viernes, 16 de enero de 2015

RUTA POR VELILLA DE SAN ANTONIO, ARGANDA DEL REY Y RIVAS-VACIAMADRID. HUMEDAL DE MIRALRIO, EL PINAR-LA RIADA Y LAGUNA DEL CAMPILLO

RUTA POR VELILLA DE SAN ANTONIO, ARGANDA DEL REY Y RIVAS VACIAMADRID.
Humedal de Miralrío, área recreativa El Pinar-La riada, Laguna del Campillo. Cauce del Jarama, río con mucho historia.
Hace algunos años leí una novela qué me cautivó. Se titula “El Jarama” y su autor es mi tocayo Rafael Sánchez Ferlosio. La novela data de 1955 y fue galardonada con el premio Nadal de Literatura.
En ella se narran las costumbres y peripecias de la sociedad madrileña de mediados del siglo XX. En aquella época las riberas de Jarama eran lugares de reunión, esparcimiento y disfrute para huir del agobio de la ciudad de Madrid, y disfrutar de tardes de primavera y verano en sus sotos fluviales.
Antiguamente era muy común qué la población de Madrid se acercara a las aguas del Jarama a bañarse, siendo un importante acto social, donde luego la gente comía y gozaba de largas tertulias en los merenderos aledaños al río.
Hoy en día ese paisaje bucólico se ha transformado radicalmente y el Jarama ha sufrido importantes impactos ambientales. La calidad de las aguas ha mermado de manera considerable. Sus aguas ya no son actas para el baño.
Los vertidos incontrolados de los numerosos polígonos industriales qué van a parar a su cauce, han hecho qué en algunos tramos, la calidad del agua sea casi incompatible para la vida acuática.
Las numerosas explotaciones de graveras, qué encontramos a lo largo de su recorrido medio y bajo, también generan un importante impacto paisajístico.
La fauna acuática del río ha cambiado sustancialmente con el paso de los años, y a las especies piscícolas alóctonas como lucio, siluro, o black-bass introducidas para la pesca deportiva, se suman otras llegadas recientemente como el mapache o el mejillón cebra.
A pesar de estar sometido a un importante impacto humano y medioambiental aún conserva rincones de gran interés natural como sotos fluviales, humedales y cantiles de yesos, donde aún se pueden contemplar especies emblemáticas de la avifauna ibérica como el búho real, halcón peregrino, martinete o calamón.

(Sotos fluviales del río Jarama en el municipio de Velilla de San Antonio).

A parte de toda esta riqueza faunística, botánica y geológica el río Jarama esconde lugares de interés histórico, con restos paleontológicos, de la Guerra Civil o del antiguo tren del Tajuña. A lo largo de su tramo podemos encontrar también numerosos puentes históricos como el de Arganda o el de Pindoque.
La ruta propuesta es un pequeño homenaje a la novela de Sánchez Ferlosio, qué combina naturaleza e historia. La ruta comienza en la depuradora de Velilla de San Antonio para continuar por un antiguo trazado ferroviario de una azucarera qué llegaba hasta Ciempozuelos. Se visita el humedal de Miralrío, con los restos de la fábrica azucarera. Posteriormente se continúa por el área recreativa “El Pinar-La Ríada”, llegando a continuación al puente de hierro del tren de Arganda. Después de cruzarlo, llegamos a la Laguna del Campillo, y terminamos en la estación de metro de Rivas-Vaciamadrid para volver a Madrid.
La ruta es de 3 horas de duración y de dificultad moderada. Si no estáis acostumbrados a caminar tanto tiempo, os aseguro unas buenas agujetas para el día siguiente.

La ruta coincide con el camino histórico de Madrid al Monasterio de Uclés y está señalizado con marcas rojas.

(Ruta lineal de 3 horas de duración entre los municipios de Velilla de San Antonio y Rivas-Vaciamadrid).

