Dehesas
de Quijorna. La casa del elanio azul.
La similitud de las
dehesas ibéricas, con las planicies de las sabanas africanas es patente. Encinas diseminadas por campos de cereal a modo de acacias en campos de
gramíneas, transitadas por ungulados como ciervos o gamos, de la misma manera
que pastan en el continente africano sus otros parientes herbívoros como gacelas, ñus o
impalas.
Esta afinidad de
paisajes ha sido aprovechada por una pequeña rapaz procedente de tierras
africanas que ha hecho de las dehesas del suroeste madrileño su hábitat ideal.
Se trata del elanio azul.
(Encinas diseminadas en campos de cereal, son el hábitat ideal para el elanio azul, como estas en el pueblo de Quijorna). |
Allá por el lejano año
de 1974 se estableció la primera pareja en Extremadura, y desde entonces, ha
ido colonizando el oeste peninsular, trasladándose a la vertiente mediterránea.
Los alrededores del
pueblo de Quijorna, enclavado en plena ZEPA 56 “Encinares del Alberche y río
Cofio”, con pastizales y cultivos de cereal, salpicados de algunos ejemplares
del encina, son su hábitat óptimo.
En este mosaico
agrario-pastoril encuentra los recursos necesarios para su supervivencia. En
los campos de cereales abate sus presas favoritas consistentes en micromamíferos como ratones morunos, ratones de campo, topillos y musarañas.
Conviertiéndose en un gran aliado para los agricultores para mantener a raya las
plagas.
También depreda sobre
pequeños reptiles como lagartijas ibéricas y lagartijas colilargas.
En estos campos, donde
a veces a horizontalidad sólo es rota por alguna pequeña loma, usa posaderos a
modo de oteaderos para detectar sus presas.
Los podremos encontrar
sobre la copa de una encina, alguna encina afectada por la seca, alguna torreta
eléctrica, o algún poste telefónico.
La Cañada Real
Segoviana nace en La Rioja, y atravesando 500 kilómetros del Este, y Centro
peninsular termina en la zona meridional de Extremadura.
(Cañada Real Segoviana, a su paso por Quijorna). |
En la Comunidad de
Madrid entra por el Puerto de Somosierra y abandona la comunidad en el pueblo
de Navalcarnero, conformando un gran corredor ecológico que une zonas de alto
valor ecológico como la Sierra del Guadarrama y la ZEPA 56.
La ruta propuesta es un
recorrido de unas 4 horas y media de duración y de dificultad alta entre los
términos municipales de Quijorna y Villanueva de Perales. Recorreremos parte de
la Cañada Real Segoviana Occidental, el Camino de Vinateros y el Camino de
Villanueva de Perales a Quijorna. Todo ello por vías pecuarias, atravesando
campos de cultivos, dehesas y cotos de caza mayor.
(Ruta lineal de 4 horas y media de duración y dificultad alta entre Quijorna y Villanueva de Perales). |
Fichas técnica de la
ruta.
-Tipo de ruta: lineal.
-Punto de inicio y
final de ruta: Calle San Antonio 2 (Quijorna), Calle Carretas 27 (Villanueva de
Perales).
-Distancia: 14
kilómetros.
-Desnivel: punto más
bajo 546 metros. Punto más alto 598 metros.
-Dificultad: alta si la
vamos a hacer a pie.
-Duración: 4 horas y
media con paradas para ver aves.
-Patrimonio cultural:
Iglesia San Juan Evangelista siglos XV-XVI (Quijorna). Búnkeres de la Guerra
Civil en Quijorna. Despoblado de Perales de la Mina. Patrimonio de la
trashumancia como abrevaderos a lo largo del camino.
-Patrimonio natural:
ZEPA 56 “Encinares del Alberche y río Cofio”.
Accesos a Quijorna y
Villanueva de Perales.
-A Quijorna.
En coche. Coger la M-45
y posteriormente la M-501. 35 minutos desde Madrid.
En autobús. Línea 581
Madrid Príncipe-Pío-Quijorna. 1 hora y media desde Madrid.
