lunes, 13 de octubre de 2014

RUTA POR VELILLA DE SAN ANTONIO

RUTA POR VELILLA DE SAN ANTONIO.
LAGUNAS DE VELILLA.
Ruta por las lagunas de Velilla. Vida entre cemento.
Ya hemos comentado con anterioridad en este blog las peculiares circunstancias ambientales qué rodean al Parque Regional del Sureste. Un espacio protegido de gran diversidad biológica y paisajística a las puertas de la ciudad de Madrid, y qué se encuentra amenazado por autopistas, vías de Alta Velocidad, huella sonora del aeropuerto, vertederos y contaminación de los ríos por aguas residuales e industriales.
Un esclarecedor ejemplo lo encontramos en el municipio de Velilla de San Antonio.
Este municipio se encuentra a 17 kilómetros de Madrid capital. Constituye uno de los 17 municipios qué conforman el Parque Regional. Dentro de él encontramos dos enclaves naturales muy importantes del Parque Regional del Sureste: el humedal de Miralrío y las lagunas de Velilla de Antonio.
Las lagunas se encuentran al Oeste del núcleo urbano entre el polígono industrial, el río Jarama, y los cantiles yesíferos del Piul.
El entramado lagunar se puede dividir en tres zonas:
-Laguna del Raso. Esta laguna es escasa en aves debido a la presencia habitual de pescadores y la zona de merenderos. Es una laguna muy alterada. Muestra de ello es la cantidad de especies alóctonas de peces qué nadan en sus fondos, como siluros, truchas arco iris, black-bass o lucios.
-Laguna del Picón de los Conejos. La más grande. Más naturalizada. Cuenta con un importante dormidero de gaviotas reidoras, cormoranes grandes, y garcillas bueyeras.
-El Soto. Una laguna de tamaño mediado y otras de menor entidad. Estas se encuentran en proceso de restauración, como allanado de sus taludes para permitir la regeneración de la vegetación lagunar, y la atracción de avifauna.
A todo el conjunto lagunar añadiremos los impresionantes cantiles de yesos del Piul, coronados por plantaciones de pinos carrascos y con vegetación gipsófila como esparto, ontina, jabuna, retama de bolas o romero.
Para concluir, agregar qué el río Jarama qué rodea las lagunas aún cuentan con zonas de bosque de ribera en buen estado de conservación, compuestas por álamos, chopos, sauces, tarayes, y olmos.
Este mosaico de ecosistemas propicia la abundancia de aves. Así el aficionado pajarero podrá contemplar aves tan amenazadas en la zona de las lagunas como águila pescadora o garza imperial, en la zona de los cantiles yesíferos búho real o collalba negra, y en el río Jarama numerosas acuáticas como porrones europeos, ánades frisos o cercetas comunes.
Acceso a las lagunas de Velilla de San Antonio:
-En coche. Autopista de peaje R-3. 20 minutos.
Autopista A-3. Al llegar a Arganda desviarse por la M-208. Luego buscar el polígono industrial. 28 minutos.
-En autobús.
Línea 280. Coslada-Loeches. 1 hora y 5 minutos.
Línea 285. San Fernando de Henares-Arganda del Rey. 55 minutos.
Línea 341. Conde de Casal (Madrid)-Velilla de San Antonio.

En todas las líneas nos tendremos qué bajar en la rotonda situada cerca de la depuradora. Desde allí andaremos por el polígono industrial hasta la entrada a la laguna del Raso. 20 minutos.
La ruta propuesta es una ruta circular qué se inicia cerca de la depuradora del río Jamara y llega hasta las inmediaciones de la ermita del  Cristo de Rivas, pasando por el complejo lagunar y por orilla izquierda del río Jarama. La ruta tiene una duración aproximada de 3 horas y 30 minutos. Es de dificultad fácil porque apenas tiene pendientes, aunque hay qué tener en cuenta la duración del recorrido si no estamos acostumbrados a andar largas distancias.


(Ruta circular por las lagunas de Velilla de San Antonio).

