Estepas
cerealistas de Pinto. La estepa acorralada.
Si hay un ecosistema
muy castigado, y que muchas veces no se le da la importancia que posee, ese es
sin duda la estepa.
Si hiciésemos una
encuesta sobre los paisajes naturales preferidos por la gente, los primeros
puestos los coparían espacios naturales tan famosos como Ordesa y Monte
Perdido, Picos de Europa, Doñana o Monfragüe.
Casi nadie votaría por
espacios esteparios tan interesantes como La Serena, Los Monegros, o las
Estepas de Belchite.
Como he comentado en
otras ocasiones en este blog, tenemos en mente el estereotipo de que las
estepas son lugares inhóspitos, yermos y carentes de vida. Nada más lejos de la
realidad.
Las estepas ibéricas
dan cobijo a especies de aves amenazadas, algunas a nivel mundial, como la
avutarda común, sisón común, aguilucho cenizo o cernícalo primilla.
En el Sur de la
Comunidad de Madrid, tenemos el privilegio de contar con una muestra representativa
de este ecosistema extraordinario: las estepas cerealistas de Pinto.
Esta estepa, o mejor
dicho pseudoestepa, es el resultado de la degradación durante siglos del
primigenio monte mediterráneo. Antiguas extensiones de encinar manchego fueron
roturadas para la agricultura, convirtiendo estos parajes en olivares,
almendros y cultivos cerealistas.
(Olivar en las estepas cerealistas de Pinto). |
En este ambiente
estepario, la vegetación arbórea es escasa. Aparecen algunas repoblaciones de
pino carrasco, árboles del paraíso dispersos, y algunas formaciones de
almendros.
En un ambiente tan seco
y caluroso, con unos suelos muy pobres compuestos por yesos, abundan las
especies arbustivas.
Es el reino de especies
gipsícolas, algunas de ellas endémicas como tomillo salsero y sapero, romero,
jabuna, esparto. Y otras de porte más grande como la gayomba o la retama de
bolas.
En suelos un poco más
desarrollados, podemos encontrar pequeñas formaciones de coscojares.
En los Arroyos de los
Prados y el Arroyo Culebro podemos encontrar una banda de bosque galería compuesta
fundamentalmente por carrizo y juncos.
Pero sin duda el tesoro
natural de este espacio estepario son las aves.
En las estepas de Pinto
podemos encontrar el último bando de avutardas comunes del Parque del Sureste. Cada
vez más escaso, también podemos tener la suerte de ver algún sisón común. Es un buen
refugio para una población de aguilucho cenizo cada vez más menguante. Y
también podremos observar algún ejemplar de cernícalo primilla.
En el ambiente
estepario podemos observar otras especies tan interesantes como críalo, collalba
gris, calandria, o avefría europea.
En los carrizales de
los Arroyos del Prado y Culebro se avistan especies tan sugestivas como
ruiseñor pechiazul, agachadiza chica, o escribano palustre.
Toda esta riqueza
natural genera que parte de la estepa cerealista esté zonificada como reserva
natural “zona B” dentro del propio Parque Regional del Sureste.
A este riqueza natural
hay que sumarle la arqueológica e histórica.
Durante la ruta
podremos visitar el yacimiento de búnkeres de la Guerra Civil de los Yesares, y
la cueva Cuniebles, de la época paleolítica.
(Búnker de la Guerra Civil en el Yacimiento de los Yesares). |
A pesar de toda esta
riqueza botánica, zoológica, arqueológica e histórica, esta zona esteparia está
sometida a numerosos impactos ambientales, que repercuten negativamente en su
conservación.
En el entorno de este
espacio protegido se encuentra las instalaciones del Centro Penitenciario
Madrid III. El complejo militar de la Marañosa. El polígono industrial Aymar y
el Vertedero de Pinto.
Existen focos dispersos
de vertederos ilegales, y vertidos de lodos de depuradoras. A esto habría que
añadir molestias a la fauna, y caza furtiva.
La agricultura
intensiva ha transformado el tradicional paisaje agrario, suprimiendo lindes y
barbechos, y utilizando fertilizantes químicos y pesticidas, lo que ha incido
en muchas especies esteparias, como el caso del sisón común, y otras especies
comunes como mochuelos, codornices, trigueros, calandrias, han visto disminuir en caída
libre sus poblaciones.