En bicicleta. Desde la
estación de cercanías de Móstoles El Soto. 1 hora y 25 minutos.
-A Villanueva de
Perales.
En coche.
Coger la M-45, luego la
M-501 y al final la M-524. 40 minutos desde Madrid.
En autobús. Línea 531A
Móstoles (Hospital Rey Juan Carlos)-Villamantilla. 55 minutos.
En bicicleta. Desde la
estación de cercanías de Móstoles El Soto, 1 hora y 22 minutos.
Recomendaciones para la
ruta.
-Evitar el verano para
hacer la ruta.
-Llevar agua porque
desde que salgamos de Quijorna no encontraremos fuentes hasta Villanueva de
Perales.
-No salirse de los
caminos y observar las aves desde ellos.
-Pasaremos por cotos de
caza. Respetar las propiedades y evitar los días de montería.
-El despoblado de
Perales de la Mina no se puede visitar al estar en el interior de una finca
privada.
Este es el relato de
una visita que realicé en Octubre de 2018.
Mañana muy fresca de
Otoño. El autobús de periferia me dejó en pleno centro de Quijorna aún con los
primeras luces del día.
Seguíamos con la
tendencia de escasas precipitaciones para el comienzo del Otoño, que
afortunadamente semanas después se rompería.
Desde la calle de San
Antonio fue callejando buscando las afueras del pueblo cerca de la Plaza de San
Isidro, donde había unos carteles informativos sobre la trashumancia.
Gorriones comunes,
urracas, y mirlos comunes me acompañaron en mi
trayecto hasta el comienzo de la vía pecuaria.
Abandoné poco a poco
las últimas edificaciones del pueblo para comenzar a transitar por la cañada
real. Junto a ella, en un algarrobo, se arremolinaban un pequeño grupo de serines
verdecillos.
(Serines verdecillos. Serinus serinus). |
En una pequeña vaguada
había un atractivo abrevadero, testigo del pasado trashumante de este pintoresco
pueblo.
La pista de tierra
transitaba entre grandes formaciones de retamas de bolas, y poco a poco iba
ascendiendo por una loma.
(Cañada Real Segoviana en Quijorna). |
Según se iba calentando
la mañana, comenzaban a aparecer las primeras aves más tempraneras. Un pequeño
bando de palomas torcaces se dirigieron a la zona del cultivo.
Hacia el Oeste se
divisaba una bonita perspectiva del Sistema Central, con el Pico Almenara al
fondo. Un paisaje alomado con sucesión de pastizales, zonas de cultivos y
dehesas, el hábitat ideal del elanio azul, el objetivo de aquella
ruta.
(Las dehesas de Quijorna son un paraíso ornitológico). |
Cuando el sol salió por
completo, y pude calentarme un poco en aquella mañana gélida otoñal, comencé a
rastrear con los prismáticos, todas las encinas dispersas en aquel mar de
cereal en busca de la escurridiza rapaz.
A lo lejos vi como una
silueta negra hacía picados, lo que me puso en alerta. Tras cerciorarme muy
bien, me llevé la desilusión de comprobar que se trataba de un cernícalo
vulgar.
Tras un buen trayecto
de ascenso, el camino presentaba una gran bajada, que acaba en un pequeño valle
cruzado por un arroyo. Allí había unas interesantes formaciones de arbustos
como zarzarmoras, y escaramujos.
Me detuve un buen rato,
pues era un lugar ideal para pequeños pajarillos, y con paciencia pude
fotografiar un macho de tarabilla europea.
(Tarabilla europea. Saxicola rubicola). |
De nuevo el camino
presentaba una gran rampa, y mientras la subía se me cruzaron los primeros
conejos de la mañana.
(Conejo. Oryctolagus cuniculus). |
En lo alto del camino,
a mi derecha, comencé a oír el famoso reclamo de la perdiz roja. Al principio
no las veía, porque se ocultaban muy bien en una zona de barbecho, pero después
de mucha paciencia, conseguí fotografiarlas.
