomendaciones de la ruta.
En las fechas que realicé la ruta, parte del parque estaba en obras, con una valla metálica que impedía el acceso a zonas del parque. Informarse antes de hacer la ruta.
La ruta es recomendable todo el año, pero si la vamos a hacer en verano, mejor hacerla evitando las horas centrales.
Para ver el paso de rapaces, son mejores las horas centrales del día, cuando el sol calienta más y hay térmicas. Si lo vamos a hacer en verano, buscar una buen sombra y observarlas desde el mirador del parque, ya que tenemos una visión más amplia.
Este es el relato de una excursión qué realicé la primera semana del mes de Julio de 2020.
Después del largo confinamiento, y para ir cogiendo ritmo y recuperar el tiempo perdido sin ver especies nuevas, comencé a hacer rutas por mi entorno más cercano, sin necesidad de coger el transporte público. El Parque Forestal de Entrevías me coge a una hora de casa andando, así que decía acercarme una mañana calurosa de principios del mes de Julio.
Poco después de llegar a la Calle Ronda del Sur, me colgué los prismáticos y la cámara y empecé a anotar la lista de las especies vistas en la ruta. Las primera como casi de costumbre, las más urbanas y cosmopolitas. Varios ejemplares de sonoros vencejos comunes, y otras tantas ruidosas urracas comunes.
Poco a poco me fui internando en el pinar del parque, buscando el estanque donde hacer una espera para ver que especies bajaban a beber. Antes de llegar al estanque, comencé a rastrear las copas de los pinos carrascos, apuntando dos especies típicas de estas formaciones arbóreas: carbonero común, y carbonero garrapinos.
Subí una pequeña cuesta que acababa junto al estanque, y en una pradera que estaba a mi izquierda había un popurrí de aves compuestas por palomas torcaces, serines verdecillos y mirlos comunes.
Junto al estanque había unos grandes cedros del Atlas ocupados por grandes nidos de cotorras grises. Era curioso ver como a modo de simbiosis, esos nidos eran usados por algunas palomas zuritas, un comportamiento que ya había visto en otros parques de la ciudad como el de Tierno Galván o el de María de Austria.
Me puse debajo de la sombra de un gran cedro con vistas al estanque para ver que bajaba a beber. Aparecieron un pequeño grupo de palomas torcaces, y posteriormente otras tantas urracas comunes.

(Paloma torcaz. Columba palumbus).

Cuando ya me aburrí de ver las mismas especies y ya me iba a ir, vi un ave posada en lo alto de un árbol que no identificaba de que especies era. Se estaba limpiando las plumas, y en principio pensé que se trataba de un verderón común. Pero al verle el pico curvado me llevé la primera sorpresa del día. ¡Era un piquituerto común! Me parecía muy raro que en un pinar tan grande, y habiendo estado varias veces no lo hubuiese visto hasta entonces.

(Piquituerto común. Loxia curvirostra).

Estaba tan ensimismado echándole fotos, que tardé en darme cuenta de que había otra en una rama de al lado.
Cuando ya tenía una buena ristra de fotos, decidí dejarlos tranquilos y bajar a la zona sur del pinar. Bajando hacia esa zona, el pinar se aclaraba, lo que dejaba ver una buena porción de cielo, y el continuo trasiego de los vencejos comunes. Y tras estos, se empezaron a dejar ver los primeros milanos negros con dirección aledaño Parque Lineal del Manzanares.
Llegando hasta el anillo ciclista, había un pequeño arroyo seco, que a pesar del calor tórrido que comenzaba a apretar, aún guardaba un poco de humedad, que lo reflejaba su vegetación con numerosos juncos churreros. Allí con el frescor, decidí hacer una espera.
Primero hicieron acto de presencia varios gorriones comunes, para luego dar paso a un gorrión molinero. Ya por último se dejó ver una tórtola turca que pronto se percató de mi presencia.
Nuevamente el pinar se aclaraba y comencé a oír los típicos reclamos de “pit-pit-pit” de los aviones comunes que poco tardé en verlos con los prismáticos.
Y de repente, desaparecieron como si hubiesen visto algún depredador alado. Al rato apareció una silueta de un aguilucho que al principio no conseguí distinguir. Trate de echarle un par de fotos, pero salían algo oscuras, así que decidí mejor tratar de identificarlo con los prismáticos antes de que lo perdiese de vista.
Tras un buen rato, me llevé la segunda sorpresa del día, sorpresón diría al momento, ¡un aguilucho cenizo! ¡Era el primero que veía dentro de la ciudad! ¡La mañana estaba siendo de lo más provechosa!
Seguí una pequeña senda que acababa en el anillo ciclista. Allí comencé a oír el reclamo inconfundible del abejaruco europeo, que al rato localicé posado sobre un pino seco. Estaba alimentándose de un insecto qué no llegué a identificar. Tras una buena sesión de fotos, le dejé tranquilo que reposara en su posadero.