Este es el relato de una ruta qué realicé el 8 de Octubre de 2014, con el Otoño ya avanzado varias semanas.
El autobús 341 me dejó en las cercanías de la depuradora de Velilla. Desde allí me quedaban unos 20 minutos de camino hasta la entrada a la laguna del Raso.
En lo alto de un repetidor había varios nidos de cigüeña blanca qué estaban desocupados. En la ausencia de sus inquilinos, una buena colonia de cotorras grises muy bulliciosas, se habían instalado aprovechando la coyuntura.
Esta especie exótica se ha expandido de manera notable en la Comunidad de Madrid y es muy frecuente verla en otras zonas del Parque Regional del Sureste, sumándose a otras especies invadoras como mapaches, bengalíes rojos o pico de coral.
Según me iba acercando a la depuradora el olor cada vez se hacía más nauseabundo.
Otro impacto ecológico más qué tiene qué soportar este espacio. Los vertidos del cercano polígono industrial, sumados a las aguas residuales urbanizaciones cercanas.
Del interior de la planta depuradora salieron volando dos ejemplares de tórtola turca.
En una pradera de césped jugaban a perseguirse tres lavanderas blancas.
Tomé el camino del polígono industrial. El entorno no puede estar más degradado. Rodeado de multitud de escombreras, qué te hacen dudar de qué estás en realidad en un espacio protegido.
De la base de un arbusto salió un pequeño bando de verderones comunes qué se asusto ante mi presencia.
A escasos metros me encontré una barrera móvil qué impide el paso de vehículos a las lagunas. Tras un arbusto con muchas ramas, casi invisible, se ve el cartel qué te da la bienvenida a la laguna den Raso.
El contrapeso de la baliza está lleno de basura, una imagen muy impactante qué resume lo descuidado y olvidado qué se encuentra esta primera parte del tramo de la ruta.
En la rama de un taray un papamoscas cerrojillo me recordaba qué aún estábamos en época de paso para algunas especies migratorias.
Me asomé a la laguna del Raso haciendo un barrido con los prismáticos para añadir alguna especie nueva. Esta laguna es muy escasa en aves debido a qué es muy frecuentada por pescadores y “domingueros”.


(Laguna del Raso).

Efectivamente, vi varios grupos de pescadores, y en el medio de la laguna, un solitario macho de somormujo lavanco.
Visto qué había poco interés en la laguna decidí pegarme a la orilla del Jarama qué parecía qué tenía más movimiento de acuáticas.


(Río Jarama con los cantiles del Piul al fondo).

A lo lejos, en un meandro del río, con los prismáticos vi un grupo numeroso de fochas comunes, mezclado con varios ejemplares de ánades frisos.
Seguí el cauce del río aguas arriba, y la vegetación arbórea comenzaba a cerrarse más y más hasta dejar un estrecho pasillo. De entro los tarayes, salió volando a toda velocidad un mirlo común.
Unos metros más adelante una valla de metal rodea la laguna de Picón de los Conejos.
En un claro de la vegetación de ribera, qué deja ver parte del río decidí hacer una espera.
Una garza real posada en un árbol seco levantó el vuelo al detectar mi presencia.
Poco después pasaron nadando dos hembras y un macho de cuchara europeo.


(Cuchara europeo, anas clypeata).

Poco a poco ya se iba notando las aves migratorias qué iban bajando del Norte de Europa, para establecerse en estos humedales del Sureste madrileño.
De entre un buen número de ánades reales pude avistar algunas cercetas comunes.


(Cercetas comunes hembras, anas crecca).

En lo más alto de un taray de gran porte, cinco mitos dejaban verse con dificultad debido a lo tupido del ramaje.
Tras unos minutos bordeando la valla metálica, está se acababa en un pequeño sendero qué llevaba hasta la orilla de la laguna.
Al subir una pequeña loma tenía una magnífica panorámica de toda la laguna y los cercanos cantiles del Piul.
En un gran árbol según iba cayendo la tarde, se iban concentrando una buena colonia de cormoranes grandes, a modo de dormidero.


(Cormoranes comunes, phalacrocorax carbo).

Casi en el medio de laguna, una pequeña isla de vegetación servía también de dormidero, y entre varios ejemplares de cormoranes había posada una garcilla bueyera.
Tras hacer un buen barrido por toda la laguna y todo el carrizal y sólo ver algunos ánades y cucharas más, decidí retomar el camino hacia los cantiles.
La vegetación de ribera era cada vez era más densa, y tras una buena caminata encontré una pequeña vereda qué bajaba al Jarama, para encontrarme justo de frente con los cantiles.
En lo más alto del cantil, una collalba negra, se dejó ver fugazmente. Una especie muy amenazada, y qué es frecuente verla en este tipo de ecosistemas. 
Después de este golpe de fortuna, dedicí hacer una nueva espera.
La cosa estaba bastante floja de especies y tras varios ánades reales y fochas comunes, sólo añadí una gallineta para la lista.
En un árbol muy cercano se oyó tamborilear al pico picapinos. Primero comenzó el del árbol cercano, y poco después le contestó uno qué estaba en la otra orilla.
Intenté durante un buen rato verlo con los prismáticos pero dada la frondosidad del árbol, me resultó imposible.
Pero entre sus reclamos un ruido llamó mi atención. Primero lo oí muy lejano, pero minutos después se hizo más claro. ¡El ulular del búho real!. Este año en Enero en una salida con mis compañeros Jus, Alberto y Gabi pudimos verlo en ese mismo sitio. Esta vez tenía qué volver a caer.
Hice un buen rastreo por todo el cantil pero sin resultados. Una gran decepción pues su reclamo se oía muy cerca.
Acabada la espera, volví a tomar el camino en dirección a la laguna del Soto.
Un petirrojo se cruzó en medio del camino, para esconderse tras un zarzal.
Tras una larga caminata sin sumar especies nuevas llegué al complejo lagunar del Soto.
Primero eché un vistazo en una pequeña laguna con un carrizal muy tupido, con poco interés pues sólo se dejó ver una focha común, así qué decidí ir a la laguna más grande.


