Senda
de Valmores. La Alcarria Madrileña., la comarca olvidada.
Si hiciésemos una
encuesta a las madrileñas y madrileños, y turistas que visitan nuestra
Comunidad, sobre su paisaje favorito de nuestra región, sin duda ganaría por
abrumadora mayoría la Sierra del Guadarrama, con sus idílicas cumbres nevadas,
y sus vistosos pinares que jalonan las faldas de sus cumbres.
Una de las comarcas
madrileñas más desconocidas para el público en general, dentro y fuera de
nuestra provincia es la Alcarria Madrileña.
Su equivocado
estereotipo de lugar seco e inhóspito contrasta con su rica y variada lista de
ecosistemas naturales: páramos calizos, ríos, bosques de ribera, bosque de pino
carrasco, olmedas, quejigares, monte mediterráneo, humedales, o estepas
cerealistas.
La histórica comarca de
la Alcarria comprende las provincias de Guadalajara, Cuenca y Madrid. En
nuestra Comunidad se circunscribe entre las cuenca de los ríos Henares y
Tajuña.
A la belleza de sus
paisajes cabe añadir su rico patrimonio histórico-artístico, con bellos pueblos
qué aún mantienen la arquitectura tradicional castellana de los siglos XV y
XVIII. Pueblos que merecen una sosegada visita son Campo Real, Tielmes, Olmeda
de las Fuentes, Orusco, o Villar del Olmo.
En nuestras visitas
culturales no está de más descubrir su rica cultura gastronómica. Pueblos en
los que aún la actividad ganadera y agrícola cuenca con importancia en su
economía, podremos degustar productos típicos de la zona como el aceite de
Morata de Tajuña, el afamado queso de Campo Real, o los vinos de denominación
de origen de Arganda del Rey.
Consumiendo estos
productos locales, contribuimos con la economía local, y fomentamos la
protección de paisajes agropecuarios tan importantes para las aves como son los
olivares o las estepas cerealistas.
Para el amante de la
ornitología, esta comarca es una zona magnífica para contemplar algunas de las especies
más amenazadas de la avifauna ibérica y europea.
Se encuentra limitada
por la ZEPA “Estepas cerealistas del Jamara y Henares”, el Parque Regional del
Sureste, y la IBA (Área de importancia para las aves) “Alcarria de Alcalá”.
En la zona de páramo de
calizas y margas, así como en los cantiles yesíferos encontraremos especies tan
interesantes como halcón peregrino, búho real, águila perdicera, chova
piquirroja, collalba negra o mochuelo europeo.
Los bosques de ribera y
humedales son el hogar de especies emblemáticas como garza imperial, calamón, o
martinete común.
Los bosques de pinos de
repoblación y monte mediterráneo son el hogar de rapaces como el azor, gavilán,
o el águila calzada.
Pero sin duda, el
ecosistema más importante desde el punto de vista ornitológico de la comarca es
sin duda la estepa cerealista.
En ellas encontramos la
mayor población de sisón común que hay en toda la provincia. A esta especie tan
escasa la acompañan otras tan atrayentes como la avutarda, aguilucho cenizo,
aguilucho pálido, lechuza campestre, alcaraván común, cogujada montesina, o collalba
gris.
Uno de los pueblos más atractivos de la Alcarria Madrileña es
Nuevo Baztán. Situado a 45 kilómetros de la capital fue fundado por el polifacético
Juan de Goyeneche, que oriundo de Navarra, dejó impronta en el nombre del
pueblo. Creó en el pueblo un pequeño centro industrial de vidrio y paños,
aprovechando las calizas de los paisajes circundantes y encargó al arquitecto
José Benito Churriguera la urbanización del municipio.
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(Palacio de Goyeneche del siglo XVIII y estilo barroco en el municipio de Nuevo Baztán). |
De su magnífico casco
urbano destaca el Palacio de Juan de Goyeneche, y la iglesia dedicada al santo
Francisco Javier, ambos considerados Bien de Interés Cultural. En el resto del
pueblo destacan las bonitas viviendas de los trabajadores del campo del siglo
XVIII, así como el Museo Etnográfico de la Comunidad de Madrid, al qué es muy
recomendable una visita para conocer la historia del pueblo.
El resto de valores
artísticos y etnográficos se contemplan con restos de fábricas de tinte, El
Paredón de San Blás, y el despoblado de Valmores, con los restos de la iglesia
de homónimo nombre. Cuenta la leyenda que aquel poblado estaba maldito y los
vecinos lo abandonaron fundando el vecino pueblo de Olmeda de las Fuentes.