(Abejaruco común. Merops apiaster).

Cerca de donde estaba comenzó a cantar con su típico relincho el pito real, que jugaba al escondite detrás del tronco de un pino. Y curiosamente en la copa del mismo pino estaba su primo, el pico picapinos  tambolireando.

(Pito real ibérico. Picus sharpei).

El sol iba ganando altura, y ya comenzaba a calentar de lo lindo. Y esto era aprovechado por las rapaces, ya que comencé a ver un buen flujo de milanos negros hacia el Manzanares.
Subí a una pequeña loma que tenía vistas a las vías del tren. Allí pasaron volando un pequeño grupo de estorninos negros.
Más adelante ya se veía las cocheras de la EMT de Entrevías y junto a ellas, los interesantes taludes de las terrazas del Manzanares. Comencé a rastrearlos con los prismáticos a ver que especie nueva podía sacar. Muchas golondrinas comunes volaban entorno a los taludes para surtirse de mosquitos. Y en lo alto del talud pude pillar in-fraganti una hembra de colirrojo tizón que con esa pose, parecía que estuviese apoyada en el balcón, viendo la gente pasar por la calle.
Subí otra cuesta para acabar en un mirador, que no era el principal. Desde allí partía una pequeña senda botánica, con carteles informativos. La última vez que visité la zona las lagunas artificiales estaban sin agua y llenas de basura. Afortunadamente en aquella ocasión estaban limpias y por el arroyo artificial que las unía corría el agua.
Allí decidí hacer una espera a ver que especies bajaban a beber. Las primeras en aventurarse fueron unas palomas torcaces. La siguiente fue una paloma zurita,  y por último bajaron unos estorninos negros.
Decidí esconderme tras un árbol con vistas a la segunda laguna. Mientras hacía la espera pasó sobre mi cabeza una abubilla.
Con paciencia fueron animándose algunas especies a bajar a beber. Y pude sumar dos especies nuevas, entre ellas una lavandera blanca.

(Lavandera blanca. Motacilla alba).

Volví a subir por la cuesta de la senda botánica y me animé a echar el último vistazo a las lagunas. Allí vi como bajaban a beber unos cuantos jilgueros europeos y pude fotografiar un juvenil.

(Jilguero europeo. Carduelis carduelis).

Crucé la carretera que llevaba a las cocheras, y me adentré en otro pinar. El calor ya era axfisiante, eran las 11 de la mañana, y el sol ya molestaba lo suyo. Lo único positivo era que ya comenzaban las térmicas y las rapaces comenzaban a animarse. Y aquí llegó la tercera sorpresa de la mañana. Dos espectaculares ejemplares de buitres negros volando en dirección al Parque del Sureste.

(Buitre negro. Aegypius monachus).

Nuevamente vi dos pitos reales ibérico, y esta vez pude fotografiar uno.
En una valla de piedra estaba posado un cernícalo vulgar. Resguardado tras un pino, lo pude fotografiar, y me deleitó con una escena de caza, pues con un picado, se llevó un pequeño ratoncillo al pico.

(Cernícalo vulgar. Falco tinnunculus).

Ya quedaba menos para llegar al mirador principal, cuando me topé con una valla metálica, por obras en el parque. No me hizo ninguna gracia porque tenía que dar un gran rodeo, y el sol no daba tregua. Resignado volví a rodear el pinar,  al menos tuve la fortuna de observar un águila calzada volando entre dos milanos negros.

(Águila calzada. Hieratu pennatus).

