RUTA POR
ESTREMERA
Playa
de Estremera. Playa en los límites de Madrid.
En la década de los 60
y 70 del siglo pasado, una imagen habitual era irse a bañarse a alguno de los
ríos del Sur de la Comunidad de Madrid.
Muchas madrileñas y
madrileños esperaban ansiosos la llegada de los fines de semanas estivales para
darse un chapuzón en ríos como el Tajo, Henares o Jarama.
(Río Tajo a su paso el término municipal de Estremera). |
Este peregrinaje a
zonas de baños en las afueras de la ciudad fue magníficamente retratado en la
estupenda obra del gran escritor Rafael Sánchez Ferlosio el Jarama.
Por aquellas fechas las
aguas de los ríos del sur metropolitano aún contaban con una buena calidad. A
partir de la época del desarrollismo, los vertidos industriales, los
fertilizantes agrícolas, y los fosfatos de nuestros detergentes, causaron un
efecto negativo en la calidad del agua de los ríos.
Actualmente, a duras
penas, aguantan pocas zonas de baño en el Sur de Madrid, y a día de hoy sólo
podremos disfrutar de un buen día de baño en el río Alberche en Aldea del Fresno, y el río Tajo a
su paso por Estremera.
Estremera se encuentra
en el vértice más oriental de la Comunidad de Madrid, constituyendo el último
municipio, antes de llegar a la vecina provincia de Cuenca. Con menos de 1500
habitantes, es aún un pueblo predominantemente agrícola.
(Vistas del pueblo de Estremera, de la Comarca de las Vegas). |
Es conocido por dos
lugares muy contrapuestos. Alberga el Centro Penitenciario Madrid VII, y la
Playa de Estremera.
La Playa de Estremera
es una zona recreativa en las orillas del Tajo, que cuenta con bancos,
papeleras, juegos infantiles, duchas y
kiosco. Es una playa de arena que cuenta con una buena formación de bosque de
ribera compuesta por chopos, sauces, y tarayes, entre otros, que ofrecen buenas
zonas de sombra.
Para los amantes de la
ornitología, este municipio ribereño, cuenta con una buena variedad de
ecosistemas como estepas cerealistas, olivares, cerros yesíferos, bosque de ribera y
zonas de regadíos.
(Olivares en las afueras del pueblo de Estremera). |
La buena conservación
de alguno de estos hábitats y su variedad, propicia una gran riqueza
ornitológica con especies tan interesantes como buitre leonado, águila real,
búho real, avutarda, collalba negra o garza imperial.
La ruta propuesta es
una ruta circular de 3 horas de duración
y dificultad media desde el casco urbano de Estremera hasta su playa.
(Ruta circular de 3 horas de duración y dificultad media, por el pueblo de Estremera). |
Ficha técnica de la ruta.
-Tipo de ruta:
circular.
-Punto inicial y final
de la ruta: Calle Travesía de Puerta de las Viñas.
-Distancia: 5
kilómetros.
-Desnivel. Punto más
alto 643 metros. Punto más bajo 556 metros.
-Dificultad: media. Por
la distancia recorrida, y a la vuelta tenemos un poco de pendiente.
-Duración: 3 horas, con
paradas para ver aves.
-Patrimonio natural:
estepas cerealistas de Estremera. Bosque galería del río Tajo.
-Accesos a Estremera.
-En coche. Coger la A-3
autovía Madrid-Valencia hasta la salida 62. Luego tomar la M-240. 45 minutos
desde Madrid.
-En autobús. Línea 351
(Ronda de Atocha-Barajas de Melo). 1 hora y 35 desde Madrid.
-En bicicleta. Vía
Verde de los 40 días. Desde Carabaña. 1 hora.
Recomendaciones para la
ruta.
-Ruta ideal para hacer
en otoño o primavera.
-Para ver aves
esteparias es ideal el uso de telescopio.
-No salirse de los
caminos. La ruta es compartida por una parte del camino de Santiago y el camino
natural del canal de Estremera.
-En el área recreativa
hay una zona de merenderos, ideales para pararse a comer.
-Durante la ruta, hay
un tramo donde tendremos que cruzar una carretera. Tomaremos precauciones al
cruzar.
Este es el relato de
una ruta que realicé a comienzos del otoño de 2019.
Era el segundo día del
mes de otoño. Ya tenía ganas de visitar Estremera, pues siempre había estado de
paso de camino a la provincia de Cuenca. Sentía mucha curiosidad por conocer sus
variados e interesantes paisajes, y su riqueza ornitológica.
Me planté un domingo
por la tarde con un día muy fresco y algo ventoso.
El día anterior
habíamos vivido los últimos coletazos de la famosa “DANA” que afectó de manera
tan drástica al Levante, y qué también se dejó notar en algunos municipios de
la zona sureste de Madrid.