Este descenso alarmante
de especies esteparias debe ser una señal de alerta y nos debe hacer
reflexionar sobre las medidas que tenemos que adoptar para proteger estos
espacios naturales tan singulares y a la vez tan frágiles.
La ruta propuesta es
una ruta lineal por todo el complejo estepario, de 3 horas y 30 minutos de
duración y de dificultad moderada. Desde el polígono industrial Aymar, al
polígono industrial de las Arenas de Pinto.
(Ruta lineal de dificultad moderada y de 3 horas y 30 minutos de duración por las estepas cerealistas de Pinto). |
Visitando la estepa
cerealista de Pinto, los alrededores del Cerro Cabeza Fuerte, el yacimiento de
los Yesares, y los arroyos Culebro de y de los Prados.
Ficha técnica de la
ruta.
-Tipo de ruta: lineal.
-Punto inicial y final
de la ruta: parada autobús 412 polígono industrial Aymar. Parada autobús 421
calle Sierra Nevada.
-Distancia: 13
kilómetros.
-Desnivel: punto más
alto 629 metros. Punto más bajo 595 metros.
-Dificultad: moderada.
Hay que recorrer una distancia muy larga andando, y si no estamos acostumbrados,
nos puede costar un poco.
-Duración: 3 horas y 30
minutos, con paradas para ver aves.
-Patrimonio natural:
estepas cerealistas de Pinto. Cerro Cabeza Fuerte. Arroyos del Prado y Culebro.
-Patrimonio histórico y
arqueológico: yacimiento de Yesares. Cueva Cuniebles.
-Accesos a Pinto.
-En coche. A-4. Tomar
la salida 20 y luego coger la M-841 hasta el polígono industrial Aymar.40
minutos desde Madrid.
-En autobús. Para la
ida coger el autobús 412 Madrid (Villaverde Bajo-Cruce)-San Martín de la Vega,
y bajarse en la parada del polígono Aymar.
20 minutos desde
Madrid.
Para la vuelta. Coger
el autobús 421 Madrid (Legazpi)-Pinto, en la parada de la calle Sierra Nevada.
25 minutos a Madrid.
-En bicicleta. Desde la
estación de cercanías de Pinto a la carretera de la Marañosa hay unos 18
minutos. La ruta descrita es ideal para hacerla entera en bicicleta de montaña.
-Recomendaciones para
la ruta.
La ruta es ideal para
hacerla en Primavera. Evitar el Verano ya que hay zonas en las que apenas hay
sombra.
Si la vamos a hacer en Invierno, calcular bien las horas de luz.
No hay agua en todo el
recorrido, así que mejor aprovisionarnos con bastante líquido.
En época de rueda de la
avutarda en los meses de Marzo y Abril, extremar las precauciones, no nos
acercaremos a ellas, y o bien, no visitar la zona en estas fechas, u observarlas
con telescopio a una distancia más que prudencial.
Respetar el patrimonio
del yacimiento de los Yesares y la Cueva Cuniebles.
Hay buenas pistas para
transitar por ellas andando o en bici. No salirse de los caminos, y evitar en
la medida los vehículos a motor.
Pasaremos por algún
coto de caza. Tomar precauciones en época de caza.
Este es el relato de
una ruta que realicé la segunda semana de Enero de 2020.
Llevábamos un par de
semanas de Invierno, y el primer temporal de frío azotó la Península, con un
frío gélido en la Comunidad de Madrid.
Decidí hacer la visita
por la tarde para tener algo más de calor. Era una ruta que tenía en
mente hacerla hace mucho tiempo, ya que sólo había hecho parte de ella, y con el
aliciente de que hace días atrás habían citado una lechuza campestre por allí,
especie que no había visto, pero que
sería todo un reto buscarla una zona esteparia tan grande.
En poco más de 20
minutos el autobús procedente de Madrid me dejó en la puerta del polígono
industrial Aymar de Pinto. Una gran explanada a la entrada el polígono era el
punto de partida de mi ruta ornitológica.
En un cable eléctrico
estaban posadas dos palomas torcaces y una urraca, las primeras especies de la
lista.
El día era muy claro,
radiante, con buena visibilidad, y a esas horas de la tarde incluso el sol
“picaba” en la espalda.
Comencé a barrer con
los prismáticos la zona de cultivos cerealistas, y para mi sorpresa pude ver
volar al ras del cultivo, un bello ejemplar de aguilucho pálido, que
finalmente cruzó la carretera.
Comencé a andar por la
pista de tierra conocida como “camino de Oreja”, que bordea la valla del
polígono industrial, y donde hay una plantación lineal de almendros.
Comenzó un desfile
incesante de pequeños pajarillos. Primero la tocó el turno a unos cuantos serines
verdecillos. Poco después gorriones comunes, posteriormente pinzones
vulgares, y al final pillé posados dentro del polígono unos cuantos pardillos
comunes.
(Pinzón vulgar. Fringilla coelebs). |
A mi izquierda disfruta
de unas magníficas vistas de la estepa, y en ella había una pequeña vaguada
donde se levantó una gran rapaz. Al principio con la luz no la distinguía,
hasta remontó más el vuelo y pude comprobar que se trataba de un aguilucho
lagunero occidental
En otro gran almendro,
esta vez la concentración era de gorriones morunos, que al detectar
mi presencia, volaron en bandada hacia dentro del polígono.
(Gorriones morunos. Passer hispaniolensis). |
Comencé a oír un ruido
intenso por encima de mi cabeza, como el motor de un avión. Cuando el sol me
dejó ver, me quedé sorprendido al ver la gran concentración de cigüeñas
blancas que sobrevolaban mi cabeza.
(Cigüeñas blancas. Ciconia ciconia). |
El bando comenzó a
hacer círculos para luego tomar dirección norte, hacia el vertedero. Poco
después le tocó el turno a las gaviotas. Primero, una gran bandada de gaviotas
reidoras, y entre tantas de estas, se coló algunas gaviotas sombrías.
Después aquel desfile
gaviotero, le tocó el turno a los milanos reales.
En el rato que pasé
parado pude contar hasta siete sobrevolando el polígono, y no serían los únicos
que vería durante el camino.
(Milano real. Milvus milvus). |
Poco a poco iba dejando
atrás el polígono y llegando a la pista del camino de Valdeciervos, que es
donde habían citado la lechuza campestre.
El camino comenzaba a
descender, y de frente me encontré un gran almendro, de donde salieron volando
un grupo de estorninos negros como si huyeran de algún depredador. Poco
después se despejaron las dudas, pues muy cerca había posado un milano
real, que alzó al vuelo cuando me vio.
Cuando este se fue
volando a la zona del olivar, el almendro fue rápidamente ocupado por un
pequeño grupo de escribanos trigueros.
El trasiego de conejos
por el camino era constante, y en algunos tramos del camino se veían
sus madrigueras.
Llegué a la
intersección de los caminos de Oreja y Valdeciervos, y en un lado del camino
otro almendro de gran porte, esta vez ocupado por un grupo de estorninos
pintos.
(Estorninos pintos. Sturnus vulgaris). |
De un pequeño majano
salió una rapaz muy clara, que me puso en alerta por si podía tratarse de la
lechuza campestre. Cayó detrás de una loma, y me dirigí a ella. Cuando la subí
había una zona de cultivo de cereal muy alto, y aunque estuve rastreando varios
minutos, no encontré recompensa.
A unos cuantos metros
de distancia, había posada una rapaz en un majano. Con los prismáticos pude
identificarla como un busardo ratonero.
Comencé a bajar la loma
para ir a la zona de olivar del punto de la lechuza campestre. En una zona de
barbecho pegada al camino, aparecieron corriendo varias perdices rojas, asustadas
ante la presencia en el cielo de varios ejemplares de milano real.
Volví a coger el camino
de Valdeciervos, atravesando una zona de cultivo de cereal. Por encima de este
comenzaron a aparecer varias bisbitas pratenses que fueron a
refugiarse a una zona de olivar.
Después de varios
metros de camino, donde algunas zonas tenía bastante escarcha en zonas de
umbría, llegué al punto que me envío mi compañero Gabriel para buscar a la
campestre. Estuve un buen rato rastreando toda la zona de olivar a conciencia,
y sólo pude ver varios estorninos negros posados en un
olivo.
Asumiendo la derrota de
no ver otro bimbo, proseguí mi camino en dirección a la carretera de la
Marañosa.
Volvía atravesar otro
olivar, pero esto con un aspecto más natural. Con zonas de barbecho, y tapizado
en algunos sitios con las denominadas “malas hierbas”, tan ideales para
pequeños pajarillos.
Me detuve un buen rato
en este olivar tan interesante, y fue muy grata la espera porque primero vi un carbonero
común, después un cistícola buitrón, y para terminar
varios mosquiteros comunes.
(Mosquiteros comunes. Phylloscopus collybita). |
El sol comenzaba a
ponerse por el Oeste y me comenzaba a molestar la luz.
Llegué a una especie de
cerro con buenas vistas, donde había una serie de puestos de caza para las
perdices. Por encima de ellos pasó volando muy rápida una abubilla.
En un prado cercano al
camino, había una gran concentración de lavanderas blancas qué estaban tan
ensimismadas picoteando el suelo, que no se dieron cuenta de mi presencia.
Al fondo se podía ver
la imponente mole del vertedero de Pinto. Una gran concentración de gaviotas,
milanos, y cigüeñas blancas lo sobrevolaban.
Más adelante, pude
fotografiar una buena concentración de jilgueros europeos posados en un árbol.
(Jilgueros europeos. Carduelis carduelis). |
Justo antes de cruzar
la carretera al vertedero, oí el canto lastimero del avefría europea, que me
pasó volando a escasos metros.
Otra vez volví a
sorprender un importante bando de pardillos comunes, que estaban posados en un olmo pegado
a la carretera.
(Pardillos comunes. Carduelis cannabina). |
Tomé el camino de
Getafe a Gózquez que me llevaría al Cerro Cabeza Fuerte por donde suelen
moverse las avutardas. Crucé varios prados de bella composición paisajística,
que con la luz de la tarde parecían la típica foto de fondo de pantalla de un
ordenador. En un majano en una de ellos, pillé posado un macho de colirrojo
tizón.
(En Pinto podemos contemplar estepas de gran belleza paisajística). |
Ya podía ver la parte
de atrás del Cerro Cabeza Fuerte. Había calculado mal la duración de la ruta.
Me estaba quedando sin luz, así que tuve que optar por no subir al cerro si
quería volver a coger el autobús con algo de luz.
Desde la falda del
cerro había unas buenas vistas de Madrid capital, empañadas por la enorme
“boina” de contaminación que la cubría.
La última especie que
pude que ver con luz fue un grupo de grajillas occidentales que volaban
en dirección a lo alto del cerro.
Tuve que acelerar el
paso, y ya apenas me quedaban 15 minutos de luz, así que también tuve que dejar
la visita al arroyo Culebro para otra ocasión.
Sólo me dio tiempo a
ver un rato los búnkeres de la Guerra Civil del yacimiento de Yesares.
Prácticamente ya sin
luz, pasé cerca del Culebro y oí una gran concentración de aves, pero con la
luz tan escasa, me quedé con las ganas de saber que eran.
Crucé el tramo que me
queda de la Cañada Real Galiana, para atravesar el polígono de las Arenas, y
coger en sus cercanías el autobús de vuelta a Madrid, con el sabor agridulce de no haber visto la lechuza campestre, pero contento por haber disfrutado de una jornada pajarera tan productiva.
¡A qué esperáis para
calzaros las botas y colgaros los prismáticos y disfrutar de este espacio tan
interesante!
¡Felices avistamientos!
Rafa Almena.
Concluyo el relato con
las especies avistadas durante la ruta.
FAUNA DE LAS ESTEPAS
CEREALISTAS DE PINTO
|
|
AVES
|
MAMÍFEROS
|
Abubilla
|
Conejo
|
Aguilucho lagunero occidental
|
|
Aguilucho pálido
|
|
Avefría europea
|
|
Bisbita pratense
|
|
Busardo ratonero
|
|
Carbonero común
|
|
Cigüeña blanca
|
|
Cistícola buitrón
|
|
Colirrojo tizón
|
|
Escribano triguero
|
|
Estornino negro
|
|
Estornino pinto
|
|
Gaviota reidora
|
|
Gaviota sombría
|
|
Gorrión común
|
|
Gorrión moruno
|
|
Grajilla occidental
|
|
Jilguero europeo
|
|
Lavandera blanca
|
|
Milano real
|
|
Mosquitero común
|
|
Paloma torcaz
|
|
Pardillo común
|
|
Perdiz roja
|
|
Pinzón vulgar
|
|
Serín verdecillo
|
|
Urraca
|
Fuentes consultadas.
-Google maps.
-www.parqueregionaldelsureste.org
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