Atravesar el pinar fue un suplicio porque había zonas abiertas donde apenas había sombra. Por allí poco vi, a excepción de dos verderones comunes, nueva especie para la lista.
Por fin llegue al mirador principal. Y me senté en un banco de madera para descansar un poco y disfrutar de las magníficas vistas de Madrid que se ven desde él.
Aproveché para mirar la zona del Parque Lineal del Manzanares, allí vi dos cigüeñas blancas qué iban a cerrar esta jornada pajarera tan interesante.
¡A qué esperáis para visitar este parque urbano tan interesante, sin moveros de la ciudad! ¡Felices avistamientos!
Rafa Al.
Para acabar, añado la lista de especies vistas durante la ruta.

FAUNA DEL PARQUE FORESTAL DE ENTREVÍAS
AVES
Abejaruco europeo
Abubilla
Águila calzada
Aguilucho cenizo
Avión común
Buitre negro
Carbonero común
Carbonero garrapinos
Cernícalo vulgar
Cigüeña blanca
Colirrojo tizón
Cotorra gris
Estornino negro
Golondrina común
Gorrión común
Gorrión molinero
Jilguero europeo
Lavandera blanca
Milano negro
Mirlo común
Paloma torcaz
Paloma zurita
Pico picapinos
Piquituerto común
Pito real ibérico
Serín verdecillo
Tórtola turca
Urraca común
Vencejo común
Verderón común

Fuentes consultadas.
-Google maps.
-Página del Ayuntamiento de Madrid.


domingo, 12 de abril de 2020

RUTA DISTRITO PUENTE DE VALLECAS


Pajareando desde el confinamiento.

Este relato es el más especial que escribo desde que creé este blog allá por el año 2014.
No es una ruta usual. Millones de españolas y españoles están confinados en sus casas, resistiendo como bien pueden a una pandemia ha hecho que nuestro vida haya cambiado tan radicalmente desde Marzo de este año.
Quién me iba a decir que hace justo un mes estaba contemplando mi primera cópula de alimoches en mi querido pueblo en la provincia de Badajoz. Aquellos últimos días de invierno, pajareando por sus estepas y dehesas disfrutando de su avifauna, no me hacían presagiar del duro drama que explotaría justo un mes después.
A mi regreso a Madrid, ni en mis peores pesadillas podría imaginar que me encontraría un mundo tan distópico como en el estamos viviendo.
Poco a poco vamos asumiendo la cruda realidad a la que tenemos que vivir. “Es la lucha de nuestra generación”, nos repiten mil y una vez como un mantra infinito.
Llevamos más de un mes de confinamiento, y cada uno intenta llevarlo lo mejor que puede. Viendo películas, leyendo libros, haciendo recetas caseras… y los que somos muy pajareras y pajareros, y tenemos la suerte de contar con un balcón, haciendo observaciones de las aves que comparten nuestro entorno más cercano.
Si algo positivo tiene esta cuarentena es que la naturaleza va a tener un periodo de respiro. El confinamiento está coincidiendo con los meses de cría de muchas especies de aves. Y como en este estado de alarma están limitados los desplazamientos, muchos lugares emblemáticos de la naturaleza madrileña como la Pedriza, el Monte del Pardo, o Soto Gutiérrez, están más tranquilos sin nuestra presencia.
Han surgido muchas iniciativas de grupos pajareros para ir anotando las especies avistadas desde nuestras terrazas.
Estos días he hablado con muchos amigos que han visto desde su terraza o jardín especies tan interesantes como buitre negro, águila imperial, águila pescadora o cigüeña negra.
Yo no tengo tanta suerte. Mi piso en el barrio de Vallecas, es una piso rodeado de muchas edificaciones, aunque tengo la suerte de tener dos terrazas. La del salón de a un descampado, y en la de la cocina tengo unas buenas vistas del “sky madrileño”, llegando a ver hasta las estribaciones de la Sierra de Gredos.

(Vistas de la zona Oeste de Madrid).