(Perdiz roja. Alectoris rufa). |
Prosiguiendo con el
camino, vi a lo lejos posado en una encina una rapaz. Era muy grande para
tratarse de un elanio, pero al estar tan lejos no la identificaba. Cuando se
dejó ver un poco pude comprobar que era un busardo ratonero.
(Busardo ratonero. Buteo buteo). |
Poco a poco, el paisaje
de retamas iba dando paso a un dehesa, y antes de penetrar en ella, me salió
una escurridiza liebre ibérica.
Poco después la dehesa
comenzaba a cerrarse más y más, hasta prácticamente conformar un bosque.
(Dehesas en Quijorna). |
En un cercado
cinegético algo llamó mi atención. Me fijé en el tronco de una encina de gran
porte que tenía algo extraño. Era como una especie de pala pegada al tronco. A
simple vista no era capaz de saber de qué se trataba.
Cuando ajuste los
prismáticos me llevé una buena sorpresa al comprobar que se trataba de un gamo
que me estaba contemplando con cara de curiosidad.
Allí estaba
completamente absorto ante mi presencia, prácticamente sin pestañear. Aproveche
su tranquilidad para hacerle unas cuantas fotos, hasta que decidió que ya le
había robado mucho protagonismo, y de un salto, desapareció en lo profundo de
la dehesa.
(Gamo. Dama dama). |
Proseguí mi camino por
la cañada, que en algunos tramos tenía una buena capa de tierra que dificultaba
la caminata.
En la zona de la
derecha del camino, la dehesa se abría un poco lo que me permitió rastrear un
poco la otra parte del coto de caza.
En lo alto de una copa
de una encina estaba posada una corneja negra.
(Corneja negra. Corvus corone). |
Se respiraba mucha
tranquilidad y sosiego dentro de la dehesa. La ausencia de ruidos urbanos
permitía que me pudiese centrar en los reclamos de pequeños pajarillos, y
gracias a esta tranquilidad pude observar gracias a su canto a varios pinzones
vulgares. A continuación le tocó el turno a un papamoscas cerrojillo que
todavía en el mes de Octubre seguían con su paso postnupcial hacia tierras
africanas.
Llegué cruce del camino
al despoblado de Perales de la Mina, pero mi decepción fue mayúscula al ver que
había una gran valla metálica que me impedía el acceso. Con el mar sabor de
boca que llevaba, no me di cuenta que a escasos metros tenía una alondra totovía paseando por el camino.
(Alondra totovía. Lullula arborea). |
El camino volvía a
bajar hasta llegar al cruce con el Arroyo Palomero. En esta zona de umbría
había un pequeño bosque de galería. El arroyo estaba completamente seco debido
al estío, y pude cruzarlo sin problemas.
Comencé a oír como
gruñía un jabalí. Me llevé un buen susto porque lo oía muy cerca. Seguí
oyendo sus gruñidos pero no lo veía con tanta vegetación.
Cuando salí del arroyo,
vi a mi izquierda una valla cinegética, que era desde donde salían sus bufidos.
Por lo menos iría tranquilo por el camino, aunque con estos ungulados nunca se
sabe, ya que con la fuerza que tienen bien podía haber tirado la valla.
Cuando gané altura con
el camino, a mi derecha volvía a tener una bonita postal del Sistema Central y
de las dehesas del suroeste madrileño.
La cañada real ya era
una gran pista, y estaba flanqueada por varios búnkeres de la Guerra Civil, en
buen estado de conservación.
(Búnker de la Guerra Civil en Quijorna). |
Dejé las dehesas de
Quijorna con el sin sabor de boca de haber podido ver el elanio azul.
Crucé la famosa M-501 y tuve que transitar un pequeño tramo de
carretera para volver a coger otra vía pecuaria que me llevaría hasta
Villanueva de Perales.
Otra formación de
dehesas me recibía, y sobre ellas planeaba un milano real.
(Milano real. Milvus milvus). |
Pasado el mediodía el
sol apretaba ya con fuerza, y decidí acelerar el paso para llegar cuanto antes
a Villanueva de Perales.