Accesos a Velilla de San Antonio:
-En coche. Tomar la autopista A-3 Madrid-Valencia hasta la salida 13. Luego tomar la M-50. A continuación la M-203 y posteriormente la M-208, hasta la depuradora, qué es donde comienza la ruta.
-En autobús. Las siguientes líneas:
Línea 280. Coslada FFCC-Loeches. 45 minutos.
Línea 284. Avenida de América-Loeches. 35 minutos.
Línea 285. San Fernando FFCC-Arganda del Rey. 35 minutos.
Línea 341. Conde de Casal-Velilla de San Antonio. 45 minutos.
-En bici. Desde la estación de metro de Rivas-Vaciamadrid seguir el camino al Monasterio de Uclés señalizado con flechas rojas.
El final de la ruta acaba en la estación de metro de Rivas-Vaciamadrid, L-9. Junto a ella pasan varias líneas de autobús con destino Conde de Casal.
Este es el relato de la ruta qué realicé a comienzo del mes de Enero del 2015.
Tras dejar el autobús qué me traía desde Conde de Casal, tomé el puente qué cruza el arroyo de Pantueña. Justo en la entrada del cementerio comencé a anotar las primeras aves de la lista: estornino negro, paloma torcaz, lavandera blanca, y tórtola turca.
En pocos minutos ya estaba en la pista, un antiguo trazado ferroviario, qué circula junto al cauce del Jarama. A mi derecha, en un gran antena había un nido de cigüeña blanca y la base del nido era aprovechado por una ruidosa colonia de cotorras grises.
Justo al comienzo del camino hay dos carteles informativos relativos a la ruta. Detrás de estos, en unos arbustos se apelotonaban una buena bandada de jilgueros.
Poco a poco el camino descendía por unos taludes, qué eran aprovechados por los conejos, hacia el cauce del río Jarama.
La vegetación era muy enmarañada compuesta principalmente por tarayes. Cuando pude encontrar una abertura, comencé a rastrear con los prismáticos el cauce del río.
Primero salió volando una gaviota sombría y tras esta, remontaban el cauce un nutrido grupo de porrones europeos.
Según iba avanzando por la pista, poco a poco se veía la inmensa mole de las ruinas de la antigua fábrica azucarera,  qué está junto a las lagunas del complejo de Miralrío.
Entre los arbustos del camino, volaban como haciendo una especie de baile ritual, multitud de pequeños mosquiteros comunes.
Bordeé las ruinas y me puse justo en la orilla de la primera laguna para ver qué había en ella. Primero aparecieron una pareja de cucharas europeos. Luego otros dos más, y tras unos carrizos, salieron tres ejemplares de ánades frisos.
Decido volver al cauce del Jarama y otra vez la vegetación se vuelve a tornar más compacta. En un meandro anoto dos gallinetas comunes y buen grupo de chillonas fochas comunes.
En medio del río había una pequeña isla de arena. Sobre ella había un ave posada, y otra detrás escondiéndose. Tenía el sol de cara así qué no podía distinguirlas. Cuando pude ponerme en un ángulo sin luz, pude comprobar con sorpresa, qué se trataba de dos calamones comunes.

(Calamón común, porphyrio porphyrio).

La segunda laguna me recibió con otra sorpresa. En la copa de un chopo había posado un alcaudón real meridional.
Esta laguna parecía tener más actividad qué la anterior, y en pocos minutos comencé a ver volar varios ejemplares de aguilucho lagunero occidental.
A esta laguna le dediqué un buen rato y me entretuve fotografiando a los cormoranes grandes, alguno de ellos secándose las alas al sol.

(Cormorán grande, phalacrocorax carbo).

En un instante una garza real llego volando desde el río y se posó en frente de unos carrizos. Estuvo un buen rato completamente quieta, hasta qué eligió un buen momento para insertar con su pico un pez de tamaño medio.

(Garza real, ardea cinerea).

Continuando el camino, llegué a un mirador en el qué se tienen unas magníficas vistas de las lagunas, el cauce del Jarama, y al fondo lo cortados yesíferos del Piul.

(Lagunas del humedal de Miralrío en Velilla de San Antonio).

Tras andar unos minutos y aprovechando qué el camino estaba en altura y el río me cogía debajo, volví a rastrear un meandro del río. Había una buena concentración mixta de zampullines chicos, ánades frisos, porrones europeos y ánades reales.
Siempre qué había hecho esta ruta me quedaba en este punto y regresaba a Velilla, pero ese día tenía curiosidad por ver donde acababa el camino, con la equivocada idea de qué terminaría en la estación de metro de La Poveda.
Tras un kilómetro aproximadamente de caminata llegué al área recreativa de El Pinar-La Riada.
Un importante pinar de pino carrasco con un buen sotobosque, y unos merenderos qué me vieron de perlas para hacer un descanso y retomar algo de fuerzas.

(Area recreativa El Pinar-La Riada).

Sentado en un banco comencé a oír y observar las aves qué se movían por la zona de vegetación de ribera. Primero se empezaron a animar pequeños pajarillos como carboneros comunes y pinzones comunes. Y luego tocó el turno a las aves más grandes como el pito real  y mirlo común.
Antes de volver a asomarme al cauce, cinco mitos llamaron mi atención.
En el cauce se repiten las especies del tramo anterior con porrones europeos y fochas comunes.
La pista cada vez se hace más estrecha y poco a poco me voy cruzando con muchos ciclistas. Buena señal, ya qué indicaba qué ese camino tenía qué llegar a alguna parte y no estaba cortado.
En un tramo una enorme gravera, aún en funcionamiento, provocaba un gran impacto paisajístico y visual.
En una zona donde las aguas del río bajaban más mansas, descubrí un bonito ejemplar de macho de porrón moñudo y tras él unas simpáticas cercetas comunes.

(Cercetas comunes, anas crecca).