Otros dos aspectos positivos del confinamiento para la naturaleza es que la drástica disminución del tráfico, ha hecho que la polución caiga a niveles históricos, y la calidad del aire sea muy buena, notándose en la nitidez de las vistas del cielo madrileño.
También la disminución de la contaminación acústica ha hecho que en mucho tiempo podamos disfrutar mejor de los reclamos de diferentes aves que comparten el hábitat urbano con nosotros.
Como esta no va a ser una ruta al uso, no hay indicaciones de los transportes a coger, ni duración, ni recomendaciones.
La única recomendación que daría es disfrutar un rato con tus prismáticos, y aprovechar un día soleado, para coger un poco de vitamina D, que ahora andamos escasos de ella, con lo poco que podemos salir.
Este es el relato de una tarde de Abril, algo nubosa, intentando distraerme viendo aves desde la terraza del salón y la cocina.
Comencé mi safari pajarero urbano, desde la terraza del salón.
Las últimas y abundantes lluvias de los últimos días habían propiciado que el descampado que veo desde la terraza del salón se convirtiera en un verdadero vergel lleno de margaritas, malvas, crucíferas, y las primeras amapolas. Era tan la altura de la vegetación, que daba pocas oportunidades para ver las aves que se posaban en él.
La primera especie que vi, fue una urraca, que se posó en la azotea del piso contiguo.
Las golondrinas comunes habían llegado hacía unas semanas, y varias pasaron volando por cerca mi terraza.
Poco después le tocó a un simpático serín verdecillo, que se posó en una antena cercana, y con el poco ruido que había por la calle, su reclamo se oyó más fuerte de lo normal, y me puso una sonrisa de oreja a oreja en estos días tan monótonos.
Era un verdadero ejercicio visual, ya que vivir pegado a tantos edificios, y con tanta gente en los balcones, es difícil poder sacar los prismáticos para echar una ojeada. Y ver aves a simple vistas, a veces es complicado.
Fijé mi vista a una hilera de árboles por detrás del descampado. Allí se posaron varias palomas torcaces, muy abundantes por cierto, estos días, sin apenas molestias que las perturben.
Antes de cambiar de terraza, pasaron volando cuatro cotorras grises con sus chillones reclamos.
Decidí cambiar de terraza, ya que las nubes estaban en retirada y con más sol, la gente comenzó a llenar los balcones, y no me encontraba cómodo siendo observado por tanta gente. Así era difícil ver aves, así que me mudé a la terraza que tiene las vistas más amplias.
En la terraza del cocina lo que primero que vi son las dos parejas de gorriones comunes que han hecho sus nidos en dos extractores de aire.

(Gorrión común. Passer domesticus).

Es muy placentero observar como hembra y macho van turnándose para dar de comer a sus crías.
La lluvia del día anterior, había propiciado que se formaran varios charcos, y allí abajo, varias golondrinas comunes estaban recogiendo barro para hacer sus nidos.
Un mirlo común cantaba a pleno pulmón, rompiendo aquel silencio tan sepulcral.
Miré a lo alto del cielo buscando a los vencejos comunes  que hacía días que ya habían llegado, pero no obtuve recompensa. Como contrapartida, vi un pequeño grupo de aviones comunes que buscaban insectos para calmar su hambre.
Después de un buen rato rastreando la magnífica vista que me brindaba la terraza de la cocina decidí meterme en la habitación dando por concluida esta jornada pajarera tan atípica. Justo antes de abandonar la terraza me llevé la grata sorpresa de ver una abubilla volar por encima del piso de enfrente, qué fue sin duda la especie más interesante que vi en aquella tarde tan peculiar.
Como esta es una entrada especial del blog, no me despediré como de costumbre deseando felices avistamientos. Esta vez os deseo que todos vosotras y vosotros estéis bien, así como vuestra familias.
Os deseo mucha salud, y que pronto podamos salir de este bache, que salgamos de él como mejores personas, más solidarios los unos con los otros, con la naturaleza que nos rodea, y que muy pronto podamos disfrutar de nuestra gran pasión y es poder disfrutar de un agradable paseo viendo aves.
¡Abrazos a todas y todas y cuidaros mucho!
Rafita Almenilla.
Esta vez la lista es escasa, pero os animo a que hagáis una lista de las especies que veis durante el confinamiento. Os servirá para distraeros y romper la rutina.

FAUNA DISTRITO PUENTE DE VALLECAS
AVES
Abubilla
Avión común
Cotorra gris
Golondrina común
Gorrión común
Mirlo común
Paloma torcaz
Serín verdecillo
Urraca



domingo, 16 de febrero de 2020

RUTA POR MÓSTOLES


Parque Nelson Mandela. ¿La naturaleza se acerca a la ciudad, o viceversa?.

