lunes, 8 de septiembre de 2014

RUTA POR EL FORESTAL DE VILLAVICIOSA DE ODON

RUTA POR VILLAVICIOSA DE ODON.

RUTA POR VILLAVICIOSA DE ODON. EL FORESTAL.

Ruta por Villaviciosa de Odón. El Forestal de Villaviciosa, bosque con conciencia ecológica.

El municipio de Villaviciosa de Odón se encuentra situado geográficamente al suroeste de Madrid capital, a una distancia de 15 kilómetros aproximadamente.
Villaviciosa de Odón es uno de los 19 municipios qué componen el Parque Regional del Curso medio del Guadarrama. Aporta el 20% de superficie del parque, contribuyendo con unas 3.700 hectáreas.
Dentro de Villaviciosa nos encontramos con la grata de sorpresa de un rincón con un encanto especial. Es el parque del Forestal. Un entorno natural poblado por cedros, robles, arces y chopos. Con sotobosque, bosques de galería, encinares y varios arroyos qué en época de lluvias, pueden formar curiosas y bellas cascadas.


(Vista del Forestal de Villaviciosa con castillo al fondo del siglo XV).

El parque se vertebra en torno al Arroyo de la Madre, qué posteriormente se unirá al Arroyo de la Vega y qué finalmente desembocará en el río Guadarrama.
Es tal la importancia histórica y medioambiental de este espacio, qué ya en 1739 obtuvo el título honorífico de bosque real por medio de Felipe V.
Muy cerca del Forestal nació en 1847 la primera Escuela de Montes en España, y actualmente se levanta en él la Escuela de Capacitación Agraria.
En una olmeda de 20 hectáreas, los pioneros de la conservación forestal comenzaron a plantar otras especies como cipreses de Monterrey y cedros del Himalaya, dándole más valor a este espacio tan privilegiado. Construyeron un ingenioso sistema hidráulico, para regar las especies del entorno, a modo de autoabastecimiento, y crear un auténtico vergel, con especies autóctonas y otras de diversas partes del mundo.
El Forestal es un imán para numerosas especies ornitológicas, destacando los paseriformes, aves forestales y rapaces. Con paciencia podremos observar especies tan interesantes como oropéndolas, mochuelos o cárabos.


(Pinares del Forestal de Villaviciosa de Odón).

El atractivo para los pajareros más consumados es la existencia de una pequeña población de pico menor (dendrocopos minor) qué se encuentra en expansión en toda la cuenca del río Guadarrama.

Accesos al Forestal de Villaviciosa: 
-En coche. Por la A-5 Autovía de Extremadura. Desvío M-50 y posteriormente M-506. 25 minutos aproximadamente.
-En autobús. Numerosos autobuses pasan por el municipio. 510, 510A, 518, y 567. Tienen su salida desde Príncipe Pío, Alcorcón y Majadahonda y tardan entorno a 25 minutos y 1 hora.
La ruta propuesta es una ruta semicircular, qué comenzando en la Escuela de Capacitación Agraria termina en las cercanías del castillo. Su duración aproximada son 3 horas y el nivel de dificultad es fácil.


(Ruta semicircular por el Forestal de Villaviciosa de Odón).

Este es el relato de una excursión qué realicé el 18 de Junio de 2014, a finales de primavera y muy cerca del inicio del verano.
El autobús procedente de Alcorcón me dejó muy cerca del edificio de la Escuela de Capacitación Agraria.
Eran las 3 de la tarde pasadas, hora de la siesta, y el sol calentaba con justicia. Las aves estaban aún perezosas y las primeras qué se dejaban ver eran las especies urbanas.
Por encima de mi cabeza comenzaron aparecer estorninos negros, palomas torcaces, gorriones comunes, golondrinas comunes y urracas.
Siguiendo la valla de la Escuela, y al final de esta, encontré una pista de tierra donde los primeros carteles ya me anunciaban qué llegaba al Forestal. Me dió la bienvenida un pequeño bando de verdecillos.
Grandes pinos de porte muy alto, adornaban el camino y poco resistí la tentación de hacer un barrido a sus copas con los prismáticos. Cuando dirigí mi mirada a uno de ellos, por encima pasó un bello ejemplar de milano real inconfundible por su cola ahorquillada y sus manchas en las alas.


(Milano real, milvus milvus).

Tras esta bonita estampa, proseguí mi camino por el pinar, y justo momentos después, una avispada abubilla buscaba comida entre las acículas del suelo.


(Abubilla, upupa epops).