Tras caminar varios minutos muy desorientado porque no veía la estación de la Poveda, la vegetación se abría, y a lo lejos vi los famosos cantiles del Piul de la zona de la Laguna del Campillo. Aliviado por situarme en el mapa, continué el camino y llegué a una pequeña presa qué hace una cascada, y días después leyendo me enteré qué en primavera los barbos la saltan remontando el río. Esta primavera tendré qué volver a ver si puedo fotografiarlos.

(`Azud sobre el Jarama qué remontado por los barbos en Primavera).

Tras dos horas de camino y con las fuerzas justas por fin vislumbro en las cercanías el magnífico puente de hierro qué cruza el Jamara, del famoso tren de Arganda, “el qué pita más qué anda”.

(Puente de hierro sobre el río Jarama perteneciente al famoso tren de Arganda hoy operativo como uso turístico).

Dos chicos lo cruzan con sus bicis. Santa inconsciencia o santa valentía me repetía interiormente.
Me dispuse a cruzar el puente. En esos momentos recordé qué tenía vértigo selectivo, unas veces si y otras no (vaya usted a saber por qué) y tras 10 minutos qué se me hicieron interminables, acabé en la otra orilla del río.
Al fondo, otra vez la impresionante imagen de los cantiles del Piul con la luz del atardecer.
Por lo alto de ellos pasó volando una garza real y tras ella varias grajillas con sus característicos cantos chillones.

(Cantiles yesíferos en la finca del Piul cercana a la Laguna del Campillo).

El camino desde el puente a la entrada a la Laguna del Campillo no deparó grandes sorpresas, salvo la imagen de un gran meandro abandonado, qué sorprende bastante hasta tal punto, qué el río se ha desplazado varios metros y ha dejado tras de sí un campo lleno de piedras de río.
En sol ya se había puesto por los cantiles de la Marañosa y poco a poco me iba quedando sin luz. Era el turno para ver uno de los espectáculos más interesantes qué nos ofrece el Parque Regional del Sureste. La entrada de cientos de garcillas bueyeras a sus dormideros.

(Garcillas bueyeras, bubulcus ibis).

El reflejo de las bueyeras en la lámina de agua de la laguna, le da un toque más impactante, si cabe, a este fenómeno natural tan digno de ver.
Estaba tan ensimismado con la entrada de las bueyeras qué no me di cuenta de qué a escasos metros tenía posado un ruiseñor bastardo. Al intentar echarle una foto, apareció otro y me pasaron volando a la altura de mis botas.
Ya era tarde cerrada y grandes bandos de gaviotas reidoras y sombrías tomaban rumbo esta vez, a los dormideros de las Lagunas del Porcal.
Esta imagen ponía punto y final a una jornada tan interesante, haciendo un pequeño homenaje a la novela de Sánchez Ferlosio.
¡A qué esperáis para coger vuestros prismáticos y cámara de fotos y disfrutar de este rincón natural tan interesante, tan cercano a Madrid!.
¡Felices avistamientos!.
© Rafita Almenilla.
Seguidamente adjunto lista de especies avistadas en la ruta:
FAUNA DEL HUMEDAL DE MIRALRIO, LA RIADA, Y LAGUNA DEL CAMPILLO


AVES
MAMÍFEROS


Aguilucho lagunero occidental
Conejo
Alcaudón real meridional

Anade friso
Anade real

Calamón común

Carbonero común

Cerceta común

Cigüeña blanca

Cotorra gris

Cuchara europeo

Estornino negro

Focha común

Gallineta común

Garcilla bueyera

Gaviota reidora

Gaviota sombría

Grajilla

Jilguero

Lavandera blanca

Mirlo común

Mito

Mosquitero común

Paloma torcaz

Pinzón común

Pito real

Porrón europeo

Porrón moñudo

Ruiseñor bastardo

Tórtola turca

Zampullín chico


4 comentarios:

  1. Muy bonita entrada, con unas fotos espectaculares

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  2. ¡Gracias Jose Manuel. Celebro qué te guste!. Cuando tenga un hueco pongo otras entradas más. Te animo a qué sigas el blog. Un cordial saludo.

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  3. Que buena crónica Rafael. Emocionante y didáctica. Chapó.
    Lo que si que ando yo buscando es acerca de las ruinas que hay en las lagunas, en Velilla. Se ven desde la carretera de Velilla a Mejorada. Si lo sabes, gracias. Y si no, también, por supuesto.

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  4. Hola El Vinci. Gracias, celebro qué te guste. Las ruinas a las qué te refieres es un antiguo trazado ferroviario de los tiempos de la Guerra Civil. Se llama el tren de la azucarera qué iba desde Torrejón de Ardoz a Ciempouzuelos y pasaba por Velilla. Para llegar a las ruinas tienes qué coger un camino qué está entre el cementerio y la depuradora, aguas abajo del Jarama. Es sitio es muy interesante y desde allí tienes unas magníficas vistas a las lagunas. Un saludo.

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