Últimamente para los que vivimos en la ciudad, nos puede sorprender como algunos animales salvajes se dejan ver de vez en cuando por este entorno tan urbano y artificial.
Es anecdótico ver y leer en periódicos u otros medios, citas de búhos reales en Fuenlabrada, zorros en Villa de Vallecas, jabalíes en el barrio de las Tablas, o hasta una mismísima nutria en las aguas del Manzanares en las cercanías del Puente de San Isidro.
Y aquí surge el eterno debate de si la naturaleza se acerca a la ciudad o es la ciudad la que invade las zonas no urbanas o rurales.
Actualmente somos 7.000 millones de habitantes en la Tierra, y a partir del año 2000 más de la mitad de la población mundial vivía en ciudades.
De seguir este ritmo demográfico en pocas décadas llegaremos a los 10.000 millones de habitantes, comprometiendo la diversidad biológica del planeta.
El proceso urbanizador ha crecido exponencialmente desde la Segunda Guerra Mundial y a día de hoy contamos con varias “megalópolis”, ciudades de más de 10 millones de habitantes, la gran mayoría ubicadas en el Tercer Mundo.
La fauna no es ajena a esta inmensa transformación. Es un fenómeno global.
No es extraño ver en ciudades tan populosas como Los Ángeles, coyotes pasear tranquilamente por sus calles, o a propietarios de perros en Bombay tenerlos a buen recaudo para no ser depredados por leopardos.
A escala local, la Comunidad de Madrid no es ajena a estos cambios de hábitats, y no es extraño ver conejos, perdices, alcaravanes, en varios puntos de la ciudad de Madrid.
En estudios sobre tendencia de poblaciones de aves, se ha constatado que las aves forestales están en aumento, y por el contrario las esteparias han visto disminuir de manera alarmante sus poblaciones.
Es curioso comprobar como en zonas urbanas han crecido especies ligadas al medio forestal como pito real, pico picapinos, carboneros comunes, herrerillos comunes o agateadores comunes.
Exportamos nuestro modelo urbano a las zonas rurales con la construcción de urbanizaciones de segunda residencia, vertederos, y vías de comunicación como autopistas y autovías.
Modestamente, soy de la opinión de que no es que la naturaleza se acerque a la ciudad, es que la ciudad se expande cada vez más, alterando los ecosistemas que la rodean.
Otra cosa es que con los impactos ecológicos que sometemos a la fauna, desgraciadamente esta tenga que adaptarse a estos cambios tan bruscos en un periodo de tiempo tan corto.
Hay especies que salen beneficiadas, como las oportunistas, como urracas, estorninos negros, gaviotas, o cernícalos vulgares, y otras que están perdiendo la batalla como los sisones, avutarda, cernícalos primillas o aguiluchos cenizos.
Un lugar donde se ve esta dualidad urbana-rural, es el Parque Nelson Mandela de Móstoles.

(Parque periurbano Nelson Mandela en el municipio de Móstoles).

Situado en el triángulo de los municipios de Móstoles (Móstoles Sur), Fuenblabrada (Loranca) y Arroyomolinos, es un parque periurbano con dos lagos artificiales, y dotado de merenderos, y zonas para pasear y montar en bici.
La vegetación está compuesta de pinos, cipreses, algarrobos, almendros, encinas, y zonas arbustivas como romero, y tomillo.

(Entre las especies arbóreas del parque, se encuentran los almendros).

Las orillas de los lagos está ocupada por una alineación de vegetación de ribera, compuesta por carrizo, cañas, juncos churreros, álamos y sauces.

(Vegetación de ribera en lago del Parque Nelson Mandela).

Estando ubicado en las afueras de Móstoles, en la zona de Móstoles Sur, la zona está rodeada de zonas esteparias, y zonas de cultivo.
A las especies de aves propias de cualquier parque urbano como urraca, gorrión común, mirlo común o ánade real, hay que añadir especies esteparias como cogujadas comunes, alondras comunes, perdices rojas.
El parque es un oasis de biodiversidad entre la ciudad y la zona rural, y la abundancia de conejos hace que no sea difícil ver campear al buitre negro o el águila imperial por sus alrededores.
Incluso dentro del parque nos podemos llevar buenas sorpresas ornitológicas, como el avetorillo común, que algunos ejemplares usan el parque como zona de invernada.
La ruta propuesta es una ruta circular con principio y fin en la Avenida de la Vía Láctea-Géminis en la parada de la línea del autobús 524. Es de 2 horas de duración y de dificultad fácil.

(Ruta circular de 2 horas de duración y dificultad fácil por el Parque Nelson Mandela).