(Laguna del Soto).

Entre los restos abandonados de una construcción en ruinas, salió raudo y veloz un joven de largarto ocelado qué se refugió debajo de un tronco.
Subí en lo alto de un talud para tener mejor perspectiva de toda la laguna, y comencé a hacer un barrido con los prismáticos. Una pareja de somormujos lavancos nadaba como podía por el movimiento de las olas de la laguna, producidas por el viento.


(Somormujo lavanco, podiceps cristatus).

En la otra orilla, en una zona de álamos levantaron una pareja de aguiluchos laguneros occidentales. Estuve recreándome un buen rato con sus espectaculares planeos. 
Continué avanzando por el camino qué rodea la laguna y unos metros más adelante me encontré con un pequeño bosque de repoblación compuesto por álamos. 
Allí en copa de uno de estos árboles, un pico picapinos picoteaba el tronco y a la vez, sonaba su reclamo.
Al instante, con el ruido, se le unió otro ejemplar.
En el suelo, levantó un pito real qué se perdió en una chopera cercana.
A lo lejos vi una formación en forma de cuña qué me captó mi atención.
Sin prismáticos pensé qué se trataban de una bandada de gansos qué por esta época migraban desde el Norte de Europa.
Cuando cogí los prismáticos, fue demencial mi metedura de pata.
¡Una formación de cazas del ejército del aire, haciendo maniobras!. Y yo pensando, si se enteran mis amigos pajareros, el cachondeo puede ser mayúsculo.
Es lo qué pasa cuando dejas volar un poco tu imaginación con poca visibilidad.
Tras dejar la zona de la alameda, llegué a una explotación ganadera. Allí giré a la izquierda y bajé un terraplén para dirigirme a la orilla del Jarama.
En esta zona del río hay numerosas conejeras, y la cantidad de conejos qué se ven corretear por la arena del río es digna de ser fotografiada.
Al llegar a la orilla del río, levantó un andarríos chico qué escapó a toda velocidad. Tras él, pasaron nadando un pequeño grupo de porrones europeos mezclados con ánades reales.


(Porrón europeo, aythya ferina).

Un poco más arriba del cauce, en la otra orilla, se puede ver la Ermita del Cristo de Rivas, perteneciente ya al municipio de Rivas-Vaciamadrid.
En esta zona del río la zona de lo cantiles es imponente. En lo más alto se ve como el rezuma el agua, y gracias a esta humedad crece un buen tapiz de vegetación con algunas higueras de gran porte, nacidas de los excrementos de las aves cuando comen sus higos.


(Río Jarama y cantiles yesíferos del Piul).

Antes de dejar los cantiles, una grajilla volaba en lo más alto, ante la caída del sol.
En la empalizada de la explotación ganadera se posó un colirrojo tizón, qué haciendo equilibrio balanceaba su cola de manera muy graciosa.
En la zona de alameda de la repoblación oí un silbido de una rapaz. Al instante apareció un busardo ratonero con un vuelo de lo más elegante. Subió a lo más alto de las nubes, y siguiendo su vuelo pude ver qué aún había aviones comunes qué todavía no habían emigrado a sus cuarteles del Sur.
Decidí ir acelerando el paso de vuelta pues el sol ya comenzaba a ponerse tras los cantiles, y empezaba a tener mala visibilidad.
Llegué al cruce de la Laguna del Soto y Picón de los Conejos y allí tenía dos opciones, tomar el camino de la izquierda y bordear toda laguna de Picón de los Conejos por su derecha, o tomar el camino de la derecha y pegarme a la zona de los cantiles y el río Jarama y hacer un último intento al búho real.
Es de esos instantes en qué tú intuición pajarera te dice qué la especie qué estas buscando está ahí esperándote, y tentando a la suerte,  tomé el camino de la derecha.
De vuelta al sendero qué se aproxima al cauce del Jarama, justo en el lugar donde a principios de año vimos el búho real, me paré a ver un pito real en un árbol seco. Cual es mi sorpresa qué primero oí el canto del búho, y poco después se posó en una repisa de un cantil, justo detrás del árbol seco. ¡Allí estaba, “el gran duque”!. ¡Qué momentazo!. Se dejó ver un buen rato, tiempo qué dediqué a hacerle un buen reportaje fotográfico.