En cuanto a los valores
naturales destacan el Valle del Arroyo de la Vega, los Arroyos de Reguerón y Barranco de Valdeñigo, uno de los mejores
quejigares de la Comunidad de Madrid, encinares, y zonas de cultivo.
Dentro del casco urbano
encontramos un espectacular ejemplar de olmo de 16 metros de altura. Declarado
árbol más emblemático de España por la ONG Bosques Sin Fronteras, e incluido en
el Catálogo de Árboles Singulares de la Comunidad de Madrid.
Desde el Mirador del
Balconcillo tendremos unas magníficas vistas de todo el Valle del Arroyo de la
Vega.
La ruta propuesta es
una ruta circular de dificultad media, ya qué hay que salvar una buena
pendiente, de 3 horas y 30 minutos de duración. La ruta se puede acortar, si no
visitamos los restos de la Iglesia de Valmores.
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(Ruta circular de 3 horas y 30 munituos de duración y de dificultad media, por Nuevo Baztán y Olmeda de las Fuentes). |
Accesos a Nuevo Baztán:
-En coche. A-3 salida 22. Luego coger la M-300, después la M-209, la M-220 y finalmente la M-219. 39 minutos desde Madrid.
-En bicicleta. Coger el metro hasta Arganda del Rey y luego ir por Campo Real y Pozuelo del Rey. Este recorrido transcurre por carretera, así que extremar las precauciones. 1 hora y 30 minutos.
-En autobús. Línea 261. Madrid (Avenida de América) - Villar del Olmo. 1 hora y 10 minutos desde Madrid.
-En coche. A-3 salida 22. Luego coger la M-300, después la M-209, la M-220 y finalmente la M-219. 39 minutos desde Madrid.
-En bicicleta. Coger el metro hasta Arganda del Rey y luego ir por Campo Real y Pozuelo del Rey. Este recorrido transcurre por carretera, así que extremar las precauciones. 1 hora y 30 minutos.
-En autobús. Línea 261. Madrid (Avenida de América) - Villar del Olmo. 1 hora y 10 minutos desde Madrid.
Recomendaciones para la
ruta.
-Evitar el verano, pues
hay parte del recorrido qué se hace por zonas de cultivo sin apenas sombra.
-Al bajar al Valle del
Arroyo de la Vega extremaremos las precauciones, sobre todo en invierno, ya que
hay zonas de umbría, y las escarchas nos pueden jugar una mala pasada.
Recomendable llevar botas.
-Para llegar a los
restos de la Iglesia de Valmores no hay camino. Se llega a ella por una vereda,
que en épocas como primavera puede quedar oculta por el crecimiento de la
vegetación. Extremar las precauciones en esta zona.
-Llevar agua, ya qué no
hay ninguna fuente cuando abandonemos el pueblo.
-A lo largo de la ruta
hay carteles indicativos, aunque hay zonas donde no tendremos referencia. Mejor
descargarse la ruta en el móvil o ir con mapa.
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(Baliza informativa de la ruta de la Senda de Valmores en Nuevo Baztán). |
Este es el relato de
una ruta qué realicé en Otoño del año pasado.
Mediados de Noviembre
del año pasado. Nuevo Baztán me recibió con una mañana gélida, con escarcha por
las aceras de sus calles. Seguíamos con la preocupante tónica general de otoño
muy seco. Cielo sin nubes, sin atisbo de una triste nube, qué rompiera esa monotonía.
Había llegado muy
temprano al pueblo, y apenas se veía nada. Quedaba poco para que la luz de alba
hiciera acto de presencia, así que aproveché para admirar el fastuoso Palacio
de Goyeneche, toda una obra arquitectónica para deleitarse.
Poco a poco el bar de
la plaza del pueblo iba llenándose de madrugadoras trabajadoras y trabajadores,
alguna de ellas y ellos, listas y listos para empezar las labores agrícolas.
Mientras esperaba a que
los primeros rayos del sol iluminaran el paisaje circundante, aproveché para
echar un ojo a las casas típicas de pueblo del siglo XVIII habitadas por gente
que se dedicaba a la agricultura y ganadería. En una de ellas vivía mi amiga
Marijose, que actualmente vive en mi pueblo, en Badajoz. En el tejado de una de
estas casas labriegas, anoté la primera especie de la mañana, una urraca.
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(Urraca, pica pica). |
Cogí un pequeño tramo de la carretera que va a Valverde de Alcalá, para poco después tomar una pista que partía a su derecha y que con un cartel informativo, marcaba el inicio de la ruta de la Senda de los Valmores.