Visitando los dos lagos del parque y la zona de estepas y huertas aledañas al parque.
-Ficha técnica de la ruta.
-Tipo de ruta: circular.
-Punto de inicio y final de la ruta: Avenida Vía Láctea-Géminis, parada del autobús 524.
-Distancia: 4 kilómetros.
-Desnivel: prácticamente llano. Punto más alto 646 metros, punto más bajo 637 metros.
-Dificultad: fácil. Apta para todos los públicos.
-Duración: 2 horas, con paradas para ver aves.
-Patrimonio natural: parque periurbano.
-Accesos al Parque Nelson Mandela.
-En coche: autovía A-5 salida 14, luego tomar la M-50 y posteriormente la Avenida de la ONU y finalmente la Calle Osa Mayor. 30 minutos desde Madrid.
-En autobús. Línea 524 Madrid (Príncipe-Pío)-Móstoles Sur. 50 minutos desde Madrid.
-En bicicleta. Desde la estación de cercanías de Móstoles el Soto se tarda 20 minutos al parque. La ruta es ideal para hacerla en bici.
-Recomendaciones de la ruta.
-En el parque hay merenderos para pasar un buen día de picnic.
-No dar de comer a las aves del lago. Podemos provocarles problemas intestinales y atraemos a las ratas.
-Aprovechar para rastrear con los prismáticos la zona esteparia aledaña al parque. Es zona de dispersión de grandes rapaces como buitre negro o águila imperial.
Este es el relato de una ruta que realicé la tercera semana de Febrero de 2020.
Era mi segunda visita al Parque Nelson Mandela de Móstoles, ya que lo había visitado hace 2 años antes. El objetivo de la ruta era ver el avetorillo común que hibernaba en uno de los lagos del parque.
El autobús 524 me dejó a unos 15 minutos de una de las entradas del parque. Llevábamos unos días con unas nieblas persistentes, que en aquel día no levantaba y que a pesar de ser las 16.00 de la tarde, parecía ya casi de noche, con una luz muy mala para diferenciar las especies.
La niebla era tan densa y cerrada, que comenzó a precipitar, con una leve llovizna que esperaba que no me estropeara la ruta.
Al llegar a las inmediaciones del parque vi volar las primeras especies de la lista, varias gaviotas sombrías  y otros tantos cormoranes grandes.
Tras subir un pequeño repecho ya podía ver el primer lago del parque, y a mi derecha la zona esteparia, con algunas huertas y edificaciones.
En un tendido eléctrico vi posadas un nutrido grupo de cotorras argentinas. Al poco salieron volando despavoridas, como si algo les hubiese asustado. Poco tuve que esperar para ver qué fue los que las puso en alerta, dos milanos reales que pasaron planeando por encima de ellas.
Con la humedad de días anteriores, la primavera había llegado adelantada al conjunto del parque, y había un inmenso tapiz amarillo de crucíferas, y algunos almendros ya estaban en flor.
Bajé la cuesta, y me pegué a la vegetación de ribera del primer lago que estaba compuesta por sauces, álamos, juncos churreros y una buena línea de carrizo.
Los primeros ánades reales hicieron acto de presencia, seguidos de algunas fochas comunes.
Comencé a rastrear la línea de carrizo de la otra orilla del lago buscando el avetorillo, pero parecía que en aquella tarde tan plomiza no iba a dar su brazo a torcer.
Seguí rodeando el lago, y el trasiego de los mosquiteros comunes era constante, y no era raro encontrarse algo a cada pocos metros que recorría.

(Mosquitero común. Phylloscopus collybita).

En los aledaños, del lago, en sus taludes, había grandes concentraciones de fringílidos mezclados. A pesar de lo mala que era la luz, pude distinguir entre tanto bando a muchos pardillos comunes, serines vercedillos  y unos pocos verderones comunes.

(Bandos de serines verdecillos, pardillos comunes y verderones comunes).

Siguiendo caminando por el camino del lago no quitaba ojo a lo que se movía dentro de este, y pude pillar in fraganti a una gallineta común antes de que se escondiese en el carrizo.
Oí reclamar algo encima de mi cabeza, y vi dos siluetas negras, que con paciencia pude comprobar que se trataban de dos garzas reales.

(Garzas reales. Ardea cinerea).

