Dehesa de
Valdecabañas. Dehesa entre dos pueblos.
Ya he comentado alguna
vez en este post, el papel fundamental que han proporcionado para la economía
local de muchos pueblos las dehesas boyales.
Estas dehesas eran
zonas de bosques, pastos o prados donde pastaban el ganado, generalmente
vacuno, y donde los lugareños también se abastecían de otros recursos naturales
como leña, carbón, frutos del bosque como bellotas, zarzamoras, o setas.
Algunas de estas
dehesas boyales han llegado hasta nuestros días transformadas como parques
periurbanos, como son los casos del Parque de Polvoranca en Leganés, o el
Parque las Bolitas de Alirón de Valdemoro. Otras, como le dehesa de
Valdecabañas, aún siguen cumpliendo su antigua función silvopastoril.
(Dehesa de Valdecabañas, situada entre los términos municipales de Colmenar de Oreja y Belmonte de Tajo). |
Esta dehesa enclavada
entre los términos municipales de Colmenar de Oreja y Belmonte de Tajo,
perteneciente a la Comarca de las Vegas, cuenta con 183 hectáreas de extensión.
En ellas encontramos un gran pinar de pino carrasco, mezclado con encinas,
quejigos y retamas. Esta masa forestal se haya mezclada por otro mosaico de
cultivos como viñedos, olivares, pequeñas huertas, y cultivos cerealistas.
Además la parte central de la dehesa está atravesada por el Arroyo de la
Veguilla, que proporciona un pequeño oasis para avifauna, a esta zona de páramo
del suerte madrileño.
(En las cercanías de la Dehesa de Valdecabañas existen viñedos, de los que se hacen los exquisitos vinos de denomicación de origen Vinos de Madrid). |
La variedad de
ecosistemas como pinares, encinares, y estepas, unido a la buena conservación y
prácticas agropecuarias tradicionales como el cultivo del olivar, o estepas
cerealistas, hacen que la zona presente una gran riqueza y diversidad
ornitológica.
Así, durante nuestra
ruta podremos encontrarnos especies tan interesantes como el busardo ratonero,
mochuelo común, alondra totovía, collalba gris, gavilán común, carbonero
garrapinos, o mito.
La ruta propuesta es
una ruta lineal entre el casco urbano de Colmenar de Oreja y el de Belmonte de
Tajo, atravesando la Dehesa de Valdecabañas. Es de dificultad baja, y tiene una
duración de 2 horas y 30 minutos.
(Ruta lineal de 2 horas y 30 minutos de duración y dificultad baja por la Dehesa de Valdecabañas). |
Ficha técnica de la
ruta.
-Tipo de ruta: lineal.
-Punto inicial y final
de la ruta: inicio Calle Pozuelo en Colmenar de Oreja, y fin en Calle Gregorio
Romero en Belmonte de Tajo.
-Distancia: 6
kilómetros.
-Desnivel: punto más
alto 766 metros. Punto más bajo 699 metros.
-Dificultad: baja.
-Duración: 2 horas y 30
minutos, con paradas para ver aves.
-Patrimonio cultural:
Ermita de San Roque, restaurada tras la Guerra Civil. Cerro del Calvario,
Belmonte de Tajo.
(Ermita de San Roque en el pueblo de Colmenar de Oreja). |
-Patrimonio natural:
estepas cerealistas de Colmenar de Oreja. Dehesa de Valdecabañas.
-Accesos a Colmenar de
Oreja.
-En coche. Autovía A-3,
salida 41. Luego tomar la M-317 y posteriormente la M-315. 45 minutos desde
Madrid.
-En autobús. Línea 337
Madrid (Conde de Casal)-Valdelaguna. El autobús para en ambos pueblos. 55 minutos
a Colmenar de Oreja, y 1 hora y 5 minutos a Belmonte de Tajo.
-En bicicleta. Existe
una vía verde entre Chinchón y Colmenar de Oreja.
Recomendaciones para la
ruta.
-Evitar hacer la ruta
en verano, pues en la zona de estepa no hay sombra.
-Llevar agua, pues no
hay fuentes hasta el fin de la ruta.
-No salirse del camino,
y respetar las propiedades privadas.
-Al principio de la
ruta, hasta llegar al camino hay que hacer un pequeño tramo por carretera.
Extremaremos las precauciones.
-El cerro del Calvario
proporciona unas magníficas vistas de Belmonte de Tajo y de su paisaje
circundante.
-No hacer fuego.
Visitaremos una zona de pinar, zona propicia para incendios forestales.
Este es el relato de
una ruta que realicé a primeros del mes de Octubre de 2019.
Llevábamos dos semanas
de Otoño, y decidí realizar la ruta de Valdecabañas. El autobús desde Madrid me
dejó en el pueblo de Colmenar de Oreja, cerca de la Ermita de San Isidro.
Colmenar de Oreja me
recibió con una tarde muy soleada y algo calurosa, con temperaturas aún más
propias del verano.
Tras deleitarme un buen
rato con la pintoresca ermita, situada a las afueras del pueblo, tomé la
carretera en dirección a Valdelaguna, desde donde salía el camino que me
llevaría a la dehesa.
El trayecto desde la
ermita, hasta el desvío al camino me proporcionó las primeras especies de la
lista del día: gorrión común, estornino negro, y bonito ejemplar de pardillo
común posado en un algarrobo de la cuneta de la carretera.
Comenzando a andar por
la pista de tierra, y echando atrás la vista a las últimas edificaciones de
Colmenar de Oreja, me llevé una sorpresa al contemplar como un buitre
leonado, sobrevolaba el casco urbano del pueblo.