Estaba tan embelesada en su menester, qué no se dio cuenta de mi presencia, lo qué me facilitó el qué le pudiese sacar algunas fotos.
Proseguí mi camino, y tras cruzar una puerta de madera bajé al Arroyo de las Madre.
Allí pasó un pájaro carpintero a toda velocidad. Rápidamente cogí los prismáticos para ver si se trataba del pico menor, una especie a la qué llevaba mucho tiempo detrás de ella, y tenía muchas ganas de observar.
Tras un buen rato con los prismáticos me llevé una pequeña decepción al ver qué se trataba de un pico picapinos. Otra especie más de la lista.
Pero al instante oí un ruido qué me resulto familiar. Antes de la ruta, me había empapado con el CD de los cantos de aves para saber como era el canto del pico menor, y junto a un pino cercano oí ese mismo canto.
Me acerqué un poco más a su base, y ahora lo oía con más intensidad.
Allí estaba de espaldas, haciendo un agujero en el tronco.
Tenía mis dudas, y tuve qué mirar varias veces la guía de identificación de aves.
Y al tercer intento con los prismáticos, tuve una visión más clara del ave. ¡Eureka, bimbazo!. Se trataba de una hembra de pico menor.


(Hembra de pico menor, dendrocopos minor)

La espera había merecido la pena. Estuve deleitándome con su tamborileo en el tronco más de 15 minutos.
Tras este golpe de fortuna continué con el paseo y paré un rato en un pinar con mucha sombra pues el calor ya empezaba a pasarme factura.
En lo alto del cielo, comenzaban a volar aviones comunes y vencejos comunes en busca de los molestos mosquitos. Después de pasar estos, 3 buitres leonados hicieron acto de presencia aprovechando las térmicas para planear en busca de carroña.
Decidí tomar el Sendero de los Conejos, donde la vegetación era más cerrada, y hacer una espera en el sotobosque a los paseriformes.


(Sendero de los Conejos)

El Arroyo de la Madre llevaba muy poca agua por el estío, y en algunas zonas era una sucesión de charcos. Decidí hacer una espera en uno de ellos pues era un foco de atracción para los pequeños pajarillos.
En pocos minutos un desfile de estas simpáticas aves comenzó a desfilar. Primero acudieron a beber los jilgueros, posteriormente los mitos. Luego dos herrerillos comunes y por último un carbonero común y una curruca capirotada.
Tras esta pausa seguí subiendo el sendero, y en lo alto de un talud, junto a una valla metálica había una zona de olivar. Hice una pequeña parada y a lo lejos pude ver un pequeño grupo de perdices rojas.
Volvía a bajar al arroyo buscando la sombra de los árboles. Agazapado entre un arbusto, un petirrojo se delató con sus típicos cánticos en forma de chasquido.
Tanto me agaché para verlo qué cuando me levanté me metí un buen coscorrón con una rama. En ese momento puedo decir qué ví más pajarillos qué todo lo qué llevaba de ruta.
Continué por el sendero de los Conejos, qué haciendo honor a su nombre, no paraban de cruzarse en mi camino.


(Conejo de monte, oryctolagus cuniculus)

Bajando otra vez por el arroyo seco, en sus taludes se veían volar a los abejarucos comunes, qué usaban estas formaciones de arcilla para hacer sus nidos.


(Abejaruco europeo, merops apiaster)

Tras más de media hora subiendo el arroyo, decidí volver a bajar para hacer otra espera en la zona de los charcos.
Allí llegaría la segunda sorpresa del día. 
Tras contemplar como saciaban su sed una pareja de tórtolas turcas, en el tronco de un chopo cercano se posó un trepador azul. Es una delicia contemplar un ave con ese azul tan vistoso, y a eso hay qué sumarle sus típicos movimientos cuando baja por el tronco de un árbol.
Aguanté unos minutos más agazapado tras un gran arbusto, y lo último qué ví fue una paloma zurita qué también bajó a refrescarse al pico en el charco.
Seguí el arroyo aguas abajo, y en un claro del pinar un pito real reclamó su presencia con su canto a modo de relincho.


(Pito real, picus viridis)

Bajo las copas de los pinos, una ardilla común al percatarse de mi presencia, salió escopetada, y en cuestión de segundos ya estaba en lo más alto del tronco de un pino.
Tras traspasar la valla llegué a una cañada real, qué acababa en el camino de los Testerales, qué me llevaría a las puertas del Castillo de Villaviciosa.
Los abejarucos volvieron a hacer acto de presencia, y las golondrinas comunes estaban descansando en un árbol seco, lo qué me facilitó el poderlas fotografiar.


(Golondrinas comunes, hirundo rustica)

A pocos metros ya veía el Castillo de Villaviciosa, y como telón de fondo un nido de cigüeñas blancas ponía el colofón a esta ruta tan interesante.
¡A qué esperáis para coger vuestra mochila y prismáticos, y disfrutar de este bosque tan interesante!.
© Rafita Almenilla.
Para terminar, adjunto la lista de especies avistada en la ruta.

FAUNA DEL FORESTAL DE VILLAVICIOSA


AVES
MAMIFEROS


Abejaruco europeo
Conejo
Abubilla
Ardilla común
Avión común

Buitre leonado

Carbonero común

Curruca capirotada

Estornino negro

Gorrión común

Herrerillo común

Jilguero

Milano real

Mito

Paloma torcaz

Paloma zurita

Perdiz roja

Petirrojo

Pico menor
Pico picapinos
Tórtola turca
Trepador azul
Urraca
Vencejo común
Verdecillo

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