Un poco más adelante vi a dos chicos que estaban tirando pan al lago para dar de comer a los ánades. Al festín acudieron también las fochas comunes, y un huésped inesperado, con pelo. Una gran rata parda, que se llevó entre sus dientes, media barra de pan. Esta es la consecuencia de dar de comer a las aves, que aparte de producirles problemas intestinales, atraen a los roedores. Desde aquí hago un llamamiento al civismo, cuando visitemos los parques  y en general la naturaleza.

(Rata parda. Rattus norvegicus).

Proseguí rodeando el lago, y me sorprendió ver a 5 aviones comunes en busca de mosquitos. Eran los aviones comunes más tempraneros que había visto nunca.
A parte de la gran cantidad de mosquiteros comunes, otra especie muy abundante en el parque eran los colirrojos tizones, que incluso algunos eran muy confiados y se dejaban fotografiar bien.

(Colirrojo tizón. Phoenicurus ochruros).

Seguí rastreando la banda de carrizo sin éxito en busca del avetorillo.
Al final del camino, donde se bifurcaba en dos, vi el primer aláudido de la tarde, una inquieta cogujada común.
Giré hacia la izquierda tomando el camino del segundo lago, que se pegaba a una valla metálica y que tenía vistas a la zona esteparia aledaña. Mirando en la zona de barbecho pude sumar nuevas especies.
Las primeras, un pequeño bando de perdices rojas, y posteriormente los segundos aláudidos del día, un bando de alondras comunes.
Subía a una zona de pinos, con vegetación arbustiva de retamas y romeros, donde había unos merenderos. Decidí hacer un pequeño descanso y aprovechar para rastrear aquella zona que tenía tan buena pinta para pequeños pajarillos.
Sentado en un banco comencé a apuntar el continuo goteo de nuevas especies. Por la zona de los pinos que tenía de frente comenzaron a desfilar urracas, palomas torcaces, mirlos comunes, gorriones comunes y petirrojos europeos.
El segundo lago no presentaba gran actividad de aves, salvedad hecha a 3 cormoranes grandes posados en medio del lago, y varias gaviotas sombrías sobrevolándolo.

(Cormoranes comunes. Phalacrocorax carbo).

Lo único destacable del recorrido del segundo lago fue poder fotografiar un macho de curruca capirotada.

(Curruca capirotada. Sylvia atricapilla).

Volví al segundo lago para hacer al última intentona al avetorillo. Tras dar la vuelta completa al lago y rastrear todo el carrizo, me di por rendido. Sólo pude sumar de nuevas, pito real ibérico, tórtola turca, y una tarabilla europea que estaba escondida entre las ramas de un sauce.

(Tarabilla europea. Saxicola rubicola).

Lo que si me empeciné es en fotografiar a un zampullín común que había visto al principio de la ruta e intenté fotografiar todo el rato, hasta que pude pillarle más tranquilo.

(Zampullín común. Tachybaptus ruficollis).

Asumiendo mi derrota de no haber cumplido la misión de la ruta, comencé a retomar el camino del autobús. Con lo espesa de la niebla, aunque aún era por la tarde, ya parecía noche cerrada. Grandes bandadas de estorninos negros comenzaban a volar a sus dormideros.
Cuando ya iba a guardar los prismáticos en la mochila vi las dos últimas especies de la ruta. En un tendido eléctrico había posado un cernícalo vulgar, y a escasos metros de este, posadas varias bisbitas pratenses, casi sin inmutarse ante la presencia de su depredador.
Ya sólo me quedaba andar el camino de vuelta para coger el autobús que me llevaría de vuelta a Madrid.
¡A qué esperáis para colgaros los prismáticos y la cámara de fotos y visitar este parque tan interesante!
¡Felices avistamientos!
Para acabar, adjunto la lista de especies vistas durante la ruta.

FAUNA DEL PARQUE NELSON MANDELA
AVES
MAMÍFEROS
Alondra común
Rata parda
Ánade real
Avión común
Bisbita pratense
Cernícalo vulgar
Cogujada común
Colirrojo tizón
Cormorán grande
Cotorra argentina
Curruca capirotada
Focha común
Gallineta común
Garza real
Gaviota sombría
Gorrión común
Milano real
Mirlo común
Mosquitero común
Paloma torcaz
Pardillo común
Perdiz roja
Petirrojo europeo
Serín verdecillo
Tarabilla europea
Urraca
Verderón común

-Fuentes consultadas.
-Google maps.