La tarde era de lo más
agradable para dar un largo paseo. Aún quedaban algunos nubes del frente del
día anterior, que se iban retirando al Este, y la temperatura era muy
agradable, incluso un poco fresca, cosa que agradecí.
Pronto dejé la parada
del autobús que me trajo desde Madrid, y fui callejeando para buscar la
carretera a Villamanrique de Tajo, buscando la pista de tierra que partía de
ella, y me llevaría a la playa de Estremera.
La primera especie de
la lista fueron varios gorriones comunes, apostados en los
tejados de las calles aledañas a la calle principal del pueblo.
A pocos metros encontré
la pista que estaba buscando, señalizada con marcas del Camino de Santiago.
Poco a poco fui dejando
atrás el casco urbano, y me fui internando en una llanura de estepas
cerealistas de lo más atractiva.
La primera rapaz que se
dejó ver entre las nubes, fue un buitre leonado que probablemente procediese
de la colonia de las estribaciones del Sistema Ibérico.
Una gran acumulación de
alpacas, de la recogida de la siega, era un hito en el paisaje que rompía la
horizontalidad de la llanura cerealista. Justo de tras de las alpacas, salió
otra rapaz, esta vez más pequeña, un cernícalo vulgar.
(Estepas cerealistas de Estremera). |
Poco a poco el camino
iba descendiendo hacia el valle del Tajo, y desde su alto, tenía unas
magníficas vistas, con las estribaciones del Sistema Ibérico en el horizonte,
el bosque ribereño del Tajo, y el primer pueblo de la vecina provincia de
Cuenca: Belinchón.
Tras unos minutos de
camino, este se bifurcaba en dos direcciones. Tomé el de la izquierda, y en
mitad de este, había posadas dos cogujadas comunes.
A mi derecha había una
pequeña formación de almendros, y empezaron a salir volando asustados ante mi
presencia una gran cantidad de pequeños pajarillos. Cuando se calmaron un poco,
y algunos se posaron entre las ramas de los almendros, pude comprobar que se
trataban de pardillos comunes.
En una pequeña vaguada,
en una zona de barbecho, se posaron varios aláudidos, que al principio no logré
identificar. Según me fui acercando, salieron volando muy alto, y desde gran
altura empezaron a reclamar, comprobando que se trataban de calandrias
comunes.
Seguí el camino
descendente, hasta llegar a cruzar un tramo de carretera. Cuando la crucé, a mi
izquierda se alzaban unos pequeños cerros yesíferos y allí vi una pequeña
figura negra, que se posó en lo más alto de uno de los cerros. Intuía de que
especie se trataba, pero cuando salió volando con tu típica “T” invertida en
blanco, corroboré que se trataba de una collalba negra.
(Collalba negra, oenanthe leucura) |
Me equivoqué de camino
pues iba siguiendo al cauce seco de un arroyo, que atravesaba un improvisado e
inoportuno vertedero ilegal. El gps del móvil me indicaba que me alejaba del
camino correcto, así que rectifiqué y comencé a bajar por una pista con mucha
grava, que a la sazón, sería el camino que tomaría de vuelta.
Esa pista cruzaba una
zona de chalés, y acaba en otra pista señalizada como Camino Natural del Canal
de Estremera.
(Camino Natural del Canal de Estremera). |
Ya me quedaba poco rato
para llegar a la playa del río Tajo, y tomé otra pista que rodeaba una zona de
regadíos, y acaba en otra zona de chalés.
A mi derecha se alzaba
una interesante formación de cerros yesíferos, que bordeaban la carretera a
Villamanrique de Tajo, y a mi izquierda ya se veía el bosque galería del Tajo.
Crucé otra zona de
chalés, alguno de ellos abandonados, y en una hilera de chopos que rodeaba el
camino, había posado un busardo ratonero, atento a cualquier
presa que se le pusiese a tiro de sus garras.
Al rato llegué al
cartel que me indicaba la entrada a la playa. Crucé una cadena de hierro que
impedía la entrada de vehículos y me interné por una zona de vegetación
compuesta principalmente por tarayes.
Tras pasar esta
formación llegué a la zona recreativa. Estaba compuesta por un pequeño parque
infantil, unos merenderos muy interesantes para comer, y un kiosco.
(Playa de Estremera). |
En el césped del área
recreativa había varias lavanderas blancas, picoteando el
suelo, en busca de insectos.
Comencé a avanzar entre
la vegetación para llegar a la orilla del río. Entre las ramas de un chopo,
pude ver dos papamoscas cerrojillos que se encontraban en pleno paso
post-nupcial.