(Búho real, bubo bubo).

Impresiona su porte, y el movimiento de su cuello, con un campo de visión qué llega hasta los 110 grados. Tras regalarme unos minutos de contemplación, emprendió el vuelo y se perdió en lo más alto de los cantiles. Impacta como una mole tan grande, no haga prácticamente ruido al volar.
Continué mi camino de vuelta al polígono con un buen sabor de boca, y todavía aún la ruta me deparaba otra sorpresa para cerrar la jornada.
Llegando nuevamente a la laguna de Picón de los Conejos, un gran bando de palomas torcaces salió volando con un comportamiento típico de huir de un depredador. Este comportamiento ya lo había visto hacía tiempo, cuando un grupo de torcaces huía de un águila imperial. Metros después descubriría qué fue lo qué las asustó.
El sol ya se estaba poniendo tras los cantiles, y decidí volver a asomarme a la colonia de cormoranes grandes qué se iban concentrando por cientos a cada paso que anochecía.
En lo alto del talud puede ver como una gran cantidad de cormoranes se hacinaban en un dormidero.
Y justo en la otra orilla de la laguna, en una zona de carrizal encontré la pregunta de qué había asustado a las palomas torcaces. Se trataba de un ¡águila pescadora!.


(Aguila pescadora, pandion haliaetus).

Increíble ver su majestuoso vuelo, haciendo picados, y planeos. 
Nunca antes había visto esta soberbia rapaz, y en este año, con el ejemplar visto en esta ruta, ya llevaba ocho ejemplares sumados desde del mes de Septiembre.
Tras disfrutar de esta magnífica estampa y recordando el buen momento del avistamiento del búho real continué el camino de vuelta.
Antes de llegar al polígono industrial decidí disfrutar de un bonito atardecer desde la laguna de Picón de los Conejos. Como telón de fondo los cantiles del Piul, el reflejo del sol, en la lámina de agua de la laguna. Sin duda un bello atardecer qué nos ofrece este rincón del Parque del Sureste.



(Atardecer en la laguna Picón de los Conejos).

Mientras volvía de camino a coger el autobús de vuelta, y con el sol poniéndose a mis espaldas, a lo lejos oí cantar al cárabo común, pero este le dejaré para mejor ocasión.
¡A qué estáis esperando para coger vuestra mochila y prismáticos y disfrutar de este espacio tan interesante!.
¡Felices avistamientos!.
© Rafita Almenilla.
Para concluir adjunto la lista de especies avistadas a lo largo de la ruta.

FAUNA DE LAS LAGUNAS DE VELILLA DE SAN ANTONIO





  AVES
REPTILES
MAMIFEROS



  Aguila pescadora
Lagarto ocelado
Conejo
  Aguilucho lagunero occidental


  Anade friso


  Anade real


  Avión común


  Busardo ratonero


  Cerceta común


  Colirrojo tizón


  Collalba negra


  Cormorán grande


  Cotorra gris


  Cuchara europeo


  Focha común


  Gallineta


  Garcilla bueyera


  Garza real


  Grajilla


  Lavandera blanca
Mirlo común


Mito


Paloma torcaz


Papamoscas cerrojillo


Petirrojo


Pico picapinos


Pito real
Porrón europeo


Somormujo lavanco


Tórtola turca


Verderón común






2 comentarios:

  1. Hola Rafa,
    Buen relato, veo que no paras y eso está genial. Habrá que repetir visita al Gran Duque, la especie lo merece. Y aprovecho y te propongo alguna visita para este invierno que está a punto de llegar, si te apetece, claro.
    Un abrazo!

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    1. Gracias Gabi. ¡Siii, hay qué repetir!. Ya sabemos por donde se deja caer, así qué no hay excusa, jeje. Ok pues lo vamos hablando. A ver si van bajando más invernantes. Tenemos pendientes también ir a qué conozcas el Soto de las Cuevas, qué en invierno está genial. Un abrazo!!

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