(Buitre leonado. Gyps fulvus). |
Poco a poco me fui
internando en la zona esteparia de las afueras del pueblo. Caminando un buen
rato no vi ninguna especie de ave. La sensación de vacío no sabía si se debía
por el calor reinante, o porque estábamos en el periodo de transición entre el
paso post-nupcial y la irrupción de las primeras especies invernarles.
Después de un buen rato
rastreando todos los campos de cultivos, majanos, y zonas arbustivas con los
prismáticos, aparecieron los primeros alaúdidos. Dos cogujadas comunes, que
saliendo del camino por donde transitaba, fueron a parar a un barbecho cercano.
Seguí andando por la
pista de tierra con buenas vistas de toda la zona esteparia, viendo al fondo la
masa de pinos de la dehesa.
A la izquierda del
camino, me llamó la atención el vuelo rasante de un ave de tono grisáceo. Se
posó en una zona arbustiva del camino, pero estaba tan bien camuflada, que no
la distinguía con los prismáticos.
Al aproximarme un poco
más, salió volando de su escondite, y se posó en un majano. Al poco rato pude
distinguir que se trataba de una collalba gris. Una de las tantas de
especie que en mes de Octubre tiene su paso post-nupcial.
Poco a poco el paisaje
iba dejando paso de la zona esteparia al viñedo, y los olivares.
Ya tenía ganas de
cambiar un poco de hábitat, ya que la zona esteparia, no había sido muy aciaga
en cuanto a número de especies. En poco tiempo llegué a la zona de pinar, y
esta zona me brindaría a apuntar algunas especies forestales.
(Pinar de pino carrasco, con encinas, en la Dehesa de Valdecabañas). |
Las primeras nuevas de
la lista fueron dos palomas torcaces, que se perdieron en la zona más tupida del
pinar.
El pinar a pesar de ser
un bosque artificial, tenía un buen aspecto, muy limpio, y con numerosos
cortafuegos. De vez cuando, entre tanto pino, se veía alguna encina, allí donde
el claro del bosque dejaba entrar la luz.
El camino comenzaba a
descender en una suave cuesta, y al fondo se veía una pequeña vaguada con un
gran claro en el pinar. Allí posada en el suelo, había una especie de aláudido,
que cuando tuve mejor luz, le pude distinguir su típica ceja blanca,
identificándola como una alondra totovía.
(Alondra totovía. Lullula arborea). |
A lo largo de la
izquierda del camino, coincidiendo con el cauce del Arroyo de la Veguilla,
había pequeña huertas, muy bien integradas en el paisaje.
Junto al camino había
una pequeña vegetación arbustiva compuesta principalmente por retama y escaramujo,
que en aquellas fechas otoñales ya tenía los frutos muy rojos. En estos
arbustos decidí hacer una pequeña espera que dio como recompensa dos petirrojos
europeos y una tarabilla europea.
Más adelante en una
zona de almendros oí una serie de pitidos cortos característicos que me
recordaban a los mitos. Y no me confundí al poder ver a varios de estos pequeños
pajarillos posados en la rama de un almendro.
Poco a poco el camino
iba ganando algo de altura, y tenía una buena perspectiva del pinar. Por encima
de las copas apareció una majestuosa rapaz planeando, y poco después se le
unieron otras tres. Al instante tenía a cuatro busardos ratoneros
planeando por encima del pinar en una especie de vuelo acrobático.
(Busardo ratonero. Buteo buteo). |
Comencé a ascender por
una pista que se internaba en el pinar, y que me llevaría al cerro del
Calvario. En la rama de un pino de gran porte, encontré a dos juguetones carboneros
garrapinos. Poco después le tocó el turno a un macho de pinzón
vulgar.
Las piernas ya iban
haciendo mella al ascender aquella pendiente tan empinada. Al final de ella, se
me cruzó volando un mirlo común, que pasó a escasos metros de mis piernas.
Al fondo ya se veían
las cruces del Cerro del Calvario de Belmonte de Tajo. A la izquierda del
camino había unas magníficas vistas a un barranco con vegetación mediterránea,
compuesta por encinas de gran porte.
(Inmediaciones del Cerro del Calvario en Belmonte de Tajo). |
Llegué al Cerro del
Calvario y tenía unas excelentes vistas del pueblo de Belmonte de Tajo. En su
iglesia aún se podían ver volar las últimas golondrinas comunes, qué
aún aguantaban antes de hacer su viaje de retorno a sus cuarteles africanos.
Bajando la cuesta del
Calvario, estaba justo la parada del autobús de vuelta a Madrid.
Cuando ya iba a guardar
los prismáticos y la cámara de fotos, vi en una antena de una casa, posadas dos
tórtolas
turcas que cerraban la lista de especies de esta jornada tan
interesante.
(Tórtolas turcas. Streptopelia decaocto). |
¡A qué esperáis para
colgaros la cámara y los prismáticos, y disfrutar de este espacio natural tan
interesante!
¡Felices avistamientos!
R. Almenilla.
Acabo el relato con las
especies vistas durante la ruta.
FAUNA DE DEHESA DE VALDECABAÑAS
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AVES
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Alondra totovía
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Buitre leonado
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Busardo ratonero
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Carbonero garrapinos
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Cogujada común
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Collalba gris
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Estornino negro
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Golondrina común
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Gorrión común
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Mirlo común
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Mito
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Paloma torcaz
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Pardillo común
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Petirrojo europeo
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Pinzón vulgar
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Tarabilla europea
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Tórtola turca
Fuentes consultadas -Google maps. |
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