Llegué a la orilla del
río Tajo. En una playa de arena, rodeada de vegetación ribereña compuesta por
chopos, sauces, álamos y mucho carrizo, me propuse descansar un rato y
disfrutar del paisaje.
A pesar de lo limpia
que bajaba el agua, me chocó el no ver ninguna especie de ave, ni si quiera los
concurridos ánades reales.
Continué la senda, que
entre tanta vegetación tan tupida, se convertía casi en una vereda, a través
del Arroyo de Valverde. Allí entre sus carrizos me salió un macho de mirlo
común.
Había un pequeño puente
improvisado compuesto por planchas de madera, algunas rotas y otras un poco
podridas, que cruzaban por encima del arroyo. La verdad es que no me daban
ninguna confianza, así que decidí no cruzarlo por precaución.
Y tras subir un pequeño
talud, me encontraba en la pista que me conduciría otra vez al Camino Natural
del Canal de Estremera.
Encontré una pista a mi
derecha que subía un pequeño cerro, y que acababa en el pequeño acueducto del
Canal de Estremera. Aquel alto prometía buenas vistas, así que caí en la
tentación de subirlo. Cuando llegué a su alto, las vistas no defraudaron.
Cerros de yesos, la vegetación del Tajo, una gravera justo detrás del río, y
una buen atalaya para ver las aves que revoloteaban el Tajo en busca de
insectos.
Primero aparecieron
unas cuantas golondrinas comunes. Poco después a estas, se le unieron otras golondrinas
dáuricas, y por último le llegó el turno a varios aviones comunes.
Bajé el cerro del
acueducto para seguir la pista que se encontraba entre una zona de olivos y
regadíos.
Al fondo del camino,
pillé infraganti, a una abubilla, que pude fotografiar sin
problemas.
(Abubilla, upupa epops). |
En la zona del regadío,
encima de un aspersor, estaba posada una tarabilla norteña, otra especie
típica de este mes de paso post-nupcial.
En la zona de olivos,
se juntó un gran bando de palomas torcaces, qué salieron en
bandada, cuando detectaron mi presencia.
Volví a coger la pista
llena de grava, para acabar de nuevo en la carretera.
Llegué a la zona de
almendros, pero decidí coger otra pista que se encontraba antes de la que había
cogido cuando bajé desde el pueblo.
Más adelante, en otra
pequeña formación de olivo, cogí descansando a un escribano triguero.
(Escribano triguero. Miliaria calandra). |
La pista transitaba por
una vaguada, formada por un arroyo y con nuevamente unos cerros yesíferos de
gran atractivo visual, más con la luz anaranjada por el sol que comenzaba a
ponerse por el oeste.
Por detrás de la zona
de alpacas, vi dos córvidos que hasta que no se posaron, no los identifiqué
como cornejas
negras.
Atravesé un antiguo
colmenar abandonado, dentro de un pequeño bosquete de almendros y pinos
carrascos, y allí encontré unos cuantos conejos qué corrieron raudos y
veloces a esconderse a sus madrigueras.
Al subir otra gran
cuesta tenía una magnífica vista del casco urbano de Estremera.
Por encima de mi cabeza
pasó un gran bando de grajillas occidentales.
Poco a poco me iba
acercando al casco urbano del pueblo. A mi izquierda otra formación de olivos,
entre un campo de cereal, y entre su cultivo, pequeñas cabecitas se dejaban
ver. Resultaron ser un gran bando de tórtolas turcas que se alimentaban
de lo que quedaba entre los rastrojos.
(Tórtolas turcas. Streptopelia decaocto). |
Llegué de nuevo a calle
principal y antes de meter los prismáticos y cámara de fotos en la mochila,
pude fotografiar un bando de estorninos negros posados en una
antena, que ponían fin a esta ruta tan interesante.
(Estorninos negros. Sturnus unicolor). |
¡A qué esperáis para
calzaros las botas y colgaros los prismáticos, y disfrutar de este lugar tan
interesante!
¡Felices avistamientos!
(R. Almenilla).
Termino el relato con
la lista de especies vistas durante la ruta.
FAUNA DE ESTREMERA Y SU PLAYA
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AVES
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MAMÍFEROS
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Abubilla
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Conejo
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Avión común
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Buitre leonado
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Busardo ratonero
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Calandria común
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Cernícalo vulgar
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Cogujada común
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Corneja negra
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Escribano triguero
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Estornino negro
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Golondrina común
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Golondrina dáurica
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Gorrión común
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Grajilla occidental
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Lavandera blanca
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Mirlo común
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Paloma torcaz
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Papamoscas cerrojillo
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Pardillo común
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Tarabilla norteña
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Tórtola turca
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-Fuentes consultadas.
-Google maps
-www.todosobremadrid.com
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