La vía pecuaria
serpenteaba por formaciones de encina en buen estado de conservación. En aquel
instante tenía en el horizonte la nítida imagen del Alto del Mirlo, la primera
formación montañosa de la Sierra de Gredos. Y cuando me deleitaba con su
inconfundible silueta, comenzaron aparecer planeando un buen puñado de buitres
leonados, que aprovechaban las corrientes térmicas para volar sin
apenas esfuerzo.
Atravesé un camino que
llevaba a una finca privada, y cuando subí un buen terraplén, ya veía las
primeras casas de Villanueva de Perales.
Tras cruzar la M-524,
llegué a un pequeño cordel con señalización de vía pecuaria, donde habían unos
paneles explicativos sobre la trashumancia.
El cordel pegado a la
carretera, estaba acondicionado a modo de paseo peatonal, y cruzaba la
carretera para acabar pegado a una granja escuela.
(Cordel de la Segoviana a su paso por Villanueva de Perales). |
Entre unas adelfas que
adornaban el camino observé a varios juguetones jilgueros europeos.
Más adelante, en las
cercanías del campo de fútbol, en una zona ajardinada le tocó el turno a varios
vistosos pardillos comunes.
Crucé la rotonda en
dirección a Sevilla la Nueva, y en pocos metros encontré la parada de autobús
que me llevaría a de vuelta a Móstoles.
Desde allí, se tenía
una magnífica prespectiva de la vertiente sur del Sistema Central. Y mientras
me deleitaba con este bonito paisajes pasaron sobre mi cabeza dos golondrinas
dáuricas, que cerraban la lista de esta ruta tan interesante.
(Vistas del Sistema Central desde Villanueva de Perales). |
¡A qué esperáis para
calzaros las botas, y preparar los prismáticos para disfrutar de este espacio
natural tan interesante!
¡Felices avistamientos!
© Rapha Ac.
© Rapha Ac.
Termino el relato con
la lista de especies vistas durante la ruta.
FAUNA DE QUIJORNA Y VILLANUEVA DE PERALES
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AVES
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MAMÍFEROS
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Alondra
totovía
Busardo
ratonero
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Conejo
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Buitre
leonado
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Gamo
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Cernícalo
vulgar
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Liebre
ibérica
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Corneja
negra
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Golondrina
dáurica
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Gorrión
común
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Jilguero
europeo
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Milano real
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Mirlo común
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Paloma
torcaz
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Papamoscas
cerrojillo
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Pardillo
común
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Perdiz roja
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Pinzón
vulgar
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Serín
verdecillo
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Tarabilla
europea
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Urraca
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Fuentes consultadas:
-Google maps, Wikipedia
y página de la Sociedad Española de Ornitología.
Hola Rafa¡¡
ResponderEliminarHace una semana hice una ruta por estos lares pero empezando en Villanueva de la Cañada y enlazando con la cañada hasta Quijorna y luego siguiendo ésta hasta el arroyo Quijorna (en direccion a la 501) sin llegar, y luego volviendo a Quijorna.
Tuve mas suerte en rapaces: un par de buitres negros y varios leonados, milano real ,busardo y ¡¡un par de aguilas imperiales!!.. pero ni rastro del elanio.
Estaba advertido de que era un sitio propicio para el elanio pero aun no viendolo la cantidad de aves compensó la ruta. Ahora, logicamente, esto todo mas verde que en tus fotos.
Un saludo, amigo
Hola Paco. ¡Gracias por tu información!. Por lo que se, el elanio azul estaba cambiando de tendencia y se está desplazando más hacia el Este, y ya es más común en municipios como Valdetorres del Jarama o Aranjuez qué en Quijorna. De hecho, la última vez que lo vi, fué el año pasado en Aranjuez. Muy bueno eso avistamiento de las imperiales. La zona de Quijorna es muy buena para la imperial, así como todo la ZEPA del Alberche y río Cofio. Un saludo y gracias por sus comentarios.
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