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(Cartel informativo en el inicio de la Senda de Valmores). |
La mañana era tan fría,
qué las aves aún se mostraban muy perezosas, esperando a que el sol, calentará
aún más.
Según iba dejando las
últimas casas del pueblo me adentraba en un encinar, con encinas de gran porte.
En las copas de las encinas comenzaban a desperezarse los primeros verdecillos
y palomas torcaces.
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(Serín verdecillo, serinus serinus). |
Más adelante, en un
barbecho, y haciéndose pequeñas bolas, para no tiritar de frío, había varios pinzones
vulgares, picoteando en el suelo, lo que podían echarse al pico.
El camino iba
descendiendo poco a poco por una zona de campos de cultivos, salpicados de
encinas. Según iba ascendiendo el sol, los tonos anaranjados de las zonas de
cereal junto con las encinas, le daban un colorido muy vistoso, digno de ser
fotografiado.
Comencé a rastrear las
lomas de estas zonas de cultivo, lugar ideal para los corzos, y en lo alto de
una copa de una encina, se hayaba posado un arrendajo euroasiático con
una bellota en el pico, recordándome qué estaba ave es clave para el
crecimiento de los bosques, al enterrar las bellotas de las encinas y alcornoques
y otras quercíneas, en el suelo.
Tras dejar el bosque de
encinas, el paisaje cambió radicalmente, pasando a una importante formación de
pino carrasco de repoblación, con sotobosque de arbustos.
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(Bosque de repoblación de pino carrasco en la Senda de Valmores). |
Entre los pinos,
discurría el Arroyo del Reguerón, con más pena que gloria, pues apenas era un
hilo de agua.
En lo más alto de las
ramas de los pinos, había movimiento de pequeños pajarillos, y tras muchos
minutos de paciencia, puede observar con los prismáticos un par de juguetones mosquiteros
comunes.
Tras un buen rato
recreándome en aquel atractivo pinar llegué al borde un barranco, con
indicaciones a los Paredones de San Blas, unas ruinas de antiguas fábricas de
tintes y vidrios.
Las vistas del Valle
del Arroyo de la Vega eran espléndidas. En lo alto de un cerro ya se veían las
ruinas de la Iglesia de Valmores, así
que comencé a descender hacia el valle, con mucha precaución, pues había muchas
piedras sueltas en la bajada del camino.
Al llegar al fondo del
valle la pista mejoraba bastante, con un buen firme, y comencé a coger el
camino que subía el escarpe donde de se encontraban las ruinas de la iglesia.
Una parte del camino había sido ocupado por el cauce del arroyo, y parecía
milagroso, que con la sequía que veníamos padeciendo, bajara con un con caudal
tan importante, señal de que aquellas formaciones calizas, eran muy permeables
y contaban con un buen manantial.
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(Arroyo de la Vega en Nuevo Baztán). |
El camino seguía hacia
una finca privada pero se desviaba mucho del escarpe donde estaban las ruinas,
así que decidí coger una pequeña vereda que comenzaba a subir aquellos
imponentes cerros.
Aunque la pendiente era
muy pronunciada, audaces encinas de gran porte desafiaban la gravedad y con sus
imponentes raíces, sujetaban las lomas de las pendientes.
Entre los arbustos,
salió asustado un macho de mirlo común.
Tras una dura
ascensión, llegué a lo alto del cerro, donde la vegetación arbustiva estaba muy
crecida. Tenía que ir con mucho cuidado, porque con el rocío de la noche, las
botas me resbalaban cada dos por tres.
Tras sortear una buena
formación de juncos churreros, señal de humedad en el terreno, llegué a las
llamativas ruinas de la iglesia de Valmores, único testimonio del despoblado, y
qué según contaba las leyendas, sus habitantes lo abandonaron por una maldición
qué azotó el pueblo.
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(Restos de la Iglesia de Valmores, en Olmeda de las Fuentes). |
Aproveché para hacer un
pequeño descanso en el camino y volver a disfrutar de las interesantes vistas
del valle del Arroyo de la Vega, donde se podía ver perfectamente la división
entre las formaciones de pino carrasco y el hermoso quejigar, de los mejores
conservados de la Comunidad de Madrid.
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(Vistas del Valle del Arroyo de la Vega desde la Iglesia de Valmores). |
Comencé el descenso al
valle del arroyo, con muchas dificultades, pues me equivoqué dos veces de
camino, hasta que pude conseguir dar con la vereda que me volvía a llevar al
cauce del arroyo. En arbolillo sin hojas, estaba cantando un macho de verderón
común, aprovechando los rayos
del sol para calentarse.
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(Verderón común, chloris chloris). |
Comencé a caminar por
la pista paralela al cauce del arroyo. A mi izquierda había una buena formación
de arbustos de ribera, con juncos y espadañas, y mi derecha el magnífico
quejigal, que sus colores otoñales, le hacían aún más vistoso.
La zona del arroyo era
ideal para rastrear en busca de pequeños pajarillos. Los primeros en hacer su
aparición, fueron dos traviesos chochines. Poco después comencé a
oír el típico reclamo del cistícola buitrón, que no tardó en
hacer acto de presencia.
Entre las ramas de un
almendro, se concentraba un pequeño grupo de gorriones molineros y gorriones
comunes, y entre ellos me llevé
la sorpresa al ver que les acompañaba un escribano montesino.
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(Gorrión común, passer domesticus y escribano montesino, emberiza cia). |
Continuando el camino,
llegué a otras ruinas, que en este caso se trataban de una antigua fábrica de
tinte.
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(Ruinas de fábrica de tintes en Nuevo Baztán). |
Reanudé el camino,
disfrutando del atractivo de los quejigos, y volvía a prestar mi atención a la
zona del arroyo. Allí se encontraba posada encima de un arbusto, una hembra de tarabilla
europea.
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(Tarabilla europea hembra, saxicola rubicola). |
Hubo un momento en que
estaba desorientado, pues el camino se bifurcaba en dos. Primero opté por coger
el que se pegaba a la carretera que iba a Olmeda de las Fuentes, pero tras
varios minutos mi intuición me dijo que no iba por buen camino. Hice bien en
volver sobre mis pasos, porque al momento encontré una baliza que me indicaba
que ese era el camino correcto.
El camino trazaba un
brusco giro de 180 grados, y comenzaba a subir una importante pendiente.
Las encinas comenzaban
a volver a mezclarse con el quejigar, y entre las ramas de uno de ellos, se
dejó ver un macho de carbonero común.
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(El quejigar de la Senda de Valmores en Nuevo Baztán, es uno de los mejor conservados de la Comunidad de Madrid). |
Las casi 3 horas de
recorrido ya comenzaban a hacer mella en mis piernas, y estaba deseoso de
llegar de nuevo al pueblo, entre otras cosas porque iba un poco justo para
coger el autobús del camino de vuelta a Madrid.
El camino se estrechó
tanto que quedó reducido a una diminuta vereda, que rodeaba un pequeño viñedo,
a la izquierda de los quejigos.
Tras subir una loma, ya
se volvía a ver las imponentes vistas del Palacio de Goyeneche.
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(Vistas del Palacio de Goyeneche desde la Senda de Valmores). |
Llegué a una explanada
donde estaban las primeras casas del pueblo. En el suelo, pude fotografiar a un
simpático petirrojo europeo, que apenas se asustaba de mi presencia.
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(Petirrojo europeo, erithacus rubecula). |
Según iba avanzando por
el casco urbano, me iba recreando en los tejados de las casas observando a la
fauna alada. En un canalón, se ocultaban una pareja de gorriones comunes.
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(Hembra y macho de gorrión común, passer domesticus). |
Y en la casa del al
lado, en lo alto de una antena de televisión, unos cantarines estorninos
negros iban a cerrar la lista de especies de la ruta.
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(Estorninos negros, sturnus vulgaris). |
Como aún me quedaban
algunos minutos antes de que llegase el autobús, y estaba muy cerca de su
parada, aproveché para visitar el fastuoso olmo del pueblo, que quién me diría
que al año siguiente los olmos de mi pueblo, Cabeza del Buey, iban a ser
elegidos árbol de España, y optaban a árbol europeo del año. Faltan 4 semanas para
saber el desenlace. A ver si tenemos un poco de suerte.
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(Olmo catalogado como árbol singular, en el casco urbano de Nuevo Baztán). |
¡A que esperáis para
colgares los prismáticos y la cámara de fotos, y ¡disfrutar de esta rincón de
Madrid tan atractivo! ¡No os defraudará!
¡Felices avistamientos!
© Rafa Ac.
Termino el relato añadiendo
las especies vistas a lo largo de la ruta.
FAUNA DE LA SENDA DE VALMORES
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AVES
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Urraca
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Serín verdecillo
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Paloma torcaz
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Arrendajo euroasiático
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Mosquitero común
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Mirlo común
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Pinzón vulgar
|
Verderón común
|
Chochín común
|
Cistícola buitrón
|
Gorrión molinero
|
Escribano montesino
|
Tarabilla europea
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Carbonero común
|
Gorrión común
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Petirrojo europeo
|
